Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Palabreando

Offtermitente

Fotografía de Benutzer:chris828 (Fuente: Wikimedia).

Con los coches sucede lo mismo que con lo móviles, que uno se los compra con todas las prestaciones posibles porque mola mogollón y te los venden de p* madre, pero luego les sacas partido a lo mismo que tenía el Seat Panda en el salpicadero. Vamos, a lo básico. Yo reconozco que tengo un auto que cuando he de aparcar no me pita, ni me habla, ni me saca una imagen en tiempo real de lo que hay detrás, ni nada de eso; de hecho, a veces emplea la famosa técnica del toque, vamos, que cuando ya le has dado sutilmente al de detrás, sabes que ya no hay más hueco. Y asumes que no, no cabe y el conductor o conductora que está en la cola esperando porque no puede pasar te mira como diciendo: “lo sabíamos todos menos tú”. Es, como digo, un coche no moderno, cerca de la década, pero con aires de Brad Pitt —aparenta años menos— y aún así, le funcionan las prestaciones básicas (no, no tiene radiocassete, pero sí cedé), es decir, tiene intermitentes.

Sí, intermitentes. Esas lucecitas que sirven para indicar si vas a girar o cambiar de carril o a incorporarte a la vía o a adelantar. Y seguro que tienen un montón de aplicaciones más pero no, no tiene selfi ni se sube a las redes sociales y, quizá, por ese motivo, no se usa. Es el gran desconocido, abandonado, marginado o qué sé yo, pero lo cierto es que casi nadie emplea el intermitente, a partir de ya el offtermitente.

In, encendido. Off, apagado.

Desde aquí apelo a fotos selfi con los intermitentes para elevar su autoestima.

Es así de sencillo, hay una palanca en el cuadro de mandos que no se usa y, como el coche no lo hace por sí mismo, pues ahí estamos con el mismo peligro de distancia de seguridad que cuando uno le echa valor y se mete en una rotonda. Plus de peligrosidad ya a las rotondas —o redondas, como les llaman algunos y algunas—. Poca gente sabe conducir en una rotonda y si ya es de tres carriles, como que ya vale todo. He visto cruces en diagonal, sin intermitentes —obvio—, porque al parecer una de las cosas que nunca se olvidan de la escuela es eso de que la línea recta es el camino más corto y, claro, la peña lo aplica en las rotondas.

Luz intermitente. Fotografía de Hydragerium (Fuente: Wikimedia).

Una rotonda es como una plaza de toros donde el peligro está, se le espera, donde no hay burladero para resguardarse y donde la gente no entiende que no se sale del carril del centro, si el carril de la derecha es el que vas a utilizar, porque tenías pensado salir a la derecha. Ponte en el carril de la derecha y no te cruces en el último momento en plan rollo: «mira, ¡sorpresa!, ¿a que no te lo esperabas?». Urge seguro de coche especial para rotondas. Una rotonda no es un 3 x 2 como sucede en un centro comercial, aquí todos los carriles sirven para algo, pero da igual, que cada uno se encomiende a lo que se tenga que encomendar cuando llegue, y que Dios reparta suerte.

También me recuerda a lo de saltar a la comba, cuando tenías que entrar y no te decidías, y los y las que menaban (los y las que le daban a la cuerda para los de ahora) te miraban como diciendo: «bueno, ya te decidirás», pero tú no hacías más que mirar con la indecisión propia del que sabe que no lo tiene claro, que la cuerda es corta, que van muy rápido, que hace más parábola que círculo, que si entro con el pie derecho o el izquierdo… como si fuera una decisión crucial en tu vida, mientras los de detrás están metiendo subjetiva presión, pero que la hueles y la sientes, una presión en la que se te olvida poner el intermitente, como a los que ves llegar desmadraos por la rotonda cambiando de carril, sin control, igualito que en los autos de choque. A veces, hasta escucho la sirena y busco la ficha. Bueno, intermitente o eso que tienen ahora los autos nuevos, que no sabes si es un intermitente o una luz de diseño. Cada vez son más anoréxicos o finos o delgados o casi invisibles; pues eso, que si no se ve, como que no lo uso, «pa qué».

Pero vamos, con las pegatinas, que es una cosa que, en mi niñez, eran unos cromos que se compraban en los quioscos por cinco duros pero que, ahora ya es cosa de mayores y, si el intermitente no lo vas a usar, la pegatina te la van a implantar. Pegatina o distintivo medioambiental, a mí me suena al bosque de Sherwood y, quizá en medida extrema, a Farenheit 451 en versión ecológica; pero no deja de ser una medida restrictiva y, como siempre a nivel social: o me puedo pagar un coche a pilas o trato de sobrevivir en Alicante extrarradio con el auto que dispongo según mis posibilidades, es decir, Alicante sostenible y supuestamente clasista a nivel autoeconómico.

Me explico: Al parecer, a partir de este año, van a existir, establecer, instaurar, es decir, imponer, unas zonas de bajas emisiones (ZBE) que van a restringir la autonomía mecánica (de auto) en según qué zonas (el centro) y van a existir cámaras y zonas con sensores que, si un familiar tuyo se encuentra mal en Gadea, te llama y has de emplear tu antiguo auto —pagado desde hace tiempo con una ayuda bancaria que financiaste hace X—, pues le coges el teléfono y le das conversación, porque llegar al auxilio como que no. Hoy paz y mañana gloria, pero le has dado conversación desde el arrabal.

Rotonda en México. Fotografía de Uma Smith (Fuente: Wikimedia).

Y eso que pagas tus impuestos como todo hijo de vecino (ITV incluida), pero que si empleas un «autoviejuno» no vas a pasar, sea el motivo que fuere, con riesgo de multa de hasta 1.800 euros. Poner barreras o muros será cuestión de tiempo, aunque parezcan macetas del jardín de Gulliver, pero que no dejan de ser barreras o muros, no nos confundamos, que no somos tontos ni tontas, aunque den colorida flor.

Y la cosa no suena a broma, me suena a crear clases sociales donde depende de la letra de tu pegatina, en función de la supuesta contaminación de tu coche, serás tratado de una manera o de otra. Algo así como la letra escarlata, en el fondo, un modo como cualquier otro de establecer una pirámide social donde el pudiente podrá llegar a cualquier lado y el menos pudiente se quedará en el anillo exterior, según he leído, unos 22 barrios en torno al eje de la Gran Vía.

Hay una película que se llama Demolition Man (1993) donde Sylvester Stallone hace de un poli criogenizado en el pasado y es despertado en una época donde todo está controlado por cámaras y sensores y donde la gente con menos capacidad económica vive en los barrios de la periferia y donde los habitantes poderosos habitan en zonas limpias, bonitas y todo eso; me resulta imposible no encontrar paralelismos entre ambas situaciones.

Evidentemente se habla del auto, no de las personas pero, vaya, las personas son las que llevan los autos y, es de cajón, que si alguien quiere hacer una compra o una gestión en la zona perimetral y no puede acceder con su auto, a riesgo de ser multado, llegará un momento que dejará de acudir y tan solo convivirán los capaces, es decir, clase social a la larga. Porque de los servicios públicos ya hablaremos en otra ocasión.

Volvemos a lo mismo, las personas mayores que no tienen para comprarse un auto nuevo, personas que han trabajado toda su vida pero que, por h o por b, no pueden permitirse ese nuevo estatus y no tienen movilidad, salvo el auto de toda la vida. ¿No van a poder circular como el resto? ¿Eso es igualdad? ¿Eso es justo? No, pero lo otro es sostenible y los que no tienen pues, quizá, no puedan sostener ese Alicante tan chulo y molón y ZBE que queremos para algunos porque, supuestamente, no es para todos. Pero los impuestos no tienen ZBE, ahí sí caben todos y todas.

Detalles del distintivo ambienta de la DGT. Fotografía de Cmeal core (Fuente: Wikimedia).

Insisto por tercera vez, patinetes para la tercera edad. Porque insisto también, autobús lleno, mediodía, espere usted al siguiente después de estar más de media hora al sol por las obras. Eso a los y a las políticas no les pasa, pero porque a ellos y ellas ya les sostienen la sombra y el aire acondicionado de sus coches de lujo pagados incluso por aquellos y aquellas que no podrán entrar con su auto en el centro sostenible. Y llega el momento estelar —redoble de tambor—: las pegatinas y sus letras.

Categorías según emisiones:

  • La etiqueta B, que es amarilla, que te dejarán pasar pero no podrás aparcar más que en un parking es decir, a pagar. Vamos, que como eres feo, a esconderse o te lanzarán tomates en modo de multa.
  • La etiqueta C, que es verde, que puedes circular por toda la zona ZBE pero que también debes aparcar en un parking público. Eres algo menos feo, pero también al garaje, es decir, a pagar.
  • Entre la B y la C no encuentro mucha diferencia, más que en las características técnicas de los autos que no voy a exponer porque es un rollo y están en internet.
  • La etiqueta ECO, que es azul y verde, que son los híbridos y los enchufables y alguno más, es que cumples casi con todo lo del medio ambiente pero también, insisto, en lo que he leído, tienen lo mismo que las anteriores pero puedes, al parecer, aparcar dos horas en la calle (esto no lo tengo claro), es decir, a pagar. Aquí eres una macedonia de las anteriores, vamos, que ni una cosa ni la otra, pero algo de las dos. Lo sé, no se entiende, pero como lo de las pegatinas.
  • La etiqueta Cero Emisiones, que es azul y ésta sí, ésta es la de los coches a pilas y aquí puedes estar donde quieras, como quieras y hasta te hacen la ola. Y a esperar a que se te descargue la pila para cargarla, es decir, a pagar. Pero con un orgullo y una pose que merecen todos los aplausos, pero no nos pasemos por lo del ruido, que también contamina de manera acústica.
  • También hay otra azul, que es la etiqueta VTC, vamos, los coches que se contratan pero que no son taxis y que tan solo podrán acceder a prestar el servicio contratado. Hay que pedir la comida a domicilio con ellos y si no, al tiempo. Es decir, a pagar.

Lo bueno es que los coches de los residentes en esas zonas sí tienen permiso; ya se veía uno teniendo que vender su coche de colección para entrar a su casa o anulando el impuesto del vado por no tener automóvil, y eso no se puede permitir.Las motos al parecer no van a tener tanto problema (si no es de antes del 2003) pero es que la información varía sensiblemente de donde la leas y también dependerá de la aplicación de las medidas restrictivas de cada ciudad.

Y no, no se me ha olvidado.

  • La etiqueta A. Es mi favorita. No existe. Como los intermitentes. Se la nombra pero no aparecerá nunca. Como tu coche, que por viejuno lo dejarás dando vueltas por la Gran Vía pero que jamás podrás llegar al centro con ese trasto al que, ya por edad, se le denigra y se le aparta de la sociedad vehicular aunque no tengas posibilidad. Pero, ojo, que sí, que sigas pagando la ITV, que para eso las ponemos fuera de la ciudad, para que no tengas problema en llegar sin letra.

Esta letra invisible en el cristal pero irónicamente visible de manera, quizá, algo peyorativa para el resto, que somos de mirar mucho por encima del hombro, se la tienen que poner los automóviles de gasolina de antes del 2001 y los diésel de antes de 2006. Por cierto, para todas las pegatinas menos la invisible hay que pagar por conseguirla. ¿Qué pensaban?, ¿que iba a ser gratis? Que, en el fondo, de un modo u otro, son zonas de bajas emisiones, pero de altas recaudaciones.

En fin, que siempre habrá clases y clases. No olviden poner su intermitente y hacerse un selfi con él.

Que ustedes lo lean, lo pasen y lo paseen bien.

Bruno Francés Giménez

Escritor de serie B.

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