La primavera de 1925 llega cargada de sucesos en la ciudad de Alicante. Robos de mercancías peligrosas en los trenes que venían de Madrid, un aparatoso incendio en pleno centro de la ciudad y numerosas pérdidas de objetos en el recién inaugurado tranvía eléctrico. No faltaron los homenajes a los ilustres, en este caso Eleuterio Maisonnave, alcalde de la ciudad y ministro de la primera república, así como el interés social por los problemas de salud del entonces general gobernador Cristino Bermúdez de Castro.
Aunque el tranvía ya llevaba años en la terreta tirado por mulas, la inauguración del tendido eléctrico y la consiguiente modernización del transporte aumentaron sobremanera el número de usuarios. A mayor trasiego, mayores incidencias. Cada día al regresar a las cocheras de la Florida, se procedía a la limpieza de los vagones y ahí aparecía de todo. Las apreturas y las prisas (sí, sí, las malditas prisas de 1925) dejaban en todos los tranvías numerosos objetos sin dueño que eran depositados en las cocheras y de ahí pasaban a la comisaría de la guardia urbana donde podían convertirse en objetos encontrados.
En aquella primavera del 25, entre el material depositado en comisaría por la empresa de tranvías nos encontramos, por ejemplo, con un devocionario y dos rosarios; un bolsito con pañuelo, par de guantes y 15 céntimos; un delantal; un cesto con pan, chocolate, botella de agua y vasito; cómo no, varios modelos de gafas; una pipa; tres monederos, eso sí, vacíos; varios pendientes; dos madejas de lana negra; bufandas y pañuelos de diversos colores; dos paraguas, una sombrilla y el «objeto estrella», nada menos que una cámara fotográfica.
Los tranvías iban atestados con lo que los objetos perdidos eran numerosos (AMA).
Corría el mes de abril. Por aquel entonces la popular estación de Madrid recibía el nombre oficial de Estación MZA por las iniciales de la compañía ferroviaria de Madrid, Zaragoza y Alicante, que explotaba el servicio. El tiempo y la ley del mínimo esfuerzo la dejaron, durante generaciones, simplemente en estación de Madrid. Fue el escenario de un robo de material altamente peligroso: varios bidones de mercurio procedentes de las minas de Almadén que eran transportados en el ferrocarril Madrid-Alicante con destino al puerto.
Al llegar a la estación término en la terreta unos trabajadores del servicio de descargas repararon en que el vagón Y2805 carecía de precintos y como la curiosidad todo lo puede, acabaron descubriendo el mercurio y sustrayendo 4 bidones que enterraron en un montón de basura, junto a las vías. Más tarde otros compinches los sacaron de la estación para moverlos en la calle, ofreciendo el mercurio bajo manga a industriales y drogueros. Traducido en dinero el botín fue de 400 pesetas, precio muy inferior al del mercado. Alertada la Comisaría alicantina por la compañía ferroviaria, se tardó unos días en encontrar la pista de los bidones y, desde la droguería, la policía realizó el camino a la inversa deteniendo a los cinco compinches que habían perpetrado el robo.
Perspectiva de la estación de Madrid (AMA)
Un mes después, en la madrugada del 2 de mayo, otra droguería fue escenario de un espectacular siniestro. El «almacén de drogas» regentado por Remigio Romero Mira en la manzana de las calles de Castaños, Sagasta, Teatinos y Cádiz ardió por los cuatro costados. Cerca de las 5 de la madrugada un vecino de la zona dió la voz de alarma en la comisaría de la guardia urbana al advertir el fuego. Mientras la policía acordonaba la zona y las campanas de alarma de incendios resonaban en todo el centro de Alicante, el parque de bomberos movilizó una manga y tres efectivos. Varios marineros de la Comandancia se unieron a las labores de extinción. El alcalde Suarez Llanos acudió presto al lugar. El fuego era muy vivo ya que los materiales almacenados en la droguería eran altamente inflamables. Las llamas se veían desde las afueras de la ciudad. La Cruz Roja improvisó un botiquín para atender a los numerosos heridos de entre el vecindario, mayormente con contusiones y síntomas de asfixia. Las alarmas de fuego despertaron a medio Alicante, un numeroso gentío (cinco mil personas, según Diario de Alicante) se congregó en las inmediaciones. Como el agua no bastaba para aplacar las llamas se emplearon además varios carros de arena. Sobre las 11 de la mañana se dió por controlado el incendio. Había sido una madrugada caliente. Los daños ascendían a 500 mil pesetas entre las pérdidas del almacén y los cuantiosos desperfectos en las casas colindantes.
El 4 de mayo la prensa alicantina se hacía eco de los problemas de salud que afrontaba el general gobernador Cristino Bermúdez de Castro, primera autoridad de la provincia en los frentes civil y militar. El equipo médico lo formaban los doctores Evaristo Manero, Julián Minguillón (comandante médico) y José Gadea Pro (inspector provincial de Sanidad). La alarma era grande pues a las complicaciones que ya padecía el general se le había unido una embolia que amenazaba con gangrena. Los médicos se pusieron en contacto con el hermano de don Cristino, el también general y gobernador militar de Gerona, Luis Bermúdez de Castro. Entre todos recurrieron al célebre cirujano de Madrid doctor Goyanes, que llegó a Alicante el 6 de mayo, bajó del tren, reconoció al enfermo y decidió la amputación inmediata de la pierna izquierda por encima de la rodilla. Todo era consecuencia de una antigua herida de guerra recibida en 1913. El secretario del gobierno civil, Eduardo Lastres, se ocupó del mando en la provincia en tanto durase la recuperación del gobernador titular, que finalmente se reincorporó el 4 de junio, menos de un mes después de la grave intervención quirúrgica.
General Cristino Bermúdez de Castro (foto Bosch, BNE).
Ese año de 1925 se cumplían 35 del fallecimiento de Eleuterio Maisonnave, alcalde de Alicante, diputado en Cortes y ministro de la primera república española. La víspera del aniversario el alcalde, general Julio Suárez Llanos, firmaba la convocatoria del homenaje:
“En conmemoración del XXXV aniversario del fallecimiento del ilustre hijo de esta ciudad excelentísimo señor don Eleuterio Maisonnave Cutayar, mañana cinco del actual se celebrarán misas en la Insigne Iglesia Colegial de San Nicolás por la paz eterna del alma de tan esclarecido varón. A las seis de la tarde saldrá de las Casas Consistoriales la Excelentísima Corporación Municipal, precedida de las civiles, militares y particulares que gusten acompañarla”.
Naturalmente se contó con la Banda Municipal para acompañar el cortejo cívico desde el ayuntamiento, en la plaza de Alfonso XII, dirigiéndose luego por la calle de Rafael Altamira hacia la plaza de la Constitución (portal de Elche), calle de Sagasta y plaza de la Reina Victoria (Calvo Sotelo) hasta llegar al monumento a Maisonnave, donde se pronunciaron las correspondientes palabras de elogio y se depositaron numerosas coronas de flores.
Eleuterio Maisonnave en El Luchador, 5 mayo 1925.
Así discurría la primavera alicantina en el mes de las flores del año de gracia de 1925.
Imágenes y Fuentes:
* Biblioteca virtual de la prensa histórica
* El Luchador
* Diario de Alicante
* Archivo municipal de Alicante
* Biblioteca Nacional de España
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