Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Sociedad

Yo también estoy en un buen momento

Nebulossa (Fuente: Eurovisión).

Acercarnos al fenómeno televisivo del festival de Eurovisión, especialmente en esta edición del 2024, sin caer en polémicas musicales, políticas, de género o de buen gusto, puede resultar toda una proeza. Todo radica, quizás, en que al festival de Eurovisión se le pide mucho: altavoz de las nuevas tendencias musicales, foro de creatividad, plató para las puestas en escena más originales o disparatadas, espacio para mostrar el poderío de la tecnología en el mundo del sonido, y, sobre todo, encuentro de pueblos y gentes en espíritu de paz y convivencia en el que la inclusión y la diversidad sean la bandera bajo la que se alcen todas las voces. Ahí es nada. Y se nos olvida que el festival de Eurovisión no deja de ser un festival, un concurso con un premio que sólo se llevará uno de los cantantes, una de las delegaciones, uno de los países participantes. El resto perderán. En el puesto 2 o en el 22, no importa porque por debajo del ganador no habrá ningún otro ganador. Y, aún así, a pesar de que lo sabemos, o precisamente porque lo sabemos, vamos cargados cada uno de nosotros con nuestro espectáculo de nebulosas, ceros y unos rompiendo los códigos, brujas, vikingos, hadas, ataviados con plumas, bañadores escasos, mono de encaje, uñas exageradamente largas, e incluso sin pantalones apurando el límite de la norma del certamen, y sobrepasando sin pudor el del buen gusto.

Pero lo que se nos olvida, sin duda, es que el festival de Eurovisión ha sido siempre, y es todavía, para quienes no pudimos disfrutar del evento a pie del escenario de Malmö, un encuentro familiar y social, una excusa para cenar con buenos amigos, de esos con los que puedes hablar de todo, compartirlo todo y, sobre todo, criticarlo todo, aplicando esa fórmula infalible que es el sentido del humor.

Y así, en buena compañía, con la ironía impregnando la mirada, y la sensación de ser viajeros en el tiempo recién aterrizados de otra época, nos preguntamos a dónde habían ido nuestros años de zorreo, cómo habíamos llegado a este buen momento sin reconstruirnos ni por dentro ni por fuera, mantenidos en el equilibrio de una vida normal y corriente, con todo lo bueno y lo malo, siempre a este lado de la claridad, lejos del borde de las nieblas y sombrías materias cósmicas de contornos imprecisos, por más que hayan pretendido delimitarlas a golpe de bisturí, sin dar ni tres ni cuatro cuartos al pregonero, ni gritar a viento alguno cuándo se nos había pasado el arroZ.

Cristina Llorens Estarelles

Bibliotecaria de la Escuela Europea de Alicante.
Subdirectora de Documentación Instituto Juan Gil-Albert (2015-2019).

2 Comments

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  • Otro ejercicio impecable de literatura y sensatez. Empiezas con la ‘A’ de Acercarnos y terminas con la ‘Z’ de arroZ. ¿Un recuerdo del alfabeto griego a través del nuestro? Pasado y presente y sentido del humor. Un saludo cordial.