Se calcula que en España en estos momentos hay más de tres millones y medio de niños de entre 4 y 11 años.
Pues bien, si extrapolamos los resultados de diversos estudios revisados por el Observatorio Mayores y Medios de Comunicación de la UPUA, se podría deducir que de todos ellos, al menos dos millones y medio, no quieren hacerse viejos.
Al menos no como lo tienen dibujado en su mente.
Estamos hablando de que, aparentemente, dos de cada tres niños y niñas de entre 4 y 11 años ven a las personas mayores como personas poco útiles, dependientes y pasivas.
Pero lo peor no es eso, sino que esta imagen se corresponde también con la expectativa que tienen de su propia vejez. La mayoría de los niños que han participado en este tipo de estudios piensan que cuando se hagan mayores su vejez será poco menos que horrible.
Pero ¿cómo puede un niño de cuatro, cinco o seis años saber cómo va a sentirse cuando sea mayor? La respuesta es simple, absorben ese estereotipo y esa creencia de nuestro entorno.
¿Y qué pasa cuando esos niños van creciendo? Que ese estereotipo se va reforzando por los medios de comunicación, la publicidad, las películas, las series… pero también a través de nuestras conversaciones, actitudes, lenguaje y comportamientos.
La sociedad actual no solo teme a la vejez sino que además la desprecia, lo que alimenta la discriminación por edad (edadismo), incrementando el riesgo discriminatorio. Convivimos con ella prácticamente desde la infancia y claramente es algo que debemos combatir.
Y eso es lo que hacemos desde el 2007 en el Observatorio Mayores y Medios de Comunicación en la Universidad Permanente de la Universidad de Alicante, estudiar, investigar y desmontar estereotipos. Un proyecto —por aquel entonces innovador y único— que tenía un objetivo claro: contribuir a la definición y difusión de una imagen actual, real y no estereotipada de las personas mayores.
Tengo la suerte de formar parte de dicho equipo desde entonces, y reconozco que es algo que me tiene absolutamente entregada. MAYMECO (acrónimo de Mayores y Medios de Comunicación) está formado tanto por alumnos y alumnas de la Universidad Permanente como por profesionales y expertos del ámbito de la comunicación.
Sus integrantes son parte activa de la realidad que investigan, por lo tanto, también viven, sufren y padecen la discriminación por edad, pero decidieron hace tiempo combatirla de forma activa, y eso le da un valor añadido, único y especial a MAYMECO.
De ahí también mi entrega y compromiso con ellos y con el proyecto. Son únicos.
Ahora todo el mundo habla del edadismo, o al menos algo más que en 2007, pero por aquel entonces no era tan habitual poner encima de la mesa evidencias de lo real y dañina que es la marginación por edad.
El tiempo pasa y las evidencias sobre la discriminación por edad, la gerontofobia o edadismo crecen. Sin embargo, la mayoría de las personas se dejan llevar inconscientemente por los estereotipos sobre las personas mayores; es decir, no pensamos mucho lo que hacemos, ni lo que decimos, ni por supuesto somos conscientes de lo absurdo de nuestros propios “pensamientos” sobre la edad.
Y es que vamos en piloto automático.
El edadismo se puede observar tanto en la vida diaria entre distintos individuos como en las mismas instituciones, e implica tanto la actitud ofensiva y despectiva hacia los mayores como el talante paternalista, no menos hiriente para la dignidad del sujeto.
A pesar de su magnitud, el edadismo se mantiene como una forma de prejuicio relativamente aceptada al encuadrarse en prácticas culturales, políticas o económicas naturalizadas y normalizadas. Actúa impregnando gran parte de la sociedad, incluidos los niños y niñas, como hemos visto.
Sabemos que los estereotipos surgen en la vida de los niños a partir de su experiencia directa, pero también a partir de lo que aprenden en el consumo de los medios de comunicación. Estos últimos, y especialmente la televisión, el cine y los videojuegos tienen una importante función de socialización que proporciona a muchos niños imágenes que forman, cambian y refuerzan determinados estereotipos.
Y es que, como hemos apuntado antes, cuando los niños entran a la escuela primaria ya han desarrollado puntos de vista negativos sobre las personas mayores.
¿Esto puede cambiar? Un rotundo sí.
Cambia si cambiamos la forma en la que contamos las cosas, su lenguaje, su estética, su narrativa, el enfoque. Y es que la forma en la que “contamos” o “nos cuentan” las cosas importa.
La sociedad evoluciona y se transforma, de hecho uno del ámbitos prioritarios de actuación, propuestos por Naciones Unidas, junto a la Organización Mundial de la Salud, con la declaración oficial de la Década del Envejecimiento Saludable (2021-2030), es “cambiar la forma en la que pensamos, sentimos y actuamos en relación a la vejez y el envejecimiento”. Este plan supone un impulso valioso y necesario para fomentar una vida más larga y saludable, poniendo en valor la longevidad como logro extraordinario, fruto de los avances científicos, sociales y médicos
“Una vida más larga es un recurso increíblemente valioso. Proporciona la oportunidad de repensar no solo lo que es la vejez, sino también cómo podríamos vivir el conjunto de nuestra vida”.
OMS, 2020, p. 1
En los últimos años, en la publicidad comercial se han observado cambios interesantes respecto a la imagen y el papel representado por las personas mayores dentro de las historias publicitarias, pero eso es algo que contaremos en otra Hoja del Lunes.
Se ha demostrado que si pensamos que vamos a envejecer mal, probablemente lo haremos; se convierte así en una profecía autocumplida, nuestro pensamiento afecta a nuestra salud.
Y bastante.
La reiteración continúa en los medios, en la política, en las familias, en la sociedad en general, de un mensaje negativo respecto a la edad y el envejecimiento puede promover la autopercepción negativa de uno mismo y afectar a su estado de salud físico y emocional.
En cambio, parece ser que las personas que tienen una visión positiva de la vejez, no solo son más felices, sino que viven más años y mejor; nuestras creencias o ideas nos influyen.
En un mundo global, de nuestros esfuerzos colectivos depende reconstruir la imagen de los adultos mayores como seres competentes, productivos y sociales. Tenemos la oportunidad de repensar no solo lo que es la vejez, sino también cómo podríamos vivir el conjunto de nuestra vida.
La longevidad es un logro extraordinario fruto de los avances científicos, sociales y médicos y un recurso increíblemente valioso.
Irene Ramos Soler
Miembro de la Asociación Gerontológica del Mediterráneo
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Magnifico articulo de Irene Ramos. Es lo que se espera de una persona que es doctora en Sociología por la Universidad de Alicante, donde, desempeña su labor docente e investigadora en el área de Comunicación Audiovisual y Publicidad desde el año 2000. Pero, no olvidemos su labor como investigadora en el Observatorio Mayores y Medios de Comunicación de la Universidad Permanente en la UA y sus estudios sobre comunicación digital y publicidad integrada con diferentes públicos objetivos, sobre todo niños y personas mayores.
El articulo, en definitiva, es un ejemplo de claridad y contundencia, y nos pone, por delante de nuestras voluntades, la reflexiva disyuntiva de estar creando ambiente anti-edad, en la intención de hacer reflexionar sobre los problemas del envejecimiento. Y me he acordado, como un flas que me ha helado el ánimo un tanto, mi ultimo articulo publicado en la Hoja del Lunes de la APPA, «La soledad en agosto», en el que marcaba el problema de aquella situación entre la población mayor, con no escaso dramatismo.
Pregunto. ¿No estaremos influyendo negativamente a una sociedad propensa al edadismo? Como cuando se habla en los medios del suicidio y, a continuación, se desencadena una serie de inmolaciones, hecho comprobado por médicos y sociólogos?
Ciertamente, una duda que quizás valdría la pena abordar detenidamente.
Gracias Doctora Ramos, por ese articulo, que te he agradecido en el alma.
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