Se trata de una nueva “historia” que está difundiéndose por el mundo intelectual y que, como casi siempre, ha plantado sus raíces para crecer y concentrarse después a fin de desarrollarse más fácilmente por todo el mundo. Hablamos de Estados Unidos, el lugar en donde nacieron y se desarrollaron otros grupos cargados de razones con narrativas antagonistas de lo que los cristianos llamamos la “salvación”. ”Woke” significa en inglés “despierto”, o incluso algo más comprometido: “concienciado”. Quien nos habla de esta nueva cultura es monseñor José Horacio Gómez, arzobispo de Los Ángeles, presidente de la Conferencia de Obispos de Estados Unidos, que quiso hablar de este nuevo “movimiento cultural” en su videoconferencia centrada en “Cancelación y la Cultura ‘woke’” participando así en un Congreso de Católicos y Vida Pública, celebrado en octubre pasado en la Universidad San Pablo CEU de Madrid. Viene a decirnos que en nuestros países católicos es en donde han surgido y han llegado rápidamente a Europa y España donde “se han estado dando patrones similares de secularización agresiva. Estos grupos están a cargo –así lo dijo– de corporaciones, gobiernos, universidades y medios de comunicación y están establecidos entre profesionales que quieren difundir esa idea de la civilización global pero basada en una economía de consumo y regida por la ciencia, la tecnología, los valores humanitarios y las ideas tecnocráticas acerca de la organización de la sociedad. Es una cosmovisión elitista.
El movimiento woke se presenta como una narrativa antagonista de “salvación” que ya se suele escuchar en los medios de comunicación como personas interesadas y trabajadoras a favor de los nuevos movimientos de justicia social. Ellos dicen que son víctimas de una infelicidad que se da en los intereses comunes y en las posiciones que algunos ocupan en la sociedad; sienten que están siempre del lado de los que sufren porque les niegan derechos y oportunidades para tener una vida digna. Su discurso es atractivo porque, en efecto, la gente está sufriendo, se siente discriminada y excluida de las oportunidades que ofrece la sociedad. Su narrativa es atractiva y convincente porque siempre sabe llegar a la conciencia de la gente que ve cómo se puede vivir mejor en sus barrios, a su alrededor, participando en acciones y actividades nobles.
El Papa Emérito Benedicto XVI nos advirtió de estas cosas, porque siempre vendrán los “nuevos” a ser mejores que los que ya estábamos. Todos queremos fomentar una sociedad en la que haya igualdad, libertad y dignidad, pero sólo podemos edificar una sociedad justa sobre la base de la verdad de Dios y sobre la naturaleza humana. Benedicto XVI nos advirtió que el eclipse de Dios es el eclipse de la persona humana: cuando nos olvidamos de Dios, ya no le vemos en la imagen del prójimo que es donde está esperando.
El Papa Francisco también se refirió a la sociedad que se queda huérfana de un Padre de todos que nos sigue queriendo y cuidando: “A menos que creamos que Dios es nuestro Padre, no encontraremos motivo para tratar a los demás como hermanos y hermanas”. Ese es el problema que tenemos. Las teorías e ideologías críticas de hoy son profundamente ateas. Niegan el alma y la dimensión espiritual y trascendente de la naturaleza humana; o piensan que eso es irrelevante para la felicidad humana. Reducen lo que significa ser humano a cualidades esencialmente físicas como el color de nuestra piel, nuestro sexo, nuestras nociones de género, origen étnico y posición en la sociedad. A lo largo de la historia de la Iglesia han ido surgiendo estos pensamientos que venían a ser herejías y que siempre se basaban en ideas maniqueas (que si el bien y el mal, sin entrar en las tentaciones ni en las consecuencias). Al final, y como ya se ha visto en otros momentos de la historia, estos movimientos están negando a Dios, y por lo tanto se les ha caído la verdad sobre la persona humana. Esto explica que el Evangelio sigue siendo la fuerza más poderosa de cambio social.
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Siempre contigo, con el evangelio y con la Iglesia frente a los falsos salvadores de una humanidad en la que no creen y sí manipulan con desvergüenza. Feliz año.
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