Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

¿Quo vadis, Europa? ¿Adónde vas, España?

Monumento a los Padres fundadores de la UE (de izquierda a derecha: De Gasperi, Schuman, Monnet y Adenauer) en Scy-Chazelles, Francia. Obra de Zurab Tsereteli. Fotografía: Geertivp (Fuente: Wikimedia).
‘Los padres de la Unión Europea’ (Schuman, Monnet, Adenauer y De Gasperi) eran todos profundamente grecorromanos y cristianos

Escribí en alguna ocasión (y me reafirmo en ello) que el futuro de España estará indefectiblemente vinculado al de la Unión Europea. Me parece absolutamente impensable un ‘brexit’ al estilo del protagonizado por el Reino Unido y tampoco creo que la reedición del Gobierno Frankestein tras las elecciones generales de diciembre fuera, además de catastrófico para todos los españoles, un acontecimiento irreversible. Considero muy improbable que el sanchismo, el comunismo y el independentismo vayan a tener respaldo electoral a la vista de los gravísimos daños que los (des)gobernantes de esta legislatura han ocasionado a las instituciones del Estado y al tejido social.

Otros cuatro años de degradación democrática serían terribles. No creo que los españoles hayamos llegado a un estado de demencia colectiva tan generalizado como para permitir que España se convierta en una república bananera al estilo de Venezuela, Cuba, Nicaragua o Colombia. Primero habría que cambiar la Constitución. No es imaginable que pasásemos de monarquía parlamentaria a república por uno de tantos decretos-ley del Ejecutivo sanchocomunista. Hasta ahí podíamos llegar. Imposible. Europa no lo permitiría. ¿Y si sí? ¿Y si siguiera el acoso y derribo del Reino de España para llegar a la Tercera República? El Frente Popular, el que ilegalmente tomó el poder en febrero de 1936, con violencia y pucherazo científicamente demostrados, ya lo tenemos entre nosotros gracias (por desgracia) a que Sánchez se ha asociado con un comunismo que, como el nazismo, fue condenado por resolución del Parlamento Europeo en septiembre de 2019. España es el único país de los 27 de la UE que tiene ese comunismo en el Gobierno de la nación.

La UE nos ha decepcionado y es por eso es por lo que me pregunto en el título de este escrito ‘¿Quo vadis Europa?’. Y, a continuación ‘¿A dónde vas España’? Hay que interrogarse por la historia de la Unión Europea y por la de España. Tras las dos guerras mundiales que dejaron hecha unos zorros, sobre todo, a las naciones del Viejo Continente, tres de ellas tuvieron la suerte de que unos líderes iluminados, encabezados por el francés de antepasados alemanes Robert Schuman, alumbraran una idea genial para acabar con las guerras políticas y económicas secularmente destructivas y empobrecedoras. La idea de Schuman, ministro francés de Exteriores, era construir una infraestructura multinacional económica que facilitara una superestructura política que imposibilitara en el futuro cualquier guerra en Europa. Le apoyaron el dirigente galo Jean Monnet, el genial canciller alemán Konrad Adenauer y el hábil político italiano Alcide De Gasperi. Primero se puso en marcha la CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero); más tarde la Comunidad Económica Europea (CEE) y posteriormente la Comunidad Europea de la Energía Atómica (CEEA), más conocida como Euratom. La fusión de todas ellas, con el Tratado de Bruselas, dio lugar a la actual Unión Europea en 1965.

Todos los llamados ‘padres de Europa’ eran fervientes cristianos, convencidos de que el mejor pegamento para unir Occidente y acabar con los enfrentamientos debían ser los principios y valores de la civilización grecorromana y cristiana. Decía el papa germano Benedicto XVI, en su discurso ante el Parlamento de Alemania, invitado por el presidente del Bundestag, en 2011, además de lo que expuse a los lectores en mi artículo anterior, lo siguiente: “A este punto debería venir en nuestra ayuda el patrimonio cultural de Europa. Sobre la base de un Dios creador se ha desarrollado el concepto de los derechos humanos; la idea de la igualdad de todos los hombres ante la ley; la conciencia de la inviolabilidad de la dignidad humana de cada persona y el reconocimiento de la responsabilidad de los hombres por su conducta. Estos conocimientos de la razón constituyen nuestra memoria cultural. Ignorarla o considerarla como mero pasado sería una amputación de nuestra cultura en su conjunto y la privaría de su integridad.

“La cultura de Europa nació del encuentro de la fe de Israel, la razón filosófica de los griegos y el pensamiento jurídico de Roma. Este triple encuentro configura la íntima identidad de Europa. Con la certeza de la responsabilidad del hombre ante Dios y reconociendo la dignidad inviolable del hombre, de cada hombre, este encuentro ha fijado los criterios del derecho; defenderlos es nuestro deber en este momento histórico.

“Al joven rey Salomón, a la hora de asumir el poder, se le concedió lo que pedía. ¿Qué sucedería si a nosotros, legisladores de hoy, se nos concediese formular una petición? ¿Qué pediríamos? Pienso que, en último término, también hoy no podríamos desear otra cosa que un corazón dócil: la capacidad de distinguir el bien del mal y así establecer un verdadero derecho, de servir a la justicia y a la paz”.

El Papa Ratzinger conecta con el espíritu de los ‘padres de la Unión Europea’. Pero no todos los 27 gobiernos de la UE sintonizan con los valores económicos, culturales y morales de Schuman, Monnet, Adenauer y De Gasperi. El poderoso gen cultural que inspiró a la UE ha degenerado y hay motivos para ‘preocuparse’ cuando a nadie parece ‘preocupar’ que a la presidencia de la Unión llegue el jefe de un Gobierno sociocomunista, sostenido por independentistas. Y no porque sea una ‘presidencia por turno’ deja de ser menos preocupante. ¿Quo vadis, Europa? ¿Adónde vas, España?

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

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