Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Palabreando

Servicio intécnico

Ansioso estoy de que llegue diciembre para ver los catálogos de Navidad de 2024. Es que como estamos a noviembre, ya han salido todos los catálogos de juguetes para Reyes de este año. Perdón, Papá Noel; quizá ahora también Mamá Noel, por no andar rozando el sexismo, pero bueno quizá también Noche de Reinas. Pero que hay catálogos más gordos que cualquier libro de texto de los alumnos de cualquier colegio. Me atrevería incluso a decir que más incluso que algunos libros de universidad. Estos sí, gratuitos. De hecho, hasta se reparten en las entradas de los coles y claro, luego entran y la competencia es desleal, la batalla para los profes está perdida entre explicar el sustantivo y dudar entre el Gusyluz de Batman o de Superman. No hay competencia, el de Batman claro. A quién le importa el sustantivo.

Que digo que si los pedazos de catálogos son gratuitos que las editoriales contraten publi, que las metan en sus libros y que recogeremos los libros de texto en los lineales de los grandes almacenes pasando de la xarxa de llibres. Que se invierte más en “publi” que en cultura y desde aquí hago un llamamiento: Barcala, patinetes para la tercera edad.

Y es que todo se junta y es un estrés, de golpe el “jalogüïn”, el “blacfraidei”, el anticiparse al “blacfraidei” que ya te genera ansiedad, que si ya hay ofertazas ese día es que ya las hay antes, pero como no has salido del impacto de las chuches del “jalogüín” y ya te están avasallando con los catálogos y turrones de Navidad pues como que entras en un bucle de consumismo que realmente te paras un momento y piensas: Coño, ¿y nosotros solo tenemos las rebajas?

No puede, ni debe ser. No podemos ir detrás de todo ese rollo de palabras inglesas que son para aparentar ahorrar una pasta gansa Gior (Esto es una broma para los de mi generación como el Calimero, el Orzowei y el un globo, dos globos, tres globos… Ahí no había YouTube).

Anuncio de detergente Gior «Con un poco de pasta, basta»

No tenemos ni un puñetero día de esos que molan que lo regalan todo. Jo, si estamos regalando autonomías, derechos, servicios sociales y un montón de cosas de, al parecer, segunda necesidad, no somos capaces de crear al mismo tiempo un día del español rollo “Día del secretario, perro piloto, muñeca chochona, lo estamos dando, lo estamos regalando, nos lo están quitando de las manos”. Que también está el Single Day para los y las que no tienen pareja pero gastan como que ya tienen algo. Pero que tanto adelantarse a todo entonces, para qué están los días concretos.

Me llama el del seguro de casa por un accidente doméstico y me dice que quedamos a las 8.30, pero que vaya más pronto que llegará antes. Entonces, por qué no me dice que quedamos a las 8.20. El mundo al revés o el conejo de Alicia está en el mundo real y no precisamente en el de las maravillas.

Pero es que esto de los seguros es de lo que no hay. Por cierto, no existe ningún seguro’s day, pero cómo lo va a haber si eso es la trampa de las trampas, que te llaman para darte de alta pero cuando los buscas para darte de baja no existen.

No lo vas a conseguir. Es como las compañías telefónicas, que te llaman a cualquier hora del día, de hecho no sé qué rollo deben llevar con tus datos que siempre que te conectas a internet desde un ordenador fijo, o enchufas la tele, aunque seas de otra compañía, te llaman, como diciendo: está en casa y lo puedes pillar. Te tenemos controlado.

Habría que investigar el modus operandi de estas compañías que te llaman hasta de noche, a la hora de la siesta porque presuponen que estás en casa y a por ti van. Pero que el problema es que caen en su propia trampa, trampa´s day, que si fuera tan sencillo entrar como salir de la compañía, pues a lo mejor hasta la peña probaría, pero como son tan sumamente pesados pues los evitas más que a los pobre chicos y chicas que te esperan en cada esquina de las calles de Alicante, que ya no sé de qué grupo de ONG son porque los hay a patadas y todos con su chaleco. Pero que no se puede asaltar cada tres metros vendiendo una moto. Que sí, que están cumpliendo con su trabajo pero dispersaos, separaos, que no os juntéis en quince metros que si le atiendes a uno, luego no puedes atender al otro y cruzar Maissonnave de una punta a otra te puede llevar media vida, siempre dando la misma explicación o excusa. Que no me importa pararme en los puestos de castañas calientes, que estos tan solo me venden calor, alimento y algo de conversación amigable. Además, que el otro día vi a uno de estos chicos cogiendo del brazo a una mujer para que se detuviera a escucharlo. Hasta la mujer se ofendió, con razón.

Castañas asadas. Fotografía de Ángel Abril Ruiz (Fuente: Wikimedia).

Que nooooo, que no es esa la actitud, que no seas cansino, que muchas veces la peña se para por educación, sobre todo las personas mayores, pero que la gente no tiene la capacidad económica para gestionar todo lo que supuestamente se vende (en el fondo es una venta a largo plazo, aunque esté camuflada de ayuda o de lo que sea) y tampoco sabe exactamente a nivel legal qué está firmando y a dónde va su dinero, que uno ya es viejo y sabe muchas cosas que mejor no contar. Que nunca te paran para ayudarte a ti, para ofrecerte que te van a pagar la comida de un mes. Que a lo mejor pasan delante de los más necesitados que viven en la calle, sin pan ni agua, pero a ellos no les ofrecen ayuda, porque en su catálogo de venta no aparece esa necesidad, que se ayuda al necesitado que yo elijo para necesitar.

Y siguiendo con los catálogos y con las ventas, pues que uno se compra un electrodoméstico en cualquier centro comercial y al final, sin distinción, todos son iguales, son rollo mercadillo cuando ya has soltado la pasta. Te compras un electrodoméstico y pagas lo que te piden. Que te hacen la ola de todos los mares posibles, pero bueno mientras sepas surfear. Hasta ahí, perfecto, tú has elegido abonar lo que el establecimiento establece, entras al juego del toma y daca, perfecto. Porque esa tele que estaba a un precio de normal, en el Black Friday estaba más rebajado, pero si me adelanto al Black Friday, aún me cuesta menos que en el Black Friday. Pero si ya me apunto al Single Day casi me estás pagando porque me lo lleve, séllame la garantía hasta en el ticket regalo (recibo regalo en castizo) no sea cosa que se me estropee el asunto y tenga que volver, no lo quiera Dios, y entre en el momento del terrible “servicio técnico”, para mí sin duda alguna, “servicio intécnico”. O, en otras palabras: “soy profesional a tu servicio hasta que sale el ticket de compra /recibo, pasa la brasa, yo ya voy a cobrar mi comisión por la venta, tú ya te apañas con lo que te venga, hay que saber perder.”

Nunca entenderé que me gaste la pasta en un establecimiento, el que sea, me enchufen con el culo gordo que la compra tiene garantía de dos años o de por vida, que te colmen de honores, de parabienes, de bueno se ha llevado lo mejor de lo mejor y eso de estar pagando durante cuatro años no es nada porque no se va a arrepentir de la compra, que los dioses del Olimpo habrían coincidido con usted en la compra de esa maravillosa cafetera que hace un café que te va a llevar al séptimo cielo y, vaya, que el cacharro se estropea y mire, lo siento que ha de llamar al servicio técnico. ¿Cómo? ¡Que he de llamar al servicio técnico! Perdone, yo se lo he comprado a usted, se ha roto en su promesa de felicidad eterna, esa de los dioses del Olimpo que me llevaba la joya que voy a estar pagando yo, quizá debiera llamar usted al servicio técnico o ya lo pagamos a medias, puesto que va a cobrar también por esa tele que se ven, según la propaganda y su servicio de publicista vendedor, hasta los alienígenas en 4K. Pues no.

Cafetera. Fotografía de Frank C. Muller (Fuente: Wikimedia).

Te abandonan al mundo del servicio intécnico porque una vez pagado, y en garantía, entras en el purgatorio del tome este teléfono y ya les llama, y nadie te lo arregla en un lugar o día concreto, es: “mande esa cafetera de los dioses del Olimpo a esta dirección, por supuesto pague los gastos de envío si es necesario y ya le avisaremos cuando esté lista pero que seguramente tendrá que pedir cita previa porque, aunque ya no hay alerta Covid, nos ha venido muy bien eso de tener a la peña fuera de los establecimientos y así poder trabajar con más espacio y al ritmo que nadie nos ve y con cualquier excusa de mantenerlo lejos en el tiempo y en el espacio”.

Que, digo yo, no sería más sencillo como está en garantía me la cambia por una nueva y ya la estupenda cafetera de los dioses del Olimpo la devuelve por defectuosa a la marca en concreto que le ha servido esas doscientas mil cafeteras de los dioses del Olimpo que tiene en el almacén apiladas al lado del microondas que, a buen seguro, también calienta como le gustaría a los dioses del Olimpo.

Que en el fondo es una falta de respeto, que mucho catálogo, que mucho servicio para la posteridad, que mucho seguro que no te coge el teléfono, que como estamos en la ley de amnistía además de perdonar a los supuestos delincuentes pues espero que también nos perdonen deudas de garantías al mismo tiempo, que bueno, que bien, que al prófugo del maletero “Puchmont” le perdonen todo por ser un valiente que huye como los valientes cuando hay que apechugar, como que ya está esa venta hecha, pero que también me arreglen la cafetera de los dioses del Olimpo, que creo yo que si me la compro en Cataluña me va a salir gratis, porque todo lo delictivo allí supuestamente se va a perdonar, que podrían en el contrato de perdón poner mi cafetera en el procés ese que dicen que vale todo, o mucho, que me quiero pillar una Play5 y, si me la pillo allí y no la pago, me saldrá gratis pero porque con la amnistía, y creo en la Sagrada Familia, no podrán negarme el derecho a mi autodeterminación audiovisual, que en el fondo todo es cuestión del uso del lenguaje.

Una lástima que al final todo sean trampas legales, o de lenguaje o de lo que sea.

Rock and roll.

En fin que ustedes lo lean, lo paseen y lo pasen bien.

Bruno Francés Giménez

Escritor de serie B.

2 Comments

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  • Lo he pasado muy bien, pero no pienso irme a Cataluña aunque me regalen la Sagrada Familia con sus torres nuevas iluminadas. Un abrazo. Y me sigues debiendo un café.