Menas. La inmigración africana (II)

Urge mejorar las relaciones de la Unión Europea con la Unión Africana, el organismo que engloba a 53 países del continente separado de España por el Estrecho de Gibraltar

Algunos pensadores europeos metidos a politólogos han reflexionado (y siguen haciéndolo) del peligro de una invasión ‘pacífica’ africana de Europa, de manera absolutamente descontrolada. También muchos políticos europeos, y no sólo de la UE, llevan años alertando de los riesgos de una inmigración masiva e incontrolada hacia el Viejo Continente desde el vecino africano. La Unión Europea se ha mostrado incapaz de encontrar fórmulas para acabar con las mafias poderosas que controlan esa marea humana permanente con ribetes entre suicidas y criminales; ese comercio humano mafioso que ha dejado y deja innumerables muertos en desiertos y en aguas del Mediterráneo y el Atlántico. Organizaciones criminales que comercian vilmente con las vidas de unas gentes que huyen de guerras y del hambre, especialmente despreciables esos mercaderes de seres humanos y condenables cuando hacen mercancía de niños y adolescentes.

Mientras haya guerras y hambre en muchos países de África, la inmigración será inevitable. Acabar con ella es imposible. Y tampoco deseable. Regularla debe ser posible. Ese es el desafío para la Unión Europea. Urge mejorar las relaciones de la UE con la Unión Africana, el organismo que engloba a 53 países del continente separado de España por el Estrecho de Gibraltar y del resto de Europa por el Mediterráneo, el Mare Nostrum cansado de tragarse cadáveres de gente que yo considero héroes y merecedores seguros del cielo que Dios misericordioso ha diseñado para todos nosotros cuando nos llegue el final de esta vida. A los inmigrantes hay que recibirlos con misericordia (una forma de justicia, al fin y al cabo) y dándoles todos los medios para formar y profesionalizar a todos, pero especialmente a esos menores que quieren ser españoles y europeos sin dejar de ser africanos.

Si la EU y la UA se ponen las pilas para mejorar las ya existentes relaciones entre la Unión Europea y la Unión Africana, con apoyo de la ONU, es posible cambiar el panorama internacional Europa-África. La Unión Africana engloba a 53 de los 55 países del continente pero es una organización con muchas carencias y no sólo financieras, un organismo que sólo teóricamente se responsabiliza de mantener vigente el Derecho Internacional entre ese más de medio centenar de naciones, muchas de las cuales están en permanente conflicto interno (golpes de Estado frecuentes) y sufriendo guerras y guerrillas fronterizas demasiado reiteradas. Dispone de Fuerzas Armadas, pero, según expertos en geopolítica, son escasas y nada bien adiestradas.

Necesita África planes de desarrollo para que decenas de países del Centro, del Este y del Oeste del contienen se acerquen a los niveles de desarrollo de las naciones del Norte, entre Marruecos y Egipto, países algunos de ellos que sufren la inmigración permanente de los subsaharianos y colaboran con las mafias para derivar masivamente a ‘sus extranjeros’ hacia España y el resto de Europa. Dos cosas hay que hacer a la vez: colaborar al desarrollo de las naciones africanas subdesarrolladas y luchar contra las mafias que inundan de extranjeros España y Europa. Hay que controlar. Hay que evitar (o desmentir) lo que un escritor decía recientemente: “Este desmadre de inmigración es una guerra… Hay que llamar a las cosas por su nombre. Hay que frenarla o desapareceremos como país”.

Muy importante es insistir en la gravedad de la situación para España y para Europa y, por supuesto, para África. Migraciones tiene que haber. Es un derecho natural, ligado a la libertad, el más preciado bien que regaló Dios a los hombres tras el de la vida. Migraciones sí, pero, como pasa con la libertad, con un orden, para evitar el libertinaje y las muertes, miles y miles de muertes terribles y miles y miles de fracasos crueles.

Posdata: Un Plan Marshall para África

La idea coincide con la mía y la de otros escritores, pero la concreción de ‘Un Plan Marshall para África’ es del abogado y economista Luis Peral y la ha desarrollado en el digital El Debate. “El problema que para Europa representa la inmigración requiere otro abordaje que no se limite a infructuosas polémicas entre países y partidos políticos tanto en la Unión Europea como en España. La UE debería estudiar sin demoras innecesarias, la posibilidad de un tratado económico y social con los países del Magreb y del Sahel, además de con Egipto, con el objetivo de crear nuevas oportunidades de crecimiento económico y de empleo en los países de origen y tránsito de los inmigrantes hacia Europa. Ha llegado el momento de enfocar a largo plazo, de forma amplia y sostenible, las causas estructurales de la migración de África hacia Europa”.

Peral concreta así sus propuestas para el Tratado Económico y Social:

• 1.- Reducción de las barreras comerciales.
• 2.- Promoción de las inversiones con una mejora en las garantías legales.
• 3.- Mejora de las condiciones de la deuda externa para los países del Magreb y Sahel, y de Egipto en el marco del Club de París.
• 4.- Desarrollo de los pequeños negocios locales al igual que de las cooperativas.
• 5.- Construcción de infraestructuras.
• 6.- Desarrollo de los derechos humanos incluyendo los de los migrantes de otros países africanos y la protección de mujeres y menores.
• 7.- Educación con especial énfasis en la formación profesional, el acceso igualitario para las mujeres y la mejora de la formación de los profesores y de sus salarios.
• 8.- Salud, saneamiento y protección ambiental.
• 9.- Acceso a agua potable y energía sostenible.
• 10.- Buena gestión pública y estabilidad política con un aumento constante del número de mujeres con responsabilidades políticas”.

La ejecución de estos planes europeoafricanos podría desarrollarse en dos períodos de siete años cada uno, en principio. No parecen descabelladas las propuestas de Luis Peral. Acaso deberían ser acogidas por nuestros recién elegidos diputados al Parlamento Europeo. ¿Las meditarán por lo menos? (Continuará).