Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Trescientas... y pico

Mazón y el pacto de la testosterona

Acuerdo conjunto de PP y VOX para el gobierno de la Comunidad Valenciana (Fuente: VOX).

Repasaba mentalmente estos días una larga conversación que mantuve no hace mucho con un viejo amigo a propósito de su relación profesional y con final abrupto con Carlos Mazón, el hoy todavía presidente de la Diputación de Alicante y presidente in pectore de la Generalitat Valenciana. Y todo para tratar de entender algunas de las claves y propósitos más o menos ocultos que mueven al personaje que está emergiendo con gran fuerza y relevancia estos días en la escena política nacional y que, sin duda, va a centrar buena parte de la conversación política nacional de cara a las elecciones del 23J.

¿Está siendo víctima de alguna especie de extraño síndrome de Estocolmo a propósito de lo que dice y, sobre todo, de lo que hace el hombre llamado a dirigir la Comunidad Valenciana? ¿Acaso, secretamente, Carlos Mazón es un admirador de los postulados extremistas, xenófobos, negacionistas y machistas de Vox? Estas y parecidas preguntas, así expuestas, podrían parecer retóricas, exageradas si se quiere, pero de seguir las cosas por el carril iniciado puede que acaben siendo pertinentes como hipótesis de trabajo de aquí a no mucho tardar.

Atendiendo a acontecimientos recientes es claro que Mazón se ha hecho ya un sitio en el firmamento patrio. Con la firma del acuerdo de rendición ante el partido ultra de Abascal, con entrega de armas y bagaje, es claro que este, Mazón, está siendo ya alimento de la comidilla de los grandes medios periodísticos, al menos los menos ultras. Hoy, y gracias a este pacto, definitivamente Mazón es un personaje de alcance nacional.

Pacto PP-VOX en la Comunidad Valenciana (Fuente: RTVE).

Deben pensar en los resacosos y victoriosos cuarteles del PP valenciano, que lo importante aquí y ahora era ocupar pantalla, que se hable de uno, no tanto si es para ensalzar la figura del líder o si es para cuestionarla. Y que una manera de romper este silenciamiento, este vacío, era hacer lo que han hecho. Dar que hablar allende las fronteras de la propia comunidad aunque haya sido a costa de cruzar demasiadas líneas que parecían rojas y que ya verdaderamente no sabemos de qué color son.

Escuchando detenidamente a Mazón en su entrevista en la COPE de Carlos Herrera horas 24 después de firmado el primer gran acuerdo PP-Vox en la Comunidad Valenciana cabría preguntarse si fruto de aquella reunión hubo algún tipo de abducción al personaje por parte de Vox. Si escuchas algunos pasajes de esas declaraciones y desconoces quien es el personaje que está ante el micrófono, no se hace difícil pensar que quien habla con esas expresiones y, sobre todo, con ese tono, es uno de los muchos replicantes portavoces que la ultraderecha ha sacado de las tumbas del pasado.

Carlos Mazón se ha hartado de decir en campaña que quería un gobierno “estable, cierto, seguro y eficaz”, así, todo junto y seguido. Lo de estable y cierto parece definitivamente encauzado tras el infantil y trilero pacto de la testosterona, el de aquellos cinco puntos que despertó inicialmente tanta extrañeza, tanta hilaridad, tanto desconcierto, aquel pacto que no decía nada y lo decía todo y que horas 24 después daba paso al de los cincuenta puntos, que sí dice, y quizás demasiado, de por dónde quiere el electo presidente que circulen las cosas de esta Comunidad en el inmediato futuro.

Pero que vaya a ser seguro y eficaz es harina de otro costal. A un gobierno —a todos— que pretenda ser seguro y eficaz se le pide un mínimo de transversalidad, alejar del foco, al menos en los primeros instantes de su andadura, aquellas cuestiones que más dividen y enfrentan. No ha sido el caso como bien sabemos. Todas y cada de las cuestiones que más dividen y enfrentan en esta tierra, que han hecho correr ríos de tinta, y, ocasionalmente, de sangre, como son el idioma, los símbolos identitarios, la violencia de género…, están en ese pacto  firmado solo por hombres y donde la mujer ni está, ni, parece, se le espera si no es para sumarse al enunciado.

¿Una imposición de Vox? ¿Lo importante, como diría la cara amable del PP y portavoz de campaña Borja Sémper, aquí no son tanto las palabras, sino los hechos y éstos aún no han empezado? Puede ser, pero eso ni lo explica todo, ni parece suficiente. Pero podría suceder también que, seguramente y siendo generosos, el PP de Mazón no se encuentre tan incómodo en ese marco dual de enfrentamiento y donde la violencia machista es violencia intrafamiliar, donde el cambio climático ni aparece, donde la política lingüística es cosa militar y puro enfrentamiento.  

Carlos Mazón (Fuente: Partido Popular).

Decir como decía Mazón en aquella entrevista en la emisora de los obispos que una de sus primeras medidas va a ser desmantelar la “policía lingüística” en una comunidad bilingüe solo puede ser interpretado desde la mala fe, desde la inconsciencia o desde el deseo de recuperar el guerracivilismo lingüístico que tanto dolor ha causado en esta tierra. Que haya diferentes formas de enfrentar la cuestión de la promoción y defensa de un idioma como el valenciano (o catalán, según para quienes) es, o debería ser, lícito; cuestionar el requisito lingüístico como barrera de acceso a la función pública no puede ser delictivo, pero hablar sin tapujos de “policía lingüística” con ese tono de suficiencia, sin matices, es, o parece, tan exagerado y más propio de quienes van a ser sus socios de gobierno, de quienes están en los extremos, pero no tanto de quien tiene como principal objetivo el gobernar esta comunidad para todos, como el propio Mazón ha dicho tantas veces. Una cosa y la otra casan mal.

Parece claro que, más pronto que tarde, abrir ese melón desde el autoritarismo y el sectarismo más propio de la ultraderecha, solo traerá dolor, rabia y enfrentamiento, como parece claro que prender esta mecha es la mejor manera de incendiar la calle y poner punto final a la paz social, preciado tesoro de toda sociedad democrática que se aprecie a sí misma. Que en esta misma línea Mazón citara en varias ocasiones que uno de sus objetivos era desmontar las estructuras de un supuesto procés a la valenciana, supone más de lo mismo. Desconocimiento si pensamos bien, y pura y mala fe si pensamos mal. Que hay o ha habido actuaciones censurables y excesivas en este terreno en el gobierno del Botànic, seguro, pero de ahí a hablar abiertamente de “procés a la valenciana” intentando hacer un símil con los dolorosos y tristes acontecimiento vividos en Cataluña años atrás, parece no solo exagerado, sino más propio de un hooligan que de alguien que pretende gobernar desde una supuesta centralidad.

Pacto PP-VOX en la Comunidad Valenciana (Fuente: RTVE).

En aquella conversación que les relataba al principio de estas líneas con aquel viejo amigo, este me comentaba y a modo de resumen del personaje unas palabras parecidas a éstas: “Mazón no hace prisioneros; si no eres de los suyos, te traicionará y te venderá. Eso sí con una sonrisa y muy posiblemente sin dar la cara, sin darte explicaciones. Hará como que no te conoce”.

Puede, no lo sé, que esta anécdota defina más o menos al personaje. Podría suceder también que no sea así, incluso que esta despiadada descripción sea solo producto del rencor de quien un día creyó contar con la confianza del hoy líder del PP en esta Comunidad, que un día se sintió traicionado y que aún espera una explicación.

Pero lo cierto, casi lo único cierto, es que Mazón, don Carlos, tiene prisa, mucha prisa. Y, además, no lo oculta. Prisa para mostrar perfil propio, para marcar territorio, pero quizás también y peligrosamente para dibujar un tiempo por venir oscuro, divisivo, donde solo los que piensen como él, al más puro estilo Vox, tendrán derecho a la vida civil. Demasiados parecidos con otro tiempo testosterónico que creíamos olvidado, superado, un tiempo en el que un personaje que hoy está a la espera de juicio por aquellas tropelías dirigió los destinos de esta tierra. La historia está ahí. Para mirarla y, a ser posible, para tratar de no repetirla.

Pepe López

Periodista.

3 Comments

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  • Independientemente de las opiniones que cada uno tiene sobre las personas en sus vertientes políticas o personales, que son muy respetables siempre, el temor que expresas sobre el fin de la «paz social» no lo comparto. La paz social no existe en una ley linguística que no reconoce la libertad de los castellano parlantes en muchos ámbitos, sobre todo en los profesionales, olvidando además una gran parte del territorio de la provincia de Alicante y premiando de forma absolutamente injusta a los valenciano hablantes en la consecución de puestos de funcionarios en la administración pública y demás, creando un ejército de funcionarios agradecidos al tema. Si el mejor ingeniero del mundo quisiera ser profesor de nuestras universidades se le exigiría el C1 en valenciano-catalán y en Murcia compiten por plazas desde todas España y aquí, en el pueblo pitufo, solo los que hablen y dominen el valenciano ¿es justo? Además esa paz social, quede progre o no, no existe en impuestos, servicios, públicos, igualdad de género, etc. La ley de dependencia actual es obra de quien sea, pero es lo más fascista y sinvergüenza que he visto en mi vida y se ceba en los más débiles que ni importan ni se pueden defender. El «paraíso perdido» en el que por lo visto vivimos puede ser un infierno manifiestamente mejorable y una ruina para muchos. En cuanto a Mazón habrá que ver lo que hace efectivamente y opinar sobre ello, los juicios a priori en política son fáciles de rebatir, yo, de momento, creo que hacía falta que un alicantino de Alicante esté en el sitio. Lo demás se verá y seré el primero en decir lo que pienso de su acción cuando se pueda ver y comprobar. Un abrazo.

    • Leo con detenimiento tu artículo y lamento que casi todo tu argumentario se base en lo que te dijo un amigo-enemigo de Carlos Mazón y en el pacto del PP con Vox, extrema derecha. ¿Alguna vez criticaste el pacto de Ximo Puig con la extrema izquierda de Compromís y Podemos? ¿No podías dejar cien días de cortesía para lanzarte a la yugular del nuevo presidente? ¿O es que no crees en el principio democrático de la alternancia en el poder, basado en el dictamen de los votos? ¿O es que crees que el pueblo sólo es soberano cuando vota a la izquierda? Un abrazo humanístico, ni de derechas ni de izquierdas.

  • Pepe, me gustan tus artículos dan pie a participar en el foro y como escribe el Sr. Gómez Carrión, habrá que dar un margen a los nuevos trabajadores del Consell y comprobar los hechos. Los que estaban antes ya sabemos como trabajan y los de antes a los de antes, también.
    Para mí, las imposiciones y prohibiciones vengan de donde vengan ni me gustan ni las comparto, una imposición la comparo a un impuesto y en segundo lugar prohibido prohibir. Aplicar la La Ley 4/1983 de Uso y Enseñanza del Valenciano, al pie de la letra, ha sido un despropósito y eso ha generado enfrentamientos por doquier y en zonas de la Comunitat que los medios no han contado. Imponer un requisito lingüístico para poder trabajar en la administración valenciana y para los que ya estaban, bien en educación como en sanidad, por poner dos ejemplos y por ende exigirles lo mismo, incluso para un traslado, una simple comisión de servicios por enfermedad propia o de un familiar o para continuar en un cargo directivo, el despropósito se eleva al número gúgol, aunque exista una Ley. Con ello no quiero decir que se deje de estudiar el valenciano, yo soy valenciano parlante, pero lo que ha hecho el Botanic en este asunto ha traspasado los límites de la coherencia, algo que los gobiernos anteriores no se atrevieron a hacer, gestión que le costó el puesto a un conseller de Compromís, pero nos lo vendieron de otra forma.
    Lo de la Ley de Dependencia, de la cual tengo tres usuarios en casa y siguiendo con el hilo de Pedro, es ya para colocarse el antifaz de la película El Zorro, pero no me quiero enrollar.
    Salud Pepe, me alegro que sigas al pie del cañón, eso es bueno.