Estas semanas, políticamente hablando se ha abierto el mercadeo postelectoral, en esa barca del Hades, del barquero Caronte, el encargado de guiar las sombras errantes de los difuntos de un lado a otro del río Aqueronte y comprobar si llevan un óbolo para pagar el viaje (una moneda debajo de la lengua). Pienso como Luis de Góngora que, a batallas poselectorales campos de plumas. La realidad es más compleja que la ficción.
Nos hallamos en el tiempo de ajustar cuentas, de pagar deudas, los favores y las alianzas, y de ver quien resiste y no cae en el pecado de las tentaciones más terroríficas como la de pactar con el diablo en irracionales acuerdos. Ahora es el tiempo de los presidentes de los partidos, ya no son las personas que ganaron las elecciones, sino los jefes, lo vamos a ver en Alicante ciudad (La Patinadora del Sol) donde es posible un incomprensible pacto entre el PSPV-PSOE de Paco Sanguino (independiente, no socialista, ex director del Teatro Principal) a quien el propio ex-alcalde Gabriel Echávarri correligionario de partido le ha llamado «mimo» y le acusa de no haber aprovechado el viento de cola de Pedro Sánchez en las generales, y Ciudadanos.
¿Quiénes son los PSPV-PSOE?
PSPV-PSOE son los del Partido Socialista del País Valenciano-PSOE, (el nombre de la federación del PSOE en la Comunidad Levantina), nacida de la confluencia de la federación valenciana del PSOE y la federación valenciana del PSPV el antiguo “Partit Socialista del País Valencià”, en 1978.
El pacto de Ciudadanos y PSPV aunque lo veo muy difícil, por ahora, pero no imposible, sobre todo cuando Pedro, el Cruel, grita en los sordos micrófonos de Europa «estabilidad de España» y le manda un mensaje, no cifrado, a Albert Rivera que hay que pensar en el bien de España. Cuando Ciudadanos rebaja las exigencias al oír a su secretario general de Villegas, especificar: «Sólo pactaremos con aquellos socialistas no relacionados con separatistas y populistas que, además, estén dispuestos a aplicar el artículo 155 en Cataluña». Lo cual supone empezar a suturar el roto «cordón sanitario» con grapas más que hilos absorbentes. Ahora el cordón se extiende un «poquito más a Vox» (que está coleteando en la rivera), que no se le puede negar la parte del postre que ha ganado, por legítimo derecho en las urnas: Europa, generales, autonómicas y municipales.
¿Y qué es este eufemismo del cordón sanitario?
No hay mejores poetas como los políticos para inventar eufemismos, con tal de no llamar a las cosas por su nombre, se inventaron lo de «cordón sanitario» como barrera para evitar una infección (metáfora de origen francés “Cordon sanitaire,” que se ha trasladado a una nueva acepción para excluir o vetar a un partido político), para evitar decir que se establecía un veto, es lo mismo que decir que el «lavabo del aseo se ha atascado». Parecer ser que ha finalizado el atasco del «cordón sanitario» de Ciudadanos a Pedro Sánchez, que es lo mismo que decir que son los fontaneros que van a desatasca los lavabos al futuro gobierno del PSOE. El término se ha usado en la política de Cataluña para excluir al PP del gobierno autonómico como si fueran unos apestosos. Y actualmente usado por Pedro Sánchez para el mismo fin, extendido al PP de Casado y Vox de Abascal (los llamados «ultras» en todos los medios de comunicación como una orden venida del Ministerio de la Desinformación).
La operación Ximo Puig en Alicante
Estos días surge como un río de lava candente la llamada «Operación Ximo Puig» en Alicante consistente en el cambio de cromos: Paco Sanguino se queda con la Diputación, y María del Carmen Sánchez de Ciudadanos con la Alcaldía de Alicante; es decir, con 5 concejales de Ciudadanos con el respaldo de los 9 del PSPV más 1 de Compromís, que se puede convertir en la naranja mecánica de la alcaldía de la Cara del Moro. Ahora estamos por ver qué le responden a Mari Carmen desde el Comité Nacional de Negociaciones de Pactos, que preside Inés Arrimadas, desde Madrid. Que, por el contrario, todo lo evidente, es siempre posible. Lo que no se ganó en las urnas (ahora no vale) se quiere ganar con los pactos donde la Ley es clara: «Si nadie obtiene los quince votos necesarios para la investidura gobierna la lista más votada se lleva la alcaldía”. Ximo Puig gobernó la Generalitat Levantina de la pasada legislatura con el Acuerdo del Botánico, entre PSPV, Compromís y Podemos. Ahora ¿cómo se va a llamar el Acuerdo de Alicante: El de la Santa Faz con milagro de la Lágrima, incluida?
Si Ximo Puig ganara la Diputación sería darles la llave del decreto del plurilingüismo, más la Ley de Mancomunidades que enmascara la comarcalización y elimina el concepto de provincia que frenó César Sánchez con recursos ante los Tribunales.
¿Fraude a la mayoría popular?
Estos asuntos del fraude a la voluntad popular, dice mi amigo Algazel que «son asuntos infantiles de pataleo», porque desde que desapareció el bipartidismo (balanza con dos brazos de poder), hemos de ser consecuentes con la realidad legal, que no democrática, que por otra parte –me insiste Algazel–, es bueno el sistema de la pluralidad de los partidos políticos, porque se auto-controlan más eficazmente, en ese mal pecado llamado «corrupción por el sistema de asignación directa». Serán más transparentes y democráticos, y nos hemos de acostumbrar a estos tipos de pactos diabólicos que, siendo poco éticos, son legales. ¿Quién le iba a decir a los de centro-derecha que Ciudadanos, con todo lo que «rajó» en campaña contra quien se sentó en la Moncloa por las ventana de una moción de censura, ahora puede derivar hacia la izquierda más independentistas, con tal de gobernar un poquito? (–Solo un poquito don Juan del alma mía, -según el Tenorio).
Cualquier pacto es posible. No debemos, tampoco olvidar que Luis Barcala fue alcalde por el voto en blanco de la concejala tránsfuga (ex de Guanyar) Nerea Belmonte. Esto también estuvo «contra natura urnera de 2015». ¿Fraude a la mayoría popular? El tripartito se descompuso solito por sus peleas internas.
La bronca de la derecha será terrible
No puedo usar la palabra «mujerzuela» porque es un despectivo de mujer pública (que no del partido, según el Quijote), y sería ofensivo para algunas, y para otros que defendemos la igualdad de género, que sería como ir contra la igualdad del léxico inclusivo; pero, sin embargo, amigo lectores, sí podré usar «hombrezuelo» despectivamente «palabro» como nuevo neologismo de hombre público-político-chaquetero, ya me entienden, ¿no?, para los que se bajan del pantalán (quise escribir de los pantalones, pero me he equivocado, perdón).
Pero si la llamada operación Ximo Puig o presunto Acuerdo de la Santa Faz saliera adelante, la bronca de la derecha del PP y Vox será tan monumental como la bronca al Faraón de Camas en la Maestranza de Sevilla por una mala tarde de Feria. Carlos Herrera le consoló a Curro diciéndole que el tendido se cabreó, no por la mala tarde, sino por lo que dejaron ver en el maestro. Así sería en la plaza de Alicante, cabreo y pañuelos por no poder ver la faena que podría hacer el abogado Luis Barcala.
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