Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

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Código de Hammurabi. Fotografía de Mbtz (Fuente: Wikimedia).

O maquíllate conmigo mientras comentamos sobre listas

Una forma de comunicación usada desde el principio de los tiempos, para ejemplos, el Código de Hammurabi inscrito en una piedra alrededor del 1700 a.C. (Mesopotamia) y aunque no fue el primero, sí resultó ser el más ordenado o con mayor claridad sobre el que le antecedía, el de Ur-Nammu que data del 2047-2030 a.C. realizado durante su reinado en la ciudad de Ur. Mediante la enumeración/relación de delitos y penas se regulaban las civilizaciones. Con estos códigos, a diferencia del ojo por ojo, literal, de muchas leyes babilónicas posteriores, la comisión de los delitos conllevaba una compensación monetaria. La reparación es un derecho reconocido a las víctimas desde que el mundo es mundo y así me viene a la cabeza ETA y, cómo no, el plato de lentejas.

Las Tablas de la Ley que recogen los mandamientos también constituye una lista, no de lo más antiguo, por supuesto, sino una lista que, si se cumpliera a rajatabla, mejor nos iría a todos.

No es como dirían, dirán o dicen quienes no creen en Dios, una declaración de la norma universal y atemporal del Padre Todopoderoso sobre el bien y el mal. No, ya que ponen de relieve los deberes esenciales y, por tanto, los derechos fundamentales inherentes a la naturaleza humana, son una expresión de la “ley natural” para regular el comportamiento social.

Las listas importan, no porque sean un reclamo turístico, cultural o musical sino porque también facilitan la gestión y la organización de tareas, para una boda o para dirigir un país, en positivo Eisenhower y en negativo todos los dictadores del planeta.

Muy de moda está la matriz de Eisenhower para organizar tareas según su urgencia e importancia y permite priorizar el trabajo. Esta división fue empleada por primera vez en un discurso en 1954 del propio presidente en el que dijo: “Tengo dos tipos de problemas, los urgentes y los importantes. Los urgentes no son importantes, y los importantes nunca son urgentes”. Palabras que utilizó el autor de Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, para desarrollar la herramienta de gestión.

Las listas siempre han desempañado un papel significativo, desde inventarios y meticulosas agendas de organizaciones revolucionarias hasta las infames hechas por las SS durante la Segunda Guerra Mundial. No solo esas fueron deplorables, también existieron otras en todas las guerras, incluida la nuestra, y han sido herramientas poderosas para estructurar, planificar y en algunos casos para perpetrar auténticas atrocidades y, si me apuran, hasta para gestionar la lista de la compra que, a veces, particularmente hago para después, absolutamente siempre, dejármela sobre la mesa, pero sirve porque me ayuda a olvidar menos cosas. Sirve, sí, porque todo en la vida sirve, aunque no se sepa por el momento para qué.

Son muchas las listas de las que no queremos acordarnos como las de líder de la Revolución Rusa de 1917, conocido por su enfoque meticuloso y organizado, cuyas listas eran fundamentales para la planificación de la insurrección bolchevique y la posterior consolidación del poder soviético. No solo abarcaban aspectos políticos y militares, sino también cuestiones económicas y sociales.  Estableció, ayudado por ellas, planes para la redistribución de tierras, la nacionalización de la industria y la creación de un nuevo orden social. La meticulosa planificación listada por Lenin sentó las bases para la trasformación radical del país y el ascenso del comunismo.

Las listas subrayan la importancia de la organización en la consecución de objetivos, lugares para visitar tratando de conocer un sitio, restaurantes para determinados gustos y bolsillos, metas alcanzables y escalables para motivar al personal.

No es fácil hacer listas y menos si uno se lo toma en serio, no como aquellos reclamos en plan “Cosas para hacer antes de morir”, donde uno se encuentra actividades como “vivir el día de los muertos mexicano” (será para ir ambientando) o “cruzar un país en bicicleta”. En fin, cosas que me obligan a poner el modo avión.

Antes de morir, justo antes de morir, yo creo que de lo que se trata es de morir en paz. ¿Qué piensan Uds.?

Amelia Fernández-Pacheco

Consultora en Propiedad Intelectual.

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