Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

Obispo que da la cara

El obispo José Ignacio Munilla, junto a otras personas participando en la campaña ‘40 Días por la Vida’ (Fuente: Perfil de @ObispoMunilla en Twitter).
El prelado de Orihuela-Alicante defiende a los niños no nacidos con una pancarta frente a un abortorio, ofrece ayuda a las madres y es atacado por un senador de Compromís.

Puede que sea la primea vez en la historia de la Iglesia Católica española que un obispo se planta con una pancarta ante una clínica abortiva. El gesto lo ha protagonizado el prelado de nuestra diócesis Orihuela-Alicante, monseñor José Ignacio Munilla, un obispo valiente, de los que dan la cara para defender el primero y fundamental de los derechos humanos, el derecho a la vida. Digan los que digan los políticos que legislan en España y en multitud de países de Occidente, desde Sánchez a Macron, pasando por Biden y otros secuaces, la realidad es que, por mucho que impongan la cultura de la muerte, jamás acallarán las conciencias de los hombres y mujeres de buena voluntad, incluso las de muchas y muchos que, tras haber caído en las garras de los abortistas, consiguen superar las mentiras de la ‘interrupción voluntaria’ para sumarse al colectivo del futuro, que tiene que ser el de la vida y nunca el de la muerte.

Los políticos mentirosos, que son casi todos a nivel mundial, incapaces de hacer una sociedad ejemplarmente humana, con una educación integral exquisita (y no centrada en  el sexo y en los sexos, géneros, subgéneros y contragéneros, hasta aburrir a las ostras), se dedican a legislar sobre imbecilidades que causan más daño que otra cosa, como ocurre en  nuestra querida España con la nueva Ley de Memoria Democrática, ideada por todos los mediocres gobernantes que se están cargando a marchas forzadas el espíritu conciliador de la fecunda Transición y se alían con independentistas y bilduetarras defensores y homenajeadores de asesinos de ETA, a los que sancho-socialistas y comunistas blanquean.

Monseñor Munilla escribe este tuit: “En este día de Todos los Fieles Difuntos he participado en la campaña ‘40 Días por la Vida’ ante un abortorio de Alicante. Si el aborto es progresismo, la ley de la selva es la cumbre de la democracia. Sí a la vida”. El obispo fue fotografiado junto a cuatro personas provida portando él y tres de ellas pequeñas pancartas con esta leyenda: “No estás sola; podemos ayudarte”. Una de las mujeres concentradas llevaba un bebé en brazos.

Desde la plataforma antiabortos se informa que acuden a las cercanías de las clínicas abortivas “a rezar en paz y silencio por las madres que piensan abortar y por los profesionales que trabajan en los centros”. Un medio de comunicación reflejaba la opinión de algunos trabajadores que calificaban la situación como ”no agradable”, pero respetaban a los concentrados. La plataforma provida califica a las clínicas abortivas como un negocio y no como centros de salud.

Mientras los manifestantes se amparan en la libertad de expresión, el concejal por Compromís en el consistorio de Alicante, Rafael Mas, ha solicitado poco menos que la cabeza del obispo: “No podemos permitir el acoso a trabajadoras y trabajadores del ámbito sanitario en su ejercicio profesional y menos por parte del representante de la Iglesia, como es el obispo Munilla, cuyo comportamiento no se ajusta ni a la ley”. Su compañero del partido catalanista, el senador Carles Mulet, ha elevado una pregunta al Gobierno sobre qué medidas piensa adoptar para instar a identificar y denunciar ante los tribunales a las personas que estaban junto al obispo en la protesta y para que el cumplimiento de la ley sea efectivo “y se termine con estos acosos”.

El senador seguramente no ignora que una concentración similar se produjo en Valencia; que fue denunciada ante la Policía; que el atestado fue llevado ante el Juzgado número 20 de la capital del Turia y que el juez dictó un auto de sobreseimiento provisional al considerar que del relato de la denuncia y de los atestados policiales no se desprende que hayan producido “actos intimidatorios contra los empleados de la clínica o posibles pacientes de la misma”.

Así y todo el senador Mulet insiste al Ejecutivo: “Esperamos unas medidas contundentes y ejemplarizantes por parte del Gobierno o, en caso contrario, se demostrará que la ley no vale para nada”. Nada de acudir a los tribunales. El senador ha dictaminado que hay acoso por parte de quienes, en silencio, rezan por la vida de los bebés no nacidos. pero que tienen el primero de los derechos del hombre, el derecho a la vida.

A todos los partidarios del aborto se les podría preguntar qué hubiera sido de ellos si sus madres los hubieran abortado. Ya sé que es un tanto pueril este argumento, pero podría hacerles reflexionar sobre la filosofía (que no ideología de género) del aborto. Lo que defienden el obispo José Ignacio Munilla y todos los provida es un principio humano: no matarás. Coincide con el quinto de los mandamientos de Dios. Matar va contra la ley natural y contra la divina por más que se le quiera disfrazar y despenalizar con las palabras ‘interrupción voluntaria del embarazo’. Y ahí va otra pregunta aparentemente infantiloide y que ya me hice en una ocasión: ¿por qué no se legisla para la vida creando centros de acogida, magníficamente dotados, con personal especializado, para madres con embarazos no deseados que decidieran, libremente, sin presiones, quedarse con los bebés o darlos en adopción?

Considero que se trata de una propuesta válida para gente de derechas y de izquierdas, para todo ser humano, hombre o mujer. Se trata simplemente de apostar por la vida. ¿Hay algo más fabuloso que un recién nacido? Es verdad que cada año nacen menos niños. Las feministas comunistas, propagadoras del odio a los hombres y enemigas de las mujeres con valores tradicionales, no quieren niños y defienden el aborto libre y gratuito. Eso sí, como sus aliadas animalistas, celebran una ley que protege los derechos de los animales más y mejor que los legisladores sociocomunistas los derechos de los humanos o humanoides.

Pero de niños y mascotas podemos hablar otro día.

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

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