Siendo un joven periodista de La Verdad en Alicante consiguió una exclusiva a nivel nacional, entrevistar a Lorenzo Carbonell, alcalde de Alicante entre 1931 y 1934, enfermo, recién regresado del exilio en Orán. El exalcalde dijo al «joven periodista» −en su propia expresión− que le visitaba en su casa de campo en la década de los sesenta del siglo XX: “Defiende la libertad”. Aquella frase, casi una súplica de Carbonell, sigue ondeando bien alto y bien visible en el mástil de la vida de Manuel Mira, nacido en 1945 en Orihuela. Es el único periodista alicantino que ha sido galardonado con el Premio Azorín en 2004 y, a punto de cumplir sus ochenta años, acaba de publicar su decimotercera novela, Piedra.
Voces del siglo XX
De niño, con menos de trece años, era la primera persona en su casa que leía el ABC, la tercera página, que era «una losa», explica Blas de Peñas en la tercera sesión del ciclo Voces del siglo XX: memoria viva del periodismo alicantino, un proyecto coordinado por la Asociación de Periodistas de la provincia de Alicante y la Universidad de Alicante, en cuya sede de San Fernando tiene lugar. En esta ocasión, el protagonista es Manuel Mira Candel, quien conversará con el también periodista, conocido por todos como Blas de Peñas. Aunque Blas empezó en la radio, se juntaron en la década de 1970 y desde entonces están unidos, ante todo, por una gran amistad. Ambos han compartido profesión, puesto en marcha la delegación de La Verdad en Elda, o vivido de cerca las noticias provinciales a través de la delegación de ABC en la calle Mayor de Alicante. También han sido presidentes de la entonces denominada Asociación de la Prensa, la que acaba de cumplir 120 años y, ¡cómo no!, son expertos conversadores de tardes, noches, largas sobremesas sobre vivencias, anécdotas, libros, acompañados —hasta cuando se lo permitieron— de un cigarro, o más de uno encendido.

Cursa Derecho en Valencia, aunque una dolencia hizo que tuviera que descansar un tiempo y abandonar sus estudios. Durante esa convalecencia leyó todo de Dostoiewski, uno de sus admirados escritores. Otros son Albert Camus, Azorín y Cela, además de los hispanoamericanos García Márquez, Sábato, Asturias, Fuentes, Uslar Pietri o Vargas Llosa y los norteamericanos Faulkner, Dos Passos, Hemingway o Steinbeck.
Una vez recuperado, estudia y se titula en Periodismo en Madrid, comenzando como becario con 19 años en el diario La Verdad, en Murcia. Mira suele decir «Si no hubiera sido periodista nunca habría sido escritor, y fui periodista porque quería ser escritor» por eso su vida ha corrido paralela entre el periodismo y la literatura. Es un romántico empedernido; soñador con los pies anclados en la realidad, entre la nostalgia y un sentido de lucha permanente; viajero incansable, que ha llegado hasta la Antártida y cruzado varias veces el Círculo Polar Ártico; no puede vivir sin el mar, −por eso nunca abandonó su tierra, pese a las ofertas de algún periódico de Madrid− y busca cada día, desde su ventana, la palmera que sobresale por encima del resto del paisaje, que le devuelve la imagen de su madre. Es entonces cuando «agradezco a mi madre lo mucho que me ha dado la vida». Con 22 años es finalista del Concurso de Cuentos Gabriel Miró.
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Tras su estancia como becario, le ofrecen ir a La Verdad, en Alicante, donde llega a convertirse en redactor-jefe. A esta etapa corresponde la entrevista realizada al exalcalde Carbonell, objeto del inicio. A Mira le gustaba la idea de trabajar en el extranjero, le surgió la oportunidad de colaborar en Europa Press y la Agencia EFE en la capital británica, y no lo dudó. Así que se pasó allí unos meses antes de volver a La Verdad, de Cartagena, convirtiéndose en el delegado más joven, a nivel nacional, de la Editorial Católica. Y solo unos meses más tarde, le proponen ser delegado de La Verdad en Elda, y que sea quien ponga en funcionamiento esa nueva delegación. Una delegación de «gran importancia en la provincia, de los 10 periódicos que se vendían en Elda, 8 eran de La Verdad». Son múltiples los acontecimientos que se vivieron en esta ciudad durante esta etapa, como la Huelga del calzado en febrero de 1976, el nacimiento del Movimiento Asambleario, o la multa de 25000 pesetas que le impusieron «por desacato a la autoridad, además de cinco años sin salir de España, junto a Sardaña, por publicar una carta del secretario general de la CNT en La Verdad»

Durante esta etapa en Elda, conoce al grupo teatral Coturno y se convierte en uno de sus productores. Es en su relación con Coturno donde conoció a Isabel, que se convertiría en su esposa y donde «descubrí a Giordano Bruno; estábamos en plena dictadura y nadie lo conocía. Desde entonces no paré de visitar diferentes países hasta descubrir la obra, recorrido vital y amor prohibido de este filósofo, astrónomo y teólogo, a quien quemaron por sus ideas en 1600». También, en 1995 recibe el premio Emilio Castelar, «A la Defensa de las Libertades y El Progreso de Los Pueblos» por sus artículos periodísticos y el premio de Ensayo Fundación Ficia.
Con 38 años, es nombrado director de La Verdad en la provincia de Alicante como delegado general durante cinco años. En ese tiempo y casi dos años, entre 1984 y 1986 se convierte en presidente de la entonces denominada Asociación de la Prensa de Alicante. Tras su quinquenio en La Verdad de Alicante, es nombrado delegado de la edición provincial y redactor-jefe de ABC, que también puso en marcha en la ciudad de Alicante. Más tarde es nombrado director de Medios de Elche Comunicaciones. Columnista habitual de las ediciones alicantinas de El mundo y Las provincias, también lo es de Hoja del Lunes, editada por la Asociación de Periodistas de la provincia de Alicante.

A lo largo de esta conversación entre Manuel Mira y Blas de Peñas se van desgranando las cuatro etapas que, desde sus puntos de vista, ha habido en el Periodismo alicantino: la primera, la de mediados de los 60; la segunda, cuando desaparece Primera Página —duró menos de cinco años: desde el sábado 23 de marzo de 1968 hasta el martes 25 de julio de 1972—, que nació como vespertino al precio de tres pesetas y 16 hojas y terminó teniendo 32 páginas, estando su redacción e imprenta en la alicantina calle José Salvetti, 18 y 20, «pasó por un permanente acoso de la policía política y una censura que asfixiarían su continuidad». La tercera etapa es la Transición y cuando la Prensa del Movimiento se privatiza; y la última, cuando La Verdad desaparece.
Para Mira «el periodismo es la profesión más hermosa porque es la más generosa con los demás y te inspira en la vida” y que es «siempre, la pasión de vivir; casi siempre, el medio de ejercer mi compromiso de defender las ideas del progreso y de la libertad; muchas veces, especialmente en mis primeros veinte años como profesional, una fórmula para ir de romántico soñador por la vida; y algunas veces, una herida sangrante».

Manuel Mira, escritor
En 2003, la carrera como periodista de Mira se trunca cuando le diagnostican una grave dolencia. Es entonces cuando decide dedicarse de lleno a su otra pasión: la literatura. En ese mismo año es finalista del Premio Azorín de Novela con El exilio del viento; entonces, recuerda Mira: «Adquirí confianza en mí mismo. Aquello significaba que iba por el buen camino, y que tarde o temprano todo llegaría». Solo un año más tarde, en 2004, recibe por su novela El Secreto de Orcelis, el Premio Azorín de Novela —que mencionaremos más adelante—. En 2005 fue finalista del premio Ciudad de Torrevieja con La agenda del árabe; en 2015 es segundo Premio Literario Independiente Internacional “Dino Buzzati” por El olivo que no ardió en Salónica; en 2019 recibe un reconocimiento por parte del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Alicante y en 2023 es galardonado con el Premio Libertad de Expresión, otorgado por la Asociación de Periodistas de la provincia de Alicante.
Novelas de Manuel Mira:
1.- El Secreto de Orcelis. Bartolomé Arango Moya, el hombre más poderoso de la ciudad levantina de Orcelis muere unos años después de la Guerra Civil, en un asilo, tuberculoso, postergado por sus amigos y familiares. El escritor Teodomiro Arango decide descubrir el enigmático submundo de aquel hombre, su abuelo, aspirante en vida a convertirse en marqués de los Jazmines.
2.- Ella era Islandia. Cuando se anuncia el derrumbe del capitalismo, en vísperas de la crisis económica que amenaza la estabilidad del mundo, Alonso Bulnes, todopoderoso banquero y presidente de un consorcio internacional de gurús financieros, huye en compañía de su amante, Freyja Sveinsson, a bordo de un viejo bacaladero rumbo a la isla a la que nunca se llega.

3.- Madre Tierra. Al galope de un caballo negro y esgrimiendo un herrumbroso sable, un soldado sudafricano arremete contra los tanques del Afrika Korps en el frente de El Alamein durante la Segunda Guerra Mundial. A Ken Brighton, corresponsal de guerra del The New York Times, le asalta el presentimiento de que ese jinete enfebrecido es su admirado amigo Pedro Anciles, a quien conoció años atrás en el puerto de Alicante.
4.- Crónica de una transición. La primera narración histórica sobre los orígenes y fundación de la Universidad de Alicante, desde sus inicios como Centro de Estudios Universitarios hasta su conversión en uno de los campus más modernos de Europa. La historia de esta transición a la Universidad de Alicante es la historia de una dignidad recuperada.
5.- El Apeadero. Es la insólita travesía del ingeniero Álvaro Sotomayor rumbo a Maldinuera, un villorrio que no figura en los mapas ni en los GPS. El lector se entregará generosamente a participar en la búsqueda del presente que le agobia y del pasado que ha muerto, sin saber si avanza en el mundo absurdo en el que vive o retrocede hacia leyendas arruinadas.

6.- Juan Roig, el emprendedor visionario. El presidente de Mercadona no parece un gurú, ni un visionario, ni un alquimista, ni un genio de los negocios. Su asombrosa capacidad de intuición lo convierte en el gran prescriptor de la alimentación en España, en el recetador de los productos que consumen a diario millones de españoles.
7.- El Olivo que no Ardió en Salónica. Comienza el siglo de las guerras infinitas. En medio de la desolación, un judío español de Salónica busca el elixir de la vida: el jaurt, que encuentra en una lejana región de Bulgaria. Con su secreto bien guardado, Isaac Carasso y su familia emprenden un titánico viaje desde la «Jerusalén sefardí» hasta el barrio del Raval, en Barcelona, donde logran fabricar un yogur de propiedades medicinales.
8.- Esperando a Sarah Miles en la Playa de Inch. Ante la salvaje playa de Inch, Irlanda, escenario del filme “La Hija de Ryan”, Humberto Narbona espera la aparición sobrenatural de Sarah Miles, la actriz que encarna a Rosy Ryan. Las secuelas de una aguda crisis neurótica por la infidelidad de su mujer, Olivia, han marcado los últimos años de la vida de Humberto, obsesionado por identificar la traición de Rosy en la película con la de Olivia en la vida real, confundiéndolas hasta creer que son una misma mujer.

9.- Manual de autoestima para españoles. Este manual de autoestima pretende descubrir el denominado “Factor Ñ” –nuestra idiosincrasia como españoles– gracias a la experiencia y conocimiento de un grupo de grandes profesionales y excelentes personas que destacan los valores de la sociedad de nuestro país, tan injustamente infravalorada a veces, entre quienes se encuentra Manuel Mira Candel.
10.- Las zapatillas vietnamitas. Comienza este thriller en 2007 cuando suena el tango Adiós Nonino en la boda de Máxima y Guillermo, príncipes de los Países Bajos; entre los invitados, destaca la presencia de una hermosa mujer lideresa de una organización neonazi integrada por corredores de maratón.

11.- Talibanes. Un rutinario control de pasaportes en el aeropuerto JFK de Nueva York revela que África Hamadi es hija de un terrorista, que intervino en los atentados del 11-S. De resultas de ello, cuatro jóvenes europeos residentes en Estados Unidos, amigos de África, son acusados por la CIA de conspirar contra la seguridad del estado.
12.- Giordano y la Reina. El profesor Martín Nublos viaja de Madrid a Roma para asistir al estreno mundial de una obra de teatro, de la que es autor, en la que Giordano Bruno y la reina Isabel I de Inglaterra son sus amantes protagonistas. La obra la escribió hace cuarenta años, durante un proceso de alienación que le hizo creer que Bruno se había reencarnado en él.

13. Piedra. Una vieja historia de amor verídica de «una mujer de principios del siglo XX que un día su esposo dejó de merecer su respeto y ella dejó de hablarle para siempre después de hacer un viaje en solitario desde Burgos a Talca —Chile—, cruzando Los Andes en burro.
La siguiente novela de Manuel Mira es Antártida, el último vuelo de amor de los albatros que, está «terminada y es muy reivindicativa del cambio climático y sobre todo defensora del existencialismo y la esperanza. Narra la historia de un joven que va a esas tierras en busca de la felicidad, de la belleza de la Antártida y descubre otra belleza, la de la soledad».
Así comienza, con imágenes tomadas por Manuel Mira en su viaje a la Antártida y en su propia voz, Antártida, el último vuelo de amor de los albatros:
Martín Berenguer y la Guerra Civil

Manuel Mira es incansable escribiendo. Por eso, tras acabar de publicar Piedra, sigue trabajando en Antártida y en la que va a convertirse en «su novela más extensa, el proceso a la Guerra Civil por un burro y un químico». La Guerra Civil es uno de los temas que más interesan a Martín Berenguer Gómez, quien estudia el último curso del grado de Historia en la Universidad de Alicante e investiga para su TFG sobre la Guerra Civil, que basa sobre «un familiar directo, uno de los tantos héroes anónimos habidos en ese conflicto». Por eso Martín Berenguer conversa algunas horas con Mira sobre este tema, sobre Tierra y sobre la nueva novela de Mira, porque encaja en sus inquietudes investigadoras; y, en esta sesión también acompaña a Blas y Manuel. Martín dice de Mira que «es un periodista con afán por la historia y con gran conocimiento de la etapa contemporánea tanto en España como en Europa». En cuanto a la última obra en la que Mira trabaja, se sitúa «en la década española de 1931 a 1940», lleva ya más de tres decenas de obras leídas y cerca de 3000 folios iniciales de documentación.

A modo de broche del acto, recogemos el esbozo de un sueño para Mira: «Una alegría máxima, aunque yo no esté en el mundo» de que «hubiera alguien, quizá un estudiante, uno de mis hijos, de mis nietos, que escribiera sobre el periodismo y la literatura de Manuel Mira Candel».

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