Ignoro si Sánchez seguirá girando hacia la extrema izquierda de Podemos ni si Trump proseguirá su ruta hacia la extrema derecha. Pero lo que sí barrunto es que del ‘impeachment trumpero’ podríamos pasar al ‘impeachment sanchista’ a no muy largo plazo. Todo depende de hasta dónde llegue la bajada de pantalones de Pedro ‘el Insomne’ (al que otros denominan ‘el Mentiroso’) en la mesa bilateral (a la que estotros califican ‘de la vergüenza’).
Miren lo que decía el fementido (según el diccionario de la RAE, falso, engañador) de Sánchez a mediados del pasado mes de octubre, tras la condena de los juzgados por el ‘procés’: “Nadie está por encima de la ley y todos estamos obligados a su cumplimiento. Nadie es juzgado por sus ideas”. Y añadió, en una declaración institucional de la Moncloa, que garantizaba “el íntegro cumplimiento de las penas”. Una cosa, dijo, es defender un proyecto político y otra cometer delitos recogidos en el ordenamiento jurídico. En nombre del Gobierno, Sánchez reconoció “la labor independiente del Supremo, que ha trabajado con escrupuloso respeto a sus obligaciones” dando un ejemplo de “autonomía y transparencia, de garantías y profesionalidad”.
Nuestro ‘singular’ presidente (peor sería que fuera ‘plural’) subrayó que la sentencia del ‘procés’ confirmaba el “naufragio de un proyecto independentista en Cataluña”, que, a su juicio, “ha fracasado”. Invitaba a Torra, Torrent, Junqueras y demás independentistas a que Generalitat y Parlament representen y gobiernen para todos los catalanes y si así lo hicieren “encontrarán al Gobierno de España dispuesto al diálogo… Quedan unos días en los que vamos a asistir a los estertores de una etapa superada… Se abre una nueva etapa de convivencia en Cataluña en la que la regla solo puede ser la ley y la Constitución Española”. Luego llamó a los líderes de la oposición para que estén al lado del Gobierno.
¿Y ahora qué? Pues que los de la oposición están al lado del Gobierno en funciones de entonces, pero quienes no están con ese Gobierno son el actual Gobierno que no está en funciones sino que ha desertado de gobernar España para gobernar en una mesa bilateral con los independentistas, porque ni a Sánchez ni a sus 22 ministros, cinco de ellos de Podemos les gusta la sentencia del Supremo, ni el mismo Supremo, ni el Consejo General del Poder Judicial, ni las leyes, ni la Junta Electoral Central, ni la Constitución Española. ¿Y el Código Penal? Eso es una antigüedad para un museo. Hay que hacer un Código nuevo aunque solo sea para que puedan salir de la cárcel ya los golpìstas, los que se llaman presos políticos (o exiliados otros), que no se arrepienten de lo que hicieron sino que insisten en que lo volverán a hacer si Sánchez no se porta como un cobarde y accede al referéndum de autodeterminación.
Se lo están diciendo todos los días bien alto y bien claro. ¿Van a redactar en la mesa bilateral un nuevo estatuto para Cataluña? ¿Será constitucional? ¿Qué más se negociará en esa mesa pactada por Sánchez con un acuerdo del que se ha borrado la palabra Constitución por imposición de la ERC de Junqueras? Hay que esperar acontecimientos para ver hasta dónde llega la barbarie de este Gobierno de demolición, perdón de coalición para demoler todo lo demolible, si es que se les deja hacer impunemente.
La oposición tiene que estar atenta porque la Ley de leyes, la Constitución tiene un artículo 102, que no es sobre el ‘impeachment’ de los estados presidencialistas, como el de EE. UU, pero que es toda una advertencia para el presidente Sánchez y sus ministros sumisos. Merece la pena transcribirlo íntegramente:
“1. La responsabilidad criminal del presidente y los demás miembros del Gobierno será exigible, en su caso, ante la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo.
2. Si la acusación fuere por traición o por cualquier delito contra la seguridad del Estado en el ejercicio de sus funciones, solo podrá ser planteada por iniciativa de la cuarta parte de los miembros del Congreso, y con la aprobación de la mayoría absoluta del mismo.
3. La prerrogativa real de gracia no será aplicable a ninguno de los supuestos del presente artículo”.
Es evidente que Pedro Sánchez, acostumbrado a hacer lo que le viene en gana y a contradecirse y desmentirse y volver a mentir con desfachatez solo superada por la de su vicepresidenta primera, Carmen Calvo y la de su ministra Celaá, tiene que palparse la ropa y ver lo que hace en la mesa bilateral con los independentistas. La espada de Damocles del artículo 102 de la Constitución está sobre su cabeza. No es un ‘impeachment’, pero igualmente puede hacer peligrar su testa de Trump de extrema izquierda.
Hay quienes le llaman traidor a sus principios, cuando lo que quieren decir es que traiciona los que ha sostenido con anterioridad. Pero ya sabemos que no tiene principios. Un humorista le ha dibujado diciendo a líderes europeos, parodiando a Groucho, “estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros”. Cuidado con la mesa bilateral, Pedro Sánchez, por si le aplican el artículo 102 de la Constitución. Amén, que quiere decir así sea.
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