Fiel a su propio nombre, Tarde para la ira (Raúl Arévalo, 2016) ha llegado tarde a todo. En primer lugar a las salas, 9 años después de que la falta de financiación obligara a la productora de la película, Beatriz Bodegas, a hipotecar su casa. También ha llegado tarde a las taquillas, donde tras llevarse el Premio a la Mejor Película de la 31ª Edición de los Premios Goya (y tres Goyas más, de paso), se ha convertido en el nuevo éxito del cine español. Y ha llegado tarde al grueso de los espectadores, pues a diferencia del monstruo al que ha derrotado (sí, hablamos de Un monstruo viene a verme, vivan los juegos de palabras), no ha contado con una formidable campaña publicitaria detrás que la diera a conocer al público mayoritario, más allá de cinéfilos y culturetas.
Pero una vez que ha llegado al éxito (tarde, como no podía ser de otra manera), se ha convertido en el último pelotazo del cine español. ¿Y qué motivos tiene Tarde para la ira para acumular tanta loa y tanto premio? Concretamente 9, una por cada año que tardó en realizarse.
*Zona libre de spoilers*
1. Una trama turbia, turbia…pero turbia.
Sin duda, la gran baza de la película. Cuenta una historia de venganza sencilla, cruel y muy ibérica que simplifica al máximo las premisas del thriller norteamericano: aquí no hace falta un sofisticado plan de ataque, sólo paciencia y suficientes balas en la escopeta.
2. Órdago a lo grande
Como los personajes, Raúl Arévalo miente en la partida de mus. Envida que estamos ante un drama social protagonizado por un ex-preso en proceso de reinserción… Y se tira un órdago de campeonato: esto va de vengarse mucho y bien. Dramas sociales a Fernando León de Aranoa.
3. Mentiras y más mentiras
Y no solo el director miente: todos los personajes , desde el secundario más ruin hasta los protagonistas del cartel publicitario callan algún secreto inconfesable. Unos por vergüenza, otros para dejar atrás su pasado, y otros porque forma parte del plan. El resultado de tanta falacia es una película llena de giros argumentales -aproximadamente uno cada 20 minutos- y un Goya al mejor guión original.
4. Actuaciones pata negra
Cuando tus tres protagonistas son nominados a la categoría de Mejor Actor (Antonio de la Torre y Luis Callejo) y Mejor Actriz Revelación (Ruth Díaz), y tu secundario se lleva el premio de la categoría (Manolo Solo); es que hay un director que ha sabido exprimir al máximo el talento de unos actores sobradísimos de inspiración que bordan sus papeles.
5. Tarde para la ira… cañí
Decíamos antes que era una historia de venganza dura e ibérica. Y tal toque patrio aflora en esa estética cañí que tanto distingue a nuestro cine: el bar cutre de barrio, la camisa hortera y pasada de moda, el chándal espantoso que jamás nos pondríamos…Llevado al extremo por los responsables de vestuario y producción que consiguen hacer de los pueblos y extrarradios españoles un universo propio.
6. Antonio de la Torre y Luis Callejo
O lo que es lo mismo José y Curro, que se reparten el peso de la película alternando roles: el que al principio parece un conejillo indefenso ante un tigre feroz acaba invirtiendo los roles. Tal y como avisamos, no diremos quién es quién. Solo una pista: uno de ellos pasa de tener una mirada arrogante a otra de terror; la del otro permanece impasible todo el metraje.
7. Triana
Cocainómano, ruin, traidor y embustero son palabras que definen de forma al mejor personaje secundario de 2016: Triana, ex-socio de Curro, que con solo 7 minutos en pantalla roba todos los planos (normal, por otra parte, es un ladrón) de la pareja protagonista. Y todo gracias a su vocecilla arenosa de marcado acento andaluz y verbo incontenible.
8. Calidad técnica en una película artesanal
Grabada en un caro formato que solo podía revelarse en Rumanía (hacia donde volaba el metraje cada día), la película tiene una fotografía arenosa y un estilo de grabación cámara en mano que pese a su escaso presupuesto, le da un toque casero que casa a la perfección con la trama. Un toque que la coloca a la vanguardia técnica del cine español.
9. Ira y venganza
Y sí, tal y como promete el título hay ira…Mucha ira acumulada que pese a permanecer a duras penas contenida, acaba estallando de forma impredecible y violenta salpicando a todo bicho viviente. Una ira que invade una película con todas las papeletas para convertirse en un clásico del cine negro español.
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