“La desaceleración generalizada de la economía mundial socavará la posibilidad de una recuperación plena, inclusiva y sostenible tras la pandemia. Esa ralentización y la guerra en Ucrania, que desencadenó una brusca subida de los precios de los alimentos y los fertilizantes, incidirán especialmente en los países en desarrollo exacerbando la inseguridad alimentaria y aumentando la pobreza” (Situación y perspectivas de la economía mundial a mediados de 2022. Consejo Económico y Social. ONU. 10 de mayo de 2022. E/2022/60). Se prevé que la economía mundial crecerá un 3,1 % en 2022, lo que supone una revisión a la baja de 0,9 puntos porcentuales respecto a la previsión anterior, publicada en enero de 2022. La economía de la Unión Europea crecerá un 2,7 % en 2022, frente al 3,9 % que se preveía en enero. La economía de los EE. UU. crecerá un 2,6 % y la de China un 4,5 % en 2022, según las previsiones, los países en desarrollo como grupo crecerán un 4,1 % en 2022, lo que supone un descenso respecto del 6,7 de 2021. La guerra en Ucrania y sus consecuencias en los precios de la energía y los productos básicos también pueden menoscabar la acción climática.
Este es, extractado, el resumen del informe que lleva fecha de 10 de mayo de este año. La parte I subraya las tendencias en la economía global: “la inflación contraataca”; el empeoramiento de las perspectivas de financiación de los países en desarrollo y por último el fracaso del multilateralismo. La parte II está dedicada al impacto de la guerra en Ucrania en la acción climática mundial. Vías directas e indirectas. Por último, la parte III se refiere a las perspectivas regionales mundiales.
La inflación mundial llegará al 6,7 % en 2022, el doble del promedio del 2,9 % del período 2010-2020. La subida de los precios de los alimentos y la energía está repercutiendo en el resto de la economía, como se refleja en el considerable incremento de la inflación básica en muchas economías. Los responsables de formular políticas de las economías desarrolladas esperaban que la presión inflacionaria inducida por la pandemia –las medidas de confinamiento y el cierre de fronteras perturbaron las cadenas mundiales de suministro– fuera transitoria, pero ha resultado ser persistente, ya que la guerra en Ucrania y las nuevas perturbaciones de la oferta también han contribuido a las expectativas de una inflación elevada. Son las actuaciones monopolísticas descaradas desde las empresas de energías fósiles hasta las de contenedores. A ello hay que unir el bajo desempleo en EE. UU. y los países más desarrollados, lo que puede llevar a la escalada de salarios y precios. Las restricciones en la exportación de fertilizantes de Rusia y China, dos de los mayores productores, hará que se reduzcan las cosechas en todo el mundo y en particular en Estados Unidos y Brasil.

La guerra en Ucrania y el ciclo de endurecimiento de las políticas monetarias mundiales, que empezó la Reserva Federal USA y ha seguido el Banco Central Europeo, están agravando los déficits de financiación en los países en desarrollo, en particular en los más pobres. Los países en desarrollo también se enfrentan a la perspectiva de que aumenten los costos de endeudamiento, que ya eran elevados antes de la pandemia. La pandemia y la guerra en Ucrania han puesto a prueba los límites del multilateralismo y han confirmado que el actual sistema multilateral no es idóneo. “El multilateralismo debe estar a la altura del desafío que supone estimular el crecimiento inclusivo, crear empleo, controlar la inflación de los precios de los alimentos e impulsar la resiliencia, al tiempo que se alivia la deuda de los países sobreendeudados”.
Guerra y acción climática: vías directas. Además de sus terribles costos humanos, las guerras perjudican al medio ambiente y el clima, ya que pueden hacer que aumenten sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero. Es probable que, si crece la militarización en Europa como consecuencia directa del conflicto en Ucrania, sigan aumentando las emisiones de carbono. Indirectamente, se prevé que la guerra en Ucrania y las amplias sanciones económicas impuestas a la Federación de Rusia reconfigurarán de manera fundamental el panorama energético mundial. El conflicto ha agitado los mercados energéticos de todo el mundo y ha puesto en primer plano la preocupación por la seguridad energética. Los precios internacionales del petróleo y el gas, que ya se estaban disparando antes de la escalada del conflicto, han alcanzado su nivel más alto de los últimos diez años.
La producción mundial en el período 2020-2023 y las perspectivas por regiones mundiales son las que recoge la siguiente tabla del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas. Datos de la situación y perspectivas.
Crecimiento de la producción mundial, 2020-2023

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