Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Haciendo amigos

Programa, programa y programa

Imagen de Macrovector (Fuente: Freepik).

Hay programas en los medios que son para verlos u oírlos, en casi cualquier informativo de los medios de comunicación actuales me puedo sorprender todavía (y es fruto de mi posición de incauto), cuando oigo loas a líderes que sonrojarían al mismísimo Francisco Franco y se quedan tan anchos. Recuerdo así, a bote pronto, la recreación radiofónica de la fundación y génesis del partido Podemos que emitió la Ser en su día y que hasta avergonzó, por babosa, a los propios recreados en el programa en directo.

Hace poco, escuchando los informativos, digamos, proclives al actual Gobierno central, tuve que oír patidifuso a un tertuliano que decía, de la incipiente crisis bancaria, que los fallos de las empresas privadas se terminan pagando con dinero público, «dinero del Gobierno» llegó a decir casi enajenado, al comprobar que nadie le contradecía y seguramente jaleado por el asentimiento general de los contertulios.

Chaval, el dinero público sale de los impuestos y los impuestos los pagan las personas particulares y sobre todo las empresas. Los gobiernos ejecutan el gasto y es lo que generan. Es de primero de Economía y de párvulos de segundo de sentido común.

Y es que, haciendo amigos, es sorprendente que las tertulias de los medios, normalmente, son tertulias de gentes que piensan lo mismo casi exactamente y, si no, se terminan haciendo amigos y para eso no hacen falta tertulias. Así lo señala Pérez Reverte cuando dice que todos los políticos son “amiguetes” y que después de pelearse en público se van de copas como auténticos colegas y pelillos a la mar. O sea que hacen solo un papel para que se mantenga el peculio: Show must go on.

De verdad que hay políticos que se lo creen y conozco bastantes que tienen un sincero empeño en mejorar su entorno, ciudad, pueblo, villa, región o país. Siempre he creído que ser político es la profesión más honorable que se puede tener, otra cosa es el buen o mal uso que se haga de ella. Esos políticos saben que las campañas dependen de un duro trabajo personal y de equipo, que hay que propiciar las cosas si tenemos el viento de cola, que hay que intentar no meter la pata, ni el cazo, y que la opinión general da muchos votos y que a veces es mejor ni aparecer. Si pintan bastos, el trabajo debe ser mucho más duro, hay que pelear voto a voto y aportar soluciones.

Voy a decir algo que es, al menos, discutible: creo firmemente que la mayoría de políticos profesionales son listos. Si no nacieron con esa habilidad, la han adquirido a veces a base de hostias sin consagrar. Ya saben que lo que «natura non da, Salamanca non presta», pero los palos internos de los partidos, el conocimiento de que Caín sigue vivo en cada sede, de que «seguro» quiere decir «tal vez», tal vez quiere decir «nunca» y nunca significa «adiós, hasta dentro de 4 años», les hace desconfiar, asegurarse, ir con pies de osmio y pasar a ser un malvado absoluto que, como escribió Marco Cipolla, los malvados se dedican a hacer el mal a los demás (sobre todo a sus compañeros de partido) para beneficio propio.

Pero con todo, quedan muchos políticos que aunque endurecidos, son íntegros y saben que lo mínimo que hay que hacer en una campaña es firmar un programa, editarlo, imprimirlo, publicarlo, porque esto no es gratis. Hay que comprometerse a algo, hay que ilusionar y la ciudadanía tiene derecho a saber qué quieres hacer con tu ciudad. Hay que pensar y trabajar. Sé muy bien que este trabajo lo hacen normalmente otros, avezados juristas, avispados asesores, copys, etc., pero desde aquí pido que lo firmen holográficamente los propios candidatos, que se lo lean, que se trabaje y que sepan lo que están proponiendo a su vecindad.

Si hay dudas de a quien apoyar o votar, un buen ejercicio es leer los programas de las pasadas elecciones de 2019 (están en la red) y ver en qué quedaron las promesas, el grado de cumplimiento de los proyectos y comprobar si se han cumplido o se ha hecho algo de aquello con lo que ganaron las anteriores. Y por supuesto leer los de la oposición y ver si han propuesto algo de lo suyo o se han limitado a disentir contumazmente de todo lo que se ha propuesto desde cada Gobierno local o autonómico. Les aseguro que es un buen ejercicio. Además, ¿tenemos algo mejor que hacer?

Pedro Picatoste

Empresario e historiador.

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