Caro Ignoto: Querido desconocido
En estos tiempos tan aciagos por los que estamos trascurriendo de pandemia, de restricciones de toda índole, específicamente familiares, sociales de comunidad, de vecindad y ya no digamos de mantenimiento de amistades, por aquello de las contaminaciones y otras y demás zarandajas doctrinales, bueno es, que algunos recordemos, junto con otros pensadores y escritores actuales, que nos lo vienen diciendo desde la antigüedad, lo que pensamos, “es”, debe, o debiera ser, la verdadera y REAL AMISTAD.
“La amistad es uno de los sabores más puros y sublimes que existen. Es un concepto enorme, maravilloso y tan difícil de abordar, que nos cuesta hacerlo con unas pocas palabras. Ese es el gran valor, tan esencial para vivir, y su grandeza está en dar sin pensar en recibir”.
Así que estas palabras son para ti, QUERIDO DESCONOCIDO.
Ya sabes o debes saber y comprender que no puedo darte soluciones para todos los problemas de la vida, ni tengo respuestas para tus dudas o temores, pero, eso sí, puedo escucharte y compartirlo contigo.
Que, y por supuesto, no puedo cambiar tu pasado ni tu futuro, pero cuando me necesites, estaré junto a ti.
Que no puedo evitar que tropieces, solamente puedo ofrecerte mi mano, mis experiencias y mis consejos, para que te sujetes y no caigas.
Tus alegrías, tus triunfos y tus éxitos no son míos, pero disfrutaré sinceramente cuando te los den, y yo te vea feliz.
No juzgaré las decisiones que tomes en la vida, me limitaré a apoyarte, a estimularte y a ayudarte si me lo pides.
No puedo evitar tus sufrimientos, cuando alguna pena te parta el corazón, pero puedo llorar contigo y recoger los pedazos para armarlos de nuevo.
No puedo decirte quien eres ni quien deberías ser, solamente puedo quererte como eres y ser tu amigo.
En estos días de inicio del descanso veraniego, me puse a recordar a todas mis amistades y soy una persona feliz. Tengo amigos en los que veo el brillo en sus ojos, la sonrisa espontánea, y la alegría que sienten al verme, y yo también siento paz y alegría cuando los veo, y cuando hablamos, sea en la alegría, o sea en la serenidad, disfrutamos de lo que nos contamos o decimos.
Ya sabes o debes saber, caro ignoto, por lo que te llevo dicho sobre la amistad en estos escritos, los amigos son esa familia que elegimos para recorrer el camino de la vida. Tengo amistades fugaces, amistades de la infancia, amistades para toda la vida. Y entre todos ellos, un buen día apareciste tú.
No estás arriba, ni abajo, ni en el medio, ni encabezas, ni concluyes la lista. No eres el número uno, ni el número final. Lo que sé es que te destacabas por alguna cualidad que transmitías, porque todos somos especiales. Y tampoco tengo la pretensión de ser el primero, el segundo o el tercero en tu lista. Basta que me quieras como amigo, porque en mí siempre encontrarás la amistad.
Igualmente y a propósito de todo lo que llevamos dicho sobre la amistad, también he de decirte que he tenido por amigos a lo largo de mi vida, a muchos, a los cuales atendí, aconsejé, ayudé, y que en ningún momento recibí de ellos la más mínima consideración ni incluso el más mínimo agradecimiento, y que sin embargo, los sigo considerando como amigos.
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Original y hermoso, además de discutible, lo que dices y lo que transmites. Acaso atisbo rasgos de amor cristiano junto al puramente (y también maravilloso) amor humano. Un cordial y amistoso saludo.