Tasmania es una isla al sur de Australia, poca gente ha estado allí y son escasos sus pobladores y gente que viaja a ella. La vemos en los mapas, oímos cosas de Tasmania, pero no tenemos la certeza de su existencia a no ser que nos embarquemos y lleguemos a sus orillas y decidamos ir a conocerla allí donde está. Está lejos, es costoso, hay carencias, pero Tasmania compensa. Mucha gente vive en Asia o incluso en la cercana Australia, pero no en Tasmania y siempre son más que los que están en la isla con forma de fresa, hogar de diablos y de paisajes increíbles.
Esa metáfora sobre el amor es la mejor que he oído sobre si el amor verdadero existe, el amor de pareja. Eso que te pasa cuando eliges y es para siempre y que nadie puede cambiar ni discutir. Y lo cambias todo sin importar lo que dejes o lo que pierdas y comienzas algo ignorado con la ilusión navideña de un niño en pijama el día de reyes.
Seguro que es difícil la vida allí, muchas incomodidades, está lejos, puede ser inhóspita, solitaria, también salvaje, sorprendente. Es toda una aventura y es difícil llegar; pero existe y se puede vivir allí, aunque sea más fácil no ir o quedarse en otro lugar.
Puede ser para siempre o para una etapa de la vida. Irse de Tasmania puede ser doloroso pero es cierto que en otros lugares también se puede estar bien, disfrutar, vivir, crecer y, muchas veces, de forma más cómoda y plácida… pero no es estar en Tasmania.
Así que no todos tienen la experiencia de estar o haber estado allí. Pero existe.
El amor verdadero es una experiencia única que hay que buscar vivir y hacerlo sin olvidarnos de nosotros mismos, de que la convivencia no es un parque temático de felicidad y diversión sin fin y que la confianza, el amor y todo lo bonito de la vida se construye en cada momento y también en un momento se puede destruir.
Tasmania es una experiencia que se basa en que sea compartida, en que se viva a la vez, en la fuerza de no dudar, de construir juntos, de no fallar, de ser uno, de tener «chicle», de no necesitar nada más y de tener esa certeza de que, cuando estáis juntos, no podrías estar en mejor lugar ni con nadie mejor.
Tu entorno lo nota, lo sabe, te dicen cosas como «yo quiero que alguien me mire a mí como la miras tú». La descendencia de los tasmanos es siempre de personas guapas y queridas. Tasmania, la conozco, estuve allí, aunque no he ido nunca.
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