A mí no me gustó que se siguieran todas las normas del régimen pasado, tampoco que se impusiera una reforma política dirigida, no vi del todo bien que no se estableciera la democracia de una vez y a las claras, que permanecieran censuras y cortapisas. Creo que a muchos les pareció precipitado que se legalizaran todos los partidos y otros muchos vieron como una locura la amnistía total y la tetal (portada de Interviu histórica).
No nos gustó que permanecieran estructuras antiguas y del Movimiento, tampoco que el Rey fuera designado por el dictador, ni que el tema fuera dirigido por alguien semifalangista. A muchos no gustó que la Constitución la crearan entre todos, que hubiera allí comunistas redimidos, nacionalistas enemigos de España, derechistas recalcitrantes conocidos y hasta paupérrimos socialistas.
Es sabido que, a según quien, les caían gordos todos o algunos de los Guerra, Suárez, González, Fraga, Carrillo, Roca…
Pero lo cierto es que el país se modernizó en un par de décadas como nunca antes, nos integramos en Europa. Tampoco todos estuvimos de acuerdo en entrar en la OTAN, pero nos dimos cuenta de que no había más cáscaras. Y aunque nos cabreamos y dijimos aquello de “cuervo ingenuo no fumar la pipa de la paz con tú, por Manitú”, estamos donde hay que estar, no hay otro sitio mejor. Hay que recordar cómo José María García el “butanito”, ganó en parte él solito con su alocución en “Supergarcía” en la hora cero con aquello de “¿Con quién vamos a estar? ¿Con Nigeria?”.
La Transición fue lo más brillante que hemos hecho como pueblo y fue en el reinado de Juan Carlos I de España y con la dirección de Adolfo Suárez, y todos los grupos hicieron uso de la inteligencia, le llamaron consenso y cedieron en cosas hasta entonces monolíticas e ideológicas y que parecían entonces insalvables. Y era un momento mucho más difícil que el de hoy, terrorismo deleznable y cobarde, ruido de sables constante y crisis económica de la de verdad de la buena. Todo ello con un pueblo sin conciencia democrática ni experiencia política ninguna.
Ahora uno de los protagonistas de aquello, Alfonso Guerra, ha dicho que lo que está pasando rompe con todo aquello y acaba con esa Transición y que “no lo puede soportar”. Lo malo es que lo de ahora acaba con aquel espíritu, con aquel sueño que nos hizo saber que todos podemos tener parte de razón y parte de equivocación, que no hay buenos ni malos del todo y que entenderse es posible, que puedes convertirte en seguidor de quien odiabas y que cambiar de opinión no es ser un chaquetero.
Y todo esto puede ser por el bien general, si te crees lo de Sánchez, o por el interés particular del mismo, si no te lo crees.
Guerra sabe la importancia de lo que está pasando, nosotros en general creo que no. Nos venden convivencia a la corta, normalización política, ¿paz? pero es victoria pírrica y un futuro incierto de indicativo. Por Manitú.
*Manitú en la cultura tradicional algonquina, es el Gran Espíritu, el Creador de todas las cosas y el Dador de Vida (Fuente: Wikipedia).
Como empresario y como historiador (incluso como simple ciudadano) podías decir algo más, querido Pedro, una vez que te metes en faena. Que si sí; que si no; que si no se sabe cómo ni por qué. ¡Por Manitú! Yo creo que lo bueno, lo decisivo, de la Constitución es que la consumaron líderes de todas las ideologías; de todos los partidos políticos, incluso del Partido Comunista. Fue un encuentro genial, que parecía imposible, ¿no crees? Un saludo cordial.
Siempre se puede decir más. Pero creo que todo nos acerca al abismo justamente de nuestra historia y la conozco bien.
Digo y recuerdo lo bueno de un momento de lucidez para recordar que todo puede pasar y que por encima de personas y ambiciones la inteligencia puede triunfar. Un abrazo y gracias por tus comentarios, los espero siempre.
Pocas veces triunfa la inteligencia y muchas la ambición. No siempre utilizamos bien la inteligencia, como tampoco la libertad. ‘Video meliora, proboque; deteriora sequor» («Veo lo que es mejor y lo apruebo; sigo -elijo- lo peor»), ponía Ovidio en boca de Medea en su ‘Metamorfosis. Todos hemos leído y escuchado lo que decían Sánchez y sus ministros antes del 23J: ni la amnistía ni el referéndum cabían en la Constitución. Mienten ahora como bellacos. Y si la verdad nos hace libres, la mentira nos hace esclavos. El psicópata de Sánchez es el padre de la mentira. No conozco a nadie que haya mentido tanto. Nadie con mediana inteligencia puede seguirlo. «Inteligencia, dame el nombre de las cosas», gritaba Juan Ramón Jiménez. Los ‘sanchistas’, como no tienen inteligencia, ponen el nombre a las cosas, por importantes que sean, con el culo. Un abrazo, Pedro, y sigamos aspirando a la libertad en la verdad.