Apenas abro los ojos, la luz. Y la generosidad de Ifach que, aunque perezoso, se resigna a dejar pasar un rayo de sol que ilumina inmediatamente la bahía y tiñe de oro el mar. La luz de la mañana resplandece en las fachadas encaladas y el rumor de los cantos rodados al golpearse arrastrados con la resaca instaura la rutina de un nuevo día.
Soy línea y soy color porque así me ha soñado el artista. Reclinada la cabeza, abandonado el gesto, el incendio rojo del fondo me da vida. Lo que parece deleite en la pereza, languidez del cuerpo que sueña, no es sino sueño del artista, que me sueña soñando. La línea de mi brazo cubre el hueco de mi regazo y mi cuerpo adquiere la forma del abandono. Pero la luz me pellizca las mejillas, el calor me quema las piernas, y el aire me revuelve el cabello. Levántate, me dice el día.
El paseo se levanta conmigo. Hoy es día grande: Navarro Ramón sale a la calle y pisa de nuevo la tierra que lo vio nacer. Ha vuelto, como hacía siempre sin dejar de viajar y de exponer: Barcelona, París, Buenos Aires, Madrid, Valencia, Sitges, Bélgica, Alemania, Inglaterra… Y Altea, siempre Altea, sus calles, sus plazas, sus campos, los rincones desde donde el mar, o la montaña, inundan la mirada de color, y definen el trazo. El alcalde, la concejala de cultura, familia, comisaria de la exposición, coordinador, organizadores, vecinos… felices todos como en un día de fiesta, se pasean entre los paneles, que no son sino modernos caballetes sobre los que el artista ha colocado sus lienzos. Y recorren con su mirada la colección que él quiso para su pueblo, y que ha enriquecido el legado de Javier y María Amparo. Una visita que hacen despacio, recreándose en la línea del tiempo que organiza la obra y la estructura, que resume la biografía de Juan a través del objeto de su arte: Altea, la mujer, la guerra, la familia, la forma y el color, lo onírico, la figura que parece levitar sobre el caos líquido del fondo, las nubes, el cielo de Altea. Un universo artístico sereno, en el que de la figuración y la abstracción nacimos todos: de la línea delicada que define mi cadera, a la forma suave del paisaje de Guadalest; del color sutil del dibujo a lápiz que retrata a Javier, al vibrante colorido de las composiciones; del trazo firme que bordea la arquitectura de las calles, a los fondos de formas cimbreantes. Un recorrido por un universo particular, que es ya patrimonio de todos.
Imagino a Juan mirando con modestia y curiosidad a todas estas personas que hablan de él mientras escudriñan con interés sus cuadros. Y lo oigo decirle a Fina que se va un rato al bar Argentino, que lo esperan allí Morote y Navarro para jugar al ajedrez. Fina y yo lo observamos con cariño mientras se aleja del tumulto y se pierde entre los curiosos. Parece cansado y, aunque hacemos todo cuanto podemos por mantener el mundo firme bajo sus pies, sabemos bien que una mirada inquieta y un corazón sensible como es el suyo son una gran carga.
Un estruendo de risas y conversaciones atraviesa la tarde. El sol se asoma sobre los tejados de las pocas casas que sobreviven junto a los edificios del Carrer la Mar para dorar con sus últimos rayos las palmeras que me observan desde las alturas. Hombres, mujeres y niños invaden el espacio que han dejado las autoridades y se acercan a observar los cuadros. Algunos se detienen a leer las palabras de Juan: «El artista tiene el deber de expresar su sentimiento, prescindiendo de todo lo que le ligue al pasado y le influya a través de lo expresado por otros, y en un impulso de dentro a fuera poner al descubierto, en cualquier forma o esencia plástica su propia expresión». (Manifiesto, París, 1956). Un escalofrío me recorre cada vez que lo leo: aunque a mí me había soñado mucho antes de escribir estas palabras, soy, sin duda, su sentimiento, la esencia plástica de su propia expresión.
De pronto, todos parecen tener prisa por llegar a algún lugar que imaginan mejor: la casa, la cena, la reunión de amigos, el encuentro amoroso. Y el sol, iluminándolo todo distraídamente, deja al mar a su libre albedrío de luz. Yo regreso a mi incendio particular que me acoge con el sosiego del cuerpo que encaja entre las líneas de un molde, delicadamente. Vuelvo a mi origen, al universo al que pertenezco, al sueño de Navarro Ramón. Descanso la cabeza sobre el brazo, me acomodo el vestido ligero que anuncia el verano inminente. Es la hora del paseo nocturno y otros ojos, otras miradas, se posarán sobre mí a la luz de una luna menguante sobre el negro de la noche, como lo estoy yo sobre el rojo de este sueño de color.
Información sobre la exposición
Mirada a la col·lecció Navarro Ramón Altea De 19 de enero al 30 de julio de 2024 Passeig Marítim (Platja El Bol) Comisaria: Juana María Balsalobre Organiza Casa de Cultura - Ajuntament d'Altea Concejalía de Cultura, Pepa Victoria Pérez Coordina: Ignacio Beltrán
Para más información sobre Navarro Ramón, su vida, su obra, publicaciones y estudios, y sobre la conmemoración del 120 aniversario de su nacimiento:
Un artículo que aporta muchos datos de este magnífico artista. Enhorabuena a su autora.
Gracias, Susana, lo importante es conocer y reconocer el increíble valor y belleza de la obra de Navarro Ramón, y esta exposición es una magnífica ocasión para ello. Y el artículo ¡una oportunidad más! Un abrazo
Estarelles (casi estrella) del alma: lo tuyo es un derramar hermosura por todos los renglones. Y la guinda, ese «me acomodo el vestido ligero que anuncia el verano inminente». Navarro Ramón estará leyéndote agradecido y feliz, como nosotros.
Querido Ramón, es verdad que la estrella me viene por parte de madre, y por la otra, la de tu amigo tocayo, me viene la luz. Nada habrían sido la una sin la otra, nada sería yo sin ellas. Gracias por tus palabras, siempre hermosas, gracias por tu lectura fiel. Un abrazo
Cristina gracias por este artículo donde se une la palabra, la emoción, la vida, la belleza y el arte. Este 15 de abril es un buen regalo para Juan Navarro Ramón, en el DÍA MUNDIAL DEL ARTE, en este y en todos los días. Seguro que Navarro Ramón se encuentra en el Paseo del Bol, su presencia la comparte, a traves de sus obras, con Pepita Fisac, con Javier, con María Amparo, con Pepa, con Ignacio, con Pere, con Joan y con todos los paseantes de ese espacio de encuentro, de paseo y de vida. Gracias
Querida Juana María, el artículo es solo un pequeño grano de arena. La exposición es una ventana al arte, a la biografía y a la época de Navarro Ramón. Conocerla es conocernos, y reconocernos en la belleza, elemento imprescindible para la vida. Agradecidos al artista y a todos los que como él nos regalan su visión de lo bello, en este día de celebración del arte, y en todos los días del año. Gracias a ti, y a todos los que la habéis hecho realidad. Un abrazo
Un artículo magnífico y muy bien redactado, con mucha poesía y dulzura. Muchas gracias. Nos alegramos que estén sacando a la calle la obra de Navarro Ramón, con quien tanto tratamos en los años setenta y ochenta. Si algún día necesitan documentación o información del artista no duden en contactarnos.
Un afectuoso saludo!
Queridos amigos, muchas gracias por sus palabras. Estamos seguras de que a Navarro Ramón le habrá encantado volver a pisar las calles del pueblo en el que nació, mirando al mar cada mañana, el mismo mar Mediterráneo que baña Sitges. Un abrazo, Cristina
Excelente escrito y muy buena exposición, he tenido la oportunidad de verla y me ha encantado.
Muchas gracias, Susana, por tu lectura y por visitar la exposición, es una excelente muestra de la obra de Navarro Ramón, la mejor forma de conocer al artista a través de su obra, gracias por tus palabras. Un abrazo
He imaginado a nuestro insigne artista y a su musa siguiendo tu magnífico relato.
Como siempre la calidez de tus palabras ensalzan aún más la figura de Juan Navarro Ramón haciéndolo más cercano a nosotros.M
Muchísimas querídisima Cristina, siempre cercana, siempre presente.
Querido Ignacio, disculpa que no haya respondido antes a tu comentario, hace días que no me paseaba con Navarro Ramón y su musa por la exposición, y ahora que lo hago me encuentro con tus hermosas palabras. Muchas gracias por tu comentario que me hace tan feliz. Navarro Ramón lo merece, y Altea también. Un abrazo fuerte. Cristina