Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

¿Qué Europa tenemos y qué Europa queremos?

El Islam es un peligro para la Unión Europea mientras persistan las migraciones descontroladas. Rusia no debería ser un enemigo.

Inicio hoy una serie de artículos para reflexionar sobre el presente y el futuro de Europa coincidiendo con la campaña de unas elecciones que van a condicionar las políticas de la UE en los próximos años y podrían (acaso hasta deberían) corregir y enderezar los derroteros de la Unión y su repercusión en toda la civilización occidental. O Europa reencuentra su camino firmando la paz definitiva con una Rusia de tradición cristiana multisecular o correrá peligro serio de ser víctima del neocomunismo internacional rampante y triunfante en numerosos países, entre ellos España, o del Islamismo.

Son muchos los occidentales que reniegan de Occidente y los hay que abandonan un cristianismo de libertad, igualdad y fraternidad para alistarse en creencias que alimentan el odio y la violencia o que, al menos, los justifican. Hay gente para todo. Pero las sociedades desarrolladas deben tener muy claro que si bajan la guardia en la defensa de los principios democráticos estarán facilitando el imperio de las dictaduras, lleven o no el signo de una religión o de una ideología.

No se puede (no se debe) meter en el mismo saco a todas las religiones, ni a todas las filosofías y menos a las que utilizan el terrorismo como método de persuasión. Son igualmente peligrosas si se presentan como dictadura del proletariado o como aristocracia e incluso como gobierno asambleario del pueblo, de la gente. Las democracias deberían tener en la Unión Europea un baluarte para la defensa de los valores de Occidente. Pero ni Europa es todo Occidente, ni Occidente es lo que fue, asunto en el que profundizaremos en próxima ocasión.

El Islam sigue siendo un peligro para la Unión Europea mientras persistan las migraciones descontroladas. La UE no puede bajar la guardia permitiendo ser invadida por oleadas permanentes de inmigrantes que, con el tiempo, pasarán de minorías a respetar a mayorías que muy posiblemente no respetarán los valores de quienes pasaron (pasamos) de tolerantes mayoritarios a minoritarios dominados por la intolerancia. Esto no es ciencia ficción, ni tampoco racismo. Mientras el mundo islámico no salga de su Edad Media y su guerra santa (Occidente ya dejó atrás las Cruzadas y la Inquisición) predicar la alianza de civilizaciones puede sonar a progre, pero es predicar en el desierto con un buenismo aparentemente infantil y peligroso.

Vladímir Putin, 2024. Fotografía de Kremlin (Fuente: Wikimedia).

En muchos países islamistas se producen periódicamente matanzas de cristianos. Lo denuncian los periódicos y lo lamenta el papa Francisco. Mientras tanto, en las naciones occidentales han surgido y siguen abriéndose mezquitas, en muchas de las cuales no se predica precisamente la integración de sus fieles en el país de acogida, poniendo el cumplimiento de sus leyes por encima de los preceptos religiosos en conflicto con esas leyes y con la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

En los últimos 20 años han sido detenidos en la Comunitat Valenciana veinte islamistas radicales, alguno de ellos cabecilla de los atentados del 11M. Los enemigos de Occidente son tenaces. No bajan la guardia. Incluso en algunos países islámicos amigos, como puedan serlo Jordania y Turquía (éste forma parte de la OTAN y ansía incorporarse a la Unión Europea) se produjeron, hace un tiempo, manifestaciones de musulmanes radicales ensalzando a los terroristas de atentados en Francia. Acusar de extremistas de derecha a quienes advierten del peligro del Islam para Occidente es de necios que no quieren ver la realidad. El respeto a la diversidad no justifica promover o aceptar el peligro de una invasión muy peligrosa a largo plazo. Y esto no es islamofobia, sino análisis objetivo de una situación complicada y peligrosa para el presente y el futuro de Europa y de la civilización occidental.

Volviendo al tema ruso, hay que olvidarse de Lenin y de Stalin y hacer de Putin un Gorvachov. La UE y la OTAN deberían firmar la paz con Rusia, país que debería convertirse de enemigo en aliado. Por ahí deberían ir las conversaciones de paz para acabar de una vez con la destructora y terrorífica guerra de Ukrania. Quiero creer que Rusia podría aportar futuro a Occidente. Sería abrir las puertas a una larga convivencia pacífica con China y con el complejo mundo del Islamismo. Y con cualesquiera otros mundos por pequeños que sean. Unidos, pero no revueltos. Respeto a las singularidades en el seno de una ONU renovada y comprometida con el desarrollo y bienestar de todos los pueblos, abjurando de su equivocada política que promueve mundialmente el aborto y la eutanasia. Matar bebés no nacidos no puede ser —no debe ser y no es— la única manera de controlar la población mundial. (Continuará).

Posdata: la Ley de amnistía es una puñalada a Europa

No vayan a creerse que Europa es una idea, no. Es una realidad conformada por muchas realidades, que son las distintas naciones que la forman y todo lo que pasa en cada una de ellas pasa en Europa, en la UE. La Ley de amnistía, como bien dice ese antiguo comunista transformado en intelectual independiente, Raúl del Pozo, “vulnera la Constitución y ha sido una ‘trágala’ impuesta por el autoritarismo del Gobierno contra la mayoría de la población… Los ciudadanos constitucionalistas están hartos de que se les trate como una minoría y de que gobiernen los que atacan las leyes y los amnistíen después. A pesar de lo que digan, esta vez no se ha logrado la reconciliación ni el abrazo de Vergara. Los independentistas insisten en su propósito y volverán a la rebelión cada vez con menos trabas.” Esta ley zafia, hecha al alimón por Sánchez y Puigdemont, es una puñalada a España y a la inmensa mayoría de los españoles y es también una puñalada a Europa. Espero, como casi todos los españoles y demás europeos, que la justicia de Europa acabe con este espantajo de ley. Si no lo hiciera, estaríamos ante una dejación de funciones, un motivo más para concluir que esta no es la Europa que queremos y que necesitamos para recuperar los principios que respaldan la dignidad de la Unión.

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

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