Recorrido por la vida social y política del Alicante de 1923, así como de los hechos internacionales más destacados. Nace el Ateneo, muere Sorolla y en el ayutamiento hay trifulca por contratación ilegal donde los concejales llegan a las manos.
El verano de 1923 transcurre con las habituales estampas estivales: bañistas en el Postiguet, las terrazas llenas, los balnearios bullendo de actividad y el gran paseo-salón de la terreta, la Explanada, repleto a todas horas incluso por las noches, con verbenas a la fresca.
La novedad ese verano es la de los combates de boxeo en el monumental Salón Moderno de la avenida Alfonso el Sabio, habitualmente dedicado a espectáculos musicales y al moderno cinematógrafo. Organizaba la Asociación Pugilista Alicantina cinco combates por velada, con la entrada más cara, en preferente, a 1’25 pesetas y la más barata, en general, a 50 céntimos, dos reales.
Monumental Salón Moderno de la avenida Alfonso el Sabio.
El puerto rebosaba actividad, en un sólo día descargaban una treintena de buques dando trabajo a casi 1500 estibadores, que se ayudaban en su tarea con la nada despreciable cifra de 275 carros.
Así transcurría el verano alicantino de 1923 cuando el 20 de julio, allende los mares, era acribillado a tiros en Parral (México) Doroteo Arango Arámbula, o lo que es lo mismo Pancho Villa, el «amigo de los pobres» como lo definía el periodista norteamericano, enterrado en el Kremlin de Moscú, John Reed. El caudillo mexicano (mezcla de revolucionario y bandolero) era tiroteado en su coche cuando regresaba a la hacienda en la que vivía retirado de la vida pública.
Pancho Villa al frente de su ejército.
El 2 de agosto un derrame cerebral se llevaba por delante a Warren Harding, vigésimonoveno presidente de los Estados Unidos y primero que nació tras la guerra civil norteamericana.
El sábado 11 de agosto se inauguraba en la Explanada el nuevo y flamante Café Central, situado en el mismo local que desde 1886 ocupaba el tradicional café del Comercio. Este cerró sus puertas y dió paso a otro gran clásico de la hostelería alicantina de la primera mitad del siglo XX. El nuevo café Central era un local de postín, con magnífica decoración, servicio esmerado y orquesta propia que ofrecía conciertos todos los días a las 6 y media y a las 10 y media de la noche.
El Café Central y su pórtico de columnas en la Explanada, esquina calle Bilbao.
La víspera de la puesta de largo del nuevo café, el 10 de agosto, fallece en Cercedilla (Madrid) el artista valenciano Joaquín Sorolla, el pintor de la luz.
En el puerto está anclado el vapor francés Livonier, que trae a Alicante 900 toneladas de carriles para la instalación -ya era hora- de los tranvías eléctricos que, mientras tanto, se están fabricando en Lieja. La carga del buque activaría los trabajos del tendido de vía y de cable electrificado, aunque no sería hasta un año más tarde, en septiembre de 1924, cuando el primer tranvía eléctrico circuló por las calles de Alicante. La vecina Cartagena tenía su red de tranvías electrificada desde 1898, un cuarto de siglo antes que Alicante. Aquí, en la terreta, el no tan moderno tranvía eléctrico sustituiría tanto a los de tracción animal como a los de vapor, que se encargaban de cubrir el servicio entre los pueblos cercanos produciendo gran humareda y contaminación.
El Ayuntamiento de la ciudad y sus concejales también celebraban sesiones plenarias en agosto, de tal suerte que en el pleno municipal del día 31 hubo polémica y bronca, tan fuerte que continuó en la calle.
El Ayuntamiento visto desde los soportales del desaparecido Consulado del Mar, cuando la plaza era triangular.
Los concejales de la minoría republicana pusieron en cuestión al concejal liberal señor Bendito. Le recriminaban que al cargo de teniente alcalde uniera el trabajar en una empresa suministradora de un servicio municipal. «¡Incompatibilidad!», gritaban los republicanos;»Mejor servicio a la ciudad», contestaba el aludido. El caso es que la discusión entre el republicano Santaolalla y Bendito se calentó tanto en el pleno y luego en los pasillos que -ya en la calle y jaleados por sus respectivos forofos- llegaron a las manos. No se sabe quién soltó el primer guantazo, el caso es que en el intento de separarles se lió aún más, pues cuando concejales de uno y otro bando se interponían para cortar la pelea, los contrarios lo interpretaban como una agresión. Aquello parecía más una disparatada escena de cualquier película de Keaton o Chaplin, que una discusión política. Al final, mamporro va mamporro viene, la guardia urbana consiguió calmar los ánimos…no hubo detenciones por la trifulca.
Unos meses más tarde el aludido edil Bendito dimitió «por incompatibilidad del cargo de concejal con el empleo que ostenta en una empresa suministradora de servicios municipales»….¡cuanto honor ofendido!
Imagen de Alicante captada por el cámara y aventurero alemán Otto Wünderlich en 1923.
El domingo 2 de septiembre la ciudad presentaba un aspecto algo menos bullicioso, los turistas tomaban las de villadiego en cuanto agosto bajaba la persiana. El Alicante club de fútbol inauguraba, a las 4 de la tarde, su campo de juego en la carretera de Villafranqueza, en el Palamó. Allí sigue estando aunque el equipo haya desaparecido.
Por la mañana, en el Centro de Escritores y Artistas de la calle San Fernando, se celebró la reunión constitutiva del Ateneo de Alicante. Hubo numerosa concurrencia de personas con diversas ideologías y convicciones, unidos en el interés por el arte y la cultura. Fue elegido presidente José Guardiola Ortiz, abogado, periodista, republicano y gastrónomo. Años más tarde, durante la guerra civil y como letrado, defendió al también republicano y falangista Agatángelo Soler, preso en la cárcel de la Florida (la del fusilamiento de Jose Antonio), que posteriormente sería alcalde de Alicante en los años 50.
José Guardiola Ortiz, primer presidente del Ateneo de Alicante fundado en 1923.
En la Europa vencedora de la primera guerra mundial la situación se iba aclarando tras la brutal contienda bélica. La economía «progresaba adecuadamente» bajo el paraguas norteamericano. Pero no todo era así en el viejo continente. En Alemania, la potencia perdedora, las cosas iban de mal en peor. Entre la devastación de la guerra y las onerosas cargas económicas impuestas por los vencedores, la inflación estaba desbocada. Un dólar $ norteamericano se cotizaba en Berlín a 53 millones de marcos… un único dólar. Siendo esto llamativo, no lo es menos que entre enero y septiembre de 1923 Alemania gastó 721.500.000 $ en compras de productos USA. Los banqueros norteamericanos decían no comprender muy bien cómo los alemanes podían pagar esas compras, pero lo hacían. El gobierno del Reich y los industriales germanos mantenían una opacidad absoluta de las cuentas del Estado y (he aquí el quid de la cuestión) de las reservas alemanas en los Estados Unidos, calculadas entonces en más de medio billón de dólares… no de marcos. El capital no entiende de fronteras ni de conflictos, salvo para multiplicarse. El caso es que al finalizar el año un dólar, un único dólar, valía cuatro billones de marcos alemanes.
Billete de 100 millones de marcos (casi 2 $) emitido el 26 de septiembre de 1923.
En la terreta, en cambio, la Sociedad de Camareros entendiendo que para ellos y para el público «es denigrante e inmoral la antigua costumbre de la propina», decidía -de común acuerdo con los empresarios- suspenderla y sustituirla por un porcentaje en la venta. Visto lo visto no debieron tener mucho éxito
El Luchador.
Terminaba el verano con honda preocupación en todo el territorio español. La guerra de Marruecos seguía lastrando el desarrollo del país, era una losa en lo económico y un foco de gran descontento social. La monarquía liberal parecía agotada, incapaz de dar soluciones efectivas a los graves problemas de España. Comenzaba a escucharse ruido de sables.
Desde Alicante…finalizando el verano de 1923.
Fuentes e Imágenes:
*Biblioteca Virtual de la Prensa Histórica
*El Luchador (diario republicano)
*Archivo Municipal de Alicante
*Biblioteca Nacional de España
*Alicante Vivo
*newhistorian.com
*claseshistoria.com
*Ministerio de Cultura.
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