Arrancaron el único ejemplar que quedaba en el ‘Campo de los almendros’, un parque junto a la avenida de Denia, cerca del Colegio Calasancio, donde, a la sombra del árbol se ubicó, en 2014, un monumento en homenaje a los miles de republicanos apresados en el puerto de Alicante al terminar la Guerra Civil. Esperaban la llegada de los barcos que les había prometido el Gobierno de Negrín para huir de las tropas fascistas italianas que el 30 de marzo entraron al mando del general Gambara, dos días antes de que Franco proclamara el fin de la contienda. Y cuarenta y ocho horas antes, el buque de carga inglés Stanbroock había partido para Argelia con 2638 asustados hombres, mujeres y niños que tuvieron la suerte de que el capitán Archibald Dickson desobedeciera las órdenes de su naviera de que no recogiera personal alguno, sino únicamente la carga prevista: naranjas y azafrán.
Varios miles de congregados en los muelles tras partir el Stanbroock fueron trasladados a este terreno agrario donde pasaron varios días en condiciones miserables hasta que fueron trasladados a prisiones y, la mayoría, al campo de concentración de Albatera. Alicante, Valencia y Castellón fueron los últimos reductos de la Segunda República en caer en poder de las tropas franquistas, ente ellas las italianas de la División Littorio, enviadas por Mussolini.
Todos los acontecimientos de la toma de Alicante y de cuanto rodeó la ocupación de los territorios de la Comunidad Valenciana fueron recogidos y novelados por el excelente escritor de origen alemán, francés de nacimiento y valenciano de adopción, Max Aub. ‘Campo de los almendros’ fue su sexta y última obra en torno a la Segunda República y la mejor de todas sus novelas, según la crítica literaria. Aub emigró a Francia, fue recluido en un campo de concentración francés y expulsado a Argelia, desde donde logró exiliarse a México, país en que escribió y publicó casi toda su producción.
Paseando de nuevo, tras algunos meses de ausencia, por el parque que fuera campo de concentración, advertí la ausencia del único almendro que quedaba y de cuya desaparición ignoro la causa. Creo que sería deseable y hasta de justicia la plantación de un nuevo almendro (uno por lo menos) que haga compañía al monumento. La buena y solidaria memoria histórica tenemos que cuidarla, al tiempo que deberían los gobernantes y la oposición tender puentes de convivencia entre todos los españoles superando de una vez por todas el feo enfrentamiento guerracivilista y las desagradables posturas extremistas entre derechas e izquierdas últimamente excesivamente enfrentadas y casi fratricidas.
En eso pensaba paseando cuando, al lado del Campo de los almendros, por la acera de la avenida de Denia, cerca del Colegio de los Jesuitas, ‘tropecé’ con una cruz, la de la sexta estación del Viacrucis entre Alicante y Santa Faz, precisamente la estación que recuerda el gesto de la santa mujer Verónica cundo enjugó el rostro del Señor camino del Calvario y se quedó con el regalo de la imagen de Jesús en su lienzo caritativo. Si la Santa Faz une a todos los alicantinos en su romería y a lo largo de todo el año, se me ocurre que también podíamos caminar juntos, como hermanos, trabajando por una España mejor. Aunque no todos tengamos las mismas ideas. Hay que olvidar los odios y buscar la paz. Como preconizaba uno de nuestros más grandes poetas alicantinos, Vicente Mojica, del que estaba releyendo estos días su libro superador de la guerra ‘La paz nos estaba esperando’, al que pertenece este poema:
La primavera es un sueño de amor que viene rodando por las laderas sombrías de la pobreza y el llanto. Es un cielo de palomas en un mundo de trabajo y una risa de herramientas musicales en las manos. Es una canción de cuna y una oración en los labios y una torre de esperanzas sin clarines acechando. ¿Cuándo será que la tierra florezca como un milagro, y al hombre convierta en niño en vez de al niño en soldado? Primavera de fusiles de horizonte ensangrentado, bajo los escombros quiero todo el odio sepultado. Me sobran todas las rosas si hay quien va pisando cardos; prefiero en vez de jardines campos de trigo sembrados. Y un viento de amor, un viento, un vendaval que a pedazos de cada pendón de guerra haga un manojo de lazos. Banderas de paz, banderas que hablen de besos y abrazos; cuando florezcan que digan que ya es primavera, hermanos.
Posdata
El héroe del Stanbroock, Archibald Dickson, no tuvo suerte y, nueve meses después de salvar a casi tres mil alicantinos (entre ellos a la niña ilicitana Helia González, de cuatro años, que nunca olvidó el beso cariñoso del capitán al auparla para dejarla en la cubierta y a cubierto), murió al hundirse con su buque partido en dos por los torpedos del submarino alemán U27 al poco de iniciarse la Segunda Guerra Mundial. Un busto de Archibald es el homenaje de Alicante en el muelle del puerto, junto a las ‘Escaleras de la reina’. Homenaje al mártir con el que ojalá nos encontremos en el cielo todos los que, con Helia González, estamos en deuda con el ilustre marino británico.
Adenda
Barcala, acusado de supuesta obscenidad.
El titular de un periódico provincial, el pasado día 30 de marzo, fue éste: “Luis Barcala, el alcalde que se ‘rascó un huevo’ en la radio”. A continuación, este sumario: “El primer edil participó en un programa de radio de Kiss-FM en Alicante donde se sometió a una prueba en la que debía terminar unos eslóganes comerciales sin recurrir a obscenidades”. Según el redactor del rotativo, salió airoso de las cuatro primeras rimas que le propusieron, pero en la quinta y última tenía que rimar con “Mesón Casa Truevo, donde rascarse…” y, tras dudar, Barcala soltó “un huevo”.
¡Qué obscenidad!, deduce el cronista. ¡Qué tontería!, pensamos otros. En el Diccionario de Uso del Español, de María Moliner, la quinta acepción de la palabra huevo es ‘vulgarmente, testículo o cojón’. Que sea lenguaje vulgar no equivale a lenguaje obsceno. Rascarse un huevo es como rascarse la oreja, aunque resulte más gracioso lo primero que lo segundo en un programa de humor. Suena a venganza del periódico contra Barcala porque (como se dice en la misma información), el alcalde se negó a ser entrevistado por el periódico. Nada de obsceno en la radio; bastante obscenos el titular y el sumario contra un alcalde al que se ataca injustamente. No debe utilizarse el periodismo para hacer política. No se puede presumir de periodismo independiente ‘si se depende de’, como no se puede hacer una plataforma independiente con ‘dependientes’ y afines.
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Muy documentado tu artículo sobre el fin de la guerra en Alicante y el campo de los Almendros. Y muy acertado recordar al poeta y enfermero Vicente Mojica Benito, este año que se cumple el centenario de su nacimiento, nacido en Alicante 16 de mayo de 1923. Un abrazo.
Gracias. Un abrazo.
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Ese árbol hay que ponerlo
De acuerdo. Un saludo.
Un gran artículo. Enhorabuena.
Gracias. Un saludo.
Me ha encantado este artículo papá. Un beso.
Mil besos para la mejor princesa del mundo mundial.