Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Sin recortes

Vivir en red: la vigilancia masiva

Si hay un aspecto que define al ser humano en el siglo XXI es que vivimos en red. Nuestra cotidianeidad está interconectada con múltiples sistemas de comunicación, relaciones y estructuras sociales que dificultan la acción individual de cada uno de los habitantes de este planeta. Gracias a Internet y a las redes sociales, estamos constantemente conectados con otras personas. Nuestra vida personal depende de plataformas digitales, lo que ha transformado nuestra manera de comunicarnos, trabajar y aprender. Formamos parte de comunidades donde las conexiones influyen en nuestras decisiones, opciones, emociones y consideración del mundo que nos rodea. El sociólogo de origen polaco Zygmunt Bauman nos advertía en su publicación Vigilancia líquida de cómo la interconectividad digital no sólo nos permite el acceso a la información, sino que también nos expone a lo que él define como vigilancia masiva y a la manipulación de nuestra atención y deseos. Somos más vulnerables que nunca a la manipulación de la comunicación, de manera que la era digital ha convertido la privacidad en un bien casi inexistente, donde los datos personales son explotados por grandes corporaciones y gobiernos.

Este es el punto de peligro de nuestra autenticidad como seres humanos libres, como define Bauman: “Internet es un océano de información, pero sin brújula ni mapas. Nos da la ilusión de control, pero en realidad nos somete a una lógica de consumo y vigilancia constante”. ¿Os habéis dado cuenta de que, después de buscar en un navegador o en alguna página web de compras, un producto concreto, estamos semanas recibiendo a través de múltiples aplicaciones publicidad constante sobre esta búsqueda? Yo mismo tuve la temeridad de intentar localizar una cabaña de fibra para las herramientas del jardín: llevo semanas recibiendo imágenes de construcciones de este material como juegos infantiles, edificaciones provisionales para exterior y un sinfín de productos que podrían mejorar la imagen exterior de mi parcela. Perdemos autonomía, recibimos una sobrecarga informativa y sometemos nuestra privacidad a una erosión constante.

Estamos frente a una nueva era del espionaje, donde cualquier dato que compartamos en la red permite a las grandes multinacionales de la venta entender nuestras necesidades, aunque sean una mera consulta por curiosidad o por ayudar a alguien de nuestro entorno a hacer realidad sus proyectos. El sistema de búsqueda de los algoritmos de sus aplicaciones es impecable: intentan obsesionarnos en un producto concreto o en una necesidad aparente, aunque no tengamos del todo claro su necesidad para nuestro día a día. Cierto es que no todos los aspectos de una convivencia en red son negativos. Muchas empresas y trabajadores dependen de redes de colaboración globales. Podemos llevar a cabo proyectos internacionales entre miembros de distintos países, donde la localización física de sus participantes ya no es un problema. El teletrabajo, la economía gig (trabajos temporales, flexibles y por encargo, como las plataformas Uber o Airbnb) y la interdependencia de mercados muestran que el trabajo ya no se limita a un espacio físico ni a una sola organización. Por este motivo, pues, la implementación de aranceles a los productos foráneos que está llevando a cabo la administración Trump de la Casa Blanca intenta frenar un modelo de economía fruto del mestizaje de las distintas áreas de producción del planeta. Tiempo al tiempo, pero esta acción acabará acarreando más problemas para la propia economía norteamericana que la voluntad de protegerla. Los aranceles sobre productos importados pueden afectar a empresas del mismo país que dependen de productos extranjeros, como el acero o la tecnología, lo que se traduce en mayores costos de producción para estas industrias, precios más altos para los consumidores y, en definitiva, una reducción de su poder adquisitivo, con menos consumo y menor crecimiento económico.

Esa es la evidencia. Vivimos en red. Si tenemos en cuenta temas medioambientales, la interdependencia entre humanos, seres vivos y el planeta es clave para la sostenibilidad. Lo que sucede en un lugar del mundo puede afectar a todo el ecosistema global. Cualquier decisión unilateral puede tener consecuencias nefastas para toda nuestra especie, en cualquier rincón del planeta. Vivamos en armonía siendo conscientes de esta vigilancia permanente, donde sepamos marcar nuestras preferencias en libertad, sin ser meros usuarios de aplicaciones que acaban decidiendo por nosotros. Como apunta Zygmunt Bayman desarrollemos un pensamiento crítico con conciencia digital, seamos conscientes de las consecuencias de ceder nuestros datos, todo ello para reducir la dependencia de las plataformas digitales y participar activamente en la vida social y política. De lo contrario, nuestra integridad como individuos libres está en juego.

Carles Cortés

Catedrático de universidad y escritor.

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