La convocatoria electoral del 10 de noviembre ha puesto sobre la mesa toda una larga historia de ambiciones polìticas. Especialmente en los partidos de izquierda y en la Comunidad Valenciana. Unos y otra son objeto de estudio electoral no sólo por los amigos de las encuestas, sino de quienes alardean de tener a su alcance las claves de todos aquellos polìticos que, sin competir directamente en la próxima cita electoral, sí que se juegan un futuro a medio plazo.
Al hilo de lo anterior se comprenden las palabras lapidarias y cargadas de sentido del lider de Unidas Podemos a la vicepresidenta de la Generalitat. El «Mónica, tomo nota» tiene más veneno que una víbora multicolor. Pablo Iglesias advierte a Mónica Oltra que no olvida ni perdona, avanzando su anuncio de una especie de guerra soterrada entre la izquierda más izquierda como «pago» de lo que en Madrid se considera una traición de sus amigos valencianos.
¿A quién favorece la estrategia de Compromís de dejar con el culo al aire a Unidas Podemos para echarse en brazos de Más País? ¿A Íñigo Errejón? ¿A la propia Mónica Oltra? ¿A Ximo Puig? ¿A Enric Morera? Los grandes beneficiados no son otros que el presidente de la Generalitat y su vicepresidenta, aunque, con las encuestas en la mano, podría pensarse que sólo obtendrá premio una de las políticas más ambiciosas de la Comunidad Valenciana. O sea, Mónica Oltra.
La jugada de la líder de Compromís (que no del Bloc) tiene como fin último sacar del mapa político de Valencia a Unidas Podemos y poner en serios aprietos a Martínez Dalmau. Porque, ¿cómo explica el también vicepresidente del Consell su posición ante Pablo Iglesias, ante Unidas Podemos?. «Para Errejón, Madrid. Para mí, toda la Comunidad Valenciana». No es literal pero estoy convencido de que los pensamientos y los deseos de Oltra van por ahí. «Yo le dejo a Íñigo la política nacional y a cambio pediré que él no meta la mano en Valencia». Jugada perfecta que sirve, al propio tiempo, para dejar fuera de juego a Enric Morera, cuyo trabajo al frente de las Cortes Valencianas sólo se ha distinguido por subvencionar a los colectivos amigos y a todo lo que lleve la vitola de «catalanista».
Culminada la jornada del 10N, a Mónicqa Oltra sólo le queda esperar para ver qué ocurre en el entorno de Ximo Puig. Si los resultados son no buenos sino muy buenos para Pedro Sánchez y su PSOE, Ximo presumirá de líder y de resultado y hasta hará las paces con su secretario general. Pero si no se superan los 123 diputados actuales, Puig y el resto de los barones socialistas se lanzarán a por la yugular de Sánchez. Y mientras todo eso se produce, el presidente de la Generalitat seguirá con su política de autobombo, de autocomplacencia y de cerrar puertas a todo el que quiera hacerle sombra. Esto es lo que ha hecho durante los amargos días de la gota fría, donde sólo él ha reinado en toda la Comunidad, sin permitir que Mónica Oltra y los conselleres más próximos a las áreas afectadas hicieran acto de presencia. ¿Han visto a Oltra en la Vega Baja? ¿Y a la consellera ilicitana, Mirella Mollá?
«Mónica, tomo nota». Lo dicho. Pablo Iglesias ni olvida ni perdona. Que tome buena nota la vicepresidenta y sus seguidores.
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