Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Caminando con la historia

Ocho horas de trabajo, ocho de ocio y ocho de descanso

Huelga La Canadiense

No hace demasiado tiempo que las jornadas laborales eran, como mínimo, de entre doce y catorce horas. Hasta mediados del siglo XIX no se empezaron a ver algunos cambios promovidos por los movimientos sindicales, principalmente en el año 1866, cuando la Asociación Internacional de Trabajadores (Primera Internacional) acuerda la necesidad de luchar y exigir una jornada de 8 horas, pero con poco éxito todavía.

Ya en los Estados Unidos se firmó una legislación que regulaba esta norma para los empleados federales, pero la verdad es que tampoco se llevó a cabo y los trabajadores, en ese mismo año, provocaron un atentado con varios fallecidos en Chicago. Antes de 1810, un empresario e ideólogo británico llamado Robert Owen empezó a reducir en sus fábricas la jornada a 10 horas, que posteriormente siguió reduciendo hasta las 8 horas, iniciando el movimiento de cambio social que era tan deseado y necesario en aquellos momentos.

Hacemos una pequeña puntualización con la jornada laboral y los niños. La ley francesa de 1874 introdujo prohibiciones y restricciones al trabajo infantil que venían dadas por la explosión de la Revolución Industrial. Esta ley decía que “los niños no podrían ser empleados en fábricas y talleres antes de los doce años”, elevándose, por lo tanto, cuatro años la edad mínima, según la disposición de 1841. Es decir, que anteriormente se empleaban a niños menores incluso de ocho años. La jornada laboral infantil de los menores de doce años no podía superar las seis horas diarias, con un descanso en la mitad de la misma. A partir de los doce años se podía aumentar la jornada, pero no a más de doce horas (increíble, verdad).

En España, el 3 de abril de 1919, el Gobierno firmó un decreto que fijaba la jornada laboral máxima de ocho horas diarias, no sin antes pasar por una huelga de 44 días en Barcelona de una operadora eléctrica cuyos propietarios eran unos banqueros canadienses. En esta protesta consiguieron paralizar por completo el sector y, a raíz de ello, España consiguió ser el primer país del continente en proclamar la ley de la jornada de 8 horas laborales.

Derribo de un tranvía en Barcelona en 1909.

Detrás de todos estos logros hay un sendero de movilizaciones, presiones, activismo sindical, huelgas con una declaración de “estado de guerra” y más de 3000 trabajadores detenidos… que dieron paso a un cambio de jornadas laborales de 12 y 14 horas a las muy deseadas 8 horas. Sin olvidar que fue el conde de Romanones (ministro por aquel entonces) el que firmó el decreto y que, acto seguido, dimitió. Quedémonos en que con la lucha y los cambios sociales fuimos los pioneros en declarar la jornada laboral de ocho horas en Europa.

Pero, en estos artículos de “Caminando con la historia”, no puedo terminar sin mencionar a nuestro monarca Felipe II, que ya por los albores de 1593 emitió un edicto (VI de Ordenanza de Instrucción) sobre la jornada laboral de ocho horas que decía:

 “Todos los obreros de las fortificaciones y las fábricas trabajarán 8 horas al día, 4 por la mañana y 4 por la tarde; las horas serán distribuidas por los ingenieros según el tiempo más conveniente para evitar a los obreros el ardor del sol y permitirles el cuidar de su salud y su conservación, sin que falten a sus deberes”.

Felipe II
Felipe II, por Alonso Sánchez Coello (Fuente: Wikimedia).

Es curioso, pero hay que explicar todavía a día de hoy, que estas condiciones eran también aplicables a los indígenas americanos en las zonas que se encontraban bajo el control de la corona española, a excepción de los trabajadores de las minas, que se les aplicaba una jornada “reducida” de 7 horas.

Va a ser que hay que contar bien la historia para que colonizadores ingleses, holandeses, belgas, franceses, portugueses, alemanes o daneses empiecen a reconocer la verdad de muchos hechos, aunque tenemos que ser primeramente nosotros, los españoles, quienes no menospreciemos nuestro legado con un pasado histórico digno de ser contado con orgullo y honestidad.

Jorge Monreal

Natural de Madrid y dianense de adopción, estudié Educación Física (INEF) y toda mi vida ha estado vinculada a la nutrición y alimentación para el alto rendimiento deportivo, aunque mi vocación siempre fue el periodismo, así que con la ayuda de la Universidad de Barcelona logré tener el grado de comunicación además de otros estudios paralelos como Máster de Comunicación Empresarial y Corporativa en la Universidad Isabel I, un posgrado en Publicidad y Relaciones Públicas y un MBA en una escuela de negocios en Florida.

Lo importante es que soy una esponja para el periodismo y su historia, presente y posibles escenarios de futuro. Formar parte de la familia periodística y más concretamente de la APPA ha sido un verdadero honor al que espero poder contribuir engrandeciendo la Asociación y buscando un futuro próspero como profesionales y comunicadores, aunque tenemos que reconocer que en España nos queda un gran trabajo.

2 Comments

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  • Lo que más me ha llamado la atención de tu artículo es lo referente a Felipe II adelantándose casi cuatro siglos a la jornada laboral de ocho horas. Me gusta que hayas dado un repaso a los países que crearon o difundieron con maldad y envidia la nefasta y casi totalmente mentirosa ‘leyenda negra’. Un saludo cordial.