Consuelo Jiménez de Cisneros ha muerto. Con gran dolor en mi corazón tengo que comunicarlo. La muerte ha arrebatado la vida de Consuelo sin previo aviso. Consuelo ha sido una mujer libre y la muerte se la ha llevado libremente, sin permiso de nadie. Había marchado a Ribadeo a pasar unas merecidas vacaciones y allí se encontró con la Parca. Me llamó Carmen Santisteban, esa excelente persona que cabalga sobre las emociones de ser médica, matemática y portadora de un corazón de oro.
La vida de Consuelo era así, desaparecer por periodos de tiempo, que si Asturias, que si Galicia, que si Madrid, que si Alicante… Que si la Gloria. En su memoria rescato de la historia esta entrevista que le realicé en el año 2021.
Consuelo Jiménez de Cisneros , descansa en paz, desconociendo cuánto dolor nos dejas en quienes te queríamos.
Carlos Álvarez, Francisca Aguirre, Antonio Gracia… Consuelo Jiménez de Cisneros y Baudin. “Memorias de Papel”, que “Con las manos alzadas”, representan “Aquella luz, aquellas sombras”. Representan la realidad de una autora que, por méritos propios, se encuentra en el libro que habla de la Historia de las Letras.
¿Tendrá que ver que la entrevistada sea nieta del profesor Jiménez de Cisneros y Hervás, infatigable geólogo y paleontólogo, quien escribiera su relato, inédito, “El Cantarano” que da nombre a la fundación de Consuelo? O, ¿será por influencia de su padre, Miguel Jiménez de Cisneros Goicoechea, gran hombre, de quien recibiera el amor por la lectura y, en consecuencia, por la escritura?
Consuelo Jiménez de Cisneros y Baudin (1956), desde su más tierna infancia, ha cultivado casi todos los géneros, desde la literatura infantil y juvenil al cuento, la narración histórica, la biografía, la poesía o el teatro. Y, siendo profesora, el ensayo, cómo no.
F.M-M.- Consuelo, ¿cómo iniciaste tu aventura con la escritura?
C.J. de C.- De manera consciente, cuando tenía diez años, en el colegio. Era la actividad que más me gustaba y se me daba bien. Siempre fue, para mí, una actividad agradable. Escribía con cierta facilidad y las ideas me brotaban con tal fuerza que, muchas veces, en el tiempo que nos daban para redactar, yo era capaz de escribir hasta tres redacciones que repartía entre las compañeras menos inspiradas. Era divertido.
F.M-M.- ¿Recuerdas cuál fue tu primer texto, llamemos “serio” o literario?
C.J. de C.-A los ocho años. Un villancico que no he podido conservar. Sin embargo, recuerdo, casi perfectamente, un romance que escribí a los diez años, dedicado a la Virgen de Covadonga, a instancias de mi padre, ya que mi abuela (paterna) era asturiana. En aquel tiempo (1966) se entronizó la imagen de la “Santina” en la Iglesia de los Salesianos de Alicante, y fue en esa ceremonia en la que me subieron a una silla de madera y anea para que recitara mi poema.
F.M-M.- Para que te vieran bien, aunque siempre has sido una niña esbelta.
C.J. de C.- Sí, pero a los diez años, todos somos bajitos. Ja ja já. El caso es que leí el poema y me estrené recitando aquel romance: “Entre las altas montañas, / entre las verdes praderas,/ la Virgen de Covadonga / un día apareciera. / A don Pelayo le ayuda / a reconquistar su tierra”… En fin, recogía la historia que mi padre me había contado, con ese cariño que manaba de su persona amable. Para mí fue una experiencia muy emocionante.
F.M-M.- Una chica valiente.
C.J. de C.- Mi padre sí era valiente. Podría contarte muchas cosas de él, pero eso lo dejamos para las “Memorias familiares” que llevo años recopilando y algún día verán la luz… Pues bien, ese mismo verano (1966), me dieron un premio literario en mi colegio teresiano. También por un poema. Recuerdo que el premio consistía en una flauta dulce, de madera, de marca Moëk, que me acompañó muchos años y me ligó aún más con la música.
F.M-M- Porque tú ya estudiabas música…
C.J. de C.- Sí, en el Conservatorio Oscar Esplá de Alicante. Estudié la carrera de Solfeo, Armonía y Composición. También hice unos años de piano y de canto coral. Tengo un diploma de profesora de Solfeo que nunca he utilizado….
F.M-M.- Y, ¿después?
C.J. de C.- Una niña, como el resto, pero que leía muchísimo, porque además en aquella época no había los entretenimientos tecnológicos de hoy en día, así que la lectura era para mí el mejor de los juegos. Una niña a quien le gustaba escribir y aprovechaba todas las oportunidades para ello, en especial los concursos literarios destinados a los jóvenes. Los recuerdo con cariño porque fueron un estímulo. Los promovidos por la Sección Femenina, quien me otorgó varios premios, entre ellos uno por un cuento titulado “El gato negro”, escrito a los diez u once años, que leí en público en el Salón de Actos de la CAPA, en el último piso de la Torrre Provincial, donde años después presentaría mis poemarios. Los premios solían consistir en lotes de libros. A los catorce años obtuve el Premio Nacional de Poesía Juvenil, dotado con ¡cinco mil pesetas!, el equivalente a algo más de 30 € de hoy, pero entonces me pareció una fortuna.
F.M-M.- Lo era, sin duda. El equivalente al sueldo de un profesional de cualquier índole.
C. J. de C.- El caso es que me lo gasté en unos sujeta-libros decorativos que aún conservo. A los dieciséis años, ADENA, (la Asociación en Defensa de la Naturaleza), me concedió un premio en una convocatoria nacional sobre Naturaleza. Consistió en una Vespino. También a los dieciséis, obtuve la Flor Natural, en Daya Nueva, por un poemario que, más tarde, me publicó Ángel Caffarena.
F.M-M.- “El canto alucinado”
C. J. de C.- Mi primer libro de poesía. Apareció en 1975.
F.M-M.- Los certámenes de poesía fueron una gran motivación…
C.J. de C.- Sin duda, mi madre y algunas de mis profesoras me animaban a que me presentara. Mi madre tenía un cuadernito que, lamentablemente, se quedó en mi casa familiar y allí se perdió para siempre. En este cuadernito, apuntaba todos mis aconteceres literarios…
F.M-M.- ¿Y…?
C.J. de C.- …No solo escribía. También participaba en recitales de poesía, colectivos e individuales. Entre los primeros, recuerdo con ilusión los que di en la Lonja de Valencia, gracias a la Asociación “Amigos de la Poesía”. En esos eventos conocí a Vicente Casp Verger, hermano de Xavier Casp, también escritor. Él me apoyó mucho, me enviaba sus libros dedicados y revistas literarias y me incitaba a publicar mis versos. Incluso me puso en contacto con una poetisa y editora venezolana, Jean Aristeguieta, que publicó algunos de mis poemas en su revista Árbol de Fuego. Hay que pensar que en aquella época todo se mandaba por correo postal, no había Internet. Entre los segundos, los recitales individuales, para mí fueron memorables los que di en la emblemática Casa de Cervantes de Valladolid cada verano, pues veraneábamos allí debido a que mi abuela era de Peñafiel y tenía casa en Valladolid. Aquellos recitales se llamaban «Mañanas de domingo», y los hice desde los quince años hasta ya adulta. Leía mi poesía presentada por el entonces Director de la Casa de Cervantes, D. Nicomedes Sanz y Ruiz de la Peña, que era quien introducía los recitales y en un par de ocasiones me dedicó dos magníficos sonetos. Me parece de justicia anotar los nombres de quienes me ayudaron con tanto interés y afecto.
F.M-M.- ¿Y en tu ciudad, Alicante?
C.J. de C.- También tuve grandes apoyos. Puedo mencionar a los escritores de aquellos años sesenta y setenta que compartían conmigo sus publicaciones y me abrían la posibilidad de colaborar en revistas y eventos. Vicente Ramos, Vicente Mojica, Manuel Molina, Rafael Azuar, Miguel Martínez Mena, Miguel Signes y tantos más.
F.M-M.- Algunos te escribieron prólogos, quiero recordar.
C.J. de C.- Sí, efectivamente. Rafael Azuar Carmen y Vicente Ramos Pérez. Posteriormente, el que fuera Cronista de Alicante José María Bonastre, y en la actualidad han escrito prólogos para mis libros muchas personas especialistas en las respectivas temáticas: el teólogo Víctor Palacios para mi poemario místico, el taurófilo y experto en tauromaquia Francisco Rodríguez Aguado para mis dos minipoemarios taurinos, la Catedrática de Literatura Española María Pérez Sedeño para una recopilación de mis relatos, la profesora y filóloga Laura Cantón para un poemario, el joven periodista y filólogo Daniel Arce para la recopilación poética que se publica este mes en El Cantarano… Y tú mismo me regalaste un prólogo precioso para Somos Islas, mi primer poemario digital en El Cantarano. Otros, como Tirso Marín Sessé, el citado Vicente Ramos, Carmen Iglesias, María Dolores Mollà… me han presentado diversos libros.
F.M-M.- Todos ilustres autores consagrados. ¿Y los jóvenes?
C.J. de C.– Los que más sonaban en el ámbito poético eran los componentes del Grupo Lasser, que tú conoces porque lo fundaste y dirigiste durante unos años: ellos, quiero decir, vosotros, reconocisteis mi poesía y narrativa con un premio literario y la publicación de mi poesía en un programa de vuestra revista oral, que se emitía cada viernes por la noche en Radio Popular de Alicante.
Por otra parte, conocí y traté a los poetas jóvenes y menos jóvenes de entonces, de los que destacaría a José Luis de la Vega, hijo del médico alicantino del mismo nombre y que se haría periodista; a Vicente Valls, que me llevó un verano a conocer su pueblo, Cocentaina, y su sierra; a Julián Andúgar (ya de otra generación) y al llamado «poeta del mar», Julio Bernácer. Y fuera de Alicante, con motivo de haber obtenido yo una mención en el Premio Ejército de Poesía, conocí a Amado Codina, un joven soldado que me regaló un mecanoscrito poético que aún conservo. Todos los que menciono, además de buenos poetas, cada uno en su estilo, fueron personas con las que tuve un trato y un intercambio siempre positivo, que es algo que querría destacar.
F.M-M.- Hablamos de tu etapa juvenil. ¿Y después?
C.J. de C.- La Universidad, que no existía todavía como tal en Alicante. Era el C.E.U. y dependíamos de Valencia. De esa época, recuerdo el apoyo del Padre José Puig Miret, profesor de Literatura. Una persona maravillosa que fue mi tutor en COU y que luego me proporcionaría mis primeros trabajos, destacando mi curso como Monitora en las Aulas de Tercera Edad que él dirigía. Fue sin duda el mejor jefe que he tenido en mi vida, y eso que he tenido la suerte de contar, casi siempre, con buenos superiores. Dejo anécdotas al respecto para las consabidas Memorias… Sí querría mencionar que quien fuera mi profesora de lengua de COU, sor Eulalia Ramírez Lao, nada más terminar la carrera, me ofreció trabajar en el colegio del que ella era Directora con un contrato indefinido, y allí estuve durante un curso mientras preparaba mis oposiciones. No olvido al profesor de francés, Sr. Rives o al catedrático de Lingüística, profesor don José Mondejar, porque ambos apoyaron y alabaron mis versos públicamente en el curso de sus enseñanzas.
F.M-M.- Es muy importante para una persona joven, encontrar el apoyo de aquellos que están a cargo de su formación.
C.J. de C.- Siempre recordaré sus palabras, que fueron para mí una motivación extraordinaria.
F.M-M.- Culminaste los estudios universitarios con el mejor expediente de tu promoción. Una puerta abierta al futuro.
C.J. de C.- Nadie me ofreció nada en lo que sería al final la Universidad de Alicante.
F.M-M.- Al mejor expediente de su promoción, ¿no se te ofreció nada en la institución donde has desarrollado tu formación?
C.J. de C.- De modo que hice las oposiciones para Enseñanza Media, en lo que entonces se llamaba Agregados de Cátedra. No osé ir directamente a las Cátedras porque había que presentar una Memoria, y aunque entonces ya las vendían, a mí aquello no me parecía bien (¡mis principios morales me han perjudicado bastante!), puesto que yo quería elaborarla por mí misma y no tuve tiempo. Obtendría la cátedra por acceso años después, a la vuelta de uno de mis destinos extranjeros. Piensa que aquel curso inicial de mi vida laboral tenía dos trabajos: en un colegio privado (Josefinas) y en las Aulas de Tercera Edad, y que preparé una oposición de cien temas, todos los cuales yo misma confeccioné. Aún conservo el cuaderno con los cien resúmenes manuscritos. En fin, tuve la satisfacción de aprobarlas con el número uno, primero de mi tribunal, que estaba en Murcia, y luego de España. Era la primera vez que veía mi nombre escrito en el BOE…
F.M-M.- Fue cuando el Ministerio de Educación te ofreció un año de prácticas en París…
C.J. de C.- Sí. En el Liceo Español de París. Una experiencia preciosa en todos los órdenes. Y así fue como Alicante pasó a ser para mí una ciudad de ida y vuelta.
F.M-M.- Se inicia tu etapa fuera de España. Tu “brain drain” particular.
C.J. de C.- Si lo quieres llamas así… A mí la expresión «fuga de cerebros» me recuerda, por una parte, a nuestro común amigo Alfredo Gómez Gil, que publicó dos libros sobre el tema, y a mi hijo menor Joaquín, que es investigador -epidemiólogo experto en modelaje matemático- y profesor en la Universidad de Surrey (Inglaterra).
Lo cierto es que, debido a mis destinos en el extranjero, donde he estado más de veinte años, acabé algo desconectada de mi tierra. Cuando volví en los años noventa, realicé unos cursos de doctorado en la Universidad de Alicante y otros de Valenciano y seguí formándome, pero enseguida advertí que la Universidad de Alicante ya estaba muy ocupada y no había sitio para mí, así que solicité un nuevo destino en el exterior que fue la Escuela Europea de Luxemburgo, probablemente y por muchos conceptos lo mejor que me ha pasado en mi vida laboral: nueve años inolvidables.
Unos años después, desde 2006 a 2010 y tras mi jubilación en 2016, he tenido una vida cultural bastante intensa en Alicante. En 2008 Joaquín Santo, que entonces dirigía el Instituto Juan Gil Albert, me publicó un poemario, Aquella luz, aquella sombras & 24 Sonetos, que conservo con mucho cariño porque esos 24 Sonetos son una reedición de un libro muy especial que apareció en 2000 en Luxemburgo con fines solidarios y cuya edición se agotó en unos días.
Desde mi jubilación he estado colaborando con diversas instituciones alicantinas, en concreto durante un año con el Casino de Alicante dirigido por Joaquín Galant, donde realicé conferencias y presentaciones de libros de otros autores. También en la Sede Universitaria de Alicante, cuyas puertas me abrió su director, Jorge Olcina, que siempre ha confiado en mí y me encomendó proyectos como la celebración del centenario de Vicente Ramos en 2019, donde traté de integrar a personas muy diversas y creo que se logró un buen resultado. Siempre me ha gustado apoyar aquello que he considerado que lo merecía, igual que me han apoyado a mí.
F.M-M.- Al final has sido poeta en tu tierra…
C.J. de C.– No del todo. Aquí, como en todas partes (pero se nota más por ser un sitio pequeño) hay gente grande y generosa y gente pequeña y mezquina. Yo solo hablo de los primeros, a los segundos no vale la pena mencionarlos. Aunque quiero aclarar que hay muchas personas a las que aprecio y no menciono para no alargarme… Todos cuantos colaboraron en mi «cantarano» están mencionados en los listados correspondientes. Siempre me ha gustado que la labor de todos, sea mayor o menor, se reconozca. Y por cierto hay una persona a quien no puedo dejar de mencionar en esta cascada de recuerdos literarios: Zoila Helbenso, que dirigió la biblioteca Gabriel Miró durante los años que yo pasé en Alicante (2006-2010) entre mi destino de Luxemburgo y el de Marruecos. Pues bien, Zoila me publicó, en las ediciones de la CAM, dos libros sobre Gabriel Miró que yo tenía desde hacía años propuestos para su publicación en la Biblioteca Gabriel Miró y que ella quiso editar en las mejores condiciones, ediciones cuidadísimas y muy bien ilustradas, en las que colaboraron Luis Bonmatí y el fotógrafo Carlos Uralde.
F.M-M.- Cuando te jubilas, y tienes la oportunidad de volver a donde están tus raíces, te instalas en Madrid, con esporádicas estancias en tu ciudad de nacimiento.
C.J. de C.- Vivo entre ambas ciudades, de la misma forma que otros escritores, así como algunos amigos.
F.M-M.- ¿Por qué Madrid?
C.J. de C.- Madrid es para mí una ciudad muy especial. Allí iba, cada verano, de viaje con mi familia, cuando niña. El barrio de Atocha, donde se encuentra la estación de tren, era como mi segunda casa. Y ahora lo es “de facto”.
En Madrid viví el “confinamiento” del año 2020, con el privilegio de contar en mi casa con unos balcones que me permitían ver el cielo velazqueño.
F.M-M.- El cielo velazqueño… ¿Cómo es el cielo de Velázquez?
C-J. de C.- La expresión “cielos velazqueños” se emplea en ocasiones para hacer referencia a unos cielos complejos, enmarañados.
F.M-M.- Como el que aparece en la Rendición de Breda…
C.J. de C.- Por ejemplo. O en el retrato ecuestre del príncipe Baltasar Carlos.
F.M-M.- Pero, el cielo mediterráneo… tan limpio…
C.J.de C.- Amo por igual ambos cielos. Madrid tiene un ambiente que te permite caminar por la literatura cómodamente. Allí transita parte de mi vida literaria. Allí recibí el Premio Ala Delta. Allí he presentado alguno de mis libros, en librerías como Tierra de Fuego.
Sin olvidar mi asistencia a los recitales del Casino de Madrid, de la calle Alcalá, y el recital que allí di poco antes de la pandemia.
F.M-M.- De la mano del profesor, escritor y poeta alicantino Alfredo Gómez Gil.
Háblanos de tu producción literaria. Llevas publicando muchos años en foros muy variados: revistas, periódicos, libros colectivos…, en Instituciones e incluso has realizado ediciones particulares.
C.J. de C.-Es lo que hago ahora. Resumiendo mucho te digo que, siendo una niña, ya colaboraba en las revistas alicantinas de la época, como Oriéntese y algún Llibret de Hogueras. Esto último por influencia de mi padre, quien era un gran aficionado a estas fiestas.
F.M-M.- El Instituto de Estudios Alicantinos, posteriormente Instituto Alicantino Juan Gil-Albert…
C.J. de C.- El Instituto me publicó algún pequeño poemario y artículos de investigación literaria.
F.M-M.- ¿Fue en “Narraciones Españolas de Ciencia Ficción…” quizás tu primera contribución en forma de libro?
C.J. de C.- Sí, publicado por Editorial Marte de Barcelona en 1972. Tenía dieciséis años y se convocó una especie de “concurso” al que se presentaron numerosos escritores de toda España. Mira por dónde, seleccionaron una narración mía. Desconocían mi edad y eso fue un muy grato impulso hacia mi carrera literaria.
F-M-M.- El premio de Ensayo sobre Azorín, convocado por el CEU de Alicante con el apoyo de la Biblioteca Gabriel Miró. Y, a continuación tus poemarios…
C.J. de C.- Sí, que recuerdo con orgullo, porque también fue en 1972, antes de que yo empezara la carrera. El tema era “Azorín a través de su obra”. Recuerdo la entrevista que me hizo nuestra ilustre periodista Asunción Valdés Nicolau, que me citó en el mismo CEU donde concedían el premio.
Hablas de los poemarios: el primero no se puede considerar poemario, fue un díptico que me preparó Ángel Caffarena, a quien siempre recordaré con gratitud, como regalo por mi 18 cumpleaños: “Dos poemas”, en 1974. Al año siguiente aparecerían El canto alucinado, también con Ángel Caffarena, y A lo largo del camino, que lo publiqué por mi cuenta cuando se me acabaron los ejemplares de El canto alucinado, ya que los iba regalando a toda la gente con la que me relacionaba. Y el tercero de aquella etapa, Con las manos alzadas, lo editó la fundación CAPA de Alicante en 1977.
F.M-M.- La Editorial Luis Vives, de grato recuerdo porque es la que editó los libros de enseñanza de mi colegio de los H.H. Maristas, prácticamente te “contrató”.
C.J. de C.- Ja ja já. Digamos que he tenido y sigo teniendo una muy buena relación con ella. Edelvives (editorial Luis Vives), me ha publicado cuatro libros de narrativa infantil-juvenil, incluyendo una novela histórica. Sigo cobrando, aún, derechos de autor de mi primera novela con ellos, a pesar de que ya hace más de veinte años que se ha publicado.
F.M-M.- Lo que quiere decir que se sigue vendiendo…
C.J. de C.- Claro. Mira, la novela histórica se titula «Al otro lado de la esfera», sobre la peripecia de Cristóbal Colón y los primeros tiempos de la colonización de lo que se llamaría América. También tengo con ellos una adaptación del Quijote, «El caballero don Quijote», que ahora cuenta con acceso digital. Mi novelita contra el consumismo «Vaqueros de marca» (1995) tuvo mucha repercusión en su momento y fue reeditada por algunos Ayuntamientos de la Comunidad de Madrid para distribuir en las escuelas. Pero, probablemente la novela más divulgada, publicada con ellos, ha sido la primera: Aún quedan piratas en la Costa de la Muerte, que logró el premio Ala Delta en el año 1994.
F.M-M.- En 2007, publicaste con Edelsa, del grupo de la editorial Anaya.
C.J. de C.- Fue una experiencia muy interesante. Con ellos publiqué ocho biografías adaptadas para estudiantes de español como lengua extranjera. Me dieron libertad para elegir y escribí sobre Colon, García Lorca, El Cid, Isabel la Católica, Velázquez, Goya, Eva Perón…
F.M-M.- En general, sin pedir peras al olmo, algunas instituciones se han portado bien contigo.
C.J. de C.- Yo no me quejo nunca, o mejor, “casi” nunca. Tengo mi carácter y capacidad para tener las cosas muy claras. La tarde cae allá afuera, entra un sol de poniente por la esquina del ventano. Llegan a mi memoria aquellos versos:
Aquella luz de la infancia blanca de sol y amarilla, que entraba por los balcones de la ancha casa perdida…
Esos versos pertenecen a mi libro: Aquella luz, aquellas sombras & 24 sonetos, publicado por el Instituto Juan Gil-Albert en 2010.
F.M-M.- Mencioné a las Instituciones…
C.J. de C.- Destacaría algunas obras premiadas y publicadas por las correspondientes instituciones. Por ejemplo, Geografía de Benidorm para aprendices enamorados. Fue premio de poesía Ciudad de Benidorm, en 1984, y luego apareció editado por el Ayuntamiento de Benidorm.
F.M-M.- El premio Juan Valera…
C.J. de C.- Sí, de la Fundación Juan Valera. Premio de Ensayo, en 2018. La naturaleza domesticada: fauna y flora en la obra literaria de Juan Valera. Quizás sea el más reciente. Pero tampoco quiero olvidar las publicaciones que he realizado en torno a la figura de mi abuelo, por ejemplo Del fósil al verso, una antología de su obra literaria editada por el Ayuntamiento de Caravaca, o la reedición de sus memorias de infancia Huércal-Overa hace sesenta años. Memorias de un niño y comentarios de un viejo publicadas en 2004 a cargo de la Universidad de Alicante.
F.M-M.- Tu abuelo fue realmente un sabio… Se siente el aroma de “orgullo de nieta”…
C.J. de C.- No puedo evitarlo.
Abrimos los cajones con cuidado infinito. Y un soplo del pasado escrito en piedra Y apenas un ligero temblor nos aseguran Que allí late la vida: oculta hermosa cierta.
Son unos versos que dediqué a su colección particular, que mientras vivió mi padre, nos acompañó en la casa familiar.
F.M-M.- No olvidemos tus años en el extranjero…
C.J. de C.- Es difícil resumir tantos años en unas líneas. Ya desde el punto de vista profesional como personal, debo decir que han sido etapas muy positivas.
F.M-M.- Labor en la enseñanza. Labor de producción. Tus dos hijos.
C.J. de C.- Que se gestaron durante mi Comisión de Servicios en Holanda. De hecho, el menor es holandés de nacimiento.
F.M-M.- Tu vida laboral: ¿muy ajetreada?
C.J.de C.- Quizás, pero cuando amas lo que haces, el trabajo es una fuente de placer, de experiencias y de relaciones. Por supuesto que no todo fue de color de rosa, porque en todas partes hay personas dispuestas a hacer daño en todos los órdenes, pero yo me quedo con aquellas otras con quienes pude trabajar a gusto e incluso forjar amistades sólidas. Tengo la suerte de mantener contacto con gente de todos mis destinos. En mi último recital organizado en el Casino de Madrid por el profesor y poeta Alfredo Gómez Gil, estuve acompañada por amistades varias y también por colegas-amigos de mis destinos en Holanda, Luxemburgo y Marruecos.
F.M-M.- Un gran recorrido internacional.
C.J. de C.- Tengo el récord de haber sido la funcionaria más joven destinada en el exterior por concurso de méritos y haber participado en casi todos los programas educativos y culturales del Ministerio. Mi año en el Liceo Español de París, mis seis años en las Aulas de Lengua y Cultura y el INBAD de Holanda, mis nueve años en la Escuela Europea de Luxemburgo…
F.M-M.- Y fuera de Europa…
C.J.de C.- Mi último destino: la Consejería de Educación de la Embajada de España en Rabat, donde pasé cinco años muy especiales, colaborando además con las Universidades marroquíes, especialmente con la de Casablanca, donde impartí varios cursos de doctorado.
F.M-M.- Docente por profesión ¿y devoción?
C.J. de C.- Empecé muy joven a dar clases particulares para procurar autofinanciarme, lo que también logré gracias a las becas. La docencia me viene de familia. Por ambas partes. No solamente mi abuelo paterno, Daniel, catedrático de Historia Natural. Mi bisabuelo Manuel Olave Martínez, fue profesor de Filosofía y fundador de un colegio de Segunda Enseñanza en Peñafiel, en el siglo XIX. Tengo una familia de origen muy repartido.
F.M-M.- Genes enriquecidos por la diversidad.
C.J.de C.- Sí, pero cuando no sientes pertenecer a un lugar por la fuerza de tus antepasados, no te identificas con un grupo concreto. Por esta circunstancia y el hecho de formar parte de una familia de gente muy estudiosa, me siento ideológicamente libre. Soy un espíritu libre. Tengo mis propios criterios.
F.M-M.- Saberse libre, en España, se paga muchas veces con la frialdad social y la incomprensión.
C.J. de C.- Así es. Para unos estoy a un lado y para otros en el contrario.
F.M-M.- Mujer con criterio. Un ser humano.
C.J. de C.- Soy una mujer luchadora, una persona que no tiene por qué aceptar un estatus desigual por razón de sexo, religión o conocimientos.
F.M-M.- Feminista, en su concepto real y culto, como el que defendieran Frantiska Plamínková o Anna Maria Rhoda Erdmann.
C.J.de C.- Nunca he querido cuotas ni privilegios, sino igualdad en lo que corresponde en Derecho y desigualdad en lo que la Naturaleza obliga. No tengo, o no quiero tener, complejos y deseo ser miembro de una cultura, la occidental, con todas sus consecuencias.
F.M-M.- Nuestra cultura.
C.J. de C.- La de los Derechos Humanos, los avances científicos, las artes y las letras. Amo a Mozart, a Stravinski, a Falla. Admiro la literatura de autores como Cervantes, Moliere o Shakespeare.
F.M-M. Nuestra cultura europea.
C.J. de C.- La cultura europea es con la que me identifico, sin despreciar o ningunear otras culturas que conozco, disfruto y admiro, mas no siento como propias. Estando en Luxemburgo me emocionaba cantando el himno de Beethoven, junto a mis colegas de doce países de este viejo continente.
F.M-M.- Española en Europa.
C.J. de C.- Soy española y reivindico nuestra lengua y cultura, no solo porque es la mía, sino porque es un idioma espectacular, con un peso cultural incalculable, que, paradójicamente, en España es donde menos se aprecia.
F.M-M.- Y alicantina.
C.J. de C.- Alicante es mi ciudad de nacimiento y la amo por dos razones: por el sol y el mar y porque mi padre la amaba. Por otra parte, Madrid es mi ciudad de adopción. Me ha dado mucho.
F.M-M.- Dices que amas las artes.
C.J. de C.- Una prueba es mi colaboración con otros artistas. Todas las artes están muy relacionadas. García Lorca era un espléndido músico y dibujante. Como Gerardo Diego fue un exquisito pianista. En mi caso he colaborado con músicos, como Juan Miguel Asensi, también poeta, a quien he prologado sus libros de haikus.
F.M-M.- Y como resultado, el libro “Diez Canciones para la Escuela”, editado con la colaboración del Ayuntamiento de Alicante.
C.J. de C.- Por cierto, ilustrado por conocidos pintores. Los maestros, Gastón Castelló, Roberto Ruiz Morante, Xavier Soler, Manzanaro, etc.
F.M-M.- Y esa canción dedicada a Caruso. Nuestro Caruso, ese mítico, por incauto, personaje de Alicante.
C.J.de C.- Preciosa canción que tenemos sin estrenar.
F.M-M.- Aunque eras muy jovencita, recordarás las dos exposiciones que el Grupo Lasser organizó en Tour Social de Poesía integrada con la Pintura, en los años 1971 y 1972. Es conocido que tú también has navegado por esas aguas.
C.J. de C.– Es cierto. Agradezco a Lasser el premio literario que me concedió cuando yo tenía trece o catorce años, y el que abriera sus micrófonos a mi poesía. Por otra parte, he colaborado con mis versos en las exposiciones de artistas como Roberto Ruiz Morante, Madrid Alfonso, Manuel Mas Calabuig, Juan Manuel Amérigo Asín. Sin olvidar mujeres artistas como Mati Zamorano o Loles Guardiola. El siempre recordado Roberto Ruiz Morante ilustró dos de mis primeros poemarios: A lo largo del camino (1975) y Con las manos alzadas (1977).
F.M-M.- Consuelo, jubilada, felizmente, supongo.
C.J. de C.- Una jubilación activa, amigo Francisco, como la tuya -que también supongo feliz-. Estoy tranquila, pero siempre ocupada. La actividad es germen de juventud y atrasa el envejecimiento. ¿Qué te voy a contar a ti?
F.M-M.- Multiplicamos nuestras neuronas como las estrellas del Universo se multiplican por la fuerza de la “energía oscura». El trabajo es nuestra “energía oscura”, causa de neurogénesis. La “neuroplasticidad” es el complemento…¿En qué te ocupas ahora mismo?
C.J. de C.- Estoy volcada en dirigir mi fundación El Cantarano, una fundación cultural, sin ninguna ayuda económica, ni institucional ni comercial.
F.M-M.- Es una buena idea. Tus dos hijos, tus dos nietecitos, han de estar orgullosos de ti.
C.J. de C.- Es una suerte tenerlos. Y un deseo, que de la misma forma que yo he tenido el privilegio de sentir el alma de mi abuelo, ellos puedan sentir mi alma.
F.M-M.- Se nos echa la noche y tienes que regresar a casa. Si te parece, vamos a concluir. Tu biografía está llena de motivos tristes y de motivos alegres. Como la de cualquier persona viva.
Aquella luz de la infancia,
Blanca de sol y amarilla,
Que entraba por los balcones
De la ancha casa perdida
Iluminando las cosas
Que entonces aún eran mías,
Hechas hoy frágiles fósiles
En el ámbar de los días.
Luz y sombras: vais conmigo
Viviréis mientras yo viva.
En Alicante, era primavera y sigilosamente corría el año 2021.
Ahora estamos en verano, agosto de 2024.
Consuelo nos ha dejado, silenciosamente.
La voz de Carmen Santisteban sigue resonando en mi cerebro: ¡Consuelo ha muerto!
Descansa en paz, misión cumplida Consuelo. Gracias.
Que en paz descanse nuestro inolvidable y gran poeta, y gestora cultural Consuelo Jiménez de Cisneros: https://www.nuevoimpulso.net/2024/08/fallece-la-inolvidable-consuelo-jimenez.html
Muy oportuna la reproducción de tan completa y enjundiosa entrevista a la recién fallecida Consuelo, todo un terremoto cultural con numerosas facetas. Nos ayudas, Paco, a conocer y reconocer a una gran persona con un rica personalidad. Un cordial saludo.
Una gran pena. Allá en la Gloria estará intentando organizar Dios sabe qué jornadas culturales. Un abrazo.