Vuelve Equus, la obra que impactó en los escenarios en los años setenta

El conocimiento de una extraña noticia inspiró a Peter Shaffer la obra Equus, uno de los títulos clásicos del teatro del siglo XX. El suceso que llamó su atención fue protagonizado por un adolescente que había cegado a seis caballos. Shaffer no indagó más y, a partir de este hecho, imaginó la supuesta investigación por parte de un psiquiatra de los motivos que condujeron al joven a su agresión. Estrenada en 1973 en Londres, en octubre de 1975 llegó a España al Teatro de la Comedia tras pasar por la censura. Su éxito en taquilla era de esperar porque en pleno tardofranquismo y posteriormente en la Transición, debido a su larga permanencia en cartelera, la obra contenía el primer desnudo integral en la historia del teatro español. Tras ser representada de nuevo en el país en 2015-2016, el próximo 28 de septiembre regresa a la programación en una renovada puesta en escena producida por Okapi en la versión adaptada de Natalio Grueso, dirigida por Carolina África, esta vez en el Teatro Infanta Isabel de Madrid.

Pero Equus era mucho más que una obra a la que la censura española había autorizado la exposición desnuda de un actor y una actriz en una escena clave, cierto que con la advertencia de que esta no se alargara más de lo suficientemente requerido. En realidad, el texto de Shaffer profundizaba y profundiza en algo que sigue siendo vigente: ¿hasta qué punto hay que domesticar, forzar u orientar la actitud de una persona para que se mantenga en los cauces de las convenciones sociales, privándole de la libertad individual que le distingue?

Ese es el viaje transformador que recorre el psiquiatra Martin Dysart en su indagación para descubrir las causas que han determinado la personalidad del joven Alan Strang y le han llevado a cometer su delito. La sexualidad y pasión por uno de los caballos de la caballeriza en la que trabaja, el férreo ambiente educativo de sus padres o el aislamiento con la dependencia obsesiva —entonces— de la televisión fueron elementos que el dramaturgo británico utilizó con maestría para el desarrollo de un texto que, desde el primer día, fue presentado como un thriller psicológico, detectivesco, y al mismo tiempo podía ser definido como “drama fuerte, crudo, tenso, audaz y profundo”, como apuntó el crítico José Antonio Flaquer.

Si en los años setenta los primeros papeles de psiquiatra los representaron José Luis López Vázquez en Madrid y Fernando Guillén en la gira, en tanto que Juan Ribó y María José Goyanes interpretaron al adolescente Alan y a Jill Mason, la chica que le introduce a trabajar en las caballerizas, en esta ocasión el elenco lo forman cinco actores y actrices: Roberto Álvarez como Martin Dysart, Álex Villazán como Alan Strang, Claudia Galán como Jill Mason, y Jorge Mayor y Manuela Paso como padres de Alan, doblando la segunda en el papel también de la jueza Hesther, que es quien propone al psiquiatra la introspección.

La directora Carolina África es consciente de la actualidad que todavía conserva Equus, pero también de la necesidad de pensar en el contexto de hoy, ya que la sociedad de los años setenta del siglo pasado y la actual tienen obviamente hábitos distintos, motivo por el que ha introducido cambios necesarios. “Es maravilloso comprobar cómo las palabras de Shaffer siguen interrogándonos con la misma fuerza que cuando fueron escritas, no han perdido ni un ápice de potencia —dice— pero para ofrecer una experiencia única al espectador contemporáneo me parecía importante resignificar algunos aspectos desde el escenario y traer el espectáculo a nuestros días sin ignorar los nuevos debates sociales propios del siglo XXI”. El Alan Strang de 2022 no deberá, pues, su vivencia en la irrealidad a su obsesión con la televisión sino a su consumo de horas y horas en internet, alejado de las experiencias reales.

Con noventa minutos de duración, Carolina África anuncia una versión en la que “con un ritmo ágil, un espacio escénico versátil y bello y algunos elementos llenos de simbolismo ofreceremos al espectador un viaje apasionante que combina la potencia del audiovisual con mucha teatralidad y juego escénico”.