Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Sin recortes

Ser transparente a partir de los 50: el edadismo como forma de maltrato

(Fuente: Freepik).

Si habéis cumplido los 50 o incluso los habéis superado ampliamente, podéis haber sentido la sensación de ser transparentes, esto es, no sois tenidos en cuenta dentro de los cánones de belleza o de presencia física. No es cuestión de luchar contra el paso del tiempo, sino de asumir lo que cada edad conlleva. En nuestro caso, experiencia, recuerdos, madurez, frente al que despectivamente se puede llamar mayor, antiguo u otras consideraciones que no siempre conllevan aspectos positivos. Se concreta así en nuestra sociedad una nueva forma de maltrato: el edadismo. Un concepto que se refiere a la discriminación o prejuicio basado en la edad. Cierto es que se puede aplicar por ser demasiado jóvenes o mayores, pero la realidad es que suele desarrollarse con estereotipos negativos, exclusiones sociales, limitación a oportunidades laborales e incluso el acceso restringido a servicios.

La realidad siempre nos aporta ejemplos para que seamos conscientes del problema. En una sociedad que ha mejorado las condiciones vitales y alargado la esperanza de vida —unos 82,2 años en el caso de las mujeres y un 79,5 en el de los hombres— ha conllevado un envejecimiento de la población en nuestro país. Todo ello con el desafío que supone para el cuidado de la salud, la seguridad social y la participación económica de las personas mayores. Una presión real sobre los sistemas de salud y de cobertura social que obliga a gobiernos e instituciones a adaptarse frente a las continuas demandas. La longevidad ofrece también cambios significativos en la estructura familiar, pudiendo influir en las dinámicas familiares la necesidad de cuidado intergeneracional y el apoyo económico. Al mismo tiempo, el aumento de la esperanza de vida provoca la posibilidad que este colectivo de mayores pueda participar activamente en la sociedad y en la economía a través de su experiencia y transmisión de resultados.

Así, recientemente en Alicante, conocimos a través de los medios la polémica creada cuando un grupo de 18 mujeres entre 55 y 84 años fueron expulsadas de una discoteca por su edad. El promotor de una fiesta con música de los años 80 consideró que eran demasiado mayores para estar allí. A pesar de que el propietario de local pidió disculpas a las afectadas, la discriminación ya había sido realizada. Cierto es que la limitación de edad afecta a los más jóvenes para acceder a locales de ocio donde es libre la venta de alcohol, pero la legislación no impide que los mayores puedan asistir a este tipo de eventos. ¿Qué es lo que llevó al promotor a pedirles que abandonaran la sala? Es obvio que la capacidad adquisitiva de este grupo seguramente era superior al de los más jóvenes, pero sin ninguna duda consideró que su presencia perjudicaría la asistencia de personas que entraban en sus cánones de juventud y de belleza. ¿Qué público potencial buscaba con un reclamo musical de tal índole? Los jóvenes que bailaron en su momento la música de los 80 entraban en el grupo generacional que intentaron acceder al local. En aquel momento tenían entre 12 y 46 años, un segmento que ahora sí que sería bienvenido, con la excepción de los que serían menores de edad.

La música ha demostrado, una vez más, no tener distinción de edades. Cierto es que la música pop y rock de aquella época tiene teniendo vigencia, más todavía con los continuos remixes que se realizan de aquellas canciones en la actualidad. Los locales de ocio, pues, tampoco tienen una limitación de edad, excepto si mentes perversas y discriminatorias exigen un perfil concreto entre su público.

Con las disculpas del propietario del local, las afectadas dieron el tema por zanjado. Con todo, debemos estar alerta, no sólo los que empezamos a entrar en esta franja denominada de mayores, sino toda la sociedad. Tal vez aceptemos empezar a ser transparentes para quienes buscan un acercamiento amoroso siguiendo unos parámetros vinculados a la juventud, pero no para asistir a actos de esta índole donde todas y todos tenemos los mismos derechos, sea cual sea nuestro género, nuestra raza o nuestra edad. De lo contrario incentivaremos una segregación propia de sociedades retrógradas donde solo quien cumple unos requisitos puede beneficiarse. De igual manera, acabaremos dando la razón a quienes modifican su cuerpo luchando erróneamente contra el paso inexorable del tiempo. Cada cosa a su tiempo, claro está, pero impidamos acciones discriminatorias contra nadie por su edad. ¡Palabra de transparente!

Carles Cortés

Catedrático de universidad y escritor.

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  • Interesante artículo. Yo pienso que también el sistema contribuye a ello con la jubilación forzosa que te desclasifica, y la modernidad te promete actividades felices, y hay quien espera la jubilación como una necesidad. Creo que la edad por si sola no debe transformar tu vida y uno debe poder seguir siendo lo que has sido toda la vida. Se que esto que digo no es compatible por muchos pero yo tengo añoranza de lo que fui y que ahora no puedo ser.
    Julio Calvet Botella 78 años.