El pasado viernes la Junta Electoral de la Universidad de Alicante presentó la proclamación provisional de las dos candidaturas a las elecciones a rectora o rector que concurrirán el día 27 de este mismo mes. Sin ningún tipo de sorpresas, Enrique Herrero Rodríguez y Amparo Navarro Faure (por orden alfabético) serán las dos opciones que la comunidad universitaria tendrá en su papeleta de voto electrónico a la hora de ejercer su derecho. Por delante está la decisión de cada electora o elector para decidir quién tiene que gestionar nuestra institución para los próximos seis años. Por una parte, la candidata saliente, Navarro, que ha sido rectora en la legislatura de cuatro años anterior; por otra parte, Herrero, quien será el primer candidato nuevo que se presente para una única legislatura conforme a la nueva regulación de las universidades vigente desde el mes de marzo de 2023.
La campaña electoral, según se aprobó por mayoría el 26 de septiembre pasado, se desarrollará entre el 19 y el 26 de noviembre. La disputa entre las dos candidaturas, con unos programas o proyectos que se irán conociendo en los próximos días, ha representado el adelanto de sus acciones en precampaña. Todo ello en un momento difícil para nuestra sociedad, que sigue afrontando los daños materiales y en vidas humanas de las pasadas lluvias torrenciales en comarcas vecinas. Aunque algunos episodios aislados han sido corregidos, con la correspondiente politización externa de la gestión de la tragedia, la campaña electoral de nuestra universidad arranca con una multiplicidad de actos externos cancelados y con una sensibilidad a flor de piel donde un comentario trivial o una sonrisa desmedida puede no ser entendido por nuestro entorno. Por este motivo, las reflexiones sobre las propuestas, las conversaciones privadas, más allá de actos multitudinarios que se planteen, cobran fuerza y serán la base sobre la cual los electores tendrán que decidir entre cuál de los dos candidatos depositan su confianza.
Es obvio que tanto Herrero como Navarro se preocupan por su institución y, por este motivo, han tomado la decisión responsable de presentar su candidatura para gestionarla durante los próximos años. En el caso de Enrique Herrero, como primer intento y con una única legislatura que no podrá repetir; en el caso de Amparo Navarro, como continuación del encargo que recibió de las urnas en 2020 y con la posibilidad de repetirlo hasta el 2030. Cada uno irá presentando el equipo que le acompañará en el Rectorado en caso de ser elegido, una representación de todos los centros con mujeres y hombres, escogidos sin experiencia en el cargo en el caso del primero, como continuación del trabajo realizado en la mayor parte del equipo, en el caso de la segunda. Más allá de promesas que apunten a la mejoría de nuestra institución, con propuestas generalistas o proyectos concretos, la intencionalidad constructiva de los dos está fuera de duda: la excelencia para una institución universitaria en consonancia con los nuevos tiempos.
¿Qué tipo de gestión necesita la Universidad de Alicante? ¿Quién de los dos puede encarnar un equipo técnico con mejores competencias para ampliar las fortalezas de nuestra institución? Estas preguntas se responderán con el recuento de las urnas; la comunidad universitaria elegirá libremente cuál es la opción mayoritaria para la envergadura de esta decisión. Necesitamos un liderazgo claro y efectivo que rompa inercias del pasado, donde se consolide un equipo humano que sepa potenciar el atractivo de nuestra universidad. El retroceso en matriculación del alumnado, especialmente significativo en el de postgrado, en beneficio de otras universidades públicas o privadas de nuestro entorno, confirma la evidencia de la pérdida de competitividad de nuestra institución. Otro dato objetivo a tener en cuenta es el retroceso de casi 100 posiciones dentro del llamado Ranking de Shanghái , uno de los parámetros internacionales de mayor calado, donde hemos pasado de la cota 500 a la 600 en un solo año. Respecto a los centros universitarios de nuestro país, ocupamos la posición 17-20. ¿Qué ha sucedido en los últimos años para entender este retroceso?
Necesitamos revitalizar nuestra universidad, no podemos resignarnos con los sueños del pasado, consiguiendo que nuevo alumnado nos escoja por la calidad de nuestra enseñanza y por la conexión de los planes de estudio con las necesidades de la sociedad. Para ello, hay que mejorar la conexión con el tejido sociocultural y económico de manera que lideremos sus demandas y sepamos darles respuesta. Una acción que no es exclusiva del equipo de gobierno que salga de las urnas, sino de todos los que formamos parte de la comunidad universitaria. La tendencia continuista observada en el equipo actual, donde no ha habido reformas de calado en la gestión universitaria, puede llevarnos a una situación de inmovilismo, de aislamiento, que no sea positiva para el futuro. Necesitamos mayorías que integren, sin prescindir de los logros del pasado, para emprender reformas necesarias que, por una parte, consoliden el material humano y, por otra parte, mejoren la conectividad social y busquen la formación integral del alumnado. No nos resignemos al famoso dicho de “mejor malo conocido que bueno por conocer”, porque si queremos luchar contra la rigidez de las instituciones e integrar nuevas formas de gestión, tendremos que analizar una a una la concreción de las propuestas que nos presenten las dos candidaturas y optar por aquella que tenga una visión de futuro clara y sincera. La excelencia de nuestra universidad está en juego, más allá de un reparto de competencias posterior, donde consigamos entre todos el equipo más potente para la mejor proyección en nuestro entorno. Es la hora de ser responsables, de sentirnos parte integrante de esta renovación. Es la hora de las urnas, sin ninguna duda, para que optemos por la mejor opción de gobierno.
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