Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Impulso irresistible

Los humanos tenemos necesidad de conocer la verdad

Así de rotundo se muestra el doctor licenciado en Psicología Fernando Sarráis cuando pone un especial énfasis en defender el descubrimiento y la difusión de la verdad. Sarráis nos advierte que lo que va teniendo cada vez más interés y valoración entre las personas que tanto se preocupan de su propia imagen, con el corazón limpio y autenticidad, y que refleja en su librito titulado Auténticos: el mejor camino para ser feliz, indicando desde el principio que este asunto se centra en la necesidad de conocer la verdad para adaptarse bien a la realidad y poder conocer el modo de vivir una vida feliz. Con el conocimiento verdadero de la realidad se puede acertar a vivir bien y así evitar los errores y los conflictos que hacen sufrir y pueden causar la enfermedad y la muerte. La necesidad de saber tiene origen en la facultad de conocer, que se llama inteligencia (razón, pensamiento) e impulsa a saber con veracidad qué son las cosas, cómo son las personas, cómo es uno mismo, y cuál es la finalidad de la vida y cómo alcanzarla.

El conocimiento auténtico y la sinceridad permiten llevar una vida correcta y sin mayores sufrimientos, sin más errores que los casuales ni más padecimientos añadidos. Esa necesidad de saber se manifiesta en el impulso a preguntar, curiosear, investigar y experimentar qué es habitualmente lo que siente el ser humano desde el inicio de su vida. El descubrimiento de una verdad produce alegría, y el amor impulsa a trasmitirla a los seres queridos para que también se alegren. Este fenómeno psicológico está en el origen de las instituciones de enseñanza, de la literatura, de los diversos medios de información y de la red de internet, que sirven para extender el conocimiento de la verdad. En cambio, no sentimos la necesidad de transmitir la mentira o el error, que a veces se difunden porque se piensa erróneamente que son verdad o por el interés de engañar a los demás para que actúen en beneficio de los que los difunden. Esta necesidad y deseo de verdad se manifiesta también en diversas experiencias psicológicas, como son el fuerte estímulo que se siente a querer corregir a alguien que dice algo erróneo y el malestar que se vive cuando se lee algo que contiene una inexactitud o una mentira; la molestia y el rechazo que producen la falsedad, el error, la ignorancia y todo lo que no es verdadero (bulo, timo, engaño, fraude, estafa, calumnia, disimulo); la indisposición que produce el hecho de que alguien no crea que le estamos diciendo la verdad o lo ponga en duda, y, por tanto, nos considere mentirosos o falsos; y el sentimiento agridulce que tiene el farsante  cuando ve que alguien cree su mentira, pues, por una parte le engaña para sentirse bien, pero, por otra, se siente mal por estar confundiéndole, siendo este malestar aún mayor cuando la persona a la que se engaña es un ser querido.

Otro ejemplo que manifiesta la natural atracción por la verdad es el tormento y el conflicto interior que producen los modos de vida falsos: una vida de aparente fidelidad a una persona, al mismo tiempo que se lleva una vida de infidelidad con otra; una vida disfrazada de trabajo esforzado de cara a algunas personas, a la vez que se lleva una vida de capricho y comodidad en ausencia de esas personas; una vida de leal amistad con un amigo, a la vez que se es desleal con él al estar con otras personas; una vida de supuesta honradez, al mismo tiempo que se lleva una vida oculta de corrupción.

“La verdad conocida compromete a decir o hacer lo que es verdadero, salvo en los casos en los que el miedo, la vergüenza o el interés de buscar sentirse bien impulsan a mentir. Cuando alguien se da cuenta de que ignora, duda o está en el error, se siente frustrado, triste, inseguro y temeroso, y se va impulsado a conocer la verdad para sentirse bien. Todo lo que satisface una necesidad obtiene el calificativo de valioso y es apreciado, admirado y deseado. Lo contrario ocurre cuando las personas y las cosas falsas producen frustración, ira, rencor o rechazo. Lo natural es que toda persona luche en esas circunstancias antes de tener esos conflictos”.

Fernando Sarráis

Demetrio Mallebrera

Periodista.

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