Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Caminando con la historia

Rafael Guastavino, el valenciano que conquistó Nueva York

Rafael Guastavino. Fotografía anónima de la web Cavobolo. (Fuente: Wikimedia).

Más allá de sus conquistas femeninas, que no creo que fueran por su belleza viendo sus retratos, es indudable que Rafael Guastavino hizo historia por su trabajo de arquitecto en la Gran Manzana y todavía hoy su obra es objeto de estudio en universidades de Arquitectura de Estados Unidos, principalmente por su bóveda tabicada o volta catalana, término este último, que se le ocurrió a un arquitecto catalán con mucha geta para atribuírselo a ellos y que a nuestro protagonista nunca le gustó.

Valenciano de nacimiento, el 1 de marzo de 1842, se formó en la escuela de Maestros de obras de Barcelona. Al final de sus días se contaban en más de 250 sus edificaciones en Estados Unidos, algo muy difícil para la época y más siendo español. Aterrizó en Estados Unidos en 1881 y falleció, lejos de su Mediterráneo, en Asheville, Carolina del Norte, el 1 de febrero de 1908, no sin antes pasar los domingos cocinando paellas a las que invitaba a sus amigos recordando la tierra que le vio nacer. A su muerte, la prensa americana le bautizó como “el arquitecto de Nueva York”.

Si ponemos ejemplos de su obra podemos mencionar el afamado Oyster Bar de la Grand Central Terminal donde a James Bond le gustaba comer su menú, según el creador del personaje, Ian Fleming,

Estación fantasma de City Hall. Fotografía de Rhododentritos (Fuente: Wikimedia).

Pero, para darnos cuenta de la magnitud de nuestro paisano, hay que mencionar universidades como Yale, Harvard o Berkeley, el emblemático Museo Metropolitano de la Big Apple o el Museo Nacional de Washington, la Biblioteca pública de Boston, la sala de conciertos Carnegie Hall, la Union Station de Pittsburgh o la Estación fantasma de City Hall, en Manhattan, entre otros, al igual que el Pabellón español en la Exposición Mundial de Chicago de 1893, una réplica de la Sala de Contratación y la torre de la Lonja de la Seda de Valencia.

Su famosa bóveda tabicada, que partía de cubrir el techo con ladrillos puestos sobre su parte plana y unidos mediante cemento, reduciendo los costes de fabricación de los edificios, sin necesidad de andamiajes en su proceso de colocación, destacó también por su innovadora resistencia al fuego, siendo su capacidad ignífuga uno de los elementos más llamativos de sus construcciones abovedadas.

Ya lo decía unos de sus maestros, Domènech i Montaner, uno de los caudillos del llamado modernismo catalán, que se refería al joven aprendiz como un muchacho que ya por aquel entonces tenía dotes “excepcionales”.

Desgraciadamente, también era famoso por pedir y deber dinero a mucha gente, entre empresarios, amigos y conocidos a ambos lados del Atlántico, creando un fraude piramidal en la ciudad condal que fue uno de los motivos de su marcha a hacer las Américas, con su criada, posteriormente esposa, Paulina Roig, y el hijo que iban a tener.

Bóvedas del Bridgemarket del puente de Queensboro. Fotografía de Jim Henderson (Fuente: Wikimedia).

También es cierto que la suerte le acompañó en momentos cruciales de su vida laboral, ya que sus construcciones, como he dicho ignífugas, y el miedo que asolaba a los constructores americanos por los incendios de ciudades como Boston o Chicago, hicieron a nuestro valenciano encajar como un guante convirtiendo su técnica como la más eficaz e innovadora de la época.

En los años 70 se hizo una campaña, cuya principal abanderada fue Jacqueline Kennedy, para que estos edificios emblemáticos no desaparecieran y fueran demolidos para dejar paso a rascacielos y apartamentos del momento, de forma que el legado de nuestro arquitecto valenciano perdura como algo histórico de la arquitectura americana contemporánea.

Jorge Monreal

Natural de Madrid y dianense de adopción, estudié Educación Física (INEF) y toda mi vida ha estado vinculada a la nutrición y alimentación para el alto rendimiento deportivo, aunque mi vocación siempre fue el periodismo, así que con la ayuda de la Universidad de Barcelona logré tener el grado de comunicación además de otros estudios paralelos como Máster de Comunicación Empresarial y Corporativa en la Universidad Isabel I, un posgrado en Publicidad y Relaciones Públicas y un MBA en una escuela de negocios en Florida.

Lo importante es que soy una esponja para el periodismo y su historia, presente y posibles escenarios de futuro. Formar parte de la familia periodística y más concretamente de la APPA ha sido un verdadero honor al que espero poder contribuir engrandeciendo la Asociación y buscando un futuro próspero como profesionales y comunicadores, aunque tenemos que reconocer que en España nos queda un gran trabajo.

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