Me abraza delicada puntería son sus rosas reflejo de mi alma cayendo la pintura le da forma con mi amor, manchado siempre por su alma. Como me recoge, me ensalza, me abraza, como se libera, nuestro amor liberas se acerca a la gente que les llegue el sueño, pero a mi guárdame cerca Pintora, siempre cerca… Manuel Balibrea Melero
Visitas al Museo del Prado y comienzos artísticos
Cuenta María que hasta donde ella recuerda, lo hace con un pincel en la mano. Al principio, más o menos con 7 años, —rememora— “veo cómo mi padre dibujaba; es más, mi primer cuadro lo hice con él; mi padre sobre todo hacía caricatura; y ahí empecé yo. Después, mi tía también valoraba lo que salía de mi pincel; ella había hecho Historia del Arte y fue quien me puso en contacto con Javier Pastor años más tarde. Primero aprendí con Amalia Lafuente, que tenía la Academia cerca de los cines Carlos III; me llevaron mis padres porque vieron que yo pasaba más tiempo con el pincel que haciendo cualquier otra cosa; así desde los 7 u 8 años y hasta los 10 aprendí con Lafuente”.
Recuerda María con especial cariño de su etapa con Amalia Lafuente la observación: “Era muy divertido, nos ponían bodegones, que podían ser de cualquier tipo de objeto y, tras observarlo durante un tiempo limitado, por ejemplo 5 minutos, los cubría, invitándote a interpretar o dibujar o pintar lo que recordaras de lo que habías observado. Estas técnicas, sigue María explicando, ayudan mucho al desarrollo visual y también mental y evitarían muchísimas degeneraciones de la mente que están ocurriendo por no utilizar estos aprendizajes. Al igual que el cuerpo no tiene la fortaleza necesaria sin el ejercicio adecuado, tampoco la mente, si no la trabajas adecuadamente”.
Retrato de familia en pandemia. Óleo sobre tela, 100×100 cm.
Aún en ese vuelo al pasado, recordando los inicios pictóricos de María, la niña que adoraba ir al Museo del Prado, y que sigue haciéndolo, rememora cómo sus padres la llevaban a Madrid e iban derechos a la gran pinacoteca nacional. “Empecé yendo al Prado con mi padre —revela María—; después mis padres ya me dejaban allí porque, incluso siendo pequeña, no quería separarme de los cuadros; notaba una atracción en todo lo que veía: Goya, Velázquez, hubo una época que Van Gogh me atraía mucho también”. Por eso hablar con María acerca de cómo mirar cobra un sentido muy especial; saltamos a la actualidad y María explica que piensa que “vivimos en una sociedad visual” y, enlazando con la frase que ha dado lugar al titular de esta entrevista, observa que “una de las carencias grandes que hay en la educación y en general en nuestra sociedad es que se nos está olvidando mirar, y eso si alguna vez —reflexiona— hemos sabido; hay que educar muchísimo la mirada”. Afianza su teoría y sigue expresando María: “Creo que el hecho de ponerte delante de un cuadro y estar más de dos segundos mirando es difícil para muchas personas, ser capaces de acercarse, alejarse, observar texturas, ver ritmos; esa faceta deberíamos educarla y máxime en una sociedad que es visual, que todo es bombardeo de imágenes publicitarias y de historias y, si tú no tienes una educación visual adecuada, estás perdido o perdida… Eso sin contar con el disfrute artístico e intelectual que conlleva el acto de mirar; solamente el hecho de ser incapaz de diferenciar cuando la imagen que tienes delante tiene algo de real o tiene una intencionalidad o está jugando con el texto, o realizando una metáfora o una relación entre conceptos… todo ese tipo de reflexiones que requieren de tiempo, de mirar y de analizar imágenes, son la base del acto de mirar”.
Reunión. Punta seca sobre zinc, 24x 25 cm.
El compromiso social
Una de las banderas de la pintora, ilustradora y grabadora María Balibrea Melero es el compromiso social. Podría aseverar, y no equivocarme, que surgió incluso antes de que ella misma fuera consciente. La responsabilidad con su familia es también compromiso para María. Así lo explica: “Estuve con Amalia Lafuente hasta los 10 años, por otra parte, siempre he tenido mucha conciencia de responsabilidad; somos cuatro hermanos y yo notaba que era un gran esfuerzo pagar todos los meses mis clases de pintura y dije a mis padres que no quería seguir, que seguiría pintando en casa. Pasado un año me volvieron a llevar porque mi interés y pasión por la pintura no cesaban; entonces mi tía me puso en contacto con Javier Pastor, que tenía el taller en Benalúa. Ahí empecé con la acuarela; lo recuerdo con cariño porque aprendí acuarela líquida a través del cuento, me contaba historias y yo las pintaba. Estuve allí hasta los 14 años, que pasé a ser alumna en el estudio de Antogonza; de ahí ya comencé directamente Bellas Artes en Valencia”.
Retrato anónimo. Óleo sobre tabla, 40×25 cm.
Seguimos enganchados al compromiso social y preguntamos a Balibrea qué cree que ha marcado su trayectoria artística y su generosidad social y contesta que “no lo puedo desligar porque yo personal y emocionalmente necesito pintar y aparte también necesito expresar para digerir todo lo que mis ojos han visto, que es bastante. Si no pinto es como si me dejaran muda; y explotaría”. Sin pensar, le pregunto si la pintura sigue ayudándole a expresar cosas que ha vivido y me contesta que “sí, aquello que he vivido y que sigo viviendo».
Raíces. Grabado Punta seca y buril, 29×24 cm.
Continúa María: “Creo que el compromiso social a mí me viene de mis padres porque lo he visto durante toda mi vida, cuando han podido ayudar a alguien, lo han hecho, y yo lo he mamado; a esto se une que tiendo a involucrarme en este tipo de situaciones, a veces sin pensarlo: Así, cuando fui a La Coma, en Paterna, ni sabía lo que era ese lugar”.
Mi alma en el tejado. Óleo sobre tela. 195×95 cm.
Detalle de Mi alma en el tejado.
«El compromiso social me viene de mis padres»
La Coma-Alicante-La Coma
Seguimos hablando y María va desgranando qué había en esa población de las afueras de la capital valenciana: “Empezamos un proyecto social, daban unas becas de Acción Social en La Coma, que incluían comida y alojamiento para estudiantes; entonces era 2004 y estaba estudiando Filosofía, que después dejé en cuarto. Estábamos en un colegio mayor, en un ambiente multicultural, de muchas nacionalidades, pocos españoles. Empezamos a realizar talleres en la calle todas las semanas con lo que encontrábamos por ahí, trabajábamos con nada, todo nos servía; nos bajábamos a la plaza de La Coma y empezábamos a crear: pegar papeles o cualquier cosa para que los nanos y los chavales tuvieran algo que hacer aparte de buscar problemas; fueron 10 años de trabajo en la calle, en el barrio y en la escuela al mismo tiempo, mi casa era como un centro de operaciones, de 8 de la mañana a 12 de la noche”.
Jugando a las cartas en el tren. Óleo sobre puerta, 49×100 cm.
Sigue contando María que “nos facilitaron un piso para vivir en el barrio y trabajar desde dentro, ejerciendo de motor positivo”. La situación allí era muy compleja, personas adultas que llegaban a hacer sus necesidades en la escalera; que vendían droga, incluso a policías que paraban en la puerta; te rompían el telefonillo de la calle para que no pudieras escuchar, o los cristales cuando había trifulcas entre las familias; sacaban el rifle y lo veías todo si te pillaba en casa. La Coma tenía un alto nivel de violencia y de suciedad. Sin embargo, trabajar en La Coma para mí fue el impulso para estudiar Magisterio. Me hice maestra y volví a Alicante para hacer las prácticas durante un año”.
Otros mundos. Litografía, 40×19 cm.
Recuerda María cómo, desde que se fuera a estudiar Bellas Artes a Valencia, no había vuelto a Alicante. Tras el año de prácticas volvió de maestra a Valencia, a La Coma. Ese tiempo lo recuerda ya más integrada, era una vecina más de La Coma, me avisaban si me había dejado la ventanilla del coche bajada, la mirada hacia mí era diferente. Recuerdo en una ocasión, estábamos en el centro de día del barrio con chavales de 16-17 años, haciendo un proyecto de reciclado de metales con pintura metálica; mi mochila estaba por el aula y de pronto uno de los chicos me acerca un móvil chiquito y me dice ‘te llaman’; entonces miro el teléfono y le pregunto que qué hacía con mi móvil y dice ‘es que no sabía de quién era, y entonces lo he cogido, me lo iba a llevar pero me han dicho es de María, y me sabe mal, en serio’, no se lo llevó y me lo entregó. Así fueron miles de historias, diez años dan para mucho”.
Retrato de Valeria Ulman. Óleo sobre cartón, 53×37 cm.
En 2005 aprobó la oposición de maestra y siguió en La Coma; ese mundo absorbió a María: “la tesina se quedó colgada, no parábamos, coordinábamos entidades educativas formales y no formales, al final se hizo aquello grandísimo, hacíamos acampadas con los chavales rifando un jamón sin tener nada, era increíble, éramos ya un grupo de amigos y acabamos trabajando, todo voluntario por supuesto; ahí fue cuando dejé la tesina a medias.
Transformación de un rostro. Óleo sobre tabla, 74×69 cm.
Aparte de los primeros años de su vida y este curso de prácticas en la provincia alicantina que la vio nacer, María Balibrea Melero ha vivido en Valencia; hizo la carrera de Bellas Artes en la Politécnica de Valencia, dedicó más de diez años de su amor por el arte a los adolescentes y niños de La Coma y trabajó en lo que denomina “los cien mil trabajos —frutera, limpió en fábricas, trabajó en un restaurante sirio, cuidó niños— para poder pagar solo el piso”, lo que ganaba tampoco le permitía dedicarse a lo que más le gusta: pintar. Y pintar.
Tras terminar Bellas Artes, rememora María, “comencé a hacer la tesina, pero La Coma me engulló; allí conocí el papel fundamental que juega la educación en los niños que viven en zonas marginales. Porque eso es La Coma, un barrio de población gitana desprovisto de todo; de las zonas más pobres que he conocido, quitando cuando estuve en la India, en Pune, colaborando en un proyecto artístico de la Fundación Asha-Kiran.
Autorretrato. Óleo sobre cartón, 62x44cm.
La Coma marcó a María, “la vida comprometida —rememora María— hace que veas el mundo desde otra perspectiva, la parte social tiene mucho peso en mi trabajo, yo hago lo que puedo como todo el mundo, pero eso sí, mi primera opción suele ser el compromiso, sobre todo con la gente de a pie y así lo he hecho desde pequeña; y en La Coma se enfatizó”.
Después de La Coma
Tras esta década, María experimentó una explosión interior grande, nota que su entorno puede con ella, que tiene que aprender a gestionar su compromiso social, a ser más operativa; a entregarse con pasión, como ella sabe entregarse, pero después, “que todo el dolor se quede en el pincel y se vaya al limpiarlo”. Y necesitó irse de La Coma, como la propia Balibrea explica “Irme, y cambiar, y reconstruir, y volver, y me fui a vivir a la montaña durante un año y pico con amigos. Corría 2009; alquilamos una casa en la montaña valenciana, en Segart. Entonces se produjo otro cambio: más naturaleza, más tranquilidad, menos seres, más soledad”. A María “La Coma me ha mantenido en el arte y ha facilitado en mí su creación; creo que lo social y el arte en mí están relacionados completamente, van unidos”.
“Que todo el dolor se quede en el pincel y se vaya al limpiarlo”
Mi reflejo. Óleo sobre tela, 100×100 cm.
Detalle de Mi reflejo (Fotografía: Benya Acame).
En 2010 obtiene el Diploma de Estudios Avanzados —un título universitario oficial que regulaba el tercer ciclo de estudios universitarios—por el Trabajo de Investigación en el departamento de Dibujo de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) “El Híbrido en la Historia del Arte: Estudio del postigo del Infierno de El Jardín de las Delicias del Bosco”. Así lo recuerda María: “Hay determinados momentos, como cuando realizaba la tesina, que dentro del estudio del postigo del Infierno del Jardín de las Delicias del Bosco estudié 69 monstruitos que aparecen; analicé las iconografías y sus procesos, cómo se habrían creado, qué dicen sus autores y qué pienso yo; aunque en realidad muchas cosas son interpretaciones, son la búsqueda y el análisis personal. Y tal vez hace que en esa época aparecen más seres híbridos, o seres más medievales. También sobre la marginación en el arte a través del monstruo estudié a Goya, Callot y Hogarth, todo desde el punto de vista marginal, tanto desde la soledad, como desde la miseria, desde la enfermedad, y desde cualquier elemento que aparece continuamente en las obras de arte porque son parte de nuestra historia”.
Cinco años más tarde, se convierte en Doctora por la Facultad de Bellas Artes de la UPV, con calificación cum laude, por la tesis doctoral dirigida por Carlos Plasencia Climent, titulada “Representación de la marginación en el arte a través del monstruo”. Para que María retomara su doctorado tenía que encontrarse con su antiguo profesor de Anatomía morfológica de la facultad de Bellas Artes y del departamento de Dibujo de la UPV, Carlos Plasencia Climent. Y eso sucedió en 2008, cuando el Caballero de la Blanca Luna que es Vicente Chambó, un galerista editor con quien María realizó el Libro de las Fábulas de Tomas de Iriarte y un montón de exposiciones. De este libro, “especial, hecho a mano, de gran valor” —a María se le ilumina la mirada— Balibrea realizó las ilustraciones junto a Xus Bueno, y obtuvo el Premio Nacional de edición 2008, otorgado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y por la Consellería de Cultura de la Comunidad Valenciana, también de mejor libro editado del año 2008.
Maryland, Estados Unidos
Centro de Maryland con obra del alumnado de María en las paredes de entrada.
Creo firmemente —explica María— que “mi trabajo en La Coma sin mi pincel no hubiera sido el que fue y sin mi experiencia en La Coma, mis cuadros no serían lo que son. Siempre es el pincel, como un ‘arma’ —entre comillas— de cambio; un ‘arma social’.
«El pincel es un ‘arma’ de cambio; un ‘arma social’»
Después, un poco por azar, porque —narra María— “yo lo hago todo así, un poco de casualidad, sin decírselo a nadie, presenté los papeles para un trabajo en una escuela en Estados Unidos y, desde luego, sin pensar ni de broma, que fueran a elegirme. Además, mi inglés no era excelente. La entrevista para la selección era en Madrid; yo llegaba de una acampada y cuando vi que era en un hotel, de esos donde todos visten como en una boda, pensé, no me van a dejar entrar. Así que me atusé un poco el pelo y entré. Me hicieron pasar y dio la casualidad de que la entrevistadora conocía la escuela para la que había estado trabajando en La Coma. Vio también mi trabajo, mi dosier de pintura y dijo: ‘necesitamos profesora de Arte’. Y me seleccionaron. Me fui 4 años.
Imágenes del alumnado de Balibrea en Estados Unidos.
Este proyecto en Estados Unidos era de 3 años ampliable a 5. Para María fue una experiencia fantástica —nos cuenta—, “fantástica y dura. La mayoría de quienes se fueron conmigo, pasado el primer año se volvieron a España. Porque el alumnado en aquellas escuelas norteamericanas era duro; era una estructura diferente, son muchas más horas, las distancias son larguísimas, y te lo pensabas. En mi caso, era una hora para ir y una hora para volver; desde las 8:00 hasta las 16:00 horas, sin parar. El ritmo es distinto. Todo, todo es diferente. Por eso algunos compañeros abandonaron. A mí me enganchó y poco a poco me volqué en ello”.
«El arte en la educación, sobre todo para los chavales más complicados, les engancha de una manera increíble y les da otra perspectiva y les ofrece otra salida. No los dejas fuera».
Pedimos a María que nos detalle un poco más cómo fueron los cuatro años en Maryland. Esto refiere: “Al final estuve en contacto con más de 800 alumnos desde 3 años hasta 14. Además, era en una barriada de Washington, en un colegio estilo como el que pueda ser aquí el de Colonia Requena, pero con un 90 % de población afroamericana. Y la verdad es que al principio fue muy duro, además mi inglés era bajísimo y soy blanca y ellos son, de inicio, bastante racistas, pero luego poco a poco se fueron abriendo. Así lo siento yo, que el arte en la educación, sobre todo para los chavales más complicados, —y creo que no lo utilizamos lo suficiente—, les engancha de una manera increíble y les da otra perspectiva y les ofrece otra salida. No los dejas fuera».
Rostros a trozos (Tríptico). Óleos sobre tabla, 45×21 cm.
«El primer año estuve en dos escuelas, y los 3 últimos años, solo en una; ya me centré y era mucho más fácil. El primer año no tienes experiencia y te toca lo que sea, y tienes que sacar adelante tu proyecto. Después, poco a poco vas ganando terreno y haciéndote también valer y más viendo que a los nanos les molan tus propuestas, que funciona. Y en los últimos años, en mi clase de arte hacía lo que quería y fue brutal. Sí, la verdad, toda una evolución y una gran experiencia. En la escuela de Maryland pintamos primero toda la fachada del colegio, luego todo el comedor, después acabamos pintando las puertas de los baños, los pisos superiores, dejamos el centro pintado al completo, aparte de todo lo que nos movimos haciendo exposiciones. Al principio los alumnos decían ‘yo no puedo, yo no quiero’ porque tienen un nivel de frustración altísimo, porque les educan para ser el caballo ganador. Al final acabaron haciendo cosas maravillosas».
María con Osbel Surman Peña, en el Centro de Maryland.
«Por otra parte, el concepto de aula infantil de los afroamericanos también es diferente, allí desde el minuto uno llegaba a clase y ya estaban todos sentados, así que —pensaba yo— más que arte aplicaba psicología con ellos, los ponía a bailar, después a relajarse, y una vez relajados, vamos a ver qué hacemos, vamos a jugar, sobre todo juegos de memoria mirando obras de arte, juegos de estructura, juegos de collage, jugar, jugar, jugar, porque prácticamente no lo hacían. Esos pequeños no necesitaban sentarse en la mesa con un lápiz y escribir y rodear las letras… Necesitaban algo más. Al principio, yo no tenía clase asignada y llevaba todo tipo de materiales inimaginables en un carrito con ruedas por todo el centro; iba de aula en aula con pinturas, papeles, para ir haciendo trabajos con los nanos. El último año me asignaron un aula superchula para arte; allí los niños estaban felices”.
La otra función del arte
—Elvira Rodríguez: ¿Qué es el arte para ti?
—María Balibrea: Yo creo que el arte, no solo la pintura, la música, cualquier tipo de arte, es una forma de enganche, de desarrollo, sobre todo emocional y de gestión emocional de este tipo de chavales de todo el mundo. Todo el mundo debería jugar porque hacer arte al final es jugar.
Vista desde arriba de la galería-estudio de María en Alicante (Fotografía: Benya Acame).
—ER: ¿Cómo crees que el arte puede cambiar la sociedad? ¿Qué puede aportar el arte?
—MB: Para mí el arte es comunicación. Creo que no es lo mismo hablar a gritos que hablar suave, hablar con matices y con riqueza, con construcción y con coherencia, con serenidad, con alma. Veámoslo con un ejemplo. Cuando hago una visita guiada de una exposición mía, me da mucha alegría, porque de alguna forma estoy transmitiendo lo que he sentido al crear mi obra y escucho lo que el público recibe. Mi trabajo no tiene que ser un modelo, y al hablar con el público se entiende como tal; me emociona simplemente esa coherencia. Yo echo de menos en el Arte contemporáneo la sinceridad, no en todo, habrá casos que obviamente serán gente sincera, que trabaje, que tenga un compromiso con lo que hace, con lo que piensa, con lo que expresa. Para mí el arte no es decoración, es otra cosa.
«Al Arte contemporáneo le falta sinceridad»
La bruja cansada (políptico). Óleo sobre tela, 200×200 cm.
—ER: Eso es un titular: Al Arte contemporáneo le falta sinceridad. Aunque creo que los artistas contemporáneos, lo que dicen precisamente es que ellos lo que están haciendo es totalmente sincero. Entonces, yo creo que esa sinceridad tuya va por otro sitio, ¿no?
—MB: Yo necesito que comunique, necesito comunicación y necesito al público. La evolución que ha sufrido el Arte contemporáneo, a mi parecer, es que ya no importa la pieza de arte, sino que nos centramos en cómo llamar la atención del espectador; esto sucede sobre todo desde el Dadaísmo, un movimiento que en su momento fue reivindicación y novedad. Pienso que en muchas ocasiones en el Arte contemporáneo esto se usa fuera de contexto, innecesariamente, porque si quieres comunicar, tienes que comunicar. No podemos olvidarnos del significado de la obra. Una performance puede ser preciosa, pero ¿por qué una mesa tiene que sustituir a una silla? La mesa sirve para lo que sirve y la silla sirve para lo que sirve.
Desde mi punto de vista, la obra de arte o el valor de la obra de arte plástica, en este caso de la pintura, tiene un valor que no debe sustituirse por la tecnología, porque la tecnología tiene un valor diferente, no porque no tenga valor, sino porque nos empeñamos en que una cosa deba aplastar de alguna manera a la otra y dejar atrás esta forma de comunicación que lo que requiere es tiempo, toda una incongruencia y dificultad a la hora de pintar hoy en día.
Corremos tanto y necesitamos tanto tiempo para pintar que no nos permite centrarnos en una cosa. Es una cualidad que hoy en día, si nos fijamos en cómo vivimos, es complicada de llevar a cabo. Sustituir una mesa por una silla, un jersey por un pantalón… Para mí lo que es arte implica pensamiento.
Dormidos. Óleo sobre tela, 60 cm de diámetro.
—ER: Digamos entonces que el Arte contemporáneo adolece de autenticidad… ¿Crees que hay cosas que toman otro nombre o que se mezclan?
—MB: A mi parecer, en gran parte sí. He tenido la suerte en Estados Unidos de viajar bastante y ver numerosas exposiciones, galerías y demás, y la verdad es que —centrándome en el terreno que conozco— me cuesta encontrar pintura, es complicado encontrar pintura, lo que se entiende por pintura, pintura de taller, pintura de artista, claro.
Estudio-galería de arte de María en Alicante (Fotografía: Benya Acame).
—ER: ¿Qué compromiso debe tener el artista? ¿Con su entorno?
—MB: Parto de la idea de que el artista es una persona y el compromiso personal de cada persona es distinto. Aunque sí creo que, el artista o el pintor debe ser por lo menos sincero y honesto con lo que hace. Que el artista aporte un valor a su obra, que le dedique su tiempo con sinceridad.
Otra perspectiva del estudio-galería de arte de María en Alicante (Fotografía: Benya Acame).
—ER: ¿Imaginas un mundo sin arte?
—MB: El mundo no puede existir sin arte, sería muchísimo peor si no fuéramos capaces de transmitir nuestras emociones y pensamientos a través de la música, de la pintura, del teatro, de la danza, de cualquier tipo de forma artística; creo que los artistas explotaríamos si no fuéramos capaces de sentirlo; y también sería un mundo muy vacío para los receptores. El ser humano necesita crear y necesita transmitir; sin esto se es un poquito menos humano.
«El ser humano necesita crear y necesita transmitir; sin esto se es un poquito menos humano»
—ER: ¿Todos tenemos capacidad de crear?
—MB: Creo que capacidad de crear la tenemos todos, solo el hecho de ser capaz de sentir a través de una película, de una obra de arte, una obra musical… Imagínate la vida sin nada que sea artístico; yo no puedo, soy incapaz de imaginarla.
El silencio del huevo. Óleo sobre tela (díptico). 100×50 cm.
Detalle de El silencio del huevo.
Detalle de El silencio del huevo.
Detalle de El silencio del huevo.
—ER: ¿Cómo percibes la sensibilidad o la receptividad que tiene nuestra sociedad actual ante lo que reciben de los artistas, ese “captar la entrega”?
—MB: Creo que al final me he inmunizado un poco, o no podría crear… porque hay todo tipo de personas, desde las sensibilísimas, que son capaces de diferenciar lo que es una obra de arte de un cuadro decorativo, y otras muchas que no lo son, que te dicen “quería un cuadrito para el salón”. Y no es mala intención, simplemente no lo sienten, ni lo comprenden.
El principito (dedicado a Domingo Fos Ferrandis). Óleo sobre tela, 100×100 cm.
—ER: Para alguien que no es artista y que quiere aprender a mirar el arte, ¿qué es lo primero que le recomendarías?
—MB: Dedicar tiempo a mirar y a desmenuzar las cosas, a entrar en un museo o ver un cartel, una fotografía o un anuncio publicitario e intentar analizar parte por parte. Por ejemplo, ¿por qué está la pelota en un anuncio de drogas con un enrejado, a qué población va dirigido, por qué la luz va por allá o por qué es un escenario, por qué es blanco y negro, por qué está en color, qué relación hay entre los diferentes elementos que forman la imagen, o la fotografía… Que cuando miren algo, no piensen que es solamente una imagen que han hecho clic y casualmente han conseguido lo que tienen delante; es como cuando te hablan e intentas desmenuzar lo que te están diciendo, saber qué parte viene de la razón y qué parte de la emoción del emisor porque a lo mejor en ese momento el emisor está obcecado, enfadado, o, por el contrario, muy alegre por algo…
De esta forma sacas parte del hecho objetivo de la conversación o de una palabra o de una serie de palabras; pues igualmente sucede con la imagen, que también tiene todo eso y mucho más si te metes ya en plano artístico o pictórico; en este caso que es mi terreno, echo de menos ese tipo de educación, ese tiempo para analizar por conceptos.
Cuando regresé de Estados Unidos, en 2020 y 2021 trabajé como profesora asociada dando clase de Plástica a profesores en la Escuela de Educación; me gustaba porque estaba en contacto con futuros maestros y les intentaba dar una visión distinta, para que alguno de ellos pudiera en su contacto futuro con los chavales dar un enfoque diferente de lo bueno que es que haya muchas interpretaciones de una misma cosa, por ejemplo. En mi caso, ya en la actualidad, con mis alumnos juego con ellos a juegos de memoria, a ponerles una imagen que la tienen que mirar dos minutos. Una vez tapada la imagen comienzan las preguntas: sobre la composición, el color, la técnica, la textura, los elementos que había; con todo ello ya estás trabajando en la memoria, en la observación.
La forma del miedo o vientos de desguace (Homenaje a Aute). Óleo sobre tela, 100×200 cm.
Obra de María Balibrea
Llegamos a la obra de María, y tras disfrutar de un buen recorrido por la multitud de obras que tiene en su estudio, converso con Balibrea:
—ER: ¿Qué dirías que es el color para ti?
—MB: Es como si te preguntara, ¿qué es un fonema para ti? El color en sí, por sí solo, es igual que cualquier otro elemento, no tiene un valor especial. Pero cuando se une a todo lo demás, adquiere un sentido. Dibujo con el color, dibujo con la línea. Claro que es importante el color, pero es parte de un todo. También estamos acostumbrados a los choques visuales fuertes. Pero a la vez que color, hay líneas de textura, juegos de ritmos, diferentes soportes, hay otros muchos elementos.
María avanza en una nueva obra, El valle de los muertos (Homenaje a Rachmaninoff), óleo sobre tela, 140×140 cm. Personajes que aparecen, desaparecen y vuelven a aparecer al compás de Rachmaninoff. Quizás en algún momento decidan detenerse, como los relojes, que marcan todos la misma hora…
—ER: ¿Cómo notas la evolución en los colores que utilizas? Pareciera que los iniciales, más apagados, han ido ganando en vibración…
—MB: Cuando miro atrás, creo que también yo voy cambiando, ya no soy tan impulsiva como lo era antes, soy más reflexiva. A veces veo obras mías de antes y me cuesta relacionarlas conmigo; quizá por mi tendencia a desapegarme de las cosas. Cuando estoy volcada en algo, lo estoy a tope, apasionada, y cuando termino, tengo facilidad para salir de allí y mirar al futuro y continuar con otra cosa. Creo que puedo llamarlo supervivencia, poder seguir adelante sin ataduras a mis legados artísticos. Además, tengo gran cantidad de obras y me cuesta encontrar una relación directa entre la época y el color; también porque no creo que sea lineal mi obra, sino que hay muchos momentos dentro de la obra de un artista. Por ejemplo, cuando leo a Gombrich o Argan, ambos son muy ricos en los matices, no escriben la típica historia del arte, explicando que un artista usó el rojo y el azul porque estaba deprimido… a mí estas explicaciones me hacen gracia porque creo que la mayoría de veces no son reales, quizá usaron el rojo porque no tenían dinero para comprar el verde; a veces las respuestas son mucho más sencillas, o al menos, en mi caso.
Balibrea pintando (Fotografía: Benya Acame).
—ER: Es verdad, a veces se echa de menos que alguien explique sus sentimientos en algún momento de su biografía, y cuando no está, lo rellenas con tus propias teorías…
—MB: En mi obra no atribuyo las emociones que pueda sentir quien las mira a mis propias emociones, es decir, creo que obviamente mis emociones tienen que estar en mis cuadros porque los he pintado yo, pero no es lo que más los determina. Por ejemplo, en el caso de Frida Kahlo se podría decir que es muy autobiográfica porque autorretrata continuamente su enfermedad. En mi caso, es cierto que tienen algo de mí, que la mayoría de quienes aparecen están pintados de memoria, y tienen mucho de lo que veo a mi alrededor: unas tijeras o un paisaje cercano que acabo de visitar; represento más el mundo que me rodea, que el mío propio.
Un grito entre los escombros. Óleo sobre tela, 100x 100cm.
Reverso de Un grito entre los escombros.
—ER: ¿Con qué tendencia, movimiento artístico, te identificas?
—MB: Los que han escrito algo de mi obra la identifican con realismo mágico, pero realmente no es la estética estandarizada del realismo mágico ni tampoco del surrealismo, que también hay gente que lo vincula con surrealismo porque los elementos están fuera de sitio, los tamaños no corresponden con la realidad; hay una mezcla de situaciones, de cosas que parecen no estar en su sitio, y dicen: es un sueño. No, esto es surrealista, frase que se dice mucho. He tenido muchos momentos naturistas, que he trabajado más bodegón, retrato, paisaje, pero no sabría ubicarlos estéticamente. Y es porque realmente para mí la ubicación artística es el lenguaje, no una tendencia del lenguaje.
«Para mí la ubicación artística es el lenguaje, no una tendencia del lenguaje».
Conversaciones con la música. Recordando a un buen amigo. Óleo sobre tela. Políptico. 200×200 cm.
—ER: ¿Tu obra te habla? Vamos a poner a alguien boca abajo o un yo no estoy cómodo aquí y necesito que me muevas, ¿tu obra te lo pide?
—MB: No sé si lo llamaría así, pero de alguna manera puede ser, aunque es mucha observación, requiere muchas horas, tienes que utilizar muchas horas solo mirando, yo creo que más que pintar, el pintor mira y eso nos lleva otra vez al tiempo, a que el arte es el reflejo de la sociedad en la que estamos. Y aunque es complicado, yo no pierdo la esperanza. Yo paso muchas horas sentada en el suelo mirando, porque pinto en el suelo, y la mayoría de las veces en la alfombra.
—ER: Seguro que eso tiene que ver con ese tiempo del que no disponemos. Porque a ti, por ejemplo, el cuadro que hiciste durante la pandemia, ¿cuánto tiempo te llevó?
—MB: Distopía fue mi escondite durante la pandemia. Me llevó unos tres o cuatro meses a tiempo completo. Y completo es completo, hasta mientras comía.
Distopía, pintado durante la pandemia, año 2020. Óleo sobre tela, 260×260 cm (Fotografía: Benya Acame). .
—ER: Y una media, por ejemplo, un dos por dos…
—MB: Me lo han preguntado muchas veces y me llama la atención. No contabilizo. Las obras no las hago de forma exclusiva, trabajo muchas veces diferentes obras a la vez, por el secado, porque hay que respetar los tiempos de secado del óleo. En el caso de un 2 por 2 uso escalera, poco a poco vas viendo como sin querer van surgiendo los personajes y se van poniendo en un sitio o en otro, a veces sientes que tienen que desaparecer, a lo mejor por ellos mismos, y en ocasiones por el resto de la composición que los envuelve, que están donde no tienen que estar, y cojo el pincel o incluso, los hago desaparecer… Es mi lenguaje artístico de toda la vida, como lo es también el de un pianista que a veces no piensa las notas que toca o cuando un comunicador habla, no piensa en cada fonema o en cada gesto. Cada uno tiene su rodaje, experiencias, inquietudes y todo eso se transmite a veces conscientemente y otras inconscientemente.
Barcos de papel. Óleo sobre tela, 200×100 cm. Colección Fabularte.
Detalle de Barcos de papel (Fotografía: Benya Acame).
Detalle de Barcos de papel (Fotografía: Benya Acame).
—ER: ¿Tienes una imagen recurrente, algo que te surge más habitualmente qué otras escenas?
—MB: Siempre son personas.
—ER: ¿Quieres que esas personas tengan forma animal, que sean hombre, mujer…?
—MB: En mi obra hay muchas mujeres y también monstruos, aunque independientemente de eso sí que hay veces que veo rostros, algunos de hace 10 años —me ha pasado ahora en mi recorrido por mi obra— que me suenan, que las veo en otros cuadros; son caras que, sin querer, se repiten, quizá porque forman parte del imaginario que yo he ido creando en mi trabajo, en mi recorrido, en mi vida; muchas son caras de marginación.
Dentro del tiempo. Óleo sobre tela 100×100 cm.
—ER: ¿Alguna vez has pintado en blanco y negro?
—MB: He pintado en blanco y negro, sí. Grisallas, sobre todo para retrato. Y también carbón; he hecho cientos y cientos de dibujos de carbón de todo tipo; calcografía también. Dibujo, línea en blanco y negro; trabajo el buril y la punta seca, los aguafuertes, las aguatintas.
—ER: Y lo que más te gusta hacer, ¿qué es, aparte de todo?
—MB: Me encantan los comienzos cuando el lienzo está en blanco y ves una sombra en la tela y de ahí surge una figura y luego otra y otra…
«Me encantan los comienzos cuando el lienzo está en blanco y ves una sombra en la tela y de ahí surge una figura y luego otra y otra…».
La pandemia desde la otra orilla (Homenaje a Mercedes, a quien sitúo en hermosos recuerdos de mi infancia). Óleo sobre tela, 100×100 cm.
Esta obra es el humilde homenaje a las personas que se están quedando en la otra orilla. Ojalá que la nebulosa de insensibilidad que envuelve la comodidad no nos deje olvidarlos.
—ER: ¿Tu estado de ánimo influye en que prefieras hacer una cosa u otra?
—MB: No creo. Los personajes van surgiendo, las figuras, lo que veo a mi alrededor. No creo que mi trabajo esté basado en mi estado de ánimo sino en mi percepción del mundo exterior.
—ER: El texto que figura junto a tu obra ¿crees que enriquece a quien observa tus cuadros?
—MB: A mí siempre me ha gustado escribir, son como pequeñas reflexiones que nacen cuando estoy pintando, muchas veces las escribo en cualquier papelillo e incluso detrás de la obra. O cambias el título y piensas que lo quieres compartir. No es tanto una explicación de la obra sino algo que ha ocurrido al mismo tiempo que la misma. También me gusta que escriban sobre mi obra, como en la revista Auka u otros amigos que han escrito poemas o críticas o mi antiguo profesor Carlos Plasencia, que también escribió un texto sobre mi trabajo.
Exposiciones de María Balibrea
Fotografía: Daniel Benedito.
- 2022 Exposición en el Centro Municipal de las Artes, Alicante.
- 2022 Exposición Centro Cultural Villa de Móstoles, Madrid.
- 2021 Exposición Casa de Cultura Sagunto, Valencia.
- 2020 Exposición Taller de Arte Balibrea, Alicante.
- 2018 Spirit de Art Gallery. Chelsea, New York, USA.
- 2018 Sala de Arte del Gala Hispanic Theatre, Washington, USA.
- 2016 Museo de Benicarló (MUCBE), Benicarló, Castellón.
- 2013 Casa de Cultura, Rocafort, Valencia.
- 2013 Galería de Arte Zentrifuge, Nuremberg, Alemania.
- 2012 Centro Cultural Caleidoscopio, Madrid.
- 2010 Casa de Cultura de El Campello, El Campello, Alicante.
- 2009 Casa de Cultura de Xàtiva, Xàtiva, Valencia.
- 2009 Casa de Cultura de Burjassot, Burjassot, Valencia.
- 2009 FabulArte, El Caballero de la Blanca Luna, Sala Hotel del Carmen, Valencia.
- 2008 Casa de Cultura de La Canyada, La Canyada, Valencia.
- 2008 “Fábulas de Iriarte”, Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad (MuVim), Valencia.
- 2004 Sala de Exposiciones de Ibercaja, Zaragoza.
- 2003 Galería D´Arts, Valencia.
- 2002 Galeria D´Arts, Valencia.
- 2002 Centro 14. Ayuntamiento de Alicante, Alicante.
Colectivas
- 2023 Exposición en Art Space de Alcobendas, Madrid.
- 2020 Pandemic, The light Therein. Studio Gallery 208. Washington, USA.
- 2019 Art Exhibit in Lowe Office Building. Annapolis, MD, USA.
- 2018 Gateway Open House Hyattsville. MD, USA.
Pidiendo ayuda, Óleo sobre tela, 143×82 cm, obra de María expuesta en Hyattsville (Maryland).
- 2018 Art Exhibit at Publick House. MD, USA.
- 2018 Art Exhibit at Harmony Hall. MD, USA.
- 2017 Galeria White Cloud, Washington, USA.
- 2015 Universidad de Alicante, Colección Tomás Ruiz, San Vicente del Raspeig, Alicante.
- 2014 Casino de Valencia, Valencia.
- 2014 Certamen Artístico de Tomelloso, Tomelloso, Ciudad Real.
- 2011 Galeria Antoni Pinyol, Tarragona.
- 2011 Galería La Tira, Xàtiva, Valencia.
- 2010 Galería Jamete, Cuenca.
- 2009 Feria Estampa, El Caballero de la Blanca Luna, Madrid.
- 2009 Instituto San Blas, en la Sala del Club Información, Alicante.
- 2009 Casa Cultura de Algemesí, ‘Fábulas de Iriarte’, El Caballero de la Blanca Luna, Algemesí, Valencia.
- 2008 ‘El libro espacio de creación’, organizada por Universidad Politécnica de Valencia. Biblioteca Valenciana, sala capitular, San Miguel de los Reyes, Valencia.
- 2008 Certamen Gloria Merino de Malagón, Ciudad Real.
- 2008 XLI Certamen de Pintura Vila de Sant Joan d´Alacant, Alicante.
- 2008 Galeria Monte Pego, Pego, Alicante.
- 2008 Galería Fivars, Pego, Alicante.
- 2007 Premio Joven de Pintura de Torrevieja, Torrevieja, Alicante.
- 2007 Convocatoria de Artes Plásticas de la Diputación de Alicante, Lonja del Pescado, Alicante.
- 2007 Galería Fivars, Pego, Alicante.
Cartel de la Exposición en el Centro Municipal de las Artes de Alicante, 2022 (Fotografía: Benya Acame).
Premios y reconocimientos de María Balibrea
- 2011 Presentación de la revista Auka sobre la obra de María Balibrea, Alicante.
- 2008 Coilustradora en el Premio Nacional de edición 2008, otorgado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
- 2008 Premio de la Comunidad Valenciana, otorgado por la Conselleria d´Educació, Cultura y Esport: ‘Fábulas Literarias de Tomás de Iriarte’, editado por El Caballero de la Blanca Luna, en colaboración con la UPV de Valencia.
- 2005 Mención de Honor en el Certamen Internacional de Pintura Villa de San Juan, Alicante.
- 2002 Seleccionada, Certamen Nacional de Pintura Villa de San Juan de Alicante.
- 2004 Seleccionada. Certamen de Artes Plásticas de la Diputación Provincial de Alicante, Alicante.
- 2003 Seleccionada en el XXX Premio Bancaja de Pintura y Escultura, Valencia.
- 2002 Seleccionada por el Ayuntamiento de Alicante en el Premio Arte Joven Centro 14, Ayuntamiento de Alicante.
Traslapo de sueños. Óleo sobre tela, 100×100 cm.
Poema de Francisco Alonso Ruíz dedicado a las creaciones de María
Yo no sé si tanta vida ha salido del espejo o quizás de la manzana o de la playa de los recuerdos. Pero están aquí los locos y están aquí los enfermos y están aquí los suicidas y los vivos y los muertos. Y las fantasías oníricas y los juegos, y el mundo de la tierra y el espanto del cielo, la pasión de la vida con sus hondos infiernos, la crueldad y el engaño, lo real y lo incierto. Un telúrico mundo, María Balibrea Melero, Qué te brota por dentro con payasos, con bufones, con las brujas de los avernos. Y los orates. Con mariposas y margaritas en los desiertos, lleno de ángeles y de diablos y de zozobras y de secretos, el mundo arcano de la poesía y del deseo y de los sueños.
Poema de Francisco Alonso Ruíz
—ER: Una de tus obras favoritas, la que más te ha costado…
—MB: No me cuestan y sí me cuestan; a veces sufro un montón pintando porque hay épocas en que eres incapaz de pintar. Y te dedicas a mirar y a esperar que vuelva el tiempo para seguir pintando. Son más de 30 años pintando. Creo que no tengo ninguna obra favorita, tal vez una de las más especiales por los momentos que me hace recordar sea una obra que se seleccionó en Bancaja de Valencia hace muchos años: Las cajas de La Coma, dedicada a ese tiempo tan especial para mí. Hay otra también, que se llama Suicidio de mariposas, que hace referencia a un tiempo de transformación interior, de lucha contra todo lo que está cambiando a tu alrededor; una obra a la que estoy más unida emocionalmente y me cuesta más desprenderme de ella.
Las Cajas de La Coma. Óleo sobre tela, 130×195 cm.
Detalle de Las Cajas de La Coma.
Detalle de Las Cajas de La Coma.
—ER: ¿Cuántos cuadros calculas que has pintado?
—MB: Ni idea, entre cuadros, dibujos, grabados… yo qué sé, miles.
—ER: ¿Qué artistas han marcado tu obra, tu vida?
—MB: Cuando era pequeña, entre 10 y 11 años, en un principio me gustaba más Goya y Velázquez, después hubo una temporada que adoraba a Van Gogh; el que ha estado siempre ha sido Goya. Siempre que voy a El Prado, mi primera visita es para las pinturas negras de Francisco de Goya.
En otra época me interesó el detalle de Jheronimus Bosch —conocido en España como el Bosco— y Brueghel, todo ese montón de seres que se arremolinan. La verdad es que todo ha estado muy hilado, sin querer, pero muy entrelazado. Hay muchas influencias de muchos, muchos pintores y artistas. De Picasso, me atraía su visión de la pintura africana.
A veces, cuando vas a una galería o a una exposición, el artista ha seguido la tendencia dadaísta, con clara conciencia de hacerlo así. Sin embargo, en mi caso, es diferente, no veo Bosco y me pongo a pintar como él; las influencias que he recogido de mis referencias son realmente ya mi lenguaje. Todo está muy interrelacionado.
Suicidio de las mariposas. Óleo sobre tela, 100×81 cm.
Detalle de Suicidio de las mariposas.
Detalle de Suicidio de las mariposas.
Detalle de Suicidio de las mariposas.
El presente y el futuro
—ER: ¿Cuándo regresaste de Estados Unidos?
—MB: Volví justo antes del confinamiento. Llegué en verano, pude comprar este local, ahora convertido ya en una galería y taller de arte. Lo reformé, trabajé muchísimo y en enero de 2020 lo inauguré. Nada presagiaba lo que pasaría en marzo.
Siempre he querido tener un espacio propio para trabajar. Esto fue posible gracias a unos años de duro trabajo en Estados Unidos.
—ER: Háblanos del peso que tiene el arte en tus clases…
—MB: Siempre busco centros singulares en los que el arte es una necesidad, en barrios de la zona de Colonia Requena, Mil viviendas, como lo fuera La Coma en Valencia.
Ese tipo de barrios, en primer lugar, me aportan mucho y siempre encuentro que las personas que hay en estos lugares son mucho más comprometidas. Al menos, a mi parecer. Y la forma de trabajar es mucho más abierta, más libre. Suelo decir que a mí me pagan por jugar y a mí me parece eso un lujazo. Y también me permite en ocasiones tener temporadas libres en mi trabajo. He llegado a pedirme año y medio para pintar; me permite la libertad de dedicarme a pintar de la mañana a la noche. Aunque lo ideal sería estar todo el día en el taller, pero prefiero esto a ser una esclava del mercado.
El cangrejo ciego. Óleo sobre tela, 100×200 cm.
—ER: ¿Dónde te gustaría exponer?
—MB: En cualquier sitio que viera mucha gente mi obra, que llegara a muchas personas. Me encantaría Palermo; estuve allí de Erasmus, trabajé mucho la calcografía, fue una experiencia increíble, aprendí muchísimo. Yo creo que el arte debe ser de todos; a mí me encantaría poder exponer en la calle, a pesar de los problemas que pueden surgir y del daño que puedan sufrir las obras. Es como una utopía para mí, que mis creaciones fueran vistas por todo tipo de personas, en todo tipo de ambientes y que fuera para todos.
«Es como una utopía para mí, que mis creaciones fueran vistas por todo tipo de personas, en todo tipo de ambientes y que fuera para todos».
—ER: Entonces no te puedo preguntar cuál es tu público favorito, si el que está ávido de arte, el que notas que se entusiasma al ver una obra tuya, ¿qué público te gusta?
—MB: Cualquiera que tenga un interés real, que no vaya preguntando por cuánto dinero venderías esto, que lo primero —aunque está muy bien que compren— al mirar la obra que tenga interés y, si además, la obra les hace sentir, eso es ya brutal. Para esto los nanos son maravillosos, me encanta su honestidad. A veces he llevado obras mías grandes a la escuela y han hecho sus propias interpretaciones, planos, personajes… Ellos no tienen pelos en la lengua, me preguntan por qué pinto a alguien tan mal, o desnudo; una franqueza que echo en falta en las guías, en los museos. Me gustan las personas que tienen interés porque al final todos es un proceso de comunicación; te gusta hablarle a alguien que sientas que te está escuchando.
Soñando sus piernas desde el columpio. Óleo sobre tela, 100x 200 cm.
Detalle de Soñando sus piernas desde el columpio.
—ER: ¿Crees que la profesión de tu madre —enfermera— y la de tu padre —periodista y sociólogo— han podido influir en tu manera de mirar el mundo, de identificar la pintura con la comunicación?
—MB: Creo que sí, aunque aparte de sus profesiones que son de servicio público, yo en mi barrio —cuando las calles eran aún de tierra— he mamado la actividad de los dos en la asociación de vecinos, a mi madre vacunando gratis, a mi padre llevando la asociación de vecinos, intentando que pusieran unas farolas y, aunque no te lo creas, entrenando a los chavales del barrio; se ponía su chándal rojo y a entrenar como sea porque no hay entrenador ni dinero para pagarlo. Todo eso lo he vivido muy de cerca, hasta yo misma empecé a dar clases de repaso a los chavales del barrio, yo con 12 y ellos con dos menos que yo. En mi patio entraba medio barrio; aquello era siempre algo normal en mi casa.
—ER: ¿Crees que el arte actual define la sociedad en la que vivimos?
—MB: Creo que el arte siempre define la sociedad en la que se crea. La sociedad en la que estamos, aunque no toda, empieza a parecerse mucho a la peor parte de la sociedad norteamericana, el capitalismo salvaje, la superficialidad, la guerra de la imagen. Usar inadecuadamente las nuevas tecnologías, que son muy útiles para muchísimas cosas pero que el uso inadecuado lleva a vivir en torno a la imagen al like, al selfie. Yo preguntaría a mucha gente cuándo es la última vez que ha pensado sin estar mirando el móvil, sin estar pendiente de los likes que te han dado o cuándo ha sido la última vez que has estado sin móvil y sin nada y has dedicado dos minutos a pensar.
Ríos verticales. Óleo sobre tela. 100×100 cm.
—ER: ¿Qué planes tienes para el futuro?
—MB: Trabajo mucho con centros culturales. En 2022 he expuesto en Móstoles, en Madrid, en el Mario Monreal de Sagunto y aquí en Alicante, en el Centro Municipal de las Artes del Ayuntamiento de Alicante; este ciclo de exposiciones se cierra y necesito un poquito de tiempo para crear, requiere mucho trabajo montar una exposición. En el 2025 tengo una exposición prevista en la Fundación Mutua de Levante de Alcoy.
—ER: ¿Y las galerías privadas?
—MB: Considero que mi obra no es muy comercial; y creo que para las galerías de arte es importante vender. Alguna vez lo he probado, expuse en Nueva York, pero mis sensaciones no fueron buenas. Creo que mi obra no es para una galería; por lo menos ahora no.
Sin aire. Óleo sobre tela. 100×81 cm.
—ER: Entonces, ¿piensas que el arte comprometido no tiene sitio en las galerías privadas?
—MB: Habrá galerías y galeristas que sí trabajan un tipo de arte que tiene un cierto compromiso; tampoco es verdad que solo el arte figurativo sea comprometido, es decir, hay muchos tipos de compromiso. Cada persona tiene su propio compromiso. Hay un compromiso con lo que es la sensibilidad artística, eso ya es muchísimo. Cuando una persona crea algo lo hace realmente con esmero, con cariño, con sinceridad, eso ya es un compromiso.
—ER: ¿Cuál es tu museo favorito?
—MB: El Museo del Prado. Y después de haber estado en muchos museos del mundo, no cambio el Museo del Prado por nada.
—ER: A ti te ha gustado y gusta ir al Museo del Prado, a ver las obras de tus grandes artistas admirados, como Goya ¿qué piensas tú de la persona que en el futuro vaya a mirar tus obras de esa manera y va a beber de ellas, como tú has hecho?
—MB: Eso es un sueño que me encantaría que se hiciera realidad
Cómo suben los borricos (Homenaje a Goya), un título que tiene este artista en la obra Los caprichos. Óleo sobre tela, 100×81 cm.
«Toda obra de arte quiere trascender en el tiempo, quiere ser parte del futuro, sobrevivir al artista, seguir comunicando en el tiempo».
—ER: Goya, ¿también pensaría que era un sueño?
—MB: Sí, seguramente. Aunque, cuando hablo de sueño quiero decir que toda obra de arte quiere trascender en el tiempo, quiere ser parte del futuro, sobrevivir al artista, seguir comunicando en el tiempo. Y tengo la ilusión de que sean personas las que miren nuestras obras, que no nos convirtamos en medio-robots; confío que siga habiendo personas que mantengan el gusto por las cosas pequeñas, y la capacidad de observar y valorar la obra de arte.
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Felicidades Elvira por este reportaje dedicado a la pintora alicantina María Balibrea, yo la conocí en 2011 cuando la revista AUCA le dedicó el número 22, le hice un video y una nota en Nuevo Impulso.net:
https://www.nuevoimpulso.net/2011/07/presentacion-de-la-revista-auca-n-22.html
Querido Ramón: Muchas gracias por tu aportación.
Es un lujo saber que siempre estás atento al pulso cultural alicantino y la manera en que lo compartes.
Un abrazo.
Elvira siempre admirada: Esta entrevista es colosal. Entrevistada y entrevistadora alcanzáis lo sublime. Se me ha ocurrido que podríais publicar un libro. Un fuerte abrazo para las dos.
Me uno a esta invitación. Creo que es muy acertada.
Un abrazo.
Muchas gracias, Pedro.
A veces, dejar de conversar es difícil…
Un abrazo.
Querido Ramón: Estas palabras, viniendo de un maestro, para mí tienen más valor.
Muchas gracias.
Un abrazo.
Cuando visité a Balibrea
en ese colegio del Barrio de La Coma comprendí que la verdad de su pintura lo era tambien de su vida.
Gracias, Elvira Rodriguez.
Vicente Chambó.
Muchas gracias por estas palabras, Vicente.
Comparto plenamente lo que expresas y, además, María Balibrea recuerda, reconoce y nombra a todos cuantos habéis formado parte de su vida, ¡enhorabuena para ti también Vicente por tu trabajo!
Un abrazo.
Gracias Elvira, por tus palabras y por tus actos. Un abrazo de vuelta.
Enhorabuena Elvira por este magnífico reportaje sobre la obra de María Balibrea.
Es un amplísimo repaso de la obra de esta pintora de gran sensibilidad que muestra en sus cuadros sus vivencias, con una pintura actual y vibrante que transmite sentimientos y emociones a flor de piel!!
A través de esta muestra se vislumbra tu vena de periodista auténtica !!
Un abrazo, querida Elvira
Querida Pilar:
Muchas gracias por tus palabras, en nombre de María Balibrea y en el mío propio.
Tu inmensa sensibilidad se nota en cada frase que escribes y te dota de enfoques diferentes y enriquecedores.
Un abrazo.
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