Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Opinión

Somera nota reflexiva sobre la Sanidad actual española

Fotografía: Darko Stojanovic (Fuente: Pixabay).

Caro Ignoto /Querido desconocido:

…Y ya apreciado amigo, me ha parecido oportuno traer a colación nuevamente estas líneas, a tenor de las vivencias médico-sanitarias en todos los conceptos que estamos viviendo en España, y muy en especial, en estos últimos años y momentos.

Son ideas y conceptos que ya expresé en algunos escritos durante los años 1995-1998, en los que muy agradablemente y con plena dedicación tuve el honroso cargo de dirigir, gestionar y reestructurar y modificar, nuestra ahora, estructura e inmejorablemente intitulado “Hospital General Universitario de Alicante ‘Francisco Javier Balmis’”. 

Que la Sanidad española lleva varios años sumida en una profunda crisis, concretamente desde 1982, no es ningún secreto. La culpa podría achacarse a los problemas que padece la sanidad en todos los países desarrollados, a la crisis económica o al declive de lo que algunos han catalogado como modelos del —estado del bienestar—. Sin embargo, ni por entonces, ni incluso por ahora, la crisis no es tanto de funcionamiento —puesto que, con sus defectos, la Sanidad española se encuentra a un nivel homologable al de los países más desarrollados—, como de falta de definición y de ausencia de planteamientos a medio y largo plazo. Si todavía podemos estar ligeramente orgullosos de lo que se hace en Sanidad, se debe sin lugar a dudas a la sufrida clase sanitaria que, con verdadero estoicismo, principalmente los médicos, ha venido y viene soportando un sinfín de sinrazones que van desde el oprobio y minusvaloración de sus sueldos hasta la pérdida de valoración social que, por tradición, trabajo y estudios honrosos, se había ganado.  

Fotografía: Fernando Zhiminaicela (Fuente: Pixabay).

Que en la actualidad, esta Sanidad que se nos está administrando, es un extraño bodrio, híbrido y mal pergeñado, peor y autoritariamente dirigida, específicamente desde que la tuteló, dirigió y protegieron, principios organizativos total y completamente socialistas (Medicina socializada),  que no hay que hacer mucho esfuerzo para comprenderlo y demostrarlo, tan sólo con acudir a un centro de primaria, a una urgencia hospitalaria… y ya no digamos en una hospitalización… Podemos comprender la burocratización, la disciplina autoritaria, desde el más elemental personal vestido de blanco, que te atiende de inicio, con una autoridad y displicencia desmandada, hasta la última persona. que   te deberá atender en la penúltima ventanilla, con la que tendrás que cumplir, siempre y claro está, con tu volante en la mano, que será la que te tendrá que atender, —siempre, vuelvo a repetir—, con tu volante en la mano, te relegará, —y muy posiblemente, si tienes suerte— a “calendas ignotas, no grecas”, para tu consulta, análisis, exploraciones, etc., si no a otra ventanilla, por mucho que le digas que tu problema —tu médico ha dicho— que es de carácter urgente. El silencio será la mayoría de las veces la contestación de la persona que atiende la ventanilla…   ¡Salvo, de lo dicho hasta ahora, y aquí, —y valga, por mi parte y ahora— esta pequeña displicencia, de lo dicho y de todo ello…, honrosos centros y personas vocacionales que a tan honrosa profesión sanitaria, nos hemos dedicado, dejándonos inclusive retazos de nuestras vidas sociales, públicas y privadas por el amor a nuestra profesión y dedicación tan espléndida como es y ha sido el amor al prójimo-ciudadano enfermo!     

 ¿Por  qué  decimos, que esta SNE (Sanidad Nacional Española) es un extraño híbrido, de obligatoriedad institucionalizada, regida y dirigida gubernalmente y ya y peor aun autonómicamente con todos los desbarajustes que queramos añadir, sin respetar los más elementales principio de LIBERTAD, EQUIDAD, EFECTIVIDAD, EFICIENCIA Y EFICACIA, principios elementales de una buena asistencia sanitaria en libertad… y ya no digamos, para que se cumplan los principios éticos de BENEFICIENCIA, NO MALEFICENCIA,  AUTONOMIA  Y JUSTICIA?

Fotografía: Stefan Schranz (Fuente: Pixabay).

La Ley General de Sanidad de 1985, con todo su cúmulo de despropósitos, establecía, al menos en teoría, un marco de referencia del Sistema Nacional de Salud hacia el cual se suponía que debía avanzar el sistema sanitario de nuestro país. Sin embargo, la lentitud de su desarrollo y la falta de voluntad política y económica que han demostrado las administraciones públicas que se han ido sucediendo, han conducido a una situación en la que el sistema sanitario público actual, es un extraño híbrido, sin características definidas, que no ha hecho sino dificultar el funcionamiento de las estructuras sanitarias que hasta el citado año 1982 venían funcionando. Por otra parte, en estos últimos años se han producido posicionamientos, declaraciones y reorganizaciones en cada una de las distintas comunidades-nacionalidades que componen el Estado Español, que no han hecho sino ir aumentando el caos existente. (Toma caro ignoto, equidad, solidaridad, igualdad de todos los españoles ante la ley… y ya no hablemos de justicia en los poderes redistributivos…). Las prebendas, los puestos fantasmas, las colocaciones a dedo, la hipertrofia de los puestos administrativos, la burocratización de los servicios, las listas de espera o el proteccionismo descarado hacia ciertos individuos han hecho de los hospitales y de los centros de atención primaria núcleos de trabajo no sólo desagradables, sino muchas veces hasta insoportables. Si a ello añadimos el mangoneo de distintos sindicatos de todos conocidos que se han movido y se mueven por estos centros, con propósitos no siempre claros, habremos de concluir que el campo está abonado para que en estos centros se de de todo excepto buena medicina.

Fotografía: Sasin Tipchai (Fuente: Pixabay).

Estancamiento

Hace dos o tres años el Ministerio de Sanidad realizó unas declaraciones sobre la Sanidad mixta y también se publicaron las célebres recomendaciones de la llamada Comisión Abril; que se han convertido en los dos principales exponentes de esta ceremonia o síndrome de confusión, que, si bien en un principio parecía tener visos de renovación o de puesta a punto de ciertos compromisos reformistas, no hicieron sino ir enturbiando las aguas de la ya revuelta y mal pergeñada Sanidad Nacional. Aunque unos y otros, hasta el momento presente, se han caracterizado más por lo aparatoso de las propuestas que por las repercusiones reales de las mismas, no cabe duda de que, en ambos casos, la primera consecuencia ha sido la paralización de cualquier medida de reforma iniciada; el resultado final es un estancamiento de la situación.

Todo ello ha servido para que las directrices del Gobierno central y de las comunidades por ellos regidas hagan de la Sanidad Publica un coto cerrado y privado donde los criterios gerenciales —sincréticos, oscurantistas y autoritarios—, amparados por leyes y decretos de mayorías partidistas y no consensuadas, son los que priman. La aparición del miedo en los profesionales, como contrapunto al si no estás con nosotros, estás contra nosotros, y el ser relegados y menospreciados, porque no pueden o no han podido ser removidos de sus puestos, ganados la mayoría de las veces en buenas lides opositoras, han conformado situaciones de conflicto. Pensando en futuros cambios, creo que se han de imprimir a esta Sanidad sin rumbo unos criterios de valoración que yo resumiría en los siguientes puntos:

Fotografía: 1662222 (Fuente: Pixabay).

Sugerencia de algunas ideas para ser vividas y posiblemente e incluso respetadas a tenor de similitudes padecidas

  • 1.º Suficiencia económica para unas directrices concretas en el organigrama sanitario, repartido equitativa y solidariamente entre las distintas comunidades. Siempre que continuáramos en el estado español autonómico. En la actualidad, estamos muy por debajo en inversiones sanitarias respecto al PIB del que disfrutamos en comparación con la Unión Europea y, en especial, con Estados Unidos, que dedicaba en 1996 a la Sanidad el 12-16 por ciento de su PIB y pensaba destinar para el año 2000 del 16 al 20 por ciento. Es verdad que el sistema norteamericano dista mucho del español.
  • 2.º Reestructuración de toda la Sanidad por objetivos, concretando especificaciones que diriman hasta donde puede llegar la Sanidad pública y cómo se puede reestructurar una Sanidad privada de calidad, lo más equitativa y solidaria posible en franca competencia con la pública; sin olvidar, claro está, la existencia y crecimiento de un tercer sector, que habrá que ir teniendo en cuenta cada vez más: se trata de comportamientos no lucrativos y voluntarios en muchas de las actuaciones sociales de servicios, que ya, incluso están institucionalizadas en algunos países.
  • 3.º Incentivación y estímulo de los profesionales de la Sanidad, tratando de lograr un compromiso activo de los mismos con el sistema sanitario al que quieran dedicarse. Así mismo, participación —no marginación, como ocurre ahora en todas las esferas de la vida sanitaria, cada uno en el sitio o puesto que desempeñe, pero siempre con verdaderos criterios de responsabilidad, disciplina y trabajo.
  • 4.º Auditar, gestionar y racionalizar los recursos sanitarios actuales, ilusionando a los profesionales e involucrándolos y comprometiéndolos en el modelo que se elija, confiando en ellos y dándoles responsabilidades en los diseños programáticos, para los titulados superiores en sus funcionalidades de ASISTENCIA, DOCENCIA, INVESTIGACIÓN Y GESTIÓN.
  • 5.º Específico desarrollo de la atención primaria, pues es obvio que no se ha desarrollado en los últimos años ni en cantidad ni en calidad, como se prometió en las distintas campañas del Gobierno, de los unos, de los otros y de los de más allá.
  • 6.º Regular la medicina especializada y hospitalaria, haciéndola más efectiva y dinámica, desarrollando la libre elección de médico y hospital por parte de todos los ciudadanos, haciendo que cada uno de ellos sea portador de una tarjeta sanitaria individual con validez en toda España e, incluso, en aquellos países de la Unión Europea con los cuales tengamos compromisos sanitarios bilaterales.
Fotografía: Bethesda Naval Medical Center (Fuente: Pixabay).

(Senelogscriptos-A5M2L23)



              

Ángel Mota López

Licenciado en Medicina y Cirugía en 1969, por la Universidad de Valencia; diplomado en Sanidad Pública Nacional, Gerencia de Jefes de Servicio, Estudios Clínicos Controlados y RCP; titulado en Especialista en Medicina Interna y Especialista en Medicina Intensiva y Máster en Gestión y Dirección Hospitalaria.
He realizado docencia para posgraduados en la Unidad de Cuidados Intensivos entre 1982 y 1987 en el Hospital de Elche y en la facultad de Medicina de la Universidad de Alicante y he dirigido cursos de RCP y el I Curso de Medicina de Urgencias, entre otros. Además, he sido profesor del Máster de Urgencias de la Universidad de Alicante entre 1989 y 1992.
Fui jefe de sección de UCI en el Hospital General de Elche hasta 1993, año en que pasé a ser médico jefe de Servicio de UCI, siendo también miembro de la Junta Facultativa de dicho hospital y exdirector gerente-médico del Hospital General Universitario de Alicante y fundador de la Sociedad Medicina Intensiva del País Valenciano (SMI-PV).
Fui nombrado Hijo Predilecto de Pinarejo (Cuenca) en 1998 y Alicantino de Adopción en mayo de 2019. En junio de 2019, el Colegio de Médicos de Alicante me entregó un diploma conmemorativo por haber cumplido 50 años de profesión médica.

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