Nicol, Loren, Jairo, Alejandro, Lina, Mariana… Son algunos de los protagonistas de las historias del Concurso de Relatos Breves Juveniles de la Provincia de Alicante que organiza desde hace 20 años la Asociación de libreros y papeleros de la provincia de Alicante con la idea de fomentar en los más jóvenes la pasión por la lectura y la escritura. Cada edición cuenta con los cien mejores relatos seleccionados entre los miles de alumnos de tercero y cuarto de la ESO de colegios de la provincia de Alicante y de la ciudad de San José de Cúcuta, en Colombia, que participan. En ellos encontramos páginas que nos llevan a imaginar escenarios inimaginables, mundos posibles e historias reales e inventadas; también ideas, reflexiones y pensamientos, porque escribir alimenta el alma y aleja la oscuridad sufrible.
Hacia esta aventura literaria me llevaron las nubes, a millas y millas, más una más… cargada con el mejor de los cargamentos, con una exquisita fragancia, para unos invitados selectos, curiosos, divertidos, soñadores y mágicos, en un rincón lleno de historia y sabiduría enmarcado en el corazón de una ciudad, «muy noble y leal, motilona”, aficionada al balón “rojo y negro”, con carácter, humildad, verraquera, verdes montañas, ríos cristalinos, café aromático y afrutado “tinto”, carbón, flores… y tanto y más… y quizá ¡devolverles!, ¡devolverme!, el brillo natural al corazón y reducir roturas y grietas de agentes externos. Y ¡susurrarán su nombre!, ¡susurrarán mi nombre!
Y como me he portado exageradamente bien… risas… a mi llegada a la ciudad de Cúcuta, los Reyes Magos de Oriente han decidido adelantarse con sus regalos, flores y carbón. Las flores más hermosas, tiernas y dulces las recibí de un escritor que mostró su corazón de futuro piloto, sin anestesia y sin reparo alguno. Y en cada latido, sus palabras desprendían la seguridad del despegue y la serenidad de un aterrizaje de libro. Y el carbón enmarcó ese toque de distinción, brillo y luz en cada diploma de los doce finalistas del Concurso de Relatos Breves Juveniles y sus pajaritas, ese galardón distintivo tan deseado por los miles de jóvenes que participan cada año en esta fiesta de las palabras, que nos permite expresarnos en un lenguaje libre en el que “cada mente sea ella misma”, como esa hoja de ese jardín, como esa nube de ese cielo azul, “distinta”, y que la mente sea ese espacio rico, delicioso, vivo, nuevo, “distinto”.
Y es que lo enigmático emociona de raíz y crece imparable, como la hierba sobre el volcán, y cuando se escribe con el alma y desde esos corazones anestesiados, a falta de esa energía de las palabras, que los hagan latir a millonésimas, más un latido más, resulta “apasionante” mirar el cielo de Cúcuta y su universo poético, y leer los relatos de sus finalistas que cautivan al igual que lo hizo con Camilo Daza, pionero de la aviación colombiana… Imagino que sus nubes: emotivas, magnéticas, inspiradoras, inconfundibles, profundas, divertidas, asombrosas, cotidianas, modernas, actuales, ancestrales, aventureras, viajeras, ligeras, cercanas, lejanas, bonitas, polifacéticas, misteriosas, románticas y leídas en millones de páginas de libros, saben a café “tinto” como la palabra misma… conocerla, escucharla, olerla, tocarla, regarla, soñarla, sentirla, saborearla, escribirla, … es esa voz cómplice y cercana, es esa aventura del conocimiento y ese motor de la vida para escaparnos por un ratito de nuestra memoria…
“Era un día normal en nuestra finca, estaba jugando con mis hermanas menores y vi cómo unos hombres… “. Así comienza “mi relato” de Mariana Navarro del colegio Los Próceres, una niña que encontró en las palabras su fuente de sanación y de inspiración y de salvación y al verme y fundiéndonos en un tierno abrazo me confesó su amor infinito por los libros… Y Lina Avendaño, al verla, se me acercó, y con su sonrisa y acompañada de sus padres, recogió su diploma y su libro con su relato, “un reto a la tecnología y su protagonista, Ailén y cuenta el día que le amenazaron y le quitaron todos sus libros…”.
Y entre aplausos de todos sus compañeros y arropado por sus seres queridos, subía al escenario, del majestuoso salón, “Virgilio Barco Vargas” de la biblioteca “Julio Pérez Ferrero”, y celebraban la Feria del Libro: ¡¡¡20 años, historias que nos unen!!! El escritor, Ferney Alejandro Camperos Jaimes, del colegio militar General Gustavo Matamoros D´Costa… “Somos criaturas miedosas y eso es algo bueno… el miedo enciende la llama de la supervivencia”, “mentimos porque no sabemos cómo reaccionarán ante nuestros ideales, mentimos por educación, mentimos porque es lo que nos han enseñado, mentimos porque no quieren la verdad”. Y en la página 185 del libro de la edición del 2024, su relato entre interrogantes: ¿¿¿la felicidad???…
Y es que me quedé sin palabras al ver ese auditorio feliz y con su banda de guerra, apenas con instrumentos musicales por culpa de una inundación reciente en sus aulas de clase. Y aun así, ¡¡¡imparables!!!… Su compañero de faena, Jairo Andrés Picón Flórez, y su relato: “el juego final” y su amor al balón y al fútbol y a las canchas en su barrio… y era un sin parar, ¡¡¡la fiesta de los libros!!!, en la ciudad de las nubes bonitas y del buen café… en la ciudad de, “las noches oscuras de los fines de semana” relato finalista, en la página 192, de la edición del 2024, del libro, Los Mejores Relatos Breves Juveniles de la Provincia de Alicante, y “ser nuevo no da miedo” de Nasly Valentina Santiago Garzón, de la Institución Educativa, Carlos Ramírez París, Sede Nuestra Señora de Monguí… y los relatos…“el brazalete del poder” de John Sebastián Salazar Pinto, “la caja misteriosa” de Juan Diego Collazos Santiago, “el hombre y el bosque” de Loren Jormary Rubio Ardila y “un viaje al pasado” de Nicoll Andrea Jaimes Chinome, estudiantes del Instituto Técnico Nacional de Comercio de Cúcuta…
Y todo esto pasa, cuando sueñas despierta y cuando escribes soñando y en puntos suspensivos…
Ha sido un viaje soñado, y ya estoy de vuelta, en la zona de embarque…y por mi mente revolotean esas mariposas de Cúcuta y esos niños caracterizados del corso, y niñas abanicándose recordando a Josefina y me veo entre nubes como el azul de Córcega
…Imagino a Napoleón allí sentado en su roca preferida en Santa Elena, escribiendo como el que más y detallando como el solo cada centímetro de la naturaleza que lo rodeaba y que era testigo de sus días y de sus noches, “un beso, un poco más abajo del Ecuador”, este sería el Ecuador más deseado de la época y el más amado del corso, “sé un poco menos dulce y un poco menos bella” y esa roca que quizá fue testigo de tu último aliento, desde la isla de Santa Elena, en la que suspiraste: “Francia, ejército, Josefina!
Y de repente es veinticinco de enero, ¡despierto! y me preparo mi café orgánico de origen y una ducha de agua fría con jabón de menta, eucalipto, limón y hierbabuena…y de camino a Correos experimento esa sensación de la Naturaleza viva que se manifiesta y me acaricia con una suave llovizna, ¿ordinaria o certificada?, certificada, gracias, ¿destinatario? y la noche anterior, perfumo su carta y pongo una ramita de laurel… y así sin+++… ¡¡¡ya estoy de vuelta!!! Aterrizaje…
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