Mis apreciados lectores saben (porque los sufren) que mis artículos suelen estar bastante alejados de la rabiosa actualidad. No es que no me interese, muy al contrario, soy ávido devorador de noticias, por todos los canales, los modernos y los “clásicos», de todos los «palos» y desde muy jovencito. Pero suelo pensar que no tengo mucho que aportar porque, a veces, me invade la impresión de hacer un refrito de cosas escuchadas allí, leídas acá o vistas por los diferentes medios porque, obviamente, no tengo fuentes propias puesto que mi profesión es otra. Aunque sí me formo opinión y algo se desliza en mis escritos.
Y ahí voy. Mi profesión está muy relacionada con el diseño, fabricación y montaje de fachadas ligeras, muros cortina y carpintería de aluminio y, entre las muchas familias de productos que trabajamos, está también alguno de los que componían el edificio incendiado en Valencia (y el de casi todos) que se ha cobrado diez vidas y un montón de familias que se han visto, en horas, literalmente en la calle y con lo puesto.
Me van a permitir que sea un poco intimista en este texto no sin antes mostrar mi pésame a las familias de las víctimas mortales y mi solidaridad con todos los demás afectados.
Cabe señalar en este punto que, si alguien espera de este escrito una explicación sobre las causas del siniestro, no la va a encontrar porque no está ni en mi intención ni en mi posibilidad. Sería una elucubración más.
Un par de cuestiones previas más. Decía al principio que no escribía sobre actualidad y, obviamente, hoy será una excepción. La otra va referida a esta casa. Desde que colaboro en la Hoja del Lunes de Alicante no he tenido nunca la más mínima indicación sobre cuándo o de qué escribir. No se ha vetado, ni tocado una coma, de ninguno de los artículos que he ido enviando en una muestra de libertad prístina, aunque no vayan alardeando de ello cada diez minutos. Lo que sí es ajeno a mí son las ilustraciones que con la maestría propia de los profesionales de la casa amenizan mis artículos.
Digo esto porque la otra excepción es que, dada mi profesión, me comentaron la posibilidad de escribir sobre el tema del incendio de El Campanar para nuestros lectores. No me puedo (ni debo) negar. Se ha dicho tanto disparate por demasiada gente que, ante un micrófono, se ha puesto a opinar sin conocimiento, sin información… o sin ambos, que entiendo que, aun siendo parte (que lo soy), puedo intentar ayudar a centrar las cosas.
Una última excepción también es que he rogado a la dirección que no se ilustre este texto con imágenes catastróficas. Mi deseo es que sea lo más constructivo y esperanzador posible porque creo que, sinceramente, y desde el cierto conocimiento que varias décadas de actividad en el sector me hayan podido conferir, hay motivos. Y muchos.
El pasado jueves 22 de febrero llego a casa ya anochecido y una proveedora y amiga con la que estaba comentando por teléfono algunos aspectos técnicos, precisamente desde Valencia, me dice: «¿Estás viendo la tele?”. “No, —le digo—, apenas acabo de abrir la puerta”. “Hay un incendio pavoroso y está en todas las cadenas”, me confirma.
Y así empieza mi conocimiento del incendio. Como todo el mundo, y en nuestro caso por razones obvias, una búsqueda ya incesante de algo de información sobre causas y, sobre todo, el alcance del siniestro. Sorprendido, eso sí, de que, ya muy avanzado el siniestro, no se reportaban víctimas, ni siquiera heridos graves (luego se confirmaron 10 muertes).
La atención de las cámaras estaba centrada en el rescate de una pareja que demostraron un temple y disciplina extraordinarios (que quizás les salvó la vida) junto al trabajo HERÓICO de los equipos de bomberos desde las «cestas» de los elevadores a una altura enorme (créanme que estar ahí no es lo cómodo que desde abajo parece). Y con semejantes rachas de viento, la temperatura que debería haber y lenguas de fuego de metros amenazantes por doquier que, en cualquier momento se les podrían haber revuelto (de hecho, la mayoría y más graves de los heridos han sido bomberos), lograron extraer a aquella pareja del mismísimo infierno en que se convirtió aquello.
Construido en 2008 que, en términos de arquitectura, podríamos hablar de edificio relativamente «joven». Sus promotores blasonaban de altas calidades y soluciones modernas, con especial referencia a las fachadas. Desconozco las calidades del edificio, pero sí creo conocer la fachada que definían en su documentación comercial como «fachada moderna tipo Alucobond», mencionando una marca que nada tuvo que ver con el edificio.
Ahora entraremos en calidades, pero estos materiales que se deberían nombrar como «composites de aluminio» se fabrican desde hace más de 50 años, o sea que la modernidad la debemos entender más por el diseño que permiten estos materiales que por el producto en sí, con una dilatadísima experiencia en todo el mundo, DÉCADAS antes de la fecha de construcción del edificio siniestrado.
El otro «culpable» (sin sentencia) es el poliuretano en base a distintos técnicos que, hablando de oídas, han mencionado este producto. Nosotros no instalamos los aislamientos, pero parece haber quedado demostrado que no se utilizó poliuretano como tampoco se utilizó Alucobond. Tanto la Asociación de la Industria del Poliuretano como 3A Composites, fabricante de Alucobond, han emitido sendos comunicados exponiendo tanto la calidad y comportamiento de sus productos ante el fuego como su nula intervención en el edificio siniestrado. Poca repercusión he visto, salvo en círculos profesionales, pero en todo caso, absolutamente incomparable con el «ruido» mediático donde se les vilipendiaba sin mesura.
Por mi relación con el sector conozco perfectamente el desempeño de la marca Alucobond. Su mención constante se debe a que inventaron el composite de aluminio, aunque después muchos, muchísimos otros, han fabricado productos similares. Pero no sólo lo inventaron, son, de largo, los líderes en el desarrollo de la creación de toda una familia con varias clases de «núcleos» (sí, ese relleno normalmente de 3 mm entre las dos láminas de aluminio), y los hay para todos los usos, no sólo arquitectónicos. Buena parte de los rótulos, mamparas, separadores en barcos, aviones y trenes, lejas de mobiliarios y un largo etc. equipan estos “composites” de aluminio porque sus virtudes han demostrado ser muy superiores a sus limitaciones.
Hace muchos años que desarrollaron núcleos basados en resinas minerales hasta con clasificaciones al fuego casi equiparables a una piedra (concretamente A2) y hace ya bastantes años que dejaron de fabricar los de polietileno de las primeras generaciones. Todo esto tiene un precio y se lleva muy mal con los extremadamente apretados presupuestos que se barajan.
Las demás marcas han ido, afortunadamente, siguiendo ese camino, pero incluso en la actualidad (no sé si ahora porque nosotros no los empleamos desde hace años también), es posible comprarlos e instalar composites con núcleo de polietileno legalmente en determinadas condiciones.
Nosotros instalamos varias marcas, todas ellas con núcleos “minerales”, pero pienso que es de justicia aclarar las cosas cuando se ha mencionado, asimilándola con el incendio, precisamente la marca que más ha hecho por prevenirlos.
Además de imputaciones erróneas de marcas y productos se han dicho y escrito tonterías palmarias, desde decir que el aluminio funde a 200º hasta confundir poliuretanos, polietilenos, poliestirenos. Que no tenemos que ser químicos, pero lo decían “técnicos” con la sobreimpresión de “expertos”. Queda uno mucho mejor diciendo simplemente lo que sabe porque te pueden pintar la cara, máxime con víctimas mortales y dramas familiares absolutos.
Como todo en la historia de la humanidad y, por desgracia, son los accidentes, los siniestros, las catástrofes las que, muchas veces, nos hacen avanzar. Los protocolos de aviación se afinan casi cada día; los coches y carreteras poco tienen que ver con los de mi niñez; las técnicas de construcción en general van recogiendo la experiencia acumulada y en materia antiincendios (vieja conocida de la historia de la construcción) pasa exactamente lo mismo.
No pretendo exonerar de responsabilidad a nada ni a nadie, ni culpar, ni mucho menos juzgar como decía al principio. Hay una investigación en marcha con expertos “de los de verdad” que propondrán explicaciones sobre el origen y, sobre todo, la rapidísima propagación del fuego.
El incendio de la torre Grenfell de Londres en 2017 tuvo como consecuencia el fuerte endurecimiento de la normativa en cuanto a los materiales a utilizar en fachada. En España entró en vigor, creo, en el 2020 aunque, como decía, tanto nosotros como la mayoría de los instaladores medianamente informados hace muchos más años que todo lo que montamos supera en varios niveles lo exigido en esta última norma.
No me cabe duda de que esta enorme desgracia supondrá, y pienso que afortunadamente, una nueva vuelta de tuerca en cuanto a materiales, sistemas de instalación, sistemas de aviso, exigencias de mantenimiento y todo lo que se pueda exigir en una fachada que tenga incidencia en la propagación cuando se saquen conclusiones firmes de la investigación.
Pero tampoco nos podemos engañar; incendios ha habido y habrá porque, entre otras circunstancias, la mayoría de nuestros edificios tienen, lógicamente, muchos años, no son un teléfono móvil, y fueron construidos según las normativas de sus tiempos para durar. Claro que se van adaptando en lo posible, pero la técnica avanza sin parar.
Desde el incendio de la torre Grenfell, que seguí con bastante atención, siempre me quedó una sensación de indefensión. Ese edificio recién reformado, ardió rápidamente porque, según se dijo y tiene sentido, ninguno de los elementos de su fachada pasaría el menor “filtro” actual, tanto en su envolvente última como en los aislantes que se colocaron dentro de la cámara ventilada (cosa que no ocurrió en Valencia, donde el aislante era una magnifica “lana de roca”, en principio, completamente incombustible). Pero todos recordamos la torre Windsor de Madrid. Allí los elementos eran vidrio, acero, aluminio y hormigón. Todos ellos incombustibles, pero el edificio ardió completamente en horas también, cierto que, como en Valencia, hubo un viento intenso, desconozco si tanto.
Voy acabando, que ya está bien. El riesgo siempre está presente y debemos hacer todo lo posible, especialmente los que tenemos relación con la construcción, para minimizar las opciones de producción y propagación del fuego.
Mi única experiencia personal (en 40 años) con un incendio relacionado con una fachada de composite se dio en una institución oficial con muchos miles de metros cuadrados de material. No lo montamos nosotros, pero sí lo reparamos tras el incendio. El fuego afectó sólo a una de las decenas de fachadas del edificio y ahí quedó la cosa. No digo que sea extrapolable porque no lo es, pero, es que es afortunadamente, mi única experiencia personal. La calidad media total de los componentes era inferior, en mi opinión, a lo que he podido ver en Valencia.
Y, por último…. la esperanza, no sé si tranquilidad. Desde que existen los composites de aluminio se han fabricado e instalado que yo tenga constancia, muchos cientos de millones de metros cuadrados, probablemente miles de millones. Y muy buena parte de ellos con el núcleo de polietileno como el del edificio que ha ardido y como la envolvente de nuestra empresa que se hizo hace más de veinte años.
No creo que nadie tenga evidencia de una sucesión de calamidades porque, simplemente, no las ha habido. Y no las habrá. Todo lo nuevo se monta con mejores materiales, aunque el Windsor nos enseña que no son sólo los materiales. Lo anterior se podrá ir cambiando si así se decide. La historia de casi 60 años nos invita a ser optimistas, siendo conscientes que la mejora debe ser continua y que debemos recoger tras homenajear y ayudar a las víctimas las debidas enseñanzas.
Excelente y oportunísimo artículo, que manifiesta tu profesionalidad y confirma tu impecable pluma. Un saludo cordial.
Enhorabuena por la asepsia de tu exposición. Como profesional del ramo podrías haber tenido la tentación de, como se dice, arrimar el ascua a tu sardina. No lo has hecho y te felicito por ello. Echo de menos tu rigor expositivo en muchas de las tertulias opinativas que se han montado.
Excelente articulo.
Me permito añadir un pequeño comentario sobre la torre Windsor: Hay ensayos al fuego a gran escala comparando fachada ventilada de aluminio de 2mm(A1) Vs fachada ventilada de Composite A2 con resultados sorprendentes. El composite A2 consigue aguantar mejor al fuego debido a que el hidróxido de magnesio de su núcleo al aumentar en temperatura se convierte en una especie de liquido que contribuye a apagar el fuego ligeramente.