La magnífica película Amadeus (1984), dirigida por Milos Forman y escrita por Peter Shaffe, basada en su propia obra de teatro, nos ponía delante la genialidad frente a la mediocridad que, conscientemente, sufría hasta el odio el músico Antonio Salieri padeciendo la contemporaneidad y el genio indiscutible del gran Wolfgang Amadeus Mozart. A veces, y es casi siempre, el mediocre tiene el poder, está en mejor posición, tiene más amigos, se mueve mejor en las entretelas de la vida porque tiene tiempo y se dedica a ello. Sin embargo, los pocos genios que el mundo ha dado no están en eso, ni siquiera en sobrevivir… Son esclavos de su mente y de su creatividad, nunca serán sustituidos por una máquina y nunca serán totalmente comprendidos, pero sí reconocidos post mortem, gran cantidad de ellos, no todos.
Mozart, nacido en pleno siglo XVIII, está considerado como el mayor músico de todos los tiempos y seguramente es así. Me acuerdo de ese debate sobre qué cosas que la humanidad ha conseguido serían dignas de resaltar en un juicio galáctico con extraterrestres de todas las galaxias muy lejanas evaluándonos. Tal vez les sorprenderían algunas que nosotros vemos como cotidianas y sin importancia, pero en aquel debate los más sesudos del planeta resumieron todo en dos logros: la música y haber domesticado a los caballos. Si lo piensas, te empanas un poco para encontrar más… Ni siquiera destacaron creaciones como el concejalato 😊 o ese excremento del diablo por el que estamos todo el día peleando y por el que evaluamos nuestro nivel de felicidad y éxito: el dinero.
Picasso, Hopkings, Leonardo da Vinci, Albert Einstein, Marie Curie, Cervantes, William Shakespeare, Nikola Tesla, Galileo Galilei, Leonardo Fibonacci, Miguel Ángel, Matisse, Velázquez, Goya, entre otros, están en ese consenso sobre los genios que hemos conseguido parir en este mundo lleno de masas insustanciales que, afortunadamente, pasamos sin pena ni gloria.
Y existen otros que, sin crear nada nuevo, sí dieron una nueva dimensión a su especialidad, a su mundo, como hizo Paco de Lucía, del que Mark Knopfler, guitarrista y cantante de la banda Dire Straits dijo: “Al verle he entendido que no sé tocar la guitarra”.
Ser un genio no es estar cuerdo ni tener un QI de más de 150, cosa que la gran Marilyn superaba con creces, por cierto. La cordura y el genio están muchas veces lejanas y juegan en ligas diferentes. Así, Van Gogh, el genial pintor casi insuperable, tenía por costumbre, además de alguna auto amputación famosa, beber pintura amarilla porque mejoraba su estado de ánimo. Nikola Tesla tenía la manía, exasperante para sus colegas y ayudantes, de dar tres vueltas a un edificio antes de entrar, y limpiar sus utensilios antes de comer utilizando exactamente 18 servilletas.
Banksy, sea quien o lo que sea, es un genio y además nos sirve para explicar la diferencia entre la genialidad y lo que no lo es. No hay más que ver sus obras y el resto de grafittis del mundo (con honrosas excepciones como los amigos de Doble 13 con sus magníficos trabajos) para atisbar esa diferencia. La genialidad es un buen elemento de comparación, a la baja, de las creaciones humanas.
En el centro, Agustín Vaquero. Fotografía de Pedro Picatoste.
En el mundo de la Comunicación en el que llevo más de tres décadas he visto de todo y doy gracias a haber aprendido a distinguir lo bueno de lo malo y lo malo de la basura. Llevo mucho tiempo esperando guiones, imágenes, spots, trabajos, películas que pueda poner en la lista de geniales. La verdad es que he conocido a un genio alicantino en esto de la creatividad, Agustín Vaquero, considerado el mejor creativo español del siglo XX. Es del barrio de Santa Isabel/franciscanos de Alicante y aunque vive en Madrid ya retirado, compagina ese genio con ser una de las mejores personas que he conocido.
Rafa Nadal es un genio, por sus números en su carrera, pero sobre todo está insuperado en su actitud ante los retos, las dificultades y cómo tomarse la vida y el deporte. Con él el mundo entero ha aprendido a pensar en la siguiente bola cuando algo va mal, a dejarse todo cuando luchas o trabajas, a aceptar la derrota y a saber asimilar las victorias y, sobre todo, a saber que la voluntad y la actitud pueden llevarte al triunfo y al éxito sin tener que convertirte, obligadamente, en un tontoelcapullo integral.
Genios y mediocres, una batalla que, como antagonistas, es desigual demográficamente, demostrando que si no fuéramos tantos los que nadamos en el océano del ninguneo no existirían esos pocos que están en la charca del olimpo de la inteligencia, la habilidad y el progreso real… Haciendo amigos.
De acuerdo en casi todo. Y es que te has olvidado de Beethoven, del que alguien dijo que no era uno entre los grandes músicos o el más grande, como Mozart. Frase lapidaria: ‘Beethoven es la música’. Un abrazo y habla con Cristina Llorens.
Sin duda pero no habría llegado a eso sin Mozart
Dicen
Claro, cuando queráis hablamos. Pero mejor de literatura que de música, de lo contrario terminaréis descubriendo mi punto débil. Un abrazo a los dos, Cristina
Tenemos que hacer una semana un monotema y escribir todos de eso
A ver cómo sale el experimento