Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Sin recortes

Sobre las aplicaciones de comunicación y de trabajo en equipo

(Fuente: Freepik).

¿Formáis parte de algún grupo de WhatsApp o de otra aplicación de comunicación? Seguro que sí. ¿Os habéis arrepentido en alguna ocasión de formar parte? ¿Os han incluido sin vuestro consentimiento? Me temo que todos nos hemos visto en esta situación en algún momento. Aunque con alguna diferencia importante —por ejemplo, Telegram permite un número ilimitado de participantes frente a los 256 de WhatsApp—, la diversidad de aplicaciones que pueden fomentar la comunicación y el trabajo en equipo no para de crecer. Desde Noysi, Teams, Slack, Trello, MindMeister, Asana, Kapost, a las más populares como WhatsApp y Telegram, todas tienen en común el objetivo de compartir en grupo contenidos de texto, audiovisual y otros. Son aquello que se llaman aplicaciones colaborativas en red.

Frente a su participación, la Agencia Española de Protección de Datos alertó en el 2018 sobre la infracción grave que representa el hecho de incluir en un grupo de WhatsApp a un usuario sin su consentimiento. Se entiende que se vulnera el derecho a la privacidad y, en caso de haberse aportado más datos, por la revelación de datos personales. La resolución aclara que no afecta a las personas que agreguen a sus familiares y amigos en un grupo. La conclusión de la medida no puede ser más clara: no es conveniente crear estos grupos salvo que se cuente con el consentimiento expreso de sus miembros para la finalidad que persiga el grupo. Hay que ser precavido con la información personal que se comparta, por lo que se necesitaría elaborar un documento de recogida del consentimiento.

Así, ahora que empieza el curso, muchas madres y padres se encuentran, sin esperarlo, en el grupo del colegio de sus hijos e hijas. He escuchado con asentimiento y resignación comentarios como “mi hijo no me cuenta nada del colegio, gracias a este grupo me entero de todo”, cuando en realidad se percibe una invasión continuada de la intimidad, con comentarios incesantes fuera del interés en muchas ocasiones de los progenitores. ¿Cuántos padres y madres mantienen su pertenencia al grupo pensando que si no están “perjudico a mi hijo”? Como en otro tipo de grupos o de aplicaciones de comunicación, las palabras (o los audios) quedan escritas y permanecen en el tiempo. Se extiende la rumorología y los comentarios subjetivos no contrastados sobre un docente o un equipo directivo, incluso sobre un alumno, con lo cual no facilitamos el libre desarrollo del proceso educativo de nuestros hijos.

El problema de la participación en grupos de estas características es el carácter impulsivo de algunos miembros. Sin apenas reflexión, se hace uso de la palabra libremente, con lo cual podemos desviar la atención o elaborar comentarios que con posterioridad no compartimos. Del mismo modo, otro de los peligros de la pertenencia a grupos muy activos es la continua llegada de avisos —si no desactivamos esta función— que nos llega. Algunos comentarios pueden realizarse incluso en horarios poco habituales que pueden perturbar nuestro descanso.

(Fuente: Freepik).

La parte positiva de formar parte de estas comunidades es evidente. Tenemos una comunicación inmediata con un colectivo de personas importante: ahorramos tiempo en dar a conocer una opinión. Del mismo modo, mantenemos una conexión con amigos, familiares o compañeros de trabajo que, de otra manera, puede irse diluyendo con el tiempo. Se facilita así la planificación y organización de eventos, reuniones o actividades con un grupo grande de personas con el que se comparte información específica sobre una materia. Tenemos de esta manera una actualización de noticias relevantes para el grupo en el que nos encontramos.

El efecto contrario aparece cuando se utiliza erróneamente el grupo. Se aportan datos no relevantes para la comunidad o se utiliza como herramienta de juego o de tiempo libre, compartiendo contenidos de poco interés general o planteando temas particulares que se elevan a categoría de colectivo. Una acción que se incrementa cuando nace el conflicto entre alguna de las partes de la comunidad, de manera que se hace público un tema privado que no debería interesar al resto. Descalificaciones directas, medias verdades o comentarios irónicos que ensucian el objetivo inicial del grupo creado. Los seres humanos tenemos la tendencia malévola de hacer públicos conflictos privados buscando un falso apoyo emocional o una cierta validación o empatía del resto hacia nuestro punto de vista. Todo ello sin que los participantes puedan tener la información necesaria sobre el conflicto o que se encuentren inmersos en un debate que no les atañe. Cierto es que, en algunas ocasiones, por equivocación, algunos participantes han compartido un comentario que debían haberlo transmitido por una conversación privada. Perdemos el origen real del grupo creado y lo aprovechamos para mostrar nuestra indignación en otro tema que no debería interesar al resto.

Así, los principales detractores de la existencia de estos grupos resaltan sus principales problemas: notificaciones constantes, falta de privacidad, contenido no deseado, discusiones y conflictos, difusión de información errónea, problemas de organización, distracción y consumo de datos y espacio de almacenamiento. Siempre tenemos la opción de salirnos, de dejar de formar parte, pero este punto puede llegar a ser incómodo o desagradable si no deseas seguir participando en las conversaciones. En algunas ocasiones, incluso habiendo consentido tu presencia inicial en él, el abandono puede tener múltiples interpretaciones que frenan nuestra decisión. Como en otras ocasiones, frente al uso de nuevas aplicaciones tecnológicas, el problema no es su existencia en sí, sino la utilización inadecuada de estas. Aprendamos a respetar la privacidad de cada uno y a recordar, en cada entrada que incorporemos, cuál era el objetivo inicial del grupo creado. Sin ello estaremos perdiendo una opción interesante para el trabajo colaborativo y la comunicación entre personas.

Carles Cortés

Catedrático de universidad y escritor.

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