Somos lo que hablamos. Eso dice Luis Rojas Marcos en su libro del mismo título. Somos las palabras que decimos y las que nos decimos, somos lo que expresamos, y también lo que pensamos, somos todo lo que airea nuestra voz, ondeando al viento sujeto con las pinzas de nuestro vocabulario y nuestra capacidad de expresión, y somos, también, ese yo en un continuo diálogo interno que va conformando nuestro universo lingüístico y nuestra esfera emocional. Hablamos, decimos, nombramos, y, al enunciar, nuestras palabras nos dan vida.
En ocasiones, además, ese decir traspasa la barrera de lo familiar y de lo social más cercano, y se abre al oído del mundo, más allá de la boca que lo dice, libre, autónomo, universal. Esa sería la definición de lo que es un discurso. Por eso son tan importantes los discursos: las palabras se encadenan y construyen, recogen, ordenan, resumen, exponen, dan fe de lo que pensamos, sentimos o queremos. Es decir, de lo que somos. Por eso el discurso de Jacinda Ardern renunciando a su puesto de primera ministra de Nueva Zelanda me parece tan importante.

Acallado el griterío que suele acompañar a este tipo de noticias, recuperado el aliento tras la sorpresa de la renuncia, relajada la discusión sobre de qué forma y manera enfrentan hombres y mujeres el paso al lado, o atrás, superada la polémica sobre la conveniencia de que las mujeres que alcanzan el poder se aferren a él y sean ejemplo y referente pese a todo, pese a todos, con el canal de críticas en mute, y el de alabanzas en un murmullo apenas audible, el discurso de Jacinda Ardern recupera su integridad. Y, aunque apenas supusiera algo más de un minuto y medio en las noticias de prácticamente todas las cadenas, el discurso entero, sin embargo, dura más de ocho minutos, y casi media hora si tenemos en cuenta el desarrollo total del acto y sumamos a sus palabras las respuestas que dio a las preguntas formuladas por los periodistas en la rueda de prensa que hubo a continuación.
Escoger las palabras y construir con ellas un mensaje es, casi, obra de escultor. El código lingüístico se alía con el de las emociones para labrar, cincel en mano, la figura de nuestro pensamiento y el peso de nuestro corazón. Y ahí están las palabras, como surcos sobre la piedra, desgranando lentamente el misterio.
En esos algo más de ocho minutos de discurso, una mujer, primera ministra, (podría ser otra mujer, cualquier otra, una mujer directora general, o enfermera, o bombera, policía, pianista, bibliotecaria, médica, secretaria, maestra, alcaldesa, presidenta del comité de empresa, escritora…) establece cuatro mensajes fundamentales: el de su renuncia, el de su mandato, el de su equipo, y el de su propio futuro político y el de quien la sucederá en el cargo, y deja claras cuáles son sus palabras para cada uno de estos apartados, tan ella en todos ellos, tan ella en todas ellas.

Su renuncia en ocho palabras
La renuncia: estas ocho palabras son las que conforman su mensaje más íntimo y que, de una forma u otra, repite a lo largo de su alocución:
Privilegio: el más privilegiado de los trabajos
Desafiante: pero también uno de los más desafiantes
Satisfactorio: los cinco años y medio más satisfactorios de mi vida
Humana: soy humana, los políticos son humanos
Momento: y entonces llega el momento. Y para mí ha llegado el momento
Ayudar: Ayudar al Partido Laborista
Servir: por haberme dado la oportunidad de servir
Excepcional: el más excepcional papel de mi vida
Su mandato

Su mandato: muy distintas son, sin embargo, las palabras elegidas para hablar de los años de mandato, del trabajo, los desafíos, las amenazas y lo que se ha alcanzado:
Retos: pero también ha tenido sus retos
Decisiones continuas y de peso: las decisiones que ha habido que tomar han sido continuas y de peso
Energía: no me queda suficiente energía para hacerlo en justicia
Alcanzar: todo lo conseguido en los últimos cinco años
Orgullosa: estoy muy orgullosa
Objetivos: Objetivos ambiciosos y un plan para alcanzarlos
Darle la vuelta: hemos revertido las cifras de pobreza infantil
Aumento: los mayores aumentos en bienestar
Mejora: la mejora de las condiciones salariales de los trabajadores
Economía altamente cualificada: hemos cambiado nuestro paradigma hacia una economía con salarios altos y altamente cualificada
Trabajo duro: hemos trabajado duro para avanzar en cuestiones sobre nuestra identidad nacional
Diferencia: Lo que marcará la diferencia en años venideros
Algunas de las mayores amenazas: al tiempo que respondíamos a algunas de las mayores amenazas para la salud y el bienestar económico de nuestro país desde la Segunda Guerra Mundial
Su equipo

Su equipo: con estas palabras se refiere al equipo que la ha acompañado en el mandato durante estos cinco años y medio:
Algunas de las mejores personas… con quienes he tenido el privilegio de trabajar
Bien situados para disputar las próximas elecciones
Porque creo que podemos y que lo haremos, y necesitamos unos hombros frescos para este reto
Y con estas palabras define el espacio político que ha elegido para sí misma:
Dejar espacio al próximo compañero que asuma el papel, todo el espacio que necesite para dejar su propia huella
Su futuro
Finalmente, los tres últimos párrafos, resumen el contenido de sus palabras, y se convierten inmediatamente, en el corolario de cinco años y medio de trabajo, de visión política, de misión personal:
Por mi parte, quiero concluir con un simple gracias a los neozelandeses por haberme ofrecido esta oportunidad para servir, y para llevar a cabo lo que ha sido y siempre será el más excepcional papel de mi vida.
Espero, a cambio, dejar la creencia de que puedes ser amable, pero fuerte. Empático, pero resolutivo. Optimista, pero determinado.
Que puedes ser tu propio modelo de líder, uno que sabe cuándo es el momento de marcharse.
Y, un mensaje para el futuro, recogido en las respuestas a las preguntas de la rueda de prensa, dos palabras que son resumen y deseo:
Si preguntas a alguien de mi generación cómo definirían a un político, no creo que utilizaran amabilidad, y dudo mucho de que hablaran de empatía, pero confío en que la próxima generación lo hará.
Jacinda Ardern

Nueva Zelanda está muy lejos. En las antípodas exactamente, en ese lugar maravilloso y misterioso de la infancia, cuando mi padre nos decía que, si cavábamos muy hondo, muy hondo, llegaríamos a Australia. En aquel entonces yo no sabía que esto no era exacto, éramos muy pequeños para saberlo y, ante nuestro desconocimiento, mi padre debió de elegir esas antípodas porque teníamos unos amigos australianos, pero no conocíamos a nadie en Nueva Zelanda. Ahora ya sé dónde queda Nueva Zelanda y Google me ha paseado por sus paisajes desde el sofá de casa. Sin embargo, no sé mucho de la situación social y política del país. No sé, realmente, si Jacinda Ardern ha sido una buena primera ministra o no, si ha alcanzado los desafíos, logrado las metas, superado las amenazas, o mejorado la vida de sus ciudadanos tal y como recoge en su discurso. Quizás, como ocurre en política por estos lares, también en las antípodas las cosas de la política son del color del cristal con que se miran.
Sólo sé que al oír sus palabras no he podido evitar pensar en todas esas veces en las que he dado un paso al lado, o atrás, y en cómo habría querido poder hacerlo con estas mismas palabras. Pero, claro, no todas somos Jacinda Ardern.
Discurso de Jacinda Ardern
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Felicidades por el artículo. Pienso sinceramente que a Jacinda le entró una depresión, se puede justificar de muchas maneras sus motivos, pero no tenía madera de ponitico sino muchos escrúpulos. Zelenski, el presidente de Ucrania es un ejemplo te entereza. Los súbitos de un país, necesitamos presidentes fuertes que nos defiendan en la adversidad.
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Cristina: Me gusta la percha de tu ‘0cho palabras’ para tu original y profunda manera de analizar la despedida de Jacinda Arden. Ya podían aprender de ella algunos presidentes, sobre todo éste tan guapo que tenemos en España.
Cambiando de tema: creo que triunfaste como poeta en la Casa de Castilla-La Mancha. Enhorabuena global. Un abrazo.
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Cierto es que también
somos
todo aquello
que en sueños vivimos
y regresa, a esta vida
tangible, convertido en
pensamiento…
para hacerse más real
con el atrevimiento,
valentía vital de nuestras
acciones, siempre,
guiadas
por el Amor y la Libertad
Gracias por azuzar
mis reflexiones y
mis acciones…
Pedro