Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

Lesbianas, gais y trans, un problema de falta de amor casi siempre

Fuente: Freepik.
También creen algunos psicólogos que las pandillas de jóvenes delincuentes suelen estar formadas por hijos que no recibieron cariño en casa, sino indiferencia o malos tratos.

Me voy a meter en un berenjenal pero avisando a los lectores y especialmente a los gais, lesbianas y trans de que mi intención es aportar alguna luz al debate sobre el pasado, presente y futuro de unos colectivos que nunca como ahora estuvieron en el ojo del huracán. Y aclaro que me interesan más los individuos que los colectivos, lo que también me ocurre en otros campos, como el de la política, en el que me preocupan más los votantes que las listas de los partidos que se disputan el poder ‘por amor a España y a los españoles’.

Me proclamo, en primer lugar, profundamente respetuoso con todos y cada uno de los integrantes de los colectivos si bien, en alguna ocasión, con motivo de ciertas celebraciones del llamado ‘orgullo gay’, me he posicionado con aquellos intelectuales que, siendo homosexuales y habiéndose declarado como tales, abominan de las cabalgatas y otras exhibiciones de dudoso gusto organizadas por dirigentes que buscan sacar rédito electoral. Muchos de esos líderes son de izquierda o extrema izquierda, defensores y alineados con países generalmente islamitas, en los que persiguen cruelmente a los homosexuales y, en ocasiones, se les condena a muerte. Son los mismos feministas nacionales que se tragan, sin hacer manifestaciones en contra, la persecución a mujeres por no tapar adecuadamente su pelo.

Algunos de ellos se empeñan en incrementar el número de gais y lesbianas apoyando el cambio de sexo de adolescentes y jóvenes con leyes aberrantes que causan y causarán daños irreversibles a multitud de chicos y chicas que lo que piden a voces ‘internas’ es un tratamiento psicológico y afectivo que les cure las heridas de una infancia poco feliz, una infancia generalmente traumática, muchas veces sin que los padres fueran conscientes del daño que hacían involuntariamente. Padres que trabajan y trabajan como mulas, ellos y ellas, para que no falte de nada en casa (comida, bebida, ropa, aire acondicionado, televisiones y móviles y todos los adelantos electrónicos) pero… donde faltaba amor. Y faltaba porque no había tiempo para hablar, jugar y compartir vida con los hijos. Había de todo menos relaciones de amor y confianza entre padres e hijos, lo que, a juicio de prestigiosos psicólogos y psiquiatras no politizados, suele ser la causa de muchas, si no todas, las desviaciones sexuales de hijos o hijas que buscan o buscaron amor en chicos y chicas de su mismo sexo.

Si a ello se añade el muy preocupante acceso de niños y adolescentes a la pornografía en las redes sociales, sobre todo a través de los móviles, la conclusión de que estamos sufriendo otro desmadre traumatizante de chicos y chicas es evidente. Se hacen algunas leyes terriblemente inhumanas, perniciosas para niños, adolescentes y jóvenes, en lugar de dotar de psicólogos a los centros docentes a la vez que se crean centros de atención especializada para solucionar los problemas infantiles o juveniles más graves. No se entiende que a chicos y chicas con disforia de género no se les trate con ayudas para fortalecer tendencias de su ‘sexo de nacimiento’ en lugar de reforzar con hormonas su ‘sexo de sentimiento’ siempre manipulable no científicamente sino ideológicamente, cosa que no se entiende. ¿Qué tienen que ver las ideas con la antropología?

Fuente: Freepik.

A grandes males, grandes remedios. Leyes perniciosas (como la infumable ‘Trans’ y las casi promotoras de aborto y eutanasia) jamás debieron pasar el filtro parlamentario. Nunca se debía haber cambiado la legalidad de parejas de hecho, con toda clase de derechos, pero sin darle la calificación de matrimonio. En un matrimonio hay marido y mujer. En un matrimonio homosexual, ¿quién es el marido y quién la mujer? Es una manifestación más de la perversión del lenguaje, que alcanza a muchísimas palabras, como amnistía, golpe de estado, malversación, sedición, corrupción, mentira, traición, fidelidad, lealtad, dignidad, verdad, realidad, amor, libertad, igualdad, fraternidad…

También creen algunos psicólogos que las pandillas de jóvenes delincuentes suelen estar formadas por hijos que no recibieron cariño en casa, sino indiferencia o malos tratos. Chicos violentos, tanto en el hogar como en la calle; maltratadores de sus familiares y violentos y hasta violadores (crece su número constantemente, incluso en manada). La familia, en general, con tanta separación y tanto divorcio, ya no es lo que era. Mucho emparejamiento mientras dure y poco matrimonio para siempre. Antiguo, que eres un antiguo, me dirán. Moderno, que eres un moderno, les diré. Y llego a mis palabras nacidas de la experiencia de más de ochenta años de vida; de un matrimonio que duró más de cincuenta años (como tantos antiguamente) y de una experiencia social muy prolongada que permite constatar que hemos cambiado mucho y no siempre para mejor.

Posdata: la Iglesia no es el problema, sino la solución

España, que era oficialmente cristiana desde los visigodos (y no desde el franquismo como parecen creer Pedro Sánchez y su vicepresidenta Yolanda Díaz, ambos devotos del papa Francisco) tuvo los primeros predicadores en el siglo I, con Santiago apóstol y sus discípulos. España, digo, se hizo más oficialmente católica con la Reconquista y culminó su religiosidad oficial con los Reyes Católicos, que por algo llevan ese sobrenombre Isabel y Fernando, aunque algunos munícipes alicantinos no lo supieran. De lo contrario no hubieran dado el nombre de ella a dos calles de la capital: Isabel la Católica y Reyes Católicos.

Durante siglos España ha sido muy católica y con el nieto de los Reyes Católicos, Carlos I de España y V de Alemania (imperio heredado de su padre, Felipe el Hermoso, casado con la hija de Isabel, doña Juana la Loca) fuimos la defensa de la Iglesia Católica en Occidente durante muchos años, frente a los protestantes y frente al Islam. España llevó el catolicismo a América. España llenó de principios de libertad, igualdad y fraternidad el mundo antes de que los revolucionarios franceses copiaran tales principios que luego no supieron aplicar. La Iglesia no es culpable de nada, aunque muchos eclesiásticos cometieran errores, entre otros el de aliarse con el franquismo, un tanto (poco) disculpable teniendo en cuenta que, con Frente Popular del PSOE, PCE y el partido de Azaña fueron asesinados más de siete mil sacerdotes, religiosos, monjas y jóvenes de Acción Católica, mientras en la otra España, la llamada nacional (la no republicana) se protegía la religión, se practicaba y se difundía. La Constitución de 1978 puso en su sitio a las religiones y la libertad es un principio lógico y satisfactorio.

Retrato anónimo de Fernando de Aragón e Isabel de Castilla de autor anónimo que se encuentra en el convento de las agustinas de Ávila (Fuente: Wikimedia).

Lo único que no entiendo es que este pueblo español de larga y profunda trayectoria católica tan enriquecedora, se vaya apartando cada día más de unos valores religiosos profundos que coinciden con los más altos principios de libertad, igualdad y fraternidad. El catolicismo auténtico es de todos y vale para todos, pero tanto izquierdas como derechas lo están abandonando para deteriorar matrimonio, familia, convivencia democrática… Lo están pagando y lo pagarán las nuevas generaciones y sólo queda rezar para que surjan nuevos líderes con espíritu y corazón grandes, con amor y fidelidad a la verdad y no a la mentira.

¿Se han dado cuenta de que unos y otros se acusan de mentirosos? Y tienen el cinismo de llamar verdad a sus mentiras. No hay motivos para el optimismo. Ya saben que el padre de la mentira es el diablo. Sólo nos queda rezar a Dios, los que todavía creemos en Él y que no somos tan pocos. Con profundo respeto traigo aquí una de las últimas frases de Jesucristo a punto de morir en la Cruz: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. No saben lo que hacen legislando contra el matrimonio, contra la familia, contra los jóvenes, contra los no nacidos, contra ancianos terminales, todos necesitados de un Dios que es amor y envió a su Hijo a morir por todos nosotros.

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

5 Comments

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  • Mucha razón, atinado Don Ramón Gómez Carrión, por determinados casos que conocí durante esta vida…
    Y por las soluciones y propuestas que aportas.
    Valentía sin falsedades, Amor y generosidad humana…
    Un abrazo
    Pedro J Bernabeu

  • Maestro, decirle que más allá del contenido de su articulo, la valentía y generoso respeto con el que lo plasma, comentar que todo periodista tendría que aprender a reflejar la realidad de la sociedad de la manera tan sencilla ,clara y verdadera que usted la estampa.
    Aunque difiero de su pensamiento en cuanto a la Iglesia o al mismo Dios que la sustenta , mi más absoluto respeto como profesional y mayor aún como persona.
    Como sabe, estoy en la mitad de los estudios de sociología, y puedo decirle que si la gente supiera de donde salen muchos hechos y acciones de lo que llamamos «sociedad» o «política social» le sorprenderían (quizá deberíamos de estudiar más).
    Un abrazo maestro.

    • Un abrazo, Jorge. Y ya tendremos tiempo para hablar de historia, que tanto te gusta, como a mí. También de historia de las religiones dentro de la de los pueblos…