Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Entrevistas

Vicente Climent: “Llevo dedicados 39 años a la comunicación y me gustaría hacerlo otros 39 más”

De izq. a dcha.: Gabriela Bravo, Vicente Climent y Miguel Borra.

El periodista ha sido premiado con el galardón a la trayectoria profesional de los Premios Periodísticos de la Comunidad Valenciana.

Los Premios Periodísticos de la Comunidad Valenciana han galardonado a Vicente Climent, nacido en Valencia en 1960, con el premio a la trayectoria profesional tras 39 años de ejercicio periodístico en los medios de comunicación.  El periodista, alicantino de adopción, dirige los informativos de La 8 Televisión. Afirma que le apasiona la comunicación y pretende seguir en primera línea informativa durante muchos años más.

—APPA: ¿Qué significa para ti recibir el premio a la trayectoria profesional de los Premios Periodísticos de la Comunidad Valenciana?

—VC: Es un gran honor. Primero, por la concesión del premio en sí, con lo que supone de compensación a muchos malos momentos, de diversos ERE, ERTE, de SEPE y de acosos de los que no voy a hablar porque yo ya sólo miro al futuro. Segundo, porque el jurado es muy plural y está compuesto exclusivamente por destacadísimos profesionales de los principales medios de la Comunidad Valenciana, de todo el espectro, que además me han obsequiado con un notable aporte de votos en su escrutinio.  Y tercero, porque este galardón me brinda la ocasión de escribir y leer un discurso en el que quiero decir cosas que normalmente no tengo ocasión de expresar ante auditorios como el de la Gala de entrega. Componer esas líneas me está resultando una tarea apasionante al tener que concentrar razones y sentimientos en un ejercicio de síntesis que es un reto para mí. Además, como el premio me lo comunicaron el 27 de septiembre y me lo dan el 3 de noviembre, he dispuesto de casi mes y medio para desempolvar y paladear los recuerdos de muchos buenos momentos vividos en el ejercicio de esta profesión, que es mi vida.

—APPA: Has tocado muchísimas facetas del periodismo. Has trabajado en prensa escrita, radio, televisión y hasta has escrito libros. ¿Podrías elegir en qué formato te sientes más cómodo? ¿Por qué?

—VC: ¡Y he tenido un blog informativo, ‘El Comparador de Noticias’, de cierto éxito! Creo que lo único que me ha faltado es retransmitir una corrida de toros o un partido completo de fútbol. La verdad es que me costaría mucho tener que elegir un solo medio porque a mí lo que me gusta es comunicar. Como sea. Es a lo que me dedico desde hace 39 años y a lo que quiero dedicarme otros 39 más. Con los audiovisuales notas la presión del reloj; con los escritos, la de la hoja del calendario. En las redes, o pones límites o te abducen ambos, el reloj y el calendario. Cuando dejé de hacer radio diaria pensé que acusaría un cierto síndrome de abstinencia porque probablemente las mayores descargas de adrenalina, dopamina y serotonina las he tenido en ese medio. Pero la necesidad de usar el lenguaje con la mayor precisión posible para abordar hilos argumentales que muevan a la reflexión me abocaba a los medios escritos. Y la tendencia a desarrollar ideas con mayor extensión, a los libros. La televisión puede que sea la mejor solución para la difusión masiva de todo lo anterior, las noticias eléctricas y urgentes y los intercambios de información con entrevistados o contertulios, con una dosis de teatralidad y puesta en escena bien entendida que también la hace casi adictiva. Haciendo tele te paran más por la calle para decirte que sigas así, y eso también nos gusta a todos. Las redes son el quinto medio, amplificador de los otros cuatro, a través del cual se ejerce –si se ejerce– un periodismo de mucho riesgo, porque en una jungla en la que todo el mundo intenta abrirse paso a machetazos o asumes sus reglas de espectacularidad y superficialidad (tan reñidas casi siempre con el periodismo riguroso) o lo vas a tener muy difícil.

—El premio a toda una trayectoria… vamos a empezar desde el principio. Naciste en Valencia, ¿cuándo llegaste a Alicante?

—VC: En 1971, con todavía diez años. Mis padres se trasladaron por motivos laborales y allá que fuimos detrás mi hermana, mi abuela y yo. Lo primero que recuerdo es entrar a la ciudad en un 600 por una carretera oscura, girar a la derecha y encontrarme un montón de luces pegadas al mar. Eso en Valencia, una ciudad volcada en su río, no pasaba. Cambié Escolapios de Valencia por Maristas de Alicante y así echó a rodar mi nueva vida, como un alicantino más pero sin olvidar mis raíces. Pronto aprendí que no éramos pocos en el colegio los que procedíamos de otros lugares, ésa es una característica muy alicantina, la del acogimiento y la asimilación. Al final todo el mundo o es alicantino, o quiere ser alicantino.

—APPA: Empezaste como periodista en COPE Alicante, como periodista deportivo y musical… ¿Qué recuerdos tienes de aquella época?

—VC: Un buen año los Reyes Magos le trajeron una guitarra española a mi hermana. Ella nunca había mostrado interés por la música, pero llegó un momento en que yo sí porque algunos compañeros del colegio empezaban a llevar guitarras cuando salíamos de paseo a Luceros los fines de semana. Aprendí un poco, intercambiando acordes con el resto, y acabamos formando un grupo musical, ‘Los Dinosaurios’. Debutamos en Maristas, con Alfonso Peña (cantante de ‘Acero’) estrenando su nueva mesa de sonido. Alfonso grabó esa actuación en una cinta de casete –hablo de 1981–, en la que, por cierto, jeje, se oye de fondo a varias amigas gritando en plan ‘fan-adolescente’ cuando empiezo una determinada canción de mi autoría. Ninguno del grupo supo qué hacer con la cinta, más allá de machacarla en audiciones en sus casas respectivas. Hasta que mi padre, a pesar de que no quería que me descentrara en los estudios, me dijo que conocía a José María Roselló, de Radio Popular, que fuera y le dijera que era su hijo y que tenía un grupo y una cinta. Con los años he llegado a la conclusión de que todo lo que tengo de tímido lo tengo de atrevido, porque me comí mi vergüenza y me presenté en la emisora preguntando por el famoso locutor. Nadie más del grupo quiso venir. Roselló debió ver algo en mí y acabó proponiéndome presentar un programa musical con contenido, entrevistas, noticias, crónicas de conciertos. Le eché narices y debuté ante un micrófono el 25 de abril de 1982. Mi programa más famoso en aquellos años se llamó ‘Neurocksis’. Todos los grupos alicantinos pasaron por él, y además entrevisté a Ana Torroja en el 83, y ese mismo año estrené un LP de Los Secretos que era aún maqueta. En paralelo, empecé a seguir los partidos de balonmano del Tecnisan/Helados Alacant entrevistando a Pitiu Rochel al final de cada partido y a hacer cosillas informativas sobre la joven Universidad de Alicante, en la que yo estudiaba

«Debuté ante un micrófono en abril de 1982»

—APPA: Además del periodismo musical, también tienes una faceta de compositor. ¿Te ayuda el periodismo a componer?

—VC: Soy un modesto compositor de canciones que, a la tonta a la tonta, tiene unas 70 escritas. No son conocidas porque nunca me he dedicado a fondo a la música, siempre la he compaginado con algo más urgente, la carrera y el trabajo fundamentalmente. Mi primer impulso era haberte contestado que no, que el periodismo no me ayuda a componer. Pero me estoy dando cuenta a medida que hablo contigo de que eso no es verdad. Con siete u ocho años yo ya atendía a lo que contaban los telediarios a la hora de comer, a los que mi padre era un gran aficionado. Y entonces la guerra de Vietnam lo copaba todo. Nueve o diez años después escribí una canción sobre aquella tragedia. También compuse una pequeña parodia sobre la Constitución, de la que todo el mundo hablaba hasta aburrir alrededor de 1978. Pero el periodismo no ha sido la fuente habitual para las letras de mis canciones, aunque algunas de ellas parezcan pequeñas crónicas. Compongo básicamente sobre sentimientos, y los sentimientos en periodismo caben poco o caben mal.

—APPA: De hecho, la composición no es la única faceta complementaria del periodismo, pues tienes una licenciatura en Ciencias Químicas. ¿Por qué te decidiste por esta carrera? ¿Te ha ayudado en tu actividad periodística?

—VC: Yo soy eso que en valenciano llaman “contraidor”. Siempre me ha gustado sorprender. Los test psicológicos del colegio decían que yo era más de letras que de ciencias. Cuando llegó el momento de elegir debí pensar algo así como que si estoy dotado para las letras, y a mí de las letras –Periodismo se estudiaba entonces apenas en tres ciudades– lo que me interesa es escribir y eso ya lo hago a diario, pues voy a estudiar ciencias y así amplío el abanico de posibilidades de cara a futuro. Y me metí en la Facultad de Ciencias, en Alicante. La carrera la acabé a trancas y barrancas, porque por en medio se me metió la música, la radio y la mili. Sobre todo la radio. Y a través de ella, el periodismo, eso que hacían en los telediarios que yo veía de pequeño y que ahora escuchaba hacer a la gente de la radio cada vez que me fugaba a la emisora a verlos trabajar cuando una clase se me atragantaba. Me pasaba las horas muertas en la radio observando y absorbiendo para luego intentar hacerla lo mejor posible. Por raro que parezca, la ciencia sí que me ha ayudado a ejercer el periodismo porque con ella aprendí que no hay nada seguro hasta que no se comprueba y que aun así tampoco existen las certezas, sino las probabilidades. El método científico y el método periodístico tienen mucho en común.

—APPA: Sigamos con el periodismo, fuiste avanzando y llegaste a jefe de informativos de COPE Alicante, ¿cómo fue dirigir un informativo local?

—VC: Mi primer contrato me lo firmó Félix Parreño en 1988, al poco de acabar una mili que retrasé todo lo que pude. José Andrés Hernández, el director general de COPE, bromeó ese día diciéndome que “a ver si sacas noticias químicamente puras”. Las primeras cosas ‘gordas’ que me tocó cubrir tristemente tenían demasiada ‘química’: la explosión de material pirotécnico en agosto de 1989 en Pryca San Juan, que se cobró la vida de 8 personas (estuve una semana larga haciendo informativos monográficos locales y autonómicos y entrando en todos los boletines nacionales de la COPE con una redacción exclusivamente compuesta por becarios entre los que estaba Manu Sánchez, ahora en Antena 3), y en el 91, el atentado de Mutxamel, con 3 asesinados por ETA. Pero en general en aquella época los informativos de la emisora de Alicante eran pobres. Una única persona, Rafael Rodríguez, se encargaba en exclusiva de los programas deportivos, musicales e informativos, por ese orden. Salíamos sólo por Onda Media. Escribíamos en Olivettis. Fumábamos. No había más fuente que un par de periódicos, una rueda de prensa si acaso al día, y media docena de entrevistados habituales, que a razón de diez minutos por barba, con tres barbas al día, te cubrían con facilidad un ‘informativo’ de media hora.

Cuando pude, cambié esa dinámica y empecé a buscar noticias de verdad y entrevistas que no fueran atemporales. Eso no hubiera sido posible sin la llegada de un nuevo director, el asturiano Gabriel Fernández, que intentó dinamizar una emisora en parte acomodada por la costumbre y el estatus de segunda en preeminencia de la ciudad. Fernández vio claro que para poner a la COPE a competir había que empezar por los Informativos, y no sin dificultades, me promovió. Y empecé a querer ir por delante de los periódicos, no a su zaga. Poco a poco ‘mi’ redacción, por la que pasó Pedro Nuño de la Rosa, Rafa Rodríguez y el propio Roselló, se fue rejuveneciendo con la llegada de mis queridísimas Carmen Esther Collado, recientemente fallecida, y Cati Ferrero. Y luego con la de Isabel Bartolomé. Con Carmen Esther y Cati formé un grupo inicial de trabajo imbatible que cada pocos días obtenía noticias que luego los periódicos de toda la Comunidad reflejaban, la mayoría de las veces citándonos. Creo que fue la época más feliz de mi carrera laboral, con noticias o declaraciones que frecuentemente te quemaban en las manos, corriendo a contarlas y a rebotarlas a través del fax y de una tertulia, ‘El Casino’, en la que eran habituales –con periodicidad semanal– Enrique Cerdán Tato, Juan Antonio Montesinos, José Luis Lassaleta, Antonio Fernández Valenzuela, Juan Ramón Gil, José María Perea, Ricardo Ferré, Manuel Peláez, Alicia Crevillén, Susana Abia, y José Luis Valdés, entre muchos otros.

«La época de jefe de informativos en COPE Alicante fue la más feliz de mi carrera»

—APPA: Y diste el salto para dirigir los informativos de COPE Comunitat Valenciana, tu primer puesto de importancia autonómica. ¿Te dio vértigo?

—VC: Sí y no. Sí, porque era regresar a una Valencia que yo abandoné de niño, que había crecido mucho y en la que no tenía familiares ni amigos. Durante mis 27 años en Alicante nunca fui del todo ajeno a lo que pasaba en Valencia, pero, claro, no es lo mismo. No me era completamente extraña porque yo visitaba cada vez que podía la emisora de Valencia, conocía a los compañeros y, además, llevaba ya un tiempo trabajando con ellos. Nuestra Comunidad es tan rara para algunas cosas que en la Cadena COPE los últimos circuitos regionales en ser establecidos de manera estable (hubo intentos fugaces anteriormente) fueron el de Canarias (porque no tenían claro dónde poner la cabecera), y el de la Comunidad Valenciana (porque Alicante no quería ser cola del león valenciano). Un director valiente, Juan Soler, un castellonense que vino de Mallorca para modernizar Valencia a semejanza (pero no a estilo) de lo que estaba haciendo Fernández en Alicante, decidió que el problema del informativo regional se solucionada poniendo la cabecera en Alicante y dirigiéndolo yo. Y así fue. Todo un hito del que no recuerdo ningún precedente. Valencia y Castellón mandaban sus aportaciones a Alicante y nosotros dirigimos ese informativo, al que puse por nombre, con evidente doble sentido, ‘Hechos en la Comunidad Valenciana’. A partir de ahí, el salto a Valencia parecía cuestión de tiempo. Me lo tuvo que proponer otro director, éste ya castellano, Francisco Temprano, completamente ajeno a las complicidades que tanto se dieron en los años anteriores en las plantillas de Alicante y Valencia.

—APPA: Cambias Alicante por Valencia. ¿Cómo fue ese periodo de adaptación? ¿Crees que es más difícil llegar a liderar las noticias autonómicas sin ser de Valencia?

—VC: En realidad cambio de ciudad porque, aunque estaba bien, era hasta simpático y todo un guiño para Alicante que el director de un informativo autonómico no estuviera en Valencia, llevar el conjunto de los Servicios Autonómicos de las tres provincias ya era otra cosa y había que hacerlo desde la ciudad en la que están los centros de decisión, es decir, Valencia. Cada vez que alguien despunta en Alicante, o en Gerona, o en Lugo suele acabar yéndose a Valencia, Barcelona, o Santiago porque es donde mejor puede liderar la demarcación autonómica. Pasa en periodismo, pasa en política, pasa en empresa y pasa en todos los ámbitos de la vida. Para liderar las noticias autonómicas lo primero que hay que tener es mentalidad autonómica. Hay que saber que la capital no es la única fuente emisora y que también ha de ser receptora; que no se puede ejercer un paternalismo consciente o inconsciente que va a sentar lógicamente mal en los otros territorios; y que la unidad no es sinónimo de uniformidad. Cuando Pere Mayor lideraba la Unitat del Poble Valencià, antecesora de Compromís, me pidió una cita en Alicante (y solicitó también otra, me dijo, a Francisco Esquivel) porque quería entender a Alicante. Ésa es la actitud. Nadie nace enseñado, todos tenemos que aprender que, a pesar de las cosas que nos unen, hay muchas peculiaridades que a nadie le gusta que otros quieran quitarles en pos de una imposible por indeseable igualdad sin matices. Para mí la vertebración sin imposiciones de las tres provincias, incluso de las comarcas consideradas individualmente, es una obsesión, que incluso tengo plasmada en un libro, ‘Valenciano en Alicante, Alicantino en Valencia’ (UNED). 

«La vertebración sin imposiciones de las tres provincias es una obsesión»

—APPA: Tu carrera continúa y diriges el ‘Ara per ara’ de Ràdio 9. ¿Qué tal fueron tus años en la emisora?

—VC: Estando en COPE me ofrecieron un proyecto muy ilusionante: hacer un programa informativo matinal de seis horas, diario, en una cadena verdaderamente autonómica (COPE tenía zonas de sombra en algunas comarcas), al estilo de los que hacían Luis del Olmo o Iñaki Gabilondo. Había que madrugar mucho, ya se sabe, pero acepté. Era la primera vez que se iba a hacer algo así en la Comunidad Valenciana, un programón como los que sólo se hacían desde Madrid o Barcelona. Como la emisora era la hermana pequeña de Canal 9 teníamos menos publicidad, pero también menos control político. Así que me hinché a entrevistar a todo lo que se me ponía por delante: desde Fraga a Anguita, pasando por los líderes locales, empresarios, autores literarios, a Raphael, a Bustamante… (risas) en fin, a todo el que se movía. Sonadas fueron las entrevistas a Jordi Pujol (¡en la radio valenciana!) y a un polémico líder irlandés, Alec Reid. Cada día entrevistaba a una docena de personas. El equipo del programa lo componíamos trece personas entre periodistas y técnicos. Los subidones fueron muy intensos. Pero a las dos de la tarde me fundía y a las diez de la noche me retiraba definitivamente hasta las cuatro de la madrugada. Hice ‘Ara per ara’ desde 2004 a 2007. Luego me ficharon para la Televisión Municipal de Valencia y luego para Tele 7 (grupo de trece emisoras comarcales de televisión que acabó cerrando y echándonos a todos a la calle). En 2009 regresé a Ràdio Nou, en la que, tras un par de años como redactor de base, volví a editar y coeditar informativos de tarde y de noche y, finalmente, ya con la renovación y la apertura informativa que impulsó Rosa Vidal, pasé a dirigir los Servicios Informativo de Nou Ràdio hasta el abrupto cierre de toda RTVV.

Vicente Climent con Joan Lerma y José María Lozano (Fuente: www.vicentecliment.info)

—APPA: ¿Recuerdas algún programa con especial cariño?

—VC: Lógicamente hubo muchos muy singulares, como todos los de seguimiento de los trabajos para la reforma del Estatuto de Autonomía de 2006. O los especiales para todas las convocatorias electorales, autonómicas y nacionales de esos años. Pero si entre las dos etapas mías de la radio pública he de destacar algún programa, quizá me quedaría con el avance informativo que di –y el programa especial que montamos a los pocos minutos– sobre la declaración de ETA de su abandono de las armas, declaración de la que se acaban de cumplir diez años. Y por supuesto, destacadísimos, mis ‘programas de los Papas’. En Ràdio Nou cada vez que pasaba algo fuera de lo común montábamos un especial de cuatro o seis horas. El día en el que murió Juan Pablo II la dirección de la casa formó parejas de presentadores, de sus programas más destacados, chico y chica, y las puso de guardia para interrumpir la programación en cualquier momento porque el óbito era inminente. El papa murió unos diez minutos antes de que yo acabara mi guardia. Hicimos el programa y acabamos pasadas las tres de la madrugada en una jornada intensísima, llena de emoción, en la que entrevisté a medio Vaticano y a un sinfín de obispos y que concluí poniendo a Dylan con ‘Knockin’ on Heaven’s door’ y a Diego Torres con ‘Color Esperanza’. Los actos principales del viaje de Benedicto XVI a Valencia también los cubrí yo con los consiguientes programas especiales desde la Ciudad de las Artes y Las Ciencias, con Paloma Gómez Borrero de comentarista de lujo. Y para la elección en cónclave de Francisco también fui el encargado de contarla –porque me pilló en antena– con el correspondiente programa especial de no sé cuántas horas. En todos ellos estuve muy bien arropado por el trabajo de mucha gente. Pero a mí la necesidad de improvisar, porque guion no podía haberlo en los casos de Juan Pablo II y de Francisco, a diferencia de muchos compañeros a los que esa posibilidad asusta, siempre me ha dado la vida.  

«Destaco el avance informativo que di sobre el abandono de las armas de ETA»

—APPA: ¿Cómo viviste el cierre de Ràdio Televisió Valenciana?

—VC: Con angustia, como todos. Y con 53 años. Desde mi posición de jefe de Informativos redacté y leí dos editoriales a la hora de máxima audiencia pidiéndole a Alberto Fabra que reconsiderara su decisión de cerrar RTVV. Tampoco creo que haya muchos precedentes de un responsable informativo de una emisora autonómica pública que le diga a su ‘jefe’ político que se equivoca y que debe rectificar. Como se sabe, no sirvió de mucho. Fabra se empecinó, y los sindicatos, que pensaron que el presidente no se atrevería y que se negaron a negociar, también. Nos fuimos todos a la calle. De manera muy traumática. Previamente, con el ERE que Fabra planteó a cambio de salvar la empresa, recuerdo como una pesadilla la tarde en la que nos tenían que llegar, uno a uno, los mails de confirmación de lo que iba a pasar con nosotros. Quién se salvaba y quién salía de la casa. Esas horas de tensión porque los correos se retrasaron horas, de gritos de alegría o de horror conforme iban llegando mientras yo trataba de preparar un informativo normal, no se me olvidarán nunca. Cuando entré a leer el informativo, casi todo el mundo conocía ya su suerte. Yo aún no. Lo tengo todo contado en ‘Los últimos días de la primera RTVV’ (Simuria-Di Valentis). No se lo deseo a nadie.

—APPA: ¿Y la apertura de À Punt? A ti te ha tocado vivirlo desde el otro lado, dirigiendo los informativos de La 8 Mediterráneo…

—VC: La ‘segunda RTVV’, como la llamó en una columna Ferran Belda parafraseando el título de mi libro, es un proyecto muy difícil de sacar adelante. Yo opté a la dirección general sabiendo que era imposible que, a pesar de mi bagaje, pudiera pasar el corte y estuviera en la terna definitiva. Al final ganó quien ganó y pasó lo que algunos querían que pasara, y los que están ahora pues bastante tienen con intentar arreglarlo. À Punt sigue siendo una empresa muy marcada, a pesar de que cuenta con enormes profesionales, como es bien sabido. Da mucho empleo a una profesión (varias profesiones) muy castigada, paga bien, y eso es estupendo. Como casi todos los que están ya estaban antes, saben perfectamente qué hacer y qué no hacer para tener la fiesta en paz. Por su parte la empresa está muy encorsetada con tantas ‘garantías’ establecidas por parte del legislador, tanto que la operatividad se ve comprometida en ocasiones. Todo eso, por no hablar de presupuestos. Ya que mencionas a las dos, conviene recordar que À Punt y 8 Mediterráneo son las únicas televisiones autonómicas de la Comunidad Valenciana. Ellos tienen más gente y más dinero y se dirigen a segmentos concretos de la población. Nosotros somos privados, con mucho menos presupuesto y personal, pero quizá con más hambre, lo que nos permite competir de manera homologable a base de echarle imaginación. Y además, se nos entiende todo. 

—APPA: Te avala una larga carrera en programas autonómicos. ¿Cómo se combate contra el centralismo? ¿Es difícil no ser absorbido por la influencia de Valencia?

—VC: Valencia es la tercera ciudad de España y la suya es la tercera provincia de España en casi todo. Los 45 municipios de su área metropolitana la pone en más de un millón y medio de los cinco millones de habitantes que tiene la Comunidad Valenciana. Eso, y el efecto capitalidad, pesa mucho. Pero la provincia de Alicante es la cuarta o la quinta de España en casi todos los indicadores de referencia. Y eso merece un respeto. La fuerza de la Comunidad Valenciana está en la suma de lo que es capaz de atraer y generar cada una de sus partes, no en intentar uniformizar, como hacen los catalanes, que es una forma de empobrecer y a la larga de empequeñecer. Aún encuentro valencianos que piensan que los alicantinos tienen que ser exactamente igual que ellos. Y alicantinos que piensan que tienen que ser lo más diferente posible a los valencianos. Tenemos mucho en común. Y lo que no, nos enriquece a todos como sociedad. Vertebrar la Comunidad no es fácil, porque la distancia desde Vinaroz a Pilar de la Horadada es muy grande, y el cortoplacismo parroquiano de muchos lo es aún más.

«La fuerza de la Comunidad Valenciana está en lo que puede atraer y generar cada una de sus partes»

—APPA: Profesional y sentimentalmente estás ligado a Alicante y conoces las críticas vertidas por los alicantinos y castellonenses, que acusan a los medios autonómicos de centralismo hacia Valencia. ¿Entiendes las críticas?

—VC: Claro que las entiendo. Yo mismo padecí en su momento un cierto centralismo de Valencia, que no se da tanto por intención como por necesidad. Me explico: las redacciones son cortas, tienen mucho trabajo y cuanto más cerca esté lo que haya que atender, mejor, más fácil. Las Cortes Valencianas pueden ser un ejemplo. No siempre dan de sí informativamente como para tener apostado permanentemente un equipo. Con los Ayuntamientos –incluido el de Alicante– pasa igual. Dejar equipos allí supone disponer de menos recursos para el resto de las cosas. Aparte está la miopía de muchos periodistas, que carecen de la necesaria sensibilidad autonómica. Yo recomendaría que cualquier compañero que tenga que ocuparse de asuntos autonómicos pase al menos un año trabajando en cada una de las otras dos capitales de provincia y, si puede ser, en alguna comarcal. Y al revés: también los de Alicante y Castellón deberían estar un tiempo en Valencia haciéndose la idea de qué va esto. 

—APPA: Como jefe de informativos de La 8, ¿trabajas para evitar ese centralismo y que toda la Comunitat se sienta recompensada?

—VC: Sí, aunque es evidente que hay camino por delante. Las nuevas tecnologías nos ayudan mucho a recortar esas distancias de las que hablábamos antes. Con una videoconferencia puedo hablar en directo en el informativo con un sindicalista del Hospital de Torrevieja o con un empresario de Jijona sin tener que desplazar un equipo del que muchas veces carezco. Y también es muy importante que ellos sepan que pueden hablar conmigo, porque ésta es también su televisión. En la provincia de Alicante hay muchas emisoras locales y eso está muy bien para entrevistar a concejales o hablar de cómo van las obras de la rotonda. Pero a los alicantinos les tiene que importar además lo que se cuece en Valencia, o en Madrid, porque les va a repercutir. Y les tiene que interesar que en Valencia sepan de sus quejas o de sus anhelos, que no se tienen que quedar en su término municipal. Y esa posibilidad se la vamos a dar nosotros. Y tampoco es sólo cuestión de salir más o menos, sino de que haya una televisión que además te cuente lo que es útil o trascendente para ti, estés en el municipio que estés. Desde el precio de la luz, que se cierra en Madrid, a la tasa turística, que es competencia del Consell.   

Rosalía Mayor con Vicente Climent en la gala de los Premios Periodísticos de la Comunitat Valenciana.

—APPA: Ahora, con el aval del premio a una trayectoria, ¿cuál crees que es el camino que debe seguir el periodismo autonómico para recuperar Alicante y ganar confianza y credibilidad?

—VC: Lo primero que hay que hacer es que no parezca que el informativo o el periódico está hecho desde Valencia para el resto, sino desde la Comunidad para su conjunto. Detalles tan sencillos como no dar por hecho al redactar una noticia municipal que ‘el alcalde’ es el de Valencia. Eso es más importante de lo que parece. También lo es que se note que quien informa de Alicante, o de Castellón, conoce algo esa ciudad, que no diga, por ejemplo, “el castillo de Alicante” cuando la ciudad resulta que tiene dos. Además, hay que tratar a los alicantinos como mayores de edad, como foco de cogeneración de la actualidad de la Comunidad. Pienso ahora en la conurbación Alicante-Elche, con las localidades próximas en las que la influencia de la segunda y la tercera ciudad de la Comunidad es notable. Hablamos de más de medio millón de personas que tienen, con todas las rencillas internas que se quiera, mucho que decir en el conjunto del territorio. Y desde luego hay que tener muy presente la realidad social de cada parte de la Comunidad, en donde no todo el mundo habla o usa a menudo el valenciano. Estando en Ràdio Nou, un viejo cronista taurino de Alicante me decía que intentaba seguirme, pero que tuvo que dejarlo porque oír hablar valenciano a él le “cansaba”. Nosotros no renunciamos al valenciano, por supuesto que no, además la tele exige menos ‘esfuerzo’ que la radio, pero tenemos muy presente que queremos que se nos entienda todo y que nos siga cuanta más gente mejor.

Miguel A. Sánchez

Periodista y alicantino, no necesariamente en ese orden. También soy graduado en Publicidad y Relaciones Públicas, aunque lo mío es juntar letras. El mundo es una constante de idas y venidas. Alguien tiene que contar lo que ocurre.

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