Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Sin recortes

Liderazgos: el reto de nuestra sociedad

El sociólogo Émile Durkheim. Imagen: Autor desconocido (Fuente: Wikimedia).

¿Habéis escuchado la expresión “faltan liderazgos en el momento actual”? Seguramente la sensación que algunas personas manifiestan nace de la confusión entre los términos líder y representante. Porque, ¿son nuestros representantes (políticos, sindicales, presidentes de asociaciones, etc.) verdaderos líderes? En el marco de las elecciones municipales y autonómicas que acaban de resolverse, los hemos elegido y, por tanto, tienen toda la legitimidad. Tal vez todavía no los conocemos; hemos optado por unas siglas, o por la seguridad que el número uno de su lista nos ofrecía, sin conocer el resto de los componentes.

En el caso de la elección de entidades menores, como el caso de una comunidad de vecinos o de una asociación, es obvio que la cercanía y el conocimiento es mayor. Eso nos permite incluso optar por aquella opción que se entiende como un mal menor: la persona que ha decidido dar el paso era la única que había comunicado su intención y nos ha convencido. Dicen que querer es poder, pero ¿es posible que aquel que ha obtenido nuestra confianza no tenga los conocimientos o la capacidad suficiente para el cargo que a partir de ahora ostentará? Todas y todos hemos conocido casos en los cuales nuestro representante no ha estado a la altura de las circunstancias. Su ego desmesurado le ha impedido escuchar los consejos o las críticas del resto o simplemente se ha visto desbordado a la primera de cambio.

Por este motivo, tenemos la sensación generalizada de que la época de los liderazgos claros y sólidos ha desaparecido. Tal vez porque los verdaderos líderes no han decidido dar el paso a presentarse a un proceso electoral y optan por no salir de su situación de acomodo, con su gestión personal y profesional controlada y sin querer arriesgarlo todo por una tarea que puede ser ingrata si no se consigue lo que su entorno puede reclamar. He escuchado en algunas ocasiones comentarios, posiblemente malintencionados, que una persona electa, con la simple condición de haber sido elegida, ya se contenta con poderse haber hecho la fotografía con el cargo para su familia. Pero tras la imagen, queda la responsabilidad adquirida, la necesidad de gestionar, de coordinar unos bienes o un equipo humano, que no siempre es tarea fácil. Se enciende así el debate: ¿estaba realmente preparada para sus funciones? En la verborrea de la calle pueden llegar a comentarios más personales, como “se le ve una persona cansada, agotada”, “se ha dado cuenta de su equivocación, pero no lo reconoce”.

Si nuestros representantes son sólidos, sabrán ejercer su liderazgo. El fundador de Apple, Steve Jobs, dijo que “la innovación es lo que distingue al líder de los seguidores”, y así es. Esperamos de nuestros representantes que resuelvan nuestros problemas y planteen soluciones de futuro originales y seguras para incrementar nuestro bienestar. Somos egoístas, cierto, pero tenemos la legitimidad de exigir a nuestros gobernantes que luchen por quienes les han dado su apoyo. Y que no olviden que no sólo lo tienen que hacer por quienes les votaron, sino por el resto de la población. No se puede gobernar para unos sin tener en cuenta a los otros. Craso error cuando se intenta pasar página y deshacer el camino andado, sin reconocer los méritos anteriores y adaptando las anteriores decisiones a los nuevos tiempos. No se puede cerrar el pasado si se quiere construir un presente que dé respuesta a los posibles errores anteriores y dé continuidad a los aciertos. Pero, en algunas ocasiones, la prepotencia o el deseo de venganza puede obnubilar sus actuaciones y arremeter indiscriminadamente sobre los anteriores gestores. No es cuestión de ideologías sino de sentido lógico de la realidad: las casas no pueden rehacerse de nuevo sin respetar sus cimientos y la estructura básica en que se asientan. Podemos cambiar la decoración, substituir los sanitarios y los muebles de la cocina, pero el edificio donde vivimos seguirá ofreciendo el cobijo para todos sus habitantes.

El sociólogo francés Émile Durkheim ya argumentó a finales del siglo XIX la necesidad del liderazgo para mantener la cohesión social y regular las interacciones entre los individuos. Necesitamos líderes que tomen decisiones difíciles y estratégicas en nombre de todos los integrantes del colectivo, que tengan la capacidad de inspirar y motivar al resto para que alcancemos nuestro máximo potencial, que ayuden a establecer prioridades y a asignar tareas donde todos y todas nos sintamos partícipes, que negocien por el bien común para obtener más recursos que mejoren nuestro estado. Seamos conscientes de nuestras limitaciones si tenemos veleidades por algún tipo de cargo; tal vez no tenemos la llamada madera de líder, pero con la voluntad de aprender podemos reforzar nuestros puntos débiles. Seamos humildes, pues, y reforcemos nuestra personalidad. Nuestros conciudadanos necesitan líderes con una visión clara para llevar a cabo su dirección, que ofrezcan un mensaje claro y sincero con significado ético, que tengan las habilidades sólidas de comunicación para transmitir sus ideas y objetivos, que sepan escuchar y estén abiertos a las perspectivas de los demás, que tengan habilidades de gestión, organización y coordinación dentro de una facilidad de empatía y de relación y, sobre todo, que sean flexibles y sepan adaptarse a las circunstancias cambiantes del entorno.

Necesitamos, pues, personas que quieran pilotar nuestro presente y futuro; sobre el pasado, pocos cambios podremos operar. Vislumbremos el mañana con la seguridad de que aprenderemos de los errores cometidos, que seremos valientes como colectivo para elegir de la mejor manera a nuestros representantes y que, con la tranquilidad que ofrece el secreto del voto individual, podamos valorar la capacidad de liderazgo de quienes se ofrecen para recibir nuestro veredicto. Este es el verdadero reto de nuestra vida, no entenderlo y no ejercer nuestro derecho a voto representa favorecer que falsos líderes puedan campar a sus anchas y no resolver los problemas diarios de nuestro colectivo.

Carles Cortés

Catedrático de universidad y escritor.

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