El Manaslu, con 8163 m de altura, ubicado en la cordillera del Himalaya, en Nepal, es la octava montaña más elevada del mundo. Su nombre proviene del concepto sánscrito de manasa (intelecto o alma). Es también conocido como “montaña de los espíritus”. Está situado en el distrito Gorkha de Nepal, en el macizo Mansiri Himal, a unos 64 km al este del Annapurna. Como comparte frontera con el Tíbet, ofrece una belleza espectacular y una mezcla de culturas entre nepaleses y tibetanos.
La primera ascensión al Manaslu la culminó, el 9 de mayo de 1956, un equipo japonés formado por Toshio Imanishi y Gyalzen Nobu.
Después de más de 30 años dedicados a la montaña, he podido disfrutar de la belleza y de la naturaleza que las imponentes, temibles y majestuosas montañas de la tierra nos ofrecen en cualquier época del año. Ya sea en verano, escalando en su poderosa roca caliza o granito, como en invierno esquiando en su frío manto de blanca nieve o en el duro y quebradizo hielo, he ido aprendiendo las diferentes técnicas del alpinismo en compañía de grandes personas que me han ayudado a mejorar para vivir y sobrevivir en la montaña. Un aprendizaje en el que aún hoy en día sigo siendo un pequeño aprendiz de mi maestra la montaña.
¿Por qué el Manaslu?
Nunca me había planteado escalar una montaña de más de ocho mil metros hasta que en octubre de 2019, escalando el Ama Dablam, vi de cerca esas imponentes montañas y algo se despertó en mí. Desde entonces me rondaba por la cabeza el nombre de varias de ellas, con un claro objetivo: probar mi capacidad de adaptación y aclimatación a esa altura, por lo cual tenía que ser una montaña que no se elevara demasiado por encima de los ocho mil metros, para poder hacer cima sin apoyo de oxígeno.

“Quien ha escuchado alguna vez la voz de las montañas, nunca la podrá olvidar».
Proverbio tibetano
Por otro lado, debido a la pandemia de covid-19, no tenía muchas opciones de elegir, ya que la expedición debería realizarse conjugando que me diera tiempo a estar vacunado, a hacer un buen entrenamiento con las restricciones de movimiento propias del estado de alarma y la situación fuera lo más favorable en Nepal. Otro inconveniente que se me planteaba era hacerlo en solitario, ya que no conseguía dar con nadie conocido para formar equipo. Por todo esto, pensé que la mejor opción era el monte Manaslu, contratando una compañía nepalí para hacer una expedición comercial sin guía y modelo 1+1 (un escalador + un sherpa).
Inicio de la expedición
La expedición se inició el día 2 de septiembre y finalizó el 7 de octubre de 2021. La formábamos un equipo de porteadores, un equipo de apoyo al campo base (cocineros y ayudantes), un equipo de sherpas de altura para montar los campos 1 (5600 m), 2 (6400 m), 3 (6700 m) y 4 (7400 m), así como varios alpinistas procedentes de España, Francia, Bélgica y Rumania que, de forma individual, pero formando equipo en caso de necesidad, junto con sus sherpas de altura, intentaríamos ascender a la cima del Manaslu. En mi caso conseguí hacer cumbre junto a mi sherpa, Anggelú, el día 28 de septiembre de 2021 sin ayuda de oxígeno extra.
“La soledad es una fuerza que te aniquila si no estás preparado para superarla,
pero que te lleva más allá de tus posibilidades si sabes aprovecharla para tu propio beneficio”.
Reinhold Messner
Aclimatación
Debido a la mala climatología de la zona sólo hubo posibilidad de tener una ventana de buen tiempo de 3 días para aclimatar en el Manaslu, ya que no dejaba de llover. Decidí aprovechar ese margen y hacer noche el día 18 de septiembre en el campo 1. Los días 19 y 20 de septiembre duermo en el campo 2. Además, el día 20 también aprovecho para subir al campo 3 donde pasé 2 horas por la tarde y regresé al campo 2 disfrutando de la ruta y las vistas.
En el campo 2 paso dos noches muy malas. En el diario escribo:
“He pasado una de las peores noches de mi vida. Las horas se me han hecho interminables deseando que se hiciera de una maldita vez de día para poder salir de la tienda y bajar lo antes posible al campo base. Otra noche así, no sé si la soportaría”.

La lluvia en el campo base hace que los días sean psicológicamente pesados y con mucha humedad. Al parecer, es muy normal en esta época de año en la zona del Manaslu.
Nos llega información por varios medios de que los días 27, 28 y 29 serán buenos para hacer cumbre. Con la ayuda de Fernando Fernández-Vivancos, experto himalayista, y Jorge Palop, médico especializado en medicina de altura, planificamos la estrategia para atacar la cima del Manaslu.
La estrategia consiste en subir del campo base al campo 2 el día 26 de septiembre (previamente había dejado un saco de dormir, el mono de plumas, el termo y comida en el campo 2 cuando hice la aclimatación). Teniendo en cuenta que mi aclimatación ha sido corta y no muy buena, el día 27 dormiré en el campo 3 y, si las sensaciones no son buenas, aborto el ataque a cima y regreso al campo base para seguir aclimatando.
Camino de la cima
El día 25 salgo temprano del campo base y llego al campo 2 sobre las 14 horas. Paso otra noche mala. Me vienen muchos pensamientos a la cabeza y me doy cuenta que no va a ser posible hacer cima por lo que decido subir al campo 3 el día 26 con idea de dormir lo mejor posible y bajar al campo base. Escribí:
“Aunque aún guardo un poco de esperanza en que pueda salir bien”.
Para mi sorpresa, la noche en el campo 3 ha sido buena. Me encuentro bien, sin dolor de cabeza, he comido bien y la hidratación es buena. Aunque sé que no voy bien de aclimatación, decido subir al campo 4 el día 27 para comprobar sensaciones y poder tomar una buena decisión antes de abortar la ascensión.

En el campo 4 me encuentro bien, por lo que le digo a Anggelú, mi sherpa: “esta noche salimos para intentar llegar a cumbre, pero con mucha precaución ya que yo no voy bien aclimatado”. (Él irá conmigo desde el campo 4 hasta la cima por lo que voy con una botella de oxígeno para él y otra de reserva para mí en caso de que hagan falta).
Salimos a la una de la madrugada del día 28 de septiembre. Yo voy muy despacio, al ritmo que mi corazón me marca, de tal manera que en ningún momento las pulsaciones se me disparen. Aproximadamente a las 10 horas de la mañana llegamos a la cima del Manaslu sin necesidad de usar mi botella de oxígeno.
“No conquistamos las montañas, sino a nosotros mismos.”
Edmund Hillary
La subida hacia la cima ha sido lenta, tensa y silenciosa pero realmente es en la bajada cuando me doy cuenta de lo agotado que estoy. Estoy casi al límite de mis fuerzas, tambaleándome a cada paso que doy. Necesito parar cada 5 o 10 minutos, aun consciente de que los descansos deben ser lo más cortos posibles porque tengo que llegar al campo 3 donde, ya sí, pasé la noche y recuperé algo de fuerzas.
“Sube la montaña, no para plantar tu bandera, sino para aceptar el desafío, disfrutar del aire y contemplar la vista. Sube para que puedas ver el mundo, no para que el mundo te vea a ti”
David McCullogh Jr.
Mi valoración personal de la expedición
Desde que inicié el camino de este proyecto he pasado por diferentes estados de ánimo: ilusión, decepción, entusiasmo, miedo, euforia, sorpresa, tristeza, agradecimiento, positividad y superación. Las dificultades del camino, incluso antes de llegar al Himalaya, han sido varias y nada fáciles de superar, pero gracias a la fuerza de voluntad y el apoyo de grandes personas he conseguido seguir adelante y aprender de todas ellas.
La expedición al Manaslu ha sido exigente y agotadora, llevándome al límite del esfuerzo y la superación. He tenido que tomar decisiones difíciles, rozando la frontera con lo temerario, solo separadas por una línea muy fina de una chispa de buena o mala suerte que podía llevarme al éxito o a la fatalidad. He tenido la suerte de conocer excelentes montañeros de todas las partes del mundo y he visto paisajes espectaculares de los que me llevo un maravilloso recuerdo.
He conocido mi capacidad de adaptación, sin apoyo de oxígeno, en alturas a más de 7500 m, la temida zona de la muerte, donde la vida permanente es imposible, donde las moléculas de oxígeno que se inhalan en cada inspiración son de un 25 %, debido a la baja presión atmosférica, en comparación con zonas habitables y donde la capacidad física de una persona ronda entre un 20 % y un 30 % respecto a circunstancias normales.

Todo ello me lleva a una reflexión a la que aún no me siento capaz de responder:
“Por qué hay personas en el mundo capaces de sacrificar momentos tan importantes en su vida, tan solo por intentar lograr un objetivo del cual sabes seguro que te llevará al límite de tu capacidad de sufrimiento”.
En la montaña he podido conocer grandes personas, culturas y maravillosos lugares por diferentes partes del mundo. A fecha de hoy he estado en Urus (5420 m), Ishinca (5530 m), Alpamayo (5947 m), Tocllaraju (6034 m) y Pisco (5752 m) en Perú; en Toubkal (4167 m), en Marruecos; Monte Cervino (4478 m), en Italia; Cotopaxi (5897 m), en Ecuador; Kilimanjaro (5895 m), en Tanzania; Kalapatar (5643 m), Lobuche (6119 m) y Ama Dablam (6812 mts), en el Himalaya; y he disfrutado de las espectaculares montañas cerca de casa por las zonas de Pared Negra, Redován, Cabezo d’Or, Puig Campana, Sella, Ponoch, Toix y Peñón de Ifach, entre otras.
Agradecimientos
Durante la preparación y a lo largo de la expedición tuve el apoyo de grandes personas que, de forma positiva, me ayudaron a llevar a cabo la expedición. De todos ellos destaco los nombres de José Luis Valero Torremocha, Carlos Elvira Aranda, Sabina Hernández González, Jorge G. Palop García y Fernando Fernández-Vivancos. Gracias a ellos pude superar innumerables trabas y dificultades que me fueron surgiendo por el camino hacia la cima del Manaslu desde que decidí iniciar el proyecto.
Además, agradezco el apoyo de varias entidades y empresas que con su aportación me permitieron salvar el primero de los obstáculos para llevar a cabo mi proyecto y sin el cual no hubiera sido posible: el Ayuntamiento de Crevillente, Club de Montaña ACCLIVIS de Crevillente, cooperativa ENERCOOP de Crevillente, Grupo BATZ Zamudio en Vizcaya, Kinetic Performance de la Universidad de Alicante, Óptica Vistahermosa de Alicante, Centro de Instrucción de Medicina Aeroespacial CIMA en Torrejón y el Grupo Militar de Alta Montaña de la EMMOE en Jaca.
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