Cristianas como Edith Stein, Catalina de Siena y Brígida inspiraron a los padres de Europa: Adenauer, De Gasperi, Schuman y Jean Monnet.
La historia es maestra de la vida. Para quien la conoce, claro. Es rica y variada. Es apasionante conocer el pasado, mientras se vive el presente y se gesta el futuro. Y dentro de la historia general, están las diferentes conquistas y migraciones que, durante siglos y siglos, han ido conformando nuestro convulso presente, acaso ni mejor ni peor que el de otras épocas pero sí diferente. Seguimos con las migraciones y a los españoles y europeos nos preocupan especialmente las que más nos afectan por si pudieran terminar cambiando radicalmente el futuro de la civilización occidental, no sólo la de Europa sino la de todo Occidente. Empiezo este artículo como terminé el anterior: si se pierde el humanismo cristiano, fundamentado en la cultura grecorromana y cristiana, estamos perdidos.
El gran enemigo no es la lenta pero permanente invasión pacífica del islamismo sino el cáncer interno de los occidentales, una buena parte de los cuales está destruyendo, desde dentro, con filosofías neocomunistas y neonazis más o menos disfrazadas de progresismo aberrante, un legado fabuloso. Quieren cambiar una fábrica de diamantes por un estercolero. Occidente está en peligro. Creo que la Iglesia Católica tiene que volver a ser antorcha e iluminar el presente y el futuro con las grandes verdades del humanismo cristiano; los valores que iluminaron a las tres santas patronas de Europa (santa Teresa Benedicta de la Cruz —Edith Stein de seglar—, santa Catalina de Siena y Santa Brígida) y a los tres santos que con ellas comparten el patrocinio de un Viejo Continente llamado a reverdecer laureles antiguos pero perennes: san Benito de Nursia, san Cirilo y san Metodio. Los grandes principios cristianos, a poco que tengamos la mente limpia de prejuicios, coinciden con los grandes valores de la ley natural.
La judía conversa Edith Stein, filósofa amiga de Husserl y de Heidegger, dos de los más importantes pensadores alemanes del siglo XX, se hizo católica leyendo a santa Teresa de Jesús y a san Juan de la Cruz. Como religiosa carmelita tomó el nombre de la santa española; un segundo nombre, el de Benedicta, en honor, creo, de san Benito (Benedictus en latín), el fundador de los benedictinos y del famoso monasterio-abadía de Montecassino, donde nazis-fascistas y aliados disputaron una feroz batalla protagonizada por 50 000 hitlerianos contra unos 100 000 aliados que avanzaban desde el talón de la bota italiana hacia Roma, donde entraron el 4 de junio de 1944, dos días antes del desembarco en Normandía. Hitler estaba noqueado, pero antes (4 de agosto de 1941) había asesinado cobardemente a la carmelita Edith Stein por ser judía, acaso también por católica. En el mismo campo de concentración de Austwich asesinaron (9 de agosto de 1942) al franciscano polaco Maximiliano Kolbe también canonizado por Juan Pablo II y que bien puede considerarse patrón de la nueva Europa surgida tras el nazismo y la Segunda Guerra Mundial. Para evitar que esa guerra terrible se reprodujera en el futuro idearon la Unión Europea (con otro nombre al principio, Comunidad Económica del Carbón y del Acero) cuatro políticos gigantes, el germano Konrad Adenauer; los franceses Jean Monnet y Robert Scbuman; y el italiano Alcide de Gasperi; a los que se sumaron luego otros tan importantes como el británico Winston Churchill, el alemán Walter Hallstein; el belga Paul Henri Spaak y el italiano Altero Spineli.
De santa Brígida hay que resaltar que, miembro de una familia noble sueca, culta y muy devota, viajó por Europa haciendo de embajadora eclesiástica para buscar la paz entre los diversos reinos cristianos enfrascados en constantes paleas fronterizas. Hizo el Camino de Santiago con su esposo y creó una orden religiosa.
De santa Catalina de Siena basta con recordar que sus escritos teológicos han sido calificados por la Iglesia como extraordinarios, luchó para acabar con el Cisma de Occidente logrando que el papa volviera de Avignon a Roma. El Vaticano declaró a esta santa italiana doctora de la Iglesia y patrona de Europa. San Benito es una de las más grandes figuras del Cristianismo. Y los santos Cirilo y Metodio fueron dos hermanos cultísimos y muy religiosos que, en el siglo IX, no sólo misionaron el centro de Europa sino que a uno de ellos se debe el alfabeto cirílico que dio escritura a las lenguas y dialectos que se hablaban en el centro y este de la Europa medieval, territorios llamados eslavos y que incluían desde Polonia a Macedonia pasando por Bulgaria, Rumanía, Ucrania, Crimea y otras zonas de la actual Rusia. Tradujeron la Biblia. Predicaron y vivieron el Evangelio, la doctrina de Jesucristo y son venerados en todas las iglesias católicas, ortodoxas y algunas protestantes.
A pesar del terror que despiertan los mediocres gobernantes europeos, empezando por Macron, Sánchez y Von der Leyen y siguiendo por otros muchos, empeñados en la descomposición de Europa y todo Occidente, confío en las patronas y patronos para que las cosas cambien a mejor. Porque, como ellas y ellos, confío en su Dios, que también es el mío y el tuyo (sí, también el tuyo, aunque no lo creas o no quieras creerlo) y sé que al final de la representación en el gran teatro del mundo, al final de los tiempos, las verdades del cristianismo, en perfecta sintonía con las verdades de la ley natural, se impondrán. Las mentiras que están triunfando en España y todo Occidente, disfrazadas de verdades relativas a gusto de políticos mediocres, traidores a las mejores tradiciones universales de nuestros antepasados, se hundirán.
Los enemigos no son los menas y demás inmigrantes (a los que hay que integrar), ni los islamistas en general, incluidos los yihadistas. Los enemigos los tenemos dentro y son los que matan a bebés no nacidos y a ancianos cuyos dolores no alivian y a los que no dar amor; los que no ayudan a mujeres embarazadas a parir hijos maravillosos; los que dejan cambiarse el sexo a adolescentes incautos a los que les destrozan la vida; los que permiten y apoyan que se cambien de sexo aguerridos varones, algunos militares o agentes de seguridad, para burlar otras leyes y a sus conciencias; los que se alían con golpistas, racistas y exterroristas amigos de etarras para deshonrar a España; los que quieren que la Constitución europea consagre el derecho a abortar, a matar bebés no nacidos.
Malditos sean los que hacen el mal habiendo sido elegidos por el pueblo para que hagan el bien. Malditos sean por engañar a las buenas gentes. ‘Somos viejos pero no tontos’, gritamos los ancianos, aunque muchos de nosotros votamos como borregos porque nos suben la pensión o, como hacen muchos jóvenes de 18 años, porque les regalan 400 euros. Hay compra de votos por 400 euros o por más, pero no hay euros para que Canarias atienda a los inmigrantes que llegan sin que el Gobierno acabe con la inmigración ilegal. El todavía presidente del Gobierno se ha sacado del bolsillo de todos los españoles 50 millones para Canarias, millones que Fernando Clavijo, presidente canario, considera una miseria con la que no le taparán la boca, exigiendo solución definitiva a la cuestión migratoria con una ley que no quieren los socios catalanes de Sánchez. Una ley para la que Sánchez y su ministro, Ángel Víctor Torres, expresidente canario (!!!), quieren el apoyo del PP, al que sólo acuden cuando truena, para sacarles del apuro, igual que hace la ministra de Universidades y líder del PSOE valenciano, Diana Morant, la cual se permite pedir a Feijóo y su PP sentido de Estado, cuando ella, su jefe Sánchez, Bolaños, María Jesús Montero, Marlaska y demás ministros gobiernan y legislan sin el más elemental sentido del Estado, exclusivamente para conservar sus puestos muy mal trabajados pero muy bien remunerados.
(Paréntesis final: no ataco a ningún partido, tampoco al PSOE: no denuncio a personas sino a sus discursos y decisiones cuando me parecen injustos. Y lo mismo digo del PP, otros partidos y sus dirigentes. Me interesa lo que dicen y, sobre todo, lo que hacen. Desgraciadamente no hay partido alguno que defienda el humanismo cristiano, el que sostiene que todos somos hermanos; que la propiedad privada es sagrada; que los bienes de la naturaleza son para que participen todos de ellos mediante una justicia social impecable que hay que articular garantizando la igualdad de todos los españoles ante la ley).
Interesantísimo articulo que explica las bases de nuestra cultura y la necesidad de su defensa, con vista a lo que se nos viene encima. Gracias D. Ramón.
Gracias, Francisco, por tus palabras y anímate a ‘articulear’ más en esta ‘Hoja’.
Muy atinado
Don Ramón Gómez Carrión.
Porque la vida y la historia demuestra que identificar,
antes que por el nombre y apellidos,
mucho más real y justo es identificar por las acciones…
Un abrazo
Un abrazo con gratitud.