Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Haciendo amigos

Las cruzadas y el albaricoque

Miniatura de Passages d'outremer de Sébastien Mamerot. Colección: Biblioteca Nacional de Francia (Fuente: Wikimedia).

Seguramente Dios lo quería, seguramente las presiones al Papa Urbano II eran grandes, seguro que era el momento en el que la Europa medieval se veía capaz de conquistar tierras, era el momento del aumento demográfico producido por aquel calentamiento global llamado óptimo medieval, era tiempo de populismos fanáticos, eran tiempos de ejércitos de soldados-monjes-guerreros que sustituían a los simples monjes que habían colonizado el continente europeo con su red de blancos monasterios. Era ese tiempo en el que una nueva religión se extendía ya desde Arabia hasta España, donde se luchaba palmo a palmo por la cruz o la media luna.

Eran los tiempos de hace 1000 años cuando la Iglesia de occidente decidió tomar las armas, se sintió fuerte para imponerse y para dejar de convencer con la fe y pasar a imponer con la espada. De esa decisión salió un ejército de nobles que querían encontrar feudos para vivir, siervos que defender y crear ese ecosistema de vida que tanto triunfó durante siglos.

Queremos pensar que sinceros objetivos como buscar extender la fe cristiana, evangelizar al infiel, reconquistar la Tierra Santa de la pasión y muerte de Cristo era el noble impulso de aquellos que lo dejaron todo para lanzarse a la guerra santa cristiana. Claro que entre ellos hubo fanáticos, charlatanes y desalmados, algunas de las más duras historias de la historia se escribieron aquí. Pero también es seguro que mucha gente luchó con valor por lo que creía y en pos de unas metas que consideraban justas e indiscutibles. Tenían fe.

De aquellas expediciones algunos han dicho que solo sirvieron para que el albaricoque llegara a Europa, es miopía histórica. De aquellos actos surgieron leyendas como el santo Grial, se crearon organizaciones como los órdenes de caballería: templarios, hospitalarios, teutones… también la cristiandad encontró un objetivo de lucha común, un nexo que justificara como unidad los esfuerzos de caballeros españoles, alemanes, franceses, ingleses… Se creó un objetivo común en Europa por primera vez. Nacieron órdenes mendicantes que encontraban en la sencillez y en la no violencia un contrapunto a aquellas batallas que, a fin de cuentas, acababan con hijos de Dios y hermanos de Jesucristo. Nació un objetivo común en los reinos cristianos en cuanto a recuperar tierras al infiel como España o Jerusalén.

Si dijera que las cruzadas fueron la causa indirecta del descubrimiento de América tal vez no me crean, pero les aseguro, y lo pueden leer, que el objetivo de la expedición de Colón financiada por España era conseguir oro para sufragar una nueva expedición para la conquista de Tierra Santa.

Ahora que todos se creen con autoridad para juzgar a sus tataratatarabuelos, a decir quiénes eran los buenos y los malos, que sin conocer se cuentan falsedades y se califican como frikis a reyes y papas, que se revisa el pasado en función de las conveniencias del presente, solo queda dar un consejo: lean.

Ver la historia con mirada estrecha es lo que nos lleva a juzgar el pasado con las ideas y la mentalidad de hoy, mirar la historia intentando ver y comprender las épocas y la evolución de las mentalidades es el único camino. A fin de cuentas, somos el resultado del éxito de nuestros antepasados, no lo olvidemos.


Nota: Semana que viene, la Inquisición.


Pedro Picatoste

Empresario e historiador.

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