Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Contrastes

Un Rey de paso y el regreso del soldado. Los felices años locos. 1925.

La primavera de 1925 llega a Alicante con regias visitas y el retorno de los soldados de la guerra de Marruecos. Alfonso XIII se deja ver por la capital provincial en un acto relámpago, al más puro estilo de las campañas electorales actuales, mientras en el Puerto atraca lo más granado de nuestra Armada. Las […]
La primavera de 1925 llega a Alicante con regias visitas y el retorno de los soldados de la guerra de Marruecos. Alfonso XIII se deja ver por la capital provincial en un acto relámpago, al más puro estilo de las campañas electorales actuales, mientras en el Puerto atraca lo más granado de nuestra Armada. Las comunicaciones empiezan a fluir y se inaugura la primera línea de autobuses entre Alicante y Cartagena, albores del todavía ansiado corredor mediterráneo. Benjamín Llorens lo relata a partir de fondos documentales de la época.Al llegar la primavera de 1925 Alicante se aprestaba para recibir al rey Alfonso XIII (que como veremos pasó por la terreta más veloz que el rayo) y acoger con los brazos abiertos el regreso de un batallón del regimiento de la Princesa de retorno a su base alicantina desde la guerra de Africa, en las montañas del Rif.

Los días anteriores vieron cómo el escritor alicantino Gabriel Miró obtenía el premio periodístico nacional Mariano de Cavia (dotado con 5 mil pesetas) por su artículo «Huerto de cruces», publicado en el rotativo madrileño El Sol.

El miércoles 1 de abril la empresa de transportes Costa Azul inauguraba un nuevo servicio de autobuses entre Alicante y Cartagena, hasta entonces comunicadas por una vetusta línea ferroviaria con transbordos fatigosos y horarios caprichosos. Los flamantes autobuses HispanoSuiza realizaban el trayecto por la costa en cuatro horas, saliendo desde las puertas del hotel Samper en la Explanada. El día de la inauguración, como era habitual en la época, los coches iban engalanados con banderas y flores, despertando expectación a su paso, con paradas en El Altet, Santa Pola, La Marina, Guardamar, Torrevieja y -ya en Murcia- San Pedro del Pinatar, San Javier, Los Alcázares y Torre Pacheco.

Hotel Samper (actual residencia militar Jorge Juan), desde donde partía el autobús de Costa Azul a Cartagena (foto: Alicante Vivo).

Ese fin de semana, el sábado 4 de abril sobre las tres de la tarde, anclaban en el puerto varios buques de la Armada española. A saber: los submarinos Isaac Peral, B1, B2, B3 y B4; los torpederos 21 y 22 y el cañonero Alvaro de Bazán, como buque insignia de la flotilla al mando del almirante Juan Bautista Aznar, capitán general del Departamento Marítimo de Cartagena, de donde provenían. El objeto de su presencia en el puerto alicantino era cumplimentar al rey Alfonso XIII en su visita a la terreta que se produjo al día siguiente.

Procedente de Cieza llegó el monarca a la linde provincial sobre las tres y media de la tarde. Lo hizo atravesando un arco de flores instalado en la misma carretera por la Diputación Provincial y junto al que esperaban diversas autoridades encabezadas por el general gobernador Cristino Bermúdez de Castro. La agenda del rey era apretada, así que, tras las cumplimentaciones de rigor, continuó don Alfonso viaje hacia Orihuela donde fue recibido por el clero en pleno y demás autoridades. Desarrolló un amplio (y raudo) programa de visitas inaugurando los canales de riego de la huerta oriolana en La Murada, para continuar rápidamente hacia la capital cruzando Crevillente y Elche. Entró en Alicante por el sur yendo a parar al monumento a Canalejas y tras ser cumplimentado por las autoridades locales y el almirante de la flotilla anclada en el puerto para rendirle honores, subió al vagón reservado que le esperaba en las vías situadas junto al parque de Canalejas y desde allí, por la vía de circunvalación, se unió al tren correo que le llevaría de regreso a Madrid. En esta visita a su majestad ni se le vió el pelo, pasó como un rayo por la terreta.

Alfonso XIII con el alicantino Rafael Altamira (Biblioteca virtual Miguel de Cervantes).

El 11 de abril era Sábado de Gloria y a eso, a gloria, debía saber para los soldados del Batallón de la Princesa su regreso a Alicante procedentes de la guerra en África. El tren que transportaba la tropa llegó a las 9 de la mañana a la plaza de Dicenta (actual del Mar) estacionando en el apeadero situado al principio del paseo de Gómiz. Mandaba el contingente militar el capitán Enrique Tomás Luque.

Fueron recibidos por una compañía del mismo Regimiento. Había profusión de banderas y flores en el entorno, para recibir a los héroes del frente que -junto al público – ponían la nota de color. El sonido corría a cargo de la banda de cornetas y tambores del Regimiento y de la Municipal de Alicante que atacó los acordes de la Marcha Real.

Hubo reencuentros “con escenas verdaderamente emocionantes”, como destacaba la prensa local, tras el duro paso de los soldados de este batallón alicantino por la cruenta guerra de Marruecos. La tropa desfiló por la Explanada en dirección a la plaza de Canalejas donde se había instalado la presidencia del acto con la presencia de las correspondientes autoridades civiles y militares. Desde allí el batallón siguió camino hacia el paseo Gadea, alameda de Maisonnave y carretera de Ocaña (actual avenida Aguilera) para llegar a su acuartelamiento en Benalúa, frente a la prisión provincial (hoy Juzgados). En los días posteriores Alicante agasajó a los soldados repatriados con diversos y variopintos actos.

Parada militar en la plaza de Canalejas (AMA).

Se dejó transcurrir unos días y al siguiente fin de semana, entre el 17 y 19 de abril, Alicante bullía con los actos de homenaje a los soldados retornados a la terreta. El viernes 17 a las ocho de la mañana se ofrendaron misas en San Nicolás, Santa María, Nuestra Señora de Gracia, La Misericordia y San Juan Bautista. Era preceptivo dar gracias por volver sanos y salvos. A las 12 en el templete de madera del paseo de los Mártires, concierto de la Banda Municipal. Y de allí al Círculo de Escritores y Artistas que ofrecía un vino de honor a los suboficiales y sargentos, además de un cabo y dos soldados por compañía. La Cámara de Comercio y el Círculo Mercantil agasajaban con una comida al cuerpo de oficiales con su coronel Carlos Perier a la cabeza, en el hotel Samper (que más tarde sería el Carlton). Además el Círculo sorteó 10 libretas de la Caja Postal de Ahorros entre los soldados, con una imposición inicial de 100 pesetas.

Ya por la tarde el Casino organizó un “Té-danzante” en sus salones con vistas a la Explanada. No era otra cosa que un baile con té y pastas, al estilo británico. Casi a la misma hora la Banda Municipal repetía actuación en el mismo escenario matinal del paseo de los Mártires.

El sábado 18 el cuartel del Regimiento de la Princesa abrió sus puertas a la ciudadanía y organizó una fiesta-porrate con juegos, bailes y consumo de cascaruja y dulces típicos de la terreta. A partir de las 9 y media de la noche la cita era en el Monumental Salón Moderno, con un concierto homenaje que comenzó con la proyección de una película (de temática militar, cine mudo en blanco y negro) y continuó con la “cancionista” Pilar Escudero deleitando al respetable con sus cuplés. Luego vinieron la Banda Municipal, el Orfeón Alicante y la Banda del Regimiento. Lleno hasta los topes.

El domingo por la mañana, a las 10, misa de campaña en el paseo de Canalejas con bendición y entrega al Regimiento de una bandera adquirida por el municipio. Hizo las veces de madrina la señorita Ana García Romeu. La tropa desfiló a continuación por la Explanada hacia la actual plaza del Mar.

Desfile de tropas por la Explanada visto desde la Casa Alberola. A la dcha. el Club de Regatas árabe. (AMA).

Los agasajos finalizaron por la tarde en las llanuras del Plá del Bon Repós con una gran merienda, al estilo de la mona, ofrecida a todos los soldados (retornados o no) del Regimiento de la Princesa. Amenizaban la fiesta las bandas de la Cruz Roja, del Regimiento y la Municipal de Alicante.

Mientras en la terreta sucedía todo esto, en París el presidente francés monsieur Herriot y el ministro checoslovaco míster Benes se reunían tratando de sentar las bases de un nuevo proyecto de alianza para el viejo continente: los Estados Unidos de Europa. Tras la masacre de la Gran Guerra (conocida hoy como I Guerra Mundial) algunos políticos con miras de futuro ya se planteaban evitar otra matanza. No se les hizo mucho caso. Tres lustros después estallaría, precisamente en Europa, la II Guerra Mundial, la carnicería más grande de la historia… hasta el momento.

Fuentes e imágenes:

*Biblioteca virtual de la prensa histórica

*El Luchador

*Diario de Alicante

*Archivo Municipal de Alicante (AMA)

*Biblioteca virtual Miguel de Cervantes

*Alicante Vivo

Benjamín Llorens

Periodista.

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