Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Palabreando

WCeando

(Fotografía de Freepik).
Sí, algo tan sencillo y natural como ir al servicio puede convertirse en una odisea.

Los baños públicos, prácticamente inexistentes en Alicante. Recuerdo que en la Plaza de Calvo Sotelo, la de las palomas, había unos antiguos que descendían con unas escaleras de ornamentación que ya las quisieran para sí los de Juegos de Tronos. Nunca bajé porque había que tener valor para ello, así que no puedo decir cómo eran porque no se veía el ambiente muy seguro y yo, la verdad, era un quinceañero. Supongo que seguirán bajo tierra, pero habría que preguntarle a Iker Jiménez.

Los del bulevar de la FNAC están fuera, en el primer piso del centro que, cuando se inauguró, tenía de todo: joyerías, tiendas de ropa, incluso el dueño de discos Merlín puso una tienda de discos, de elepés y de los difíciles de conseguir, era un grande pero también terminó desapareciendo.

Los baños, la verdad, están limpios pero bueno no dejan de ser algo que no cuadra con el centro, creo que merecen algo mejor y más adecuado tanto para niños como para personas mayores. Barcala, patinetes para la tercera edad.

Discos Merlín, ¡qué tienda! Allí me compré mis primeros cedés, el Faith de George Michael (soy mega fan del todo) y el Introspective de Pet Shop Boys, en su momento el mejor CD para escuchar en un reproductor de compact disc recomendado por Gonzalo, que creo recordar así se llamaba el dueño de la tienda. Tienda enfrente de la antigua estación de autobuses que tenía una especie de vigilante de seguridad que, cuando entrábamos mi hermano y yo, nos seguía como si fuéramos a llevarnos algo. Un chaval, el guardia de seguridad, que tenía una Puch Cobra amarilla que bajaba la cuesta del Jorge Juan hasta el Miguel Hernández en caballito en la época del instituto, al final hasta nos hicimos amigos.

Me dejé ahí un sentido en cultura musical (lo sigo haciendo, musical y literaria, creo que de los pocos que no se lo descargan todo. Pero una obra física no es lo mismo que una descarga de datos). Yo en ese momento tenía el pelo largo rollo Mel Gibson en Arma Letal y claro parecía sospechoso de casi todo y mi hermano Pelé Melé. Yo ahora soy calvo y mi hermano sigue Pelé melena.

Fotografía de Vecstock (Fuente: Freepik).

También recuerdo la tienda de discos Pony en la calle Jaime Segarra que era una papelería pero vendía los mejores elepés que te podías encontrar cuando no existían las tiendas de discos ni de casetes, allí me compré entre otras las BSO de Indiana Jones y el templo maldito, la de Rocky IV y alguno de Modern Talking y Sigue Sigue Sputnik que ya casi nadie se acuerda pero que tiene una canción megafamosa. Buscadla en YouTube. En esa tienda mi madre siempre nos compraba los Kalkitos que eran una especie de trípticos donde tú ponías unas calcomanías a tu antojo, el lema era “tus aventuras para inventar”. Molaban mogollón. Claro no existían las tablets ni se las intuía y lo más emocionante era comprar un álbum de cromos o que los de Danone te lo regalaran con un montón de estampas si comprabas seis, o los que fueran, y tú flipabas con ese sobre de cromos. Eran otros tiempos. ¿Mejores? No, diferentes. Diferentes valores.

Bueno, que me voy del tema que esto de ser mayor al final suena a batallitas del yayo.

A ver, mido 1.84 m, no me considero ni alto ni bajo, porque esto depende de las generaciones. Al lado de mi sobrino, que mide casi 1.90 con 18 años, soy un retaco pero bueno lo dicho, a tiempo real: lugar de comida rápida de Benidorm, uno de los muchos que hay en la avenida principal donde al final también hay un sex shop conocido, pero no vamos a entrar en ese tema. Baño. Urinario. Ni de puntillas llego. Con lo cual mi juicio de valor es que es un baño para extranjeros más altos que yo porque no, ya te digo que no, que al estar en Benidorm dan por sentado que el turismo tiene las piernas más largas. Y claro, no vas a utilizar el que te llega por las rodillas.

Hogueras, otra historia, baños multitudinarios y no hablo de mingitar (mear) entre los coches que siempre ha sido un clásico, digo esos urinarios de plástico colocados en las plazas donde todo se mueve, está oscuro y nunca hay papel. Que es lo más parecido a ir al baño de un tren en marcha. Por cierto, a mí siempre me han agobiado esas puertas que parece que nunca se van a abrir y vas a terminar encerrado todo el viaje o vete a saber a dónde llegas, rollo peli de miedo, cutre, claro.

Vuelvo a incidir en el tema, tanto los menores como las personas mayores tienen mayores dificultades a la hora de estos accesos y en ese tipo de situaciones carecen de posibilidades prácticas para poder realizar sus necesidades de manera natural. Siempre he pensado en una persona en silla de ruedas, o en una persona de ochenta años que también quieren disfrutar de la fiesta, del momento, o de lo que sea, y que no pueden tener acceso a este tipo de baños. Nunca he visto una rampa en un meadero de plástico, ni he visto una posibilidad útil de que una persona de avanzada edad o con problemas de movilidad pueda utilizarlos de manera normal. No sé, la gracia está en que todos y todas podamos utilizarlos.

Fotografía de Evening- Tao (Fuente: Freepik).

Centros comerciales, los hay para todos los gustos. Suelen estar limpios, la verdad es que ahí sí que hay machismo porque reconozco que no he coincidido, todavía, con un hombre que limpie los baños de hombres ni mujeres (¿Casualidad?, puede ser). Quizá porque, irónicamente, es más habitual (malas costumbres) ver que la mujer entre al baño de los hombres, pero si metemos a un hombre a limpiar el baño de las mujeres pues como que la cosa en este mundo de hipócritas igualdades como que no sería lo mismo. No lo sé. Recuerdo cuando escribí hace mil años sobre porqué en los centros comerciales no existían vendedores o vendedoras de más de sesenta años en las plantas jóvenes, ni de raza que no sea caucásica (lo escribo de manera sutil pero creo que todo el mundo me entiende). Ahora la cosa ha cambiado un poco, pero muy poco. Fíjense ustedes. Los vendedores y vendedoras de las cadenas de los centros comerciales son para reflejo de la venta. ¿Alguna persona de más de cincuenta en las tiendas que todos y todas conocemos? No.

En ese tipo de establecimiento están los y las jóvenes que tienen la habilidad de, muchas veces, hablar entre ellos y ellas mientras te están cobrando y metiendo doblada toda la ropa en una bolsa donde, en ocasiones, no cabe lo que has comprado, con lo que te toca llegar y planchar lo recién abonado. Porque si mi abuela de casi setenta estuviera ahí lo mínimo que generaría, y es verdad aunque suene mal, sería risas y seguramente burlas de la peña que paga con móvil y se cree muy guay porque hoy, ahora, son jóvenes, pero bueno el tiempo pasa para todos. Como decía mi abuela: «arrieros somos y en el camino nos encontraremos».

Volviendo al tema que nos ocupa, ahora están esos baños que no hay que tirar de la cadena (bueno cadena para los de mi generación, que ahora es pulsador), que te alejas un poco y ya ellos utilizan la inteligencia artificial para saber cuánta cantidad de agua han de echar. Y diré más, también están esos que te dicen que no usan agua. Que si meas ahorras, en plan ecológico, con lo que te planteas si estar ahí meando horas es una especie de conservación del planeta. Pis ecológico, el pis del futuro. Nunca un pis hizo tanto por la naturaleza.

Y que no se me olvide, que soy de esa generación de los 80/90 que salía de marcha por la plaza de Balmis con todos sus locales en plena ebullición, con todas sus tribus urbanas dándolo todo y con mayor respeto que ahora, y casualmente, en casi todos, en los baños de esos locales donde tomabas algo, ponía el cartel “baño fuera de servicio”, que siempre me ha sonado irónico el mensaje, pero que la idea era buena. Lo cierro, nadie entra, ya vas a realizar la evacuación allá donde pudieres pero que me ahorro la limpieza del baño o lo que quiera que sucediera ahí dentro. Y sí, la mayoría estaban inutilizables todas las semanas. Bueno no sé si será una leyenda urbana o no, volvamos a llamar a Íker Jiménez.

Claro, en esa época no había que salvar el mundo de manera ecológica y luego te dicen que los peos de las vacas se cargan con su metano la capa de ozono a pesar de que ya no utilizas desodorante de spray. Quién eres tú para ir en contra de la naturaleza, que digo yo que alguien tendrá que comunicarles a esas vacas que la agenda 2030 les va a afectar y que en un par de días unas pastillas de Aerored o cualquier medicamento antiguases o en cuatro peos se nos mueren los osos del Ártico.

Tanta cosa veo que la agenda 2030 se debería cambiar al 2032 que será bisiesto y quieras que no un día extra no es mal asunto que dejen respirar, que esto ya empieza a rozar al ansiedad.

Que vamos, que luego te pilla en mitad de la calle, te coge un apretón y da igual el baño que pilles que en ese momento tu culete no entiende de clases pero que hay lugares (este final de frase siempre me recuerda a la magnífica canción El calor del amor en un bar de Gabinete Caligari, “bares, qué lugares, tan gratos para conversar, no hay como el calor del amor en un bar”), hay lugares donde quizá tú, o ella, o él, vosotros, jóvenes no tengáis problema pero que hay personas mayores y/o personas con problemas con movilidad (siempre batallando por ellos) a los que esa tontería, llamada ir al baño, puede suponer un verdadero problema.

En fin rock and roll.

Que ustedes lo lean, lo pasen, y lo paseen bien.

Bruno Francés Giménez

Escritor de serie B.

2 Comments

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  • Soy más bajito que tú; tengo un montón de años más, me conozco los baños públicos más limpios del Alicante por el que con frecuencia paseo. Te has inventado el verbo mingitar. Y confirmo, con el María Moliner en la mano, que no existen los verbos miccionar ni mingitar, pero sí los sustantivos micción y mingitorio. Extraño, ¿no? Un abrazo, divertido genio de las letras.

    • Jejeje, eres sabio don Ramón pero es divertido palabrear con el lenguaje y crear de vez en cuando verbos aunque sólo sean para el uso de este artículo.
      Un abrazo y siempre agradecido a tus palabras.