Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

Roma no paga traidores

Pedro Sánchez mantiene una reunión bilateral con el jefe de Gobierno del Reino de Marruecos, Aziz Akhannouch, 2023. (Fotografía: Pool Moncloa/Fernando Calvo).
España no puede olvidar su protagonismo mundial cuando en sus dominios no se ponía el sol, evangelizaba América e impedía la invasión islamista de Europa.

Los traidores contra España son los separatistas catalanes y vascos (no todos los ciudadanos de Cataluña y las Vascongadas) y quienes se alían con los que quieren dividir la nación surgida del ‘tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando’ en el último tercio del siglo XV. Los Reyes Católicos forjaron el país que sería el más poderoso de la Tierra durante los siglos XVI y XVII, cuando castellanos, aragoneses, catalanes, andaluces, vascos, valencianos, asturianos, cántabros y extremeños aportaban lo más granado de sus habitantes para engrandecer España y, de paso, agigantarse ellos mismos. Siglos de grandes conquistas asentadas sobre la Reconquista, sobre siete siglos de reinos cristianos combatiendo contra oleadas de moros africanos y, a veces, luchando entre ellos mismos. España no puede olvidar su protagonismo mundial cuando en sus dominios no se ponía el sol, evangelizaba América e impedía la invasión islamista de Europa con gestas que no se limitan a la batalla de Lepanto, vivida y cantada por Miguel de Cervantes.

Cuando los historiadores nos dicen que España es la nación más antigua de Europa y la que, con el descubrimiento y evangelización de América, más aportó a unos tiempos nuevos y fecundos en la historia de la Humanidad, sorprende la miseria intelectual y moral de quienes pretenden separarse basándose en argumento tan falso y despreciable de que España les roba; les roba dinero e identidad, ejerciendo una represión por lo visto brutal contra ambas regiones. Peregrinas invenciones han sido utilizadas, periódicamente, por avispados politiquillos que quieren medrar (y medran) engañando a cuantos incautos pican en los anzuelos del separatismo inane y destructor de sus sociedades.

Durante siglos no hubo ‘conflicto’ serio alguno. Las minorías supuestamente intelectuales (llamar intelectual al racista Sabino Arana es un ataque mortal a la inteligencia) que han creado el ‘conflicto’ han conseguido que el presidente Pedro Sánchez, con el apoyo inestimable del Partido Socialista de Cataluña (PSC), haya aceptado que ‘hay’ tal ‘conflicto’ y hasta haya caído en la trampa de la ‘mesa bilateral’ que no sirve para otra cosa más que para que ERC y Aragonés le saquen al Gobierno de España dinero y competencias sin que esto ‘pacifique’ nada, pues Aragonés y su jefe Junqueras siguen exigiendo a Sánchez el referéndum para Cataluña. Un referéndum que avergonzaría al gran Rafael Casanova, el que proclamó su españolidad a la vez que su catalanismo y al que vilipendian todos los años los independentistas con sus ofrendas florales separatistas.

Sánchez es un traidor (no sé si confeso o inconfeso, pero cierto) por haber traicionado a diez compañeros socialistas asesinados por ETA, uno de ellos Ernest Lluch, ministro con Rodríguez Zapatero. Sólo por traicionar a españoles, mártires civiles, ya se merece el calificativo de traidor. Pero muchos temen que su traición a España, por aliarse con comunistas, bilduetarras e independentistas para (des)gobernar, pueda agravarse en el futuro. Estas alianzas pueden calificarse de traicioneras porque prometió no gobernar con Podemos (no iba a poder dormir), ni pactar con separatistas catalanes, ni con Bildu. Ha mentido a los españoles todo el tiempo. ¿Quién puede creerle cuando dice que no habrá referéndum de independencia en Cataluña?

Demostrado que Pedro I el Mentiroso es también un traidor se merece la repulsa del pueblo español que se manifestó el pasado sábado, 21 de enero, en Madrid masivamente. ¿Conocen su respuesta chulesca y despectiva? A decenas de miles de ciudadanos hartos de sus mentiras, les suelta ésta última: “Defienden una España uniforme y excluyente”. ¿Habrase visto cinismo más ramplón, despectivo y miserable? A sus títulos ‘nobiliarios’ de mentiroso, tragaldabas y traidor habrá que añadir los de maleducado y soberbio.

Debemos concluir que ni él ni sus ministros (no hablemos de las ministras Irene Montero y Ione Belarra, además de su camarada Garzón) se ganan el sueldo. Habría que recordarle la frase del cónsul Quinto Servilio Cepio a los tres oficiales lusitanos que asesinaron a su caudillo Viriato y acudieron a recibir la recompensa: “Roma no paga a traidores”. Y los mandó ajusticiar. Aquellos traidores se llamaban Audax, Ditalco y Minuro. Ahora hay más traidores. Y reciben sueldos sustanciosos de las dos Españas: de la ‘uniforme y excluyente’ y de la otra. ¡Si Antonio Machado levantara la cabeza!

Tampoco la levantarán Felipe II, en cuyos dominios nunca se ponía el sol; ni su padre, Carlos I de España y V de Alemania, el emperador políglota que dejó esta frase lapidaria: “hablo español con Dios, italiano con las mujeres, francés con los hombres y alemán con mi caballo”. Aquellos reyes ponían firmes a los gobernantes de toda la Tierra. Ahora, el gobernante (por decir algo) de España se pone a las órdenes del rey de Marruecos. No sólo no hay orgullo de ser español, sino que a los orgullosos de serlo se les llama ‘fascistas’ y ‘asesinos’. No se pregunten en qué idioma hablan Pedro Sánchez y sus ministros con Dios. No le hablan, lo ignoran hasta cuando van al Vaticano a hablar con el Papa para ganar votos católicos. ¿Traicionan a Dios? ¿Traicionan al Papa? Yo diría, si no fuera pecado, que ahora Roma (el Vaticano), capital de la Cristiandad, sí paga a traidores, engañada por lobos disfrazados de corderos. 

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

2 Comments

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  • Si Felipe II levantara la cabeza se moriria «ipso facto». Ningún historiador ha calculado todavía, ni se puede calcular, los millones de españoles que perdieron la vida en la empresa del descubrimiento de América, Filipinas, Borneo, Las Carolinas…. y se han olvidado las riquezas de las que, se benefició toda Europa, de riesgos por la evangelización, la lucha contra luteranos y protestantes. En fin, que del Imperio Español nos queda hoy un conejo de peluche.

    • Ramón: Sigamos en la lucha por un poco de decencia para esta España que fue grande en empresas humanas y divinas y a la que quieren reducir a escombros de odio entre izquierdas y derechas, entre ricos y pobres, entre cazurros que gobiernan para aborregarnos y españolitos que unos subnormales se empeñan en humillarnos.