Saben que soy «nadalista» hasta la médula y así lo he escrito y demostrado cuando ha habido ocasión. Ninguna duda de que lo seré hasta el final y como ya he contado también, puede que en su larga vida siga siendo ejemplo o se equivoque, como todos, pero eso no le quitará ni un ápice de lo que ha hecho, conseguido y demostrado. Es ejemplo en el mundo entero de todos aquellos valores que olvidamos mayoritariamente cada día el 99 % de la población y por tanto es luz, es un faro, una guía y un camino para generaciones que, donde deberían encontrar estos ejemplos, muchas veces no ven más que un circo en el peor de los sentidos.
Y hablando de circo, lo del homenaje a Rafa Nadal en Málaga fue una payasada épica. Espero tener las palabras justas para calificar este desafortunado desatino. Comienzo desde mi profesión. He realizado durante más de 30 años, junto a mi equipo, eventos de todo tipo; a veces incluyen homenajes, porque son la esencia de muchas celebraciones; incluso pienso que se hacen poco en España. Y eso que hay mucho que reconocer. Así, a bote pronto, se me ocurren como 10 o 12 en Alicante y provincia solamente.
Lo cierto es que el homenaje a Nadal en Málaga a las 12 y pico y tras saber con antelación su posible retirada, fue para mí una de las peores acciones de comunicación que he visto y sufrido en mi vida. Sólo sería comprensible semejante bodrio si el propio Rafa hubiera obligado o sugerido este guion prohibiendo otro tipo de homenaje. La verdad es que no lo creo y aunque así fuera, debería haber sido de otra forma.
El sentimiento colectivo ya se había manifestado de manera natural y especialmente hermosa en la ceremonia del himno de España con la cara y las lágrimas de Rafa emocionado y que fue un golpe en el corazón de todos los biennacidos de este país, de aquellos que tienen, como él, el orgullo de ser español en su ADN.Con eso no bastaba, evidentemente. Al terminar se hizo el preparado homenaje donde sólo encuentro fallos y que creo que cualquier empresa de comunicación de medio pelo o pelo entero hubiera hecho de manera diferente.
Fue una vergüenza, un bodrio, un desatino y lo peor, de una pobreza imaginativa y material repugnante a mi entender. ¿Esto es lo que somos capaces de dar a un chaval que nos ha puesto en el mundo? ¿Esto es lo que ofrecemos como ejemplo que enseñamos a nuestros hijos? ¿Esto es a lo que llegamos ante el mundo a decir de lo mejor que este país ha dado en el deporte y en la actitud ante la dificultad? ¿ESTA MIERDA? ¿Es lo que de verdad sentimos que se merece? ¿Se puede ser más patético que la ATP y la federación de tenis regalando un cuadrito con una foto de su primera Davis en un marco de Ikea de 5 euros? ¿Se puede ser más torpe que olvidarse de poner en el cacavídeo de los que se supone que son amigos suyos, a figuras del deporte nacional que no fueron ni llamados? ¿Dónde estaba el rey, que estoy seguro que hubiera estado encantado de mostrarle su apoyo como tantas veces hizo? ¿Quién fue el lince que hizo el guion del evento?
En fin, nunca hemos sido muy buenos en esto de los homenajes. En eso los americanos son la leche y nos sacan diez cuerpos, pero que el otro día tuviéramos a Rafa de pie con un micro de la Davis, vestido de corto (y no estaba en los toros), y a su familia en segunda fila, sin casi nadie de sus amigos, más solo que la una, con el pabellón medio vacío y con el único detalle extra de una pancarta de los holandeses apoyando a Rafa… Tiene que ser reparado con urgencia, tal vez en su academia, tal vez en el Bernabéu, tal vez en todas las ciudades de España, tal vez con el día Nadal cada año… Tal vez pensando en algo único, en lugar de hacer el más escandaloso ridículo planetario que el otro día protagonizó nuestro país de acomplejados.
No sigo que me cabreo. Haciendo amigos.
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